A partir de 1973 avanzaba la actividad reivindicativa del movimiento obrero a pasos agigantados, sin que la dictadura pudiera acallarla. El sector más combativo fueron los trabajadores de la construcción que el 1977 coincidieron con la ofensiva guerr A partir de 1973 avanzaba la actividad reivindicativa del movimiento obrero a pasos agigantados, sin que la dictadura pudiera acallarla. El sector más combativo fueron los trabajadores de la construcción que el 1977 coincidieron con la ofensiva guerrillera de los Sandinistas en el campo y en algunas ciudades de las provincias. Pero, desde su origen el Frente Sandinista de Liberación Nacional –FSLN- no había tenido raíces firmes entre los trabajadores.
El FSLN nació al apartarse algunos estudiantes de clase media del partido comunista, el PSN, por aceptar el estalinismo sin más el régimen somocista. De hecho la formación del FSLN fue una consecuencia directa y la respuesta de la pequeña burguesía nacionalista a la bancarrota política del estalinismo en América Central. Lo mismo había pasado anteriormente en Cuba donde el Partido Socialista Popular (el partido comunista maniobrado por Moscú) había frenado el escenso revolucionario de los años 30 para luego apoyar al gobierno de Batista hasta 1943.
Así fue que a comienzo de los 60 el joven Carlos Fonseca Amador salió del PSN y reunió a su alrededor unos estudiantes que formaron el primer núcleo del sandinismo guerrillero. La Revolución Cubana tuvo sin duda su efecto en la formación del FSLN. El programa político no dejaba de ser reformista y sus puntos decisivos eran: 1) Lucha sin cuartel al somocismo para construir una Nicaragua capitalista y democrática más avanzada; 2) Alianza entre las masas oprimidas y la burguesía nacional, antes y después de derrocar al somocismo; 3) El sector más izquierdista del frente creía además en la teoría estalinista y reformista de las 2 etapas: primero una revolución democrática para llevar el país al nivel del capitalismo avanzado, luego en un futuro lejano la lucha por el socialismo. Esta teoría es completamente antimarxista e irreal, porque no surge de un análisis científico de la realidad, sino que refleja por un lado el deseo del estalinismo de frenar las revoluciones para el bien de la estabilidad de la burocracia; por el otro lado refleja la identificación de la pequeña burguesía y de la socialdemocracia con los intereses de la gran burguesía colonial, aunque esta sea una mera apéndice del imperialismo.
Se trata del mismo reformismo que Marx, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburg y Ché Guevara combatieron a lo largo de todas sus vidas. Cabe preguntarse: ¿Porqué la teoría reformista es falsa, ayer en Nicaragua igual que hoy en Venezuela o en cualquier otro país? La respuesta está resumida en la experiencia de los últimos 100 años de historia, reflejados en la teoría de la Revolución Permanente que León Trotsky desarrolló basandose en el análisis materialista dialéctico de la sociedad capitalista.
Aquí en Venezuela hay un refrán muy popular que resume eficazmente la teoría y la realidad de la revolución permanente: “los ricos ya están completos”. Bajo el capitalismo, ningún país del mundo puede desarrollarse al nivel que lo hicieron los países capitalistas avanzados. Esto se da porque la burguesía de los países avanzados es dueña de las multinacionales, del sector financiero internacional, de los organismos imperialistas FMI, Banco Mundial, etc. y por ello ejerce una dominación absoluta sobre las débiles y cobardes burguesías nacional-coloniales de América Central y Latina, África y Asia. Las multinacionales se enriquecen saqueando materias primas y explotando mano de obra menos que barata. Por ejemplo, la libra de café y muchos más productos naturales extraídos de sus colonias tienen para las multinacionales el mismo precio que hace 50 años.
Las burguesías nacionales en que tanto confía el FSLN se formaron demasiado tarde en la escena histórica y lo hicieron según las condiciones impuestas por los países capitalistas avanzados. Fue el imperialismo que las plasmó para dominar a los pueblos de Asia, África y América Latina: así funcionan como simple y vergonzosa apéndice o lugartenienetes imperiales. Estas burguesías nacional-coloniales se enriquecen debido a su posición de intermediario entre el imperialismo de los países capitalistas avanzados y las masas pobres, trabajadoras e indígenas a las que contribuyen a explotar. Desde la Guerra de Independencia hace casi dos siglos, las burguesías ‘nacionales’ de América Latina y Central no han sido capaces de realizar el programa de Simon Bolívar: reforma agraria con abolición del latifundismo, integracíon solidaria del continente y plena soberanía, desarrollo económico y social independiente del imperialismo, abolición de la miseria social.
La expulsión del capitalismo y de sus lugartenientes de Rusia en 1917, de China en 1945 y de Cuba en 1960 demostró que el desarrollo social de los países industrialmente atrasados solo puede darse sobre bases económicas no capitalistas. Es decir, sobre bases económicas socialistas que rompan con la propiedad privada de los medios de producción y de la finanza. No hay excepciones a esta ley. Y la historia demuestra que no acaba aquí la cosa: hasta una economía colectivizada y centralizada puede desarrollarse a largo plazo solamente sobre las bases de la participación total y democrática de los trabajadores de las ciudades y del campo y la extensión internacional de la revolución.
El socialismo, un sistema social más avanzado y que por lo tanto deberá de reemplazar al capitalismo, no puede construirse en un solo país o en pocos países aislados por grandes que sean (como China o Rúsia). El socialismo necesita la unión solidaria y la integración completa de los países revolucionarios (recursos culturales y tecnológicos), la más amplia democrácia obrera y un aparato estatal ligero, organizado directamente por la misma clase trabajadora.
Estas condiciones no se mantuvieron en Rusia debido a la derrota de la revoluciones en Hungría y Alemania (1918-19 y 1923), Italia (1919-21), China (1925-27) y España (1931-37). El nuevo estado soviético se quedó aislado y sitiado militarmente por el capitalismo durante treinta años y por eso degeneró en una dictadura de la burocrácia. Cuando finalmente triunfaron las revoluciones en China (1945) y Cuba (1959), los dirigentes revolucionarios no encontraron otro modelo que la URSS ya burocratizada y transformada en estado policial por el régimen estalinista. De la Revolución de 1917 tan solo quedaba la economía planificada.
Esta misma burocracia ‘soviética’ mandaba en el partido comunista de Nicaragua debido a que representaba a los ojos de las masas la bandera revolucionaria y bolchevique del Octubre de 1917. El FSLN había roto lazos con el PSN, pero seguía siendo su ‘hijo’ en cuanto a la política reformista. Durante los primeros quince años, la lucha de los Sandinistas se quedó aislada en las provincias y apartada del conjunto de la clase trabajadora; solo a mediados de los setenta empezó a suscitar su interés y simpatía en la lucha contra la dictadura.