El siguiente documento fue discutido y votado por unanimidad en el congreso nacional del Bloque Popular Juvenil BPJ sección salvadoreña de la Corriente Marxista Internacional, el día 16 de diciembre del 2023, este es un análisis colectivo de los 5 años de Bukele y las perspectivas a futuro para el trabajo revolucionario en medio de la crisis mundial del capitalismo.
A 5 años del primer gobierno de Bukele, antes de trazarnos una perspectiva futura del próximo periodo presidencial de Bukele, debemos analizar las líneas de desarrollo de la economía nacional. Es fundamental considerar que después de la cuarentena (2019-2020) se esperaba un crecimiento superior al año de la crisis pandémica. Podemos recordar cómo a finales de 2020 y principios de 2021 Bukele lanzó su plan económico denominado ‘Plan Despegue Económico’. Un plan que nunca se hizo público y mucho menos fue discutido públicamente como se prometió en su lanzamiento.
En 2021, señalamos la brusca caída de la economía en 2020 debido a la crisis pandémica con una disminución del -7.9 % del PIB y un supuesto crecimiento del 11.2 % en 2021. Sin embargo, esto se planteó como un crecimiento inédito, y a simple vista así parecía, pero lo que realmente ocurrió en ese momento fue que después de la caída, la recuperación económica, en términos absolutos, no superó los topes del año 2019. Tomando como base el 2019 (2.6 %), vemos que no se puede hablar de un crecimiento, sino solamente de una recuperación y estabilización de la economía influenciada por la reactivación económica después de la cuarentena estricta.
Las ilusiones que se hicieron sobre el Plan Despegue Económico se han desvanecido en 2022 y 2023. En 2022, la economía salvadoreña solo creció un 2.6%. Lejos de un ‘despegue’ como lo planteó el gobierno en su momento, las perspectivas para el cierre del 2023 plantean un crecimiento del 2.8 %. Al contrario de un crecimiento pujante y sostenido, se espera que haya una convergencia del PIB en este año, superando mínimamente los niveles históricos. Claramente, estamos lejos de un despegue de la economía.
Ley Bitcoin y proyectos Estrellas del gobierno
A 2 años de la implementación del Bitcoin como moneda nacional, podemos decir que ha sido un fracaso total. Los objetivos sobre los cuales se implementó la ley no se han alcanzado. Uno de ellos era aumentar el flujo de remesas y eliminar las comisiones para los salvadoreños en el exterior que envían dinero al país.
Sin embargo, solo un pequeño porcentaje de los residentes en el extranjero usa el Bitcoin para enviar las remesas, y cada año ese porcentaje se reduce más. La mayoría de los residentes en el extranjero prefieren hacer uso de los mecanismos habituales de envío de dinero a El Salvador. Así también, el uso de la criptomoneda en El Salvador se desvaneció como la bruma, influenciado en gran parte por la estrepitosa caída del precio del Bitcoin a partir de lo que se ha denominado el “cripto invierno”, un fenómeno de caída del precio del activo que se esperaba fuera pasajero, pero que se ha mantenido ya por un poco más de un año, fluctuando el precio del activo a un máximo de 61 mil dólares en 2021 y un mínimo de 16 mil en diciembre del 2022, con un valor para noviembre 2023 de 37 mil. Estas cifras hablan por sí solas.
Como es lógico, ninguno de los proyectos estrambóticos presentados por Bukele en diferentes conferencias de criptomonedas y en conferencias sobre la economía del país ha despegado. Ciudad Bitcoin en La Unión o los bonos volcán para salvar la economía nacional han sido solo humo tras dos años de su lanzamiento. Queda como otro cuento bukeliano en la historia de la criptomanía.
Aunque últimamente el precio de las criptomonedas ha tomado más valor debido a que la tasa de inflación ha ido a la baja y con las ilusiones de los cripto inversores que discuten la posibilidad de que se pueda cotizar en la bolsa de valores en los EEUU, parece que Bukele no ha depositado esperanza en esta alza de las criptomonedas. Bukele, que desde febrero de este año, no habla de las criptomonedas en su red social preferida X, parece que gira su mirada hacia el rescate financiero con el Fondo Monetario Internacional, al menos, a partir de finales de octubre y principios de noviembre, es lo que se ha empezado a rumorear en la prensa local e internacional.
Deuda y pensiones
En los últimos meses, las calificadoras de riesgo país han elevado la valoración crediticia de El Salvador. Fitch Ratings en mayo y JP Morgan recientemente. A partir de esto, los bonos de deuda nacional también han sido mejor valorados, según publicó el portal de Bloomberg.
“…los bonos de El Salvador estaban entre los mayores ganadores en los mercados emergentes este miércoles, después de que S&P Global Ratings mejorara la calificación del país aduciendo la refinanciación, por parte del gobierno de la deuda emitida localmente. Las notas con vencimiento en 2035 subieron un centavo a 75.4 centavos por dólar, el nivel más alto en dos años según datos de precios indicativos recopilados por Bloomberg después de que la compañía elevará el martes la calificación de El Salvador un escalón a B desde CCC+. Los bonos con vencimiento en 2052 avanzaron 0.8 a 79.3 centavos por dólar, un máximo de un mes. Bajo su plan de refinanciamiento de deuda, El Salvador apunta a alrededor de la mitad de sus $2800 millones en letras de corto plazo que han sido vendidos a inversionistas. El país estará pagando en su totalidad todas las letras pendientes a corto plazo en su fecha de vencimiento, y al día siguiente estará emitiendo deuda a más largo plazo”.
“La mejora de calificación subraya el fuerte cambio en el sentimiento inversionista hacia el presidente Nayib Bukele, que se ha ganado el mercado de deuda con recompras de bonos en dólares, un canje de deuda de pensiones, y más recientemente, la refinanciación de deuda a corto plazo. Los bonos de la nación han brindado a los inversionistas retornos superiores al 100% este año”.
El gobierno de Bukele, al estilo típico de los gobiernos burgueses, ha hecho una serie de maniobras para alargar el colapso financiero por la deuda (refinanciamiento). A esto se debe el cambio de la calificación crediticia del país. Pero el problema no se ha resuelto y puede estallar en cualquier momento. Bukele, desde que inició su mandato, ha estado parado sobre un terreno minado, pero ha sabido moverse en ese terreno. Sin embargo, la forma en como se ha librado de las crisis tiene límites y tarde o temprano esos límites terminarán expresándose.
Desde el inicio del gobierno, la deuda no ha dejado de aumentar. Con artimañas, han sabido enmascarar este incremento significativo de la deuda pública. Según el economista Luis Mebreño, “La deuda total está rondando el 84% del PIB y no el 60 % del PIB como indican las cifras oficiales”. Se quiera o no, el dinero debe pagarse tarde o temprano.
El financiamiento estatal está llegando también a sus límites. Desde el 2021, el gobierno ha tenido como principal fuente de financiamiento el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y otros bancos regionales menores. Pero hay problemas que requieren mucha más inversión de lo que estos bancos puedan aportar. Tarde o temprano, tendrá que llegar a un acuerdo con el FMI. Y esto solo significa que Bukele tendrá que adaptarse al plan de ajuste que estos organismos aplican tras un rescate económico.
En el transcurso de 2023 se ha profundizado la carestía de la vida. El Banco Mundial ya había advertido que aunque la tasa de inflación bajará en 2023, esto no significa que los precios de los alimentos y otros llegarán a niveles previos a la crisis inflacionaria. Los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas y Censos (ONEC) indican que, entre agosto de 2021 y junio de 2023, la canasta básica alimentaria urbana pasó de $204.80 a $250.80, mientras que en la zona rural pasó de $148.10 a $188.90. Por tanto, ha superado el incremento salarial de hace dos años.
Según las cifras del BM, la pobreza aumentó entre 2019 y 2021, pero volvió a sus cifras previas al 2019. Un comunicado reciente del Banco Mundial afirma: “La tasa de pobreza moderada se mantiene relativamente estable, cerca del nivel registrado antes de la pandemia, mientras que la tasa de pobreza extrema aumentó en 2022, manteniéndose 4,1 puntos porcentuales por encima del porcentaje de 2019. Dado que la tasa oficial de pobreza extrema es más baja que la línea de pobreza de ingreso mediano bajo de USD 3,65 al día, este resultado sugiere que el segmento menos favorecido de la población va en aumento”.
Las cifras de julio de 2023 que mencionamos anteriormente corresponden a los precios de la canasta básica. Es esencial considerar cómo esta canasta ha sido impactada por factores externos e internos, como la influencia del paro nacional en Guatemala que evidenció una crisis alimentaria superior a la denunciada por las organizaciones comunitarias en el pasado. Además, se deben tener en cuenta las consecuencias del fenómeno El Niño y el paso de la tormenta tropical Pilar en el país, los cuales seguramente afectarán los precios de la canasta básica.
Se anticipa, por ejemplo, una crisis alimentaria en 2024, vinculada en parte al contexto internacional marcado por crisis económicas y conflictos armados, como la guerra entre Rusia y Ucrania, así como la guerra en Gaza. Estos eventos afectan y seguirán afectando los precios de productos comercializados a nivel internacional, tales como materias primas, petróleo, insumos agrícolas y aceites, influyendo directamente en la economía regional.
La crisis climática también afecta la economía mundial, principalmente, a la agricultura. El fenómeno El Niño y la tormenta tropical Pilar han profundizado la crisis de la agricultura nacional y han dejado expuestas a las instituciones de gobierno que alegaban una pujante cosecha en 2023. Hace unas semanas se publicó un análisis de los cultivos en el país en el que se hacía un balance de las pérdidas por la sequía. En esa ocasión, apuntaban que: “…se estima que El Salvador perdió 1.1 millones de quintales de maíz y 38,520 quintales de frijol a causa de las lluvias irregulares y de las plagas. Para la siembra de postrera, el panorama es desalentador”.
La cosecha de primera dejó una pérdida de $33.7 millones a los agricultores salvadoreños. Quienes cultivaron maíz solo lograron sacar 10 millones de quintales, 1.1 millones menos de lo esperado, según las previsiones de la Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores (CAMPO).
Todas estas condiciones que generaron una producción deficiente no cambiaron en el siguiente periodo que inicia de agosto a octubre, es decir, la cosecha postrera. Se tiene estimado que en esta cosecha habrá muchas más pérdidas de las que se habían proyectado. Según la perspectiva de ellos, para el ciclo agrícola 2023-2024 se pronosticaban 19 millones de quintales, 600 quintales menos a los previstos a inicios de año. Los agricultores plantean que el gobierno debería proveer semillas resistentes a la sequía y utilizar fertilizantes orgánicos en lugar de fertilizantes contaminantes. Así también, proponen una política que pueda enfrentar los diferentes procesos de cambio climático que se están viviendo a nivel mundial. Todo esto anticipa claramente una futura crisis alimentaria en el país a partir del 2024.
Estos problemas son fundamentalmente consecuencias de un sistema capitalista y un gobierno burgués reaccionario que solo atiende los intereses de la clase capitalista. No ha existido una política que pudiera proteger los intereses de la clase obrera. En 2022, ante el aumento de los precios de los combustibles, el gobierno tomó la decisión de retirar temporalmente algunos impuestos agregados a los precios de los combustibles, como el FEFE y el COTRANS, este último se cobra desde el año 2007. No obstante, esta medida resultó totalmente insuficiente y solo demostró la negativa de tocar económicamente a las grandes empresas.
Por otro lado, ese subsidio fue retirado en el año 2023. Desde entonces, el gobierno no ha tenido alguna iniciativa para generar políticas que protejan a las familias obreras de la crisis económica que se atraviesa. Esto también genera una situación de punto crítico en el apoyo que pueda desarrollar la clase trabajadora hacia el gobierno en el futuro.
Otro de los puntos sobre los cuales no se tiene una política clara en el gobierno de Bukele es el problema del desempleo. Esto depende mucho de la inversión extranjera directa que pueda generar el gobierno. Sin embargo, en los primeros seis meses del año la inversión extranjera directa ha sufrido una caída en comparación con años pasados, lo que refleja una compleja perspectiva para el empleo y la economía en general. Una baja inversión extranjera directa significa bajos salarios y pocas oportunidades de empleo para los trabajadores, a pesar de que últimamente se habla de un interés importante por parte de los inversionistas extranjeros. No es una perspectiva basada en un terreno sólido. Según las perspectivas para la economía latinoamericana en general, no hay oportunidades para un despegue o un crecimiento económico acelerado. Un estudio de la CEPAL planteaba recientemente estas perspectivas para América Latina:
“El Estudio Económico 2023 señala que el bajo crecimiento de la actividad económica en 2023 y 2024 redundará en una desaceleración del crecimiento del empleo, estimado en un 1,9% en 2023 y en 1,1% en 2024. Preocupa cuál será la calidad del empleo en ese contexto de bajo crecimiento, pues es muy probable que los trabajadores se vuelvan más vulnerables, tengan menores niveles de protección social y se empleen en sectores menos productivos”.
En el caso de El Salvador, hay muchos aspectos sobre los cuales el gobierno debe mejorar para generar un interés de los inversores extranjeros. Estos aspectos tienen que ver con una política fiscal “responsable”, una estabilidad económica y condiciones de transparencia, que son principalmente áreas donde el gobierno de El Salvador ha retrocedido bruscamente.
Uno de los aspectos sobre los cuales también se habla, es que a partir de la mejora en los índices de seguridad ciudadana, los inversionistas se han visto motivados para invertir en el país. Esto ha devuelto cierto interés por parte de estos inversores. Sin embargo, la posible inversión no es nada segura por el momento. Todo lo que hemos planteado en materia económica es la base sobre la cual se desarrollarán los próximos cinco años del gobierno de Bukele.
Perspectivas Electorales
Durante todo el año, hemos tenido un intenso debate sobre la reelección del presidente Bukele. De esto, ya hemos analizado cómo los marxistas no tenemos una posición formalista acerca del proceso de reelección.
Es necesario aclarar aquí nuestros puntos de vista sobre la reelección. Para definir nuestra posición sobre cualquier candidato que se presenta a las elecciones burguesas, siempre hemos de partir del programa que defiende. Por ejemplo, si un candidato presenta un programa revolucionario progresista que abra las puertas para un proceso de radicalización de la conciencia de la clase trabajadora hacia el socialismo, apoyaremos este tipo de iniciativa, incluso si esto implica la reelección de un presidente.
Existe una regla fundamental en este contexto: todo lo que eleve el nivel de conciencia de la clase obrera es progresista y recibirá nuestro respaldo; por el contrario, todo lo que disminuye o retrocede dicho nivel de conciencia se considera reaccionario y será objeto de nuestra oposición. Para ilustrar mejor esta premisa, podemos hacer referencia a los procesos electorales en los que participó Hugo Chávez. Es evidente que Chávez impulsó un proceso revolucionario que abrió las puertas de la política a millones de personas hasta sus últimos días. Desde nuestra perspectiva, todos los procesos electorales promovidos por Chávez, incluyendo la reforma constitucional y su reelección, fueron situaciones en las que, si bien es cierto que no todos conducían directamente hacia la revolución socialista, al menos elevaban el nivel de conciencia de las masas trabajadoras. Estas estaban aprendiendo acerca del papel del Estado, el control obrero, la nacionalización y la expropiación de los medios de producción. No obstante, lo que nos impulsa en última instancia no es la perpetuidad en el cargo presidencial u otros, sino la política que cada individuo que se presenta a la candidatura promueve y defiende. ¿Qué programa e intereses defiende Bukele? ¿Por qué nos oponemos a la reelección de Bukele? Estas son las preguntas que como comunistas debemos hacernos.
Se puede hablar mucho acerca de las leyes y la democracia burguesa. Sin embargo, hemos de dejar claro una vez más que para nosotros la Constitución o las leyes definidas dentro del marco burgués en una república capitalista no son más que las reglas que delimitan la explotación, la forma de comercialización y las relaciones de producción que imponen las burguesías locales a los trabajadores de una región determinada. Por tanto, la violación a cada una de estas leyes no significa, en sí, un grave motivo por el cual debamos pronunciarnos. Nos convertiría en defensores de la democracia burguesa y de las leyes burguesas. Al final, los gobiernos capitalistas históricamente una y otra vez han pasado por encima de sus propias leyes y sus propias constituciones a la hora de frenar la lucha revolucionaria de los trabajadores por liberarse de la explotación. La constitución burguesa que rige a una república no es más que una hoja de parra que esconde la explotación criminal de las clases dominantes de cada país.
En ese sentido, nos oponemos a la reelección del presidente Bukele. No porque sea una grave violación de la Constitución burguesa, sino porque su programa y su política, no responden a los intereses de la clase trabajadora, sino a los intereses de la burguesía nacional y al capital extranjero. Eso lo podemos comprobar a partir de su política en estos últimos cinco años. A excepción de la política de seguridad, que reconocemos, distorsionadamente ha arrojado resultados positivos y por tales resultados el régimen mantiene los niveles de simpatía hasta ahora, toda su política se basa en enriquecer a los ricos a partir de la explotación de los pobres, nada de esto ha cambiado en esencia ni una sola gota.
La principal razón por la cual Bukele podría reelegirse es solo porque la clase trabajadora cree todavía que con un período más, Bukele puede resolver sus problemas más fundamentales, tal y cómo ha resuelto el problema de la seguridad.
La política de seguridad de Bukele
Sin embargo, su política de seguridad tiene consecuencias trágicas y graves para el futuro. Las masas trabajadoras le votarán por este logro, pero este logro se revertirá tarde o temprano. Según informes oficiales, hay más de 5,000 personas que han sido arrestadas injustamente y 200 personas han muerto en Centros Penales. El Salvador tiene la tasa de encarcelamiento más alta del mundo, según la ONG Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), puesto que consiguió recientemente, tras la puesta en marcha del régimen de excepción. Una política realmente represiva contra la violencia y la delincuencia que claramente generará otros problemas sociales.
Como siempre hemos dicho, esta política no aborda las causas, las raíces fundamentales que generaron la delincuencia pandilleril en El Salvador; si no se resuelven sus causas, no dudamos que la delincuencia, el crimen, la violencia se expresarán tarde o temprano por otros medios. Pero esto es algo que no le importa por ahora al régimen. Parece que su política se ha basado no en una perspectiva futura, sino en lo inmediato.
Las pandillas estaban integradas mayoritariamente por jóvenes, a partir de las pocas alternativas que se brindan dentro del sistema capitalista. Gran parte de la juventud no tenía aspiraciones más allá de sobrevivir, aunque esto significase involucrarse en actos criminales. A medida que el problema se fue agudizando, los gobiernos no ofrecieron alternativas más allá de la represión desmedida, lo cual permitió una mayor estructuración de las pandillas. Los gobiernos no pudieron resolver las causas estructurales como la pobreza, el desempleo, el hambre y la miseria que alimentaban las filas de estos grupos criminales. Por eso, nada nuevo surge del régimen de excepción, la innegable improvisación prefirió afectar directamente a la juventud salvadoreña, calificando de “margen de error” a la detención arbitraria de miles de salvadoreños (cientos de ellos fallecidos en las cárceles), criminalizando así a la juventud y la pobreza.
Abordar lo inmediato ha constituido uno de los principales pilares de la política de Bukele. No obstante, se han ido acumulando una serie de problemas. Hemos discutido los desafíos económicos, la deuda y las pensiones, pero también es pertinente mencionar las repercusiones derivadas de la implementación de un régimen de excepción que se ha extendido por más de un año. Este régimen ha resultado en la división de cientos de familias, la persecución de otras y la dolorosa pérdida de seres queridos, quienes, lamentablemente, han desaparecido y posteriormente, fallecido en los centros penales.
De continuar con esta política, tarde o temprano tendrá efectos contraproducentes para el gobierno, además de que es una política que requiere muchísimos fondos (de los cuales Bukele no dispondrá fácilmente), por lo cual se vuelve insostenible a largo plazo. La extensión del Régimen de Excepción por más de un año ha sido motivada con objetivos electorales; por lo tanto, es probable que una vez resueltas las elecciones, el régimen de Excepción llegará a su conclusión final.
El problema delincuencial generado por las pandillas ha sido una carga enorme que ha desaparecido para las familias obreras, pero por otro lado, hay cargas que, lejos de desaparecer, se vuelven cada vez más pesadas para las familias obreras: bajos salarios, desempleo, alza de los productos de la canasta básica, acceso a la salud, a la educación, a la recreación, derechos fundamentales que se restringen cada día más durante este período presidencial de Bukele y traerán consigo una reconsideración sobre el apoyo al presidente en el próximo período.
Se puede inferir que la gente analiza la situación de la siguiente manera: “Si en 5 años en la presidencia resolvió el problema de la delincuencia, algo que no hicieron los otros presidentes, podemos darle 5 años más para que resuelva el problema de la pobreza, la desigualdad, la falta de empleos, la falta de acceso a la educación, la falta de acceso a la salud y a la vivienda”. Esta es la razón por la cual la gente no se opone a la reelección; esperan que Bukele les resuelva estos problemas en el próximo período presidencial.
No solo la política de seguridad contribuye a mantener la popularidad del presidente Bukele; también es crucial considerar el fomento del patriotismo que ha tenido lugar bajo este régimen. El discurso promovido por los seguidores del partido cian es el de ser una nación unida que está haciendo historia como un solo cuerpo, una sola alma, liderada por Bukele. Este sentimiento ha arraigado profundamente en la conciencia de la población, consolidado mediante una campaña que ha transformado la percepción internacional de El Salvador, pasando de ser considerado un lugar sombrío a ser mencionado incluso a nivel internacional. Sin embargo, este sentimiento nacionalista puede actuar como una barrera que diluye la conciencia crítica, siendo una carga que puede opacar las preocupaciones más apremiantes de los ciudadanos como el hambre, el desempleo y el aumento del costo de vida, especialmente entre los sectores más desfavorecidos del país. Definitivamente que el talón de Aquiles de Bukele es el conjunto de problemas económicos a los que los pobres nos enfrentamos cada día.
El gobierno de Bukele, al ser capitalista, es incapaz de resolver ni uno solo de estos problemas, y la clase obrera tenderá a comprender esto tarde o temprano. Esto significa una caída con respecto a los niveles de apoyo que actualmente tiene el presidente Bukele. La conciencia humana es conservadora. Las personas suelen ser pacientes con sus líderes, pero una vez que la paciencia se ve desbordada solo hay dos caminos: la decepción y frustración o el camino de la exigencia y la revolución. Debemos prepararnos para estos escenarios, porque abrirán nuevas oportunidades, pero a su vez, nuevos peligros.
Una vez frustrados por la política burguesa de Bukele, empezarán a manifestarse expresiones de descontento que podrían surgir tanto en el seno de las antiguas organizaciones de la clase obrera como en la formación de nuevas. Quizás esta última alternativa sea la más probable. De cualquier manera, los comunistas deben actuar dondequiera que se desarrollen las fuerzas de oposición y acompañar las luchas. Nuestra tarea es ayudar a la clase obrera a extraer conclusiones lo más revolucionarias posible y plantear consignas transitorias que conecten el programa de demandas inmediatas con el programa máximo de la revolución.
Este programa inmediato normalmente parte de reivindicaciones económicas relacionadas con derechos vitales como agua, trabajo, pensiones, transporte, educación y salud. Cualquiera de estas demandas puede desencadenar una crítica que alcance niveles superiores. Acompañar estas luchas y conectar todas las demandas mínimas con el problema fundamental que impide su resolución es nuestra tarea inmediata. Los comunistas debemos desarrollar un sentido audaz para explicar a los mejores elementos que la lucha por estas demandas inmediatas no puede ser resuelta en el marco de la democracia burguesa.
En consecuencia, debemos abogar por un nuevo tipo de sistema que garantice la conquista de estas demandas y avance hacia la resolución de problemas más profundos: la explotación y la opresión de clase. Solo de esta manera se puede llevar a cabo una lucha consecuente anticapitalista. El programa debe estar siempre vinculado con el programa máximo de la revolución, y debemos presentarlo y explicarlo ante las masas en cada oportunidad que se nos presente.
El desarrollo de la conciencia de la clase obrera no debería analizarse de forma aislada con respecto a los gobiernos anteriores. Podemos observar una década marcada por cambios bruscos en la percepción de la gente, quienes, en su búsqueda de soluciones a sus problemas, han optado por votar a diferentes presidentes o partidos, sin que ninguno lograra resolver sus inquietudes.
La vía electoral institucional se desgasta. Estos giros y cambios en la conciencia de las masas tienen periodos cada vez más cortos, en los que la ilusión de que la democracia burguesa es buena y útil para resolver sus problemas se debilita en cada nuevo periodo. Cada vez, nos acercamos más al proceso de radicalización en el que se cuestione principalmente el sistema, los ricos, la explotación, la opresión.
El despertar de la conciencia conlleva una amenaza para el régimen y el sistema en sí mismo. El aparato del Estado, especialmente el aparato represivo que se ha fortalecido durante el gobierno de Bukele, estará a disposición del régimen. Hasta el día de hoy, Bukele se ha enorgullecido de no haber utilizado ni una sola bomba de gas lacrimógeno, permitiendo que la oposición proteste libremente. Esto se debe principalmente a que la oposición es, en su mayoría, débil y atomizada. Sin embargo, la situación cambiará cuando la crisis del sistema se manifieste, cuando el gobierno se vea obligado a pactar con el FMI y a realizar recortes.
En ese momento, el aparato que se ha construido para “defender y proteger ante todo” las leyes utilizadas actualmente contra las pandillas, se empleará contra los sectores del pueblo que comienzan a despertar. No hay otro camino; si Bukele pretende mantenerse en el poder sin el respaldo mayoritario de la clase obrera, deberá recurrir a la fuerza represiva del Estado.
Los comunistas tenemos la responsabilidad de aprender de la historia de la lucha de la clase obrera. Es imperativo estudiar los procesos revolucionarios en curso en nuestro continente como los de Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Estados Unidos. Solo comprendiendo cómo las clases gobernantes han empleado el aparato estatal para engañar, asesinar y reprimir a la clase obrera, podremos desarrollar una política efectiva para el futuro. Aunque actualmente enfrentemos persecución y censura, lo vivido hasta ahora no se compara con las experiencias de estos países ni con la manera en que Bukele buscará mantenerse en el poder.
Exagerar la situación actual no nos prepara para el futuro. Es fundamental partir de la realidad concreta para desarrollar una política preparatoria para la revolución y contra la reacción. Como hemos destacado previamente, el gobierno de Bukele se ha caracterizado siempre por tener tintes bonapartistas, y las condiciones para su segundo mandato indican una profundización de estos rasgos.
Los eventos a nivel mundial, como la guerra comercial entre China y Estados Unidos, y las divisiones en el apoyo a ciertas guerras, le permiten a Bukele maniobrar con sus posiciones respecto al imperialismo, como ha demostrado a lo largo de su mandato. En ocasiones se ha mostrado cercano a Estados Unidos, mientras que en otras ha establecido fuertes lazos con China. Lo mismo sucede a nivel nacional, donde a veces parece asociarse a magnates ricos del país, afectando o beneficiando a ciertas empresas, balanceándose entre los intereses de diversas clases. La inestabilidad política internacional, el apoyo mayoritario del pueblo y la crisis de la derecha junto con otras expresiones políticas, le otorgan un margen de maniobra que le confiere un barniz de independencia. No obstante, esta política también tiene sus límites, y en los próximos años veremos hacia dónde se inclina el régimen sin poder maniobrar tan libremente como lo ha hecho en el pasado. Es solo cuestión de tiempo.
Ante esta política superficial, es crucial tener claro que nuestro punto de apoyo solo puede basarse en la clase obrera y nunca en las expresiones políticas de la burguesía, como los partidos políticos de la derecha, liberales y conservadores. Aunque en algunos momentos pueda parecer que esta política fortalece a la izquierda, en la práctica no hace más que alejarnos de las masas. Los trabajadores cuestionarían: “¿Por qué los comunistas están haciendo pactos o alianzas con los representantes políticos de los dueños de las empresas, cuando estos mismos claman estar a favor de nuestros derechos?”. Este es un grave error, no solo en términos de la percepción de la clase obrera, sino sobre todo en relación con las consecuencias de una política como esta.
En un escenario hipotético en el que Bukele sea desplazado del poder por un golpe de Estado, los primeros en ser perseguidos serán los revolucionarios que luchan por un cambio de sistema, ya que son los más peligrosos para el régimen capitalista. Habremos forjado nuestro penoso destino, aliándonos con la derecha y los empresarios tal y como está documentado decenas de veces en la amarga historia de la clase obrera.
Lo mismo ocurre con los llamados de la mal llamada comunidad internacional, como Estados Unidos, la ONU o la OEA. Basta con observar su papel ante la masacre de los palestinos en Gaza para entender que son organizaciones reaccionarias del mismo sistema en las que no debemos confiar. Nuestra confianza debe depositarse únicamente en las organizaciones de la clase obrera y en el pueblo oprimido y explotado.
Es urgente realizar una preparación teórica sobre el imperialismo, el Estado y los cuerpos represivos en el movimiento. También es esencial llevar a cabo una propaganda constante sobre el papel de estos en tiempos de paz y de reacción. Recordar las atrocidades del pasado por parte de las fuerzas armadas es necesario tanto para nosotros como para los líderes del futuro. El trabajo propagandístico entre los cuadros más destacados de la juventud y el movimiento obrero debe centrarse en estos puntos fundamentales.
Creemos que los próximos cinco años serán una época de crisis financiera crítica, donde el gobierno deberá rendir cuentas y llevar a cabo ataques a la clase obrera, como el aumento de impuestos que ha comenzado con las multas a los automóviles. Sin embargo, esto es solo el comienzo de una política mucho más agresiva para conseguir dinero y financiar el estado en general. Lo que se está haciendo es cargar la crisis del sistema capitalista en los hombros de la clase trabajadora, una política reaccionaria que debe combatirse con una política revolucionaria.
Las organizaciones de la clase trabajadora y de la juventud no deben flaquear ante la actual avalancha confusa, reaccionaria y desmoralizadora que se presenta en el panorama político. Todo lo contrario, las fuerzas revolucionarias de la clase trabajadora y la juventud deben utilizar todos los mecanismos necesarios para elevar el nivel de conciencia de las masas trabajadoras. Es decir, agrupar a los cuadros más destacados del movimiento obrero, sindical y juvenil, comprender la situación, plantear la crítica hacia el régimen, hacia el gobierno y el sistema, y reagrupar las fuerzas, preparándonos para el futuro revolucionario, comprendiendo el momento actual que se vive y las perspectivas revolucionarias para el futuro. Esta es la tarea del momento. Ninguna decepción, desmoralización; al contrario, más trabajo, más seriedad y más lucha revolucionaria.
El próximo año, tras casi 4 años de mantenerse cerrada por el régimen, la universidad estratégica abrirá sus puertas a los estudiantes. La reapertura de la Universidad de El Salvador, el único espacio donde la juventud podía debatir política y organizarse políticamente, será un acontecimiento alentador para todos los jóvenes que seguramente están buscando una alternativa para la lucha. Para los comunistas, es urgente retomar las tradiciones de la lucha estudiantil en la UES: organizar, formar y agitar entre sus filas. Solo de esta manera podremos preparar las fuerzas revolucionarias de aquellos que, en el futuro, serán explotados por el capital y lucharán de manera consecuente por un mundo comunista.
Un futuro de lucha comunista
La época actual es compleja, marcada por un retroceso en nuestras tradiciones de lucha y memoria colectiva, apatía y desorganización, reacción y confusión. A pesar de cómo suene, sigue siendo una época interesante y apremiante para los comunistas, un período por el cual vale la pena entregarse en cuerpo y alma a la revolución. No hay nada mejor para los comunistas que contar con el armamento teórico de cientos de años, y que pueda ser utilizado para el futuro de la humanidad ahora mismo. No hay nada mejor que sortear las vicisitudes del camino, labrar el camino a la nueva sociedad que amanecerá en el futuro. No hay mejor época para vivir que la que nos permite decir hoy, ante la frustración de las viejas generaciones: somos comunistas y trabajamos para construir las bases sólidas que rompan en mil pedazos los largos siglos de opresión y miseria de los pueblos centroamericanos y del mundo.
Aunque el terreno en el que el campesino siembra sus semillas sea árido y soleado, él tiene la certeza de que, al seguir los pasos adecuados para la siembra, los brotes surgirán con el tiempo, trayendo consigo las flores que eventualmente se convertirán en la cosecha, llevando la felicidad a cada hogar del pueblo. En este punto, el campesino, quien ha trabajado incansablemente, puede sentirse feliz y satisfecho con sus esfuerzos.
Esta es la tarea que enfrentamos nosotros, las y los comunistas, en la actualidad: preparar las semillas, elegir cuidadosamente el terreno y superar las adversidades para sembrar las ideas comunistas en el suelo más fértil disponible. Nuestro único propósito es que las generaciones futuras cosechen los frutos de nuestro trabajo, realizado con dedicación y sacrificio. No hay momento más oportuno que el presente. Debemos trabajar por el futuro, por la humanidad y el amor a la vida, en aras del comunismo internacional.
San Salvador, 16 de diciembre, 2023