Hoy 20 de noviembre de 2022 partió Hebe de Bonafini, a los 93 años. Murió la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, esa mujer, referente de la lucha por los DDHH, por la Memoria, la Verdad y la Justicia respecto del terrorismo de Estado de la última dictadura cívico eclesiástica militar y también de los crímenes de Estado durante la democracia, es la persona que a muchos nos enseñó a luchar, a gritar contra los poderes y a rebelarnos en tiempos de impunidad para los genocidas, y que siempre sostuvo una inquebrantable defensa de los desposeídos y una clara posición antiimperialista.
En el nombre de Hebe resuena la consigna de una generación, respecto de los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos: “aparición con vida y castigo a los culpables”.
En estas horas hablar de Hebe recurriendo a las adversativas, marcando las discrepancias como parte de un mensaje que debería ser de reconocimiento a su enorme figura humana y política se reitera de manera desafortunada.
Parece que para llorar a una compañera como Hebe es necesario primero dejar clara la propia posición. Hay tiempos para la discusión y tiempos para la despedida de una compañera que ha empeñado toda su vida en las luchas más sentidas de los trabajadores y el pueblo.
Dicho esto, vemos a Hebe en las fotos en blanco y negro, enfrentando a la policía durante la dictadura, interpelando a voz en cuello a las fuerzas represivas, caminando las mil marchas, son algunas de las imágenes que recorren nuestra memoria histórica y nuestra subjetividad política.
Hebe en el retorno de la democracia, desafiando el mandato de sacarse el pañuelo en la sala judicial del Nunca Más al que nunca adhirió en su apelación a la teoría de los demonios es muestra de la dignidad que no se acalla en los despachos de las instituciones, por muy sacrosantas que se autocomprendan.
Hebe combatiendo la impunidad de las leyes de Punto Final y Obediencia debida, durante el gobierno de la UCR, impulsadas por Raúl Alfonsín, cuando ya quedaba claro que con la democracia de las patronales no se comía, ni se educaba, ni se curaba, y además, los genocidas gozaban de libertad.
Hebe durante el menemismo, contra el indulto, contra el remate del país y la consagración de un régimen de expoliación y desigualdad. Hebe a la cabeza de las marchas de la Resistencia, ese enorme espacio que congregó a quienes fueron castigados por el garrote capitalista durante los atroces años 90.
Hebe durante los gobiernos kirchneristas, en los cuales encuentra el reconocimiento a algunas de sus luchas más medulares. En la búsqueda de una Hebe incontaminada por la historia, sus adhesiones de este período resultan impugnadas, y ciertamente hay razones para la discusión. Durante este tiempo Hebe sigue caminando la ronda de la Plaza, la ronda que llevó a los genocidas a los banquillos de acusados, las rondas de la igualdad, las rondas de la reivindicación de la lucha de los hijos e hijas de las Madres.
Hebe durante el macrismo es una referencia para la lucha contra un gobierno de derechas articulado en la alianza de Juntos por el Cambio UCR- PRO, el país atendido por sus dueños y por sus laderos radicales, que despliega una enorme ofensiva contra los trabajadores y el pueblo, y propugna una política negacionista respecto de los crímenes de la dictadura. A tanto se llega en la ofensiva contra las referencias más importantes de la lucha por los DDHH que incluso se intenta encarcelar a Hebe ante su negativa a ir a declarar ante uno de los jueces que animan la fiesta política punitiva del macrismo. “Pará la mano Macri”, su negativa digna y absoluta a entrar en circo de los poderes del momento, un NO que muy pocos articularon en tiempos recientes, desconociendo la legitimidad de los títeres judiciales.
La Hebe de estos años, empeñando sus fuerzas, las últimas fuerzas de ese cuerpo completamente comprometido en las luchas, denunciando la entrega del país a los designios del FMI, las políticas de seguidismo de los sectores patronales llevadas adelante por el gobierno del Frente de Todos y su presidente, Alberto Fernández.
Las palabras de Hebe, sus formas de estar, de luchar, de caminar, han resultado intragables para los poderes fácticos, por ello ha sido el blanco preferido del aparato mediático. Hebe nunca dio un paso atrás. Podríamos discutir las posiciones de Hebe hasta el cansancio, y esto es así porque su existencia transcurrió en los vasos comunicantes de nuestra historia política y social.
Hebe no es Hebe sin sus compañeras, sin las Madres, no es Hebe sin la Plaza, esa Plaza de Mayo en la que descansará para siempre, en el corazón digno y combativo de los trabajadores y trabajadoras, en nuestro corazón, en nuestro puño en alto hasta la victoria siempre, compañera y Madre.