Llega la Navidad y la euforia y los «buenos deseos» parecen embargar los corazones de los economistas burgueses pero si analizamos la realidad de la economía mundial vemos asomar el fantasma de la crisis. Resumiendo, EEUU es probable que se encamin Cuando de nuevo nos acercamos a Navidad las luces, los villancicos y los adornos navideños adornan las calles de EEUU, Europa y la mayor parte de Asia. Los comerciantes dicen a los medios de comunicación que va a ser una buena época para las ventas y el optimismo siempre reina en el mundo financiero, particularmente en la bolsa.
Desde los mínimos del verano los mercados mundiales han entrado en otra espiral ascendente de precios. Pero siguen por debajo de los picos alcanzados al final de la burbuja punto.com. En aquel entonces el Dow Jones, el índice de precios de las 30 principales empresas de EEUU, alcanzaba los 11.500 puntos. En la posterior crisis de mediados del año 2000 el índice cayó hasta los 7.500 puntos. Desde aquel momento se han sucedido una seria de alzas y bajas (como si fuera una escalera serpenteada), ahora el índice está en 10.500. Esa es una conquista importante para esos especuladores que compraron en el momento más bajo del año 2000. Pero como ocurre en el casino o la lotería, muy pocos lo consiguieron. La mayoría de los jugadores ¾ eso incluye las pensiones y jubilaciones de millones de trabajadores de EEUU y Gran Bretaña ¾ todavía están recuperándose de las pérdidas y pueden esperar una pobre recuperación del dinero ganado por los trabajadores con tanto esfuerzo.
Pero ahora todo es resplandeciente. El presidente Bush fue reelegido con la promesa de mantener las reducciones de impuestos para los ricos y las grandes empresas. Incluso ha anunciado más recortes y la introducción de leyes que permitirán a las empresas privadas no tener que dar dinero para la seguridad social. Esto será una mina de oro para el sector financiero (y por supuesto el desastre para los futuros pensionistas).
La economía estadounidense parece haberse recuperado de su “suave corrección” del pasado verano. El crecimiento económico anda a paso ligero hasta el 3-4% anual. Los empleos parecen regresar. Las familias parece que todavía siguen gastando y los precios de las viviendas se mantiene, al menos por ahora.
Pero aquí está lo malo. Todo el boom que hemos visto desde la tímida recesión de 2001 se ha basado en bombeo de dinero barato por parte de la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo. Las familias en EEUU y Gran Bretaña han pedido prestado ese dinero, la mayor parte para comprar casas. El mercado de la propiedad es el tema dominante entre la clase media e incluso preocupa a muchos sectores de la clase obrera que ven como se disparan los precios de las viviendas.
Por esa razón la deuda familiar ha alcanzado unas proporciones astronómicas, más del 100 por cien del ingreso anual familiar después de impuestos en EEUU, Gran Bretaña y otros países. Por ahora las familias han podido hacer frente al coste de la deuda. Con tipos de interés están muy bajos los pagos de las hipotecas no han superado el 20-25 por ciento de los ingresos de la mayoría de las personas. Pero ahora los tipos de interés están subiendo. El Banco de Inglaterra subió los tipos de interés en 2004 y ahora ha empezado a hacerlo la Reserva Federal.
Y estos son sólo algunos signos de que está llegando a su fin el gran boom de la vivienda de los años noventa y principios de los años dos mil. En Gran Bretaña durante los últimos meses sólo se habla de la caída de precios de la vivienda. En Australia ha caído un 15 por ciento. EEUU todavía tiene una situación razonablemente boyante pero en California, Las Vegas y Florida los precios se han estancado. Lo más significativo es que los préstamos hipotecarios han caído.
Y ese es el primer peligro para el crecimiento de la economía norteamericana. Los estadounidenses han gastado en las tiendas gracias al préstamos. Para la mayoría de los norteamericanos el salario neto no sólo no ha crecido durante los últimos años sino que para muchos ha caído. La razón principal es el enorme aumento de las cotizaciones a la sanidad, educación y transporte.
Si los precios de la vivienda comienzan a caer entonces es de esperar que los norteamericanos, británicos e incluso los europeos reduzcan también su nivel de gasto. Eso desencadenaría una crisis e incluso una recesión. Ya se escuchan murmullos de que la Navidad no va demasiado bien para los comerciantes.
No se puede esperar que las grades empresas mantengan a flote a la economía norteamericana. Desde que tocaron fondo en 2001 las grandes empresas de Europa, Japón y EEUU han mejorado sus niveles de beneficios. En EEUU los márgenes de beneficio están cerca de los niveles del boom de la alta tecnología de 1997. Pero no han hecho nada para invertir en nueva tecnología, técnicas de venta innovadoras, etc., Casi todo lo han conseguido eliminando empleos. El presidente Bush es el primero desde Herbert Hoover, en los años treinta, que termina su mandato con menos personas trabajando que cuando empezó. Los trabajadores norteamericanos han pagado el boom de beneficios con salarios más bajos y pérdida de empleos.
A pesar de los enormes incentivos en impuestos, reducción de empleos y crédito fácil, las empresas estadounidenses no han utilizado sus ingentes beneficios para la inversión productiva. La mayor parte del beneficio ha ido a parar a salarios extravagantes para altos ejecutivos, aumentos de los pagos por dividendos a los accionistas e incluso para recomprar acciones en el mercado. ¡La inversión neta después del dinero gasto en sustituir fábricas y maquinaria obsoleta es la más baja de todos los tiempos! Sólo ha aumentado la inversión en armas, mísiles y “seguridad”.
El gran boom de la productividad de los años noventa en EEUU fue el resultado de la enorme inversión en nueva tecnología. En realidad hubo una masiva sobreinversión, un mal crónico de un sistema capitalista donde no existe la planificación y que finalmente llevó al estallido en 2000. Después de que el crecimiento de la productividad se sostuvo sólo con la reducción de puestos de trabajo. Pero ahora ese crecimiento se ha desacelerado. El año pasado la productividad por trabajador aumentó más de un 5 por ciento, ahora está por debajo del 2 por ciento y caerá aún más.
Eso sugiere que EEUU no puede mantener mucho más tiempo una tasa de crecimiento del 3-4 por ciento. Pero además hay otro nubarrón en el horizonte: el dólar. La prosperidad de EEUU se ha basado en el préstamo: préstamos para comprar casas y también para comprar del extranjero pagando por importaciones más baratas procedentes de Asia y China. La mayoría de los electrodomésticos y ropas compradas esta Navidad y la mayor parte de los automóviles comprados gracias al crédito barato, son importados del exterior. EEUU cada vez tienen más pérdidas, pide prestado y compra más del extranjero. EEUU ha podido hacer esto porque el dólar ha tenido la supremacía, es la moneda del comercio mundial y los ahorros. Los exportadores asiáticos han reciclado sus dólares invirtiendo en acciones y bonos estadounidenses o incluso comprando empresas norteamericanas.
Ese proceso se ha prolongado durante más de una década. Ahora EEUU debe más del 25 por ciento de su ingreso anual en deuda externa. Pero el final de esta situación está próximo. El dólar ha comenzado a caer. La caída empezó en 2002 y después pareció estabilizarse durante un año. Pero ahora la carrera del dólar se ha reiniciado. Los inversores extranjeros se están preguntando para qué comprar todos estos bonos y acciones estadounidenses si su valor va a caer en la medida que también lo hace el dólar. Con pérdida de confianza en el dólar llegará la caída.
Si EEUU tiene problemas recibirá poca ayuda de Europa o Japón. Alemania apenas crece. La economía todavía está eliminando empleos, el consumo está por los suelos y el gobierno no ha conseguido recuperar la economía. Ahora el euro se ha fortalecido y eso amenaza a las exportaciones de las empresas europeas. Japón el año pasado parecía estar a punto de la recuperación económica, pero su gran burbuja financiera e inmobiliaria estalló en 1989 y desde entonces su economía ha tenido varios falsos amaneceres. Ha estado estancada durante los años noventa y la recuperación actual muestra síntomas de agotamiento. La producción industrial ha caído, los precios en las tiendas siguen bajando y los precios de la vivienda siguen inactivos. Las exportaciones a China y es lo único bueno que tiene.
Y aquí está el siguiente peligro para la economía mundial. A parte de EEUU, durante esta década China ha sido el principal sostén del crecimiento mundial y de la demanda de mercancías y equipamiento. La economía ha crecido más de un 10 por ciento al año. Las empresas capitalistas han podido expandirse sin control medioambiental, pagando bajos salarios y con unas condiciones laborales terribles, una situación similar a la época de la revolución industrial de principios del siglo XIX en Gran Bretaña.
Esta expansión capitalista dentro de los límites de un régimen autoritario estalinista y con un sector estatal viejo y con escasa inversión, ha creado enormes distorsiones en la economía. El comercio manufacturero está en auge y China vende mucho al extranjero. La corrupción, la desigualdad y, sobre todo, la sobreinversión no planificada ha alcanzado nuevas cuotas.
Ahora el gran boom parece encaminarse a su fin. Tomemos por ejemplo las ventas de automóviles. El año pasado las ventas de coches subieron un 100 por cien. Ahora han caído un 3 por ciento. Hay 600.000 coches sin vender y los manufactureros con plantas nuevas y trabajadores están comenzando a preocuparse. Lo mismo ocurre con la nueva industria de electrodomésticos. ¡En China hay 315 millones de usuarios de teléfonos móviles! Eso supone unas ventas de aproximadamente 90 millones de unidades al año, un 50 por ciento más que en 2003. Este sector ha alcanzado su punto de saturación. Hay 60 millones de teléfonos móviles sin vender, es decir, casi dos tercios de las ventas anuales. Después está la vivienda. La especulación inmobiliaria no tiene precedentes. ¡La inversión inmobiliaria supone el 50 por ciento de la producción anual!
Este gran boom de inversión está encaminándose hacia una crisis capitalista clásica. China todavía tiene el 60 por ciento de su inversión en manos estatales y por eso todavía lo pueden controlar. Pero esto supondrá una caída económica considerable en 2005.
Pero China ya no es algo sin importancia en la economía mundial. Si excluimos el efecto del cambio de moneda, la economía china ahora tiene un tamaño que es el 60 por ciento de la economía estadounidense, es decir, la segunda economía más grande del mundo. Entre 1990 y ahora, ha contribuido en un 28 por ciento al crecimiento mundial, ¡comparado con el 19 por ciento de EEUU! Y esa cifra probablemente se aproxime al 50 por ciento desde el año 2000.
Resumiendo, EEUU es probable que se encamine hacia una crisis. Gran Bretaña seguirá a EEUU, como siempre. Europa ya tiene un crecimiento débil. La recuperación de Japón se estancará de nuevo, sobre todo si China se desacelera. Y esa gran fábrica manufacturero del planeta podría perfectamente experimentar una crisis capitalista.
Todo esto sugiere que la crisis capitalista global no está lejos. Y con un crecimiento de la productividad más lento y los precios del petróleo tan elevados, la inflación podría regresar y convertirse en la peor de las pesadillas capitalistas posibles: la estanflación (estancamiento económico e inflación). ¡Felices Navidades!
29 de noviembre de 2004