Con la incertidumbre y la inestabilidad sacudiendo la economía real en todo el mundo, los inversores adictos a las apuestas vuelven a recurrir a la especulación en busca de dinero rápido. Pero capitalismo en su totalidad es un casino. Es hora de derrocar este sistema en quiebra.
Los capitalistas vuelven a apostar por Bitcoin y otras criptodivisas. Sí, Bitcoin ha vuelto.
La infame criptodivisa alcanzó un récord de 72.000 dólares el mes pasado, el 14 de marzo, habiendo triplicado su valor en el último año.
Otros tokens también se han beneficiado, como el preferido de Elon Musk «Dogecoin», con un valor estimado de más de 2,7 billones de dólares por primera vez en dos años.
Se habla mucho de que el próximo token llegará «a la luna». Sin embargo, al igual que el aire, estos llamados «activos digitales» carecen de valor intrínseco. Todo este comercio es simple especulación.
Es increíble pensar que algunas personas se están haciendo fenomenalmente ricas de esta manera. Recuerda a la «manía de los tulipanes» del siglo XVII y a la especulación con las tierras de Florida en la década de 1920, donde se ganaron y perdieron enormes sumas de dinero.
Hasta ahora, la moda de las criptomonedas no representa un peligro tan evidente. Sin embargo, está claro que estas estafas están integradas en el sistema capitalista. Y dada la fragilidad y la incertidumbre de la economía mundial, las consecuencias del estallido de estas burbujas podrían causar mayores daños en el mundo real.
Pura especulación
La Comisión del Mercado de Valores de EE.UU. ha aprobado este año 11 fondos cotizados basados en Bitcoin.
Los grandes inversores están entrando en el juego, como BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo. Algunos de los mayores bancos del mundo –Morgan Stanley, Wells Fargo y Bank of America– están haciendo cola para participar. Quieren «diversificar» sus activos.
La experiencia del crack de 2007-2008 –y la solemne promesa de evitar los activos tóxicos de alto riesgo– parece haberse olvidado por completo. Los capitalistas son como el borracho que jura repetidamente «¡nunca más!» a la mañana siguiente.
Pero, ¿por qué aguar la fiesta? Cuando un «activo» es valioso simplemente porque la gente cree que lo es, ¡cuantos más creyentes mejor!
La división entre especulación pura y finanzas «sólidas» vuelve a romperse.
Como afirmó recientemente un comentarista del podcast The Wolf of All Streets, centrado en Bitcoin: «TradFi es tan degen como la comunidad cripto».
Traducido al castellano: «El capital financiero tradicional es tan imprudente y degenerado como la ‘criptocomunidad’ de especuladores», lo cual es cierto.
Trump hace caja
Otro valor que ha llamado la atención es Trump Media and Technology Group, que cotiza bajo el nombre de «DJT».
Se trata de la propietaria de Truth Social, la plataforma de medios sociales de Donald Trump en dificultades. Se convirtió en una empresa pública tras fusionarse con una empresa de «cheques en blanco», conocida como «SPAC», que adquiere empresas mediante fusiones y adquisiciones.
Estas acciones atrajeron una valoración multimilmillonaria, de varios miles de millones de dólares en un solo día, y su valor se disparó un 56% al abrirse los mercados bursátiles. Pocos días después, las mismas acciones cayeron más de 1.000 millones de dólares. Pero Trump, como accionista mayoritario, ha ganado miles de millones con la operación.
Se trata de una estafa piramidal. La empresa no gana dinero. De hecho, pierde mucho. Y su principal producto, Truth Social, está sufriendo una hemorragia de usuarios.
En este momento, la empresa está valorada en unos 5.700 millones de dólares, lo que significa que cotiza a la ridícula cifra de ¡1.400 veces sus ingresos!
Una empresa que cotiza a 10 o 20 veces sus ingresos ya sería bastante malo. 1.400 veces es algo fuera de este mundo. No tiene ningún base.
Pero, ¿por qué dejar que los hechos arruinen una buena historia? La realidad no importa: lo que importa es la «sensación» o el «sentimiento», un poco como el Bitcoin, que no tiene ningún valor intrínseco.
Capitalismo de casino
La especulación, el parasitismo y el juego siempre han sido una característica intrínseca del capitalismo, un indicio más de la podredumbre del sistema.
Sin embargo, no sólo los inversores tecnológicos saldrán perdiendo en este casino. Dada la inestabilidad de la economía mundial y del sistema financiero global, semejante temeridad podría derribar toda la casa.