En un discurso pronunciado hoy [26 de junio], el presidente de Kenia, William Ruto, anunció que no firmará la Ley de Finanzas, aprobada ayer en el Parlamento, ante el movimiento insurreccional de las masas kenianas.

Flanqueado por diputados, Ruto explicó que el odiado proyecto de ley volverá al parlamento, donde los mismos que ayer lo aprobaron por 195 votos contra 106 han acordado, al parecer, retirarlo por completo.

Menos de 24 horas después de calificar a los manifestantes de «criminales», Ruto ha adoptado hoy un tono mucho más conciliador, afirmando que: «escuchando al pueblo keniano que dice que no quiere tener nada que ver con este proyecto de ley, lo admito».

Ruto ha propuesto «un compromiso con los jóvenes de nuestra nación para escuchar sus problemas y acordar con ellos sus áreas prioritarias de preocupación», en lugar de enfrentarse a ellos con munición real, como había intentado antes.

El poder de las masas

Este brusco giro de 180 grados es un reconocimiento abierto del poder de las masas, que han salido por todo el país, desafiando las balas de la policía, para dejar al régimen efectivamente colgado en el aire.

Tras haber matado y secuestrado a manifestantes (cientos, según algunos informes), y haber amenazado con llamar al ejército para restablecer el «orden», Ruto ha recurrido repentinamente a las concesiones y la conciliación. Ello se debe a la sencilla razón de que no puede aplastar el movimiento por la fuerza, y de que los intentos continuados de hacerlo provocarían escisiones y motines en las filas del ejército.

No se puede subestimar la importancia de este hecho. Todo el aparato represivo del Estado es insuficiente para sofocar a las masas cuando están en pie y movilizadas para tomar su destino en sus propias manos. Por lo tanto, ¡deben seguir en pie!

¡Que se vaya Ruto!

Las promesas de Ruto no son más que un intento de ganar tiempo. Espera que devolviendo el proyecto de ley al Parlamento pueda convencer a la juventud keniana de que se vaya a casa, momento en el que recurrirá de nuevo a la represión para estrangular definitivamente al movimiento. Pero esta cínica maniobra ha sido inmediatamente desenmascarada por las masas.

A menudo ha ocurrido en la historia que las concesiones sólo han alentado a los movimientos revolucionarios. Minutos después de que Ruto pronunciara su discurso, las redes sociales se llenaron de mensajes desafiantes de los manifestantes, calificando a Ruto de mentiroso que ni siquiera cumplirá su promesa de retirar el proyecto de ley. Esto es absolutamente correcto: las masas no deben dispersarse, sino permanecer vigilantes y en guardia.

E incluso si se retira el proyecto de ley, esta retirada es demasiado poco y demasiado tarde. Han seguido circulando vídeos que muestran horribles actos de brutalidad policial contra los manifestantes.

El Grupo de Trabajo para la Reforma de la Policía de Kenia (PRWG, por sus siglas en inglés) ha registrado 23 muertes causadas por disparos de la policía en todo el país, así como más de 50 detenciones, 22 secuestros y más de 300 heridos. El PRWG también ha recibido informes de que «la policía disparó a varias personas en Githurai, en Nairobi -a una más de 40 veces- entre las 10 de la noche y la 1 de la madrugada, mucho después de que terminara la protesta».

Como decía un mensaje en X: «Nunca olvidaremos y tampoco perdonaremos», mientras que otro publicó una imagen de un cuerpo sangrando, cubierto por la bandera de Kenia, con el pie de foto:

«Querido Presidente William Ruto. Ya no se trata de la Ley de Finanzas».

Los hashtags #RutoMustGo [que se vaya Ruto] y #RevolutionNoworNever [revolución, ahora o nunca] son ahora tendencia junto con #RejectFinanceBill2024 [Rechazar el presupuesto 2024], y también ha surgido el lema de «Ocupa la Casa del Estado». Sin duda, Ruto tendrá un jet privado a la espera, por si su «compromiso» con los jóvenes no sale según lo previsto.

Condena del poder establecido

Pero el movimiento no sólo se ha dirigido contra Ruto y sus compinches parlamentarios. Los dirigentes religiosos también han sido denunciados por su apoyo tácito a Ruto, a la Ley de Finanzas y a la feroz represión ejercida contra los manifestantes.

Como dijo una persona en X:

«Ruto será recordado en la historia como un tirano y opresor respaldado POR LA IGLESIA».

El estamento religioso tiene mucha influencia en la política keniana, y cuando el movimiento #RejectFinanceBill2024 empezaba a crecer, se plantearon explícitamente los privilegios y la corrupción de los obispos y otros cargos eclesiásticos, en contraste con el pésimo nivel de vida al que se enfrenta la mayoría.

Además de la Iglesia, el mayor proveedor de Internet de Kenia, Safaricom, también ha sido objeto de ataques por cortar el acceso a Internet en cuanto la policía empezó a abrir fuego contra los manifestantes frente al edificio del Parlamento. Según Safaricom, este desafortunado corte se debió a la «reducción del ancho de banda en algunos de los cables que transportan el tráfico de Internet». Sin embargo, se informó de que otros proveedores, como Airtel, seguían funcionando.

En la mente de muchos jóvenes kenianos, los vínculos entre sus dirigentes políticos, la Iglesia y las grandes empresas están quedando al descubierto. Todos se han estado enriqueciendo a costa de las masas kenianas, y todos tienen interés en acabar con los kenianos de a pie si se atreven a levantarse contra su opresión. No sólo Ruto, sino toda la clase dirigente corrupta debe ser barrida.

Austeridad

También hay que añadir que si realmente se retira la Ley de Finanzas, y si Ruto dimite como muchos exigen, aunque esto sería una victoria para el movimiento, no mejoraría en lo más mínimo las condiciones a las que se enfrentan las masas keniatas.

La enorme deuda del país, de 80.000 millones de dólares (aproximadamente el 75% del PIB), seguirá adeudándose a una serie de bancos extranjeros e instituciones imperialistas como el Banco Mundial y el FMI. El déficit presupuestario del gobierno, estimado en 200.000 millones de chelines kenianos, también seguirá existiendo, y cualquier gobierno que siga acatando el sistema capitalista tendrá que encontrar la manera de llenar ese agujero, ya sea aumentando de nuevo los impuestos más adelante, o mediante recortes presupuestarios y austeridad.

De hecho, Ruto indicó que esto está en la agenda cuando dijo: «viviremos dentro de nuestras posibilidades». Lo que esto significa es una forma de hacer pagar a las masas keniatas la crisis del capitalismo keniata, con el fin de proteger los beneficios de los bancos extranjeros y la riqueza robada de la élite gobernante de Kenia.

La única forma de salir de esta crisis creada por el capitalismo es instalar un gobierno revolucionario que repudie la deuda imperialista, expropie a las grandes empresas y al capital extranjero y planifique la producción democráticamente en beneficio de todos los kenianos. Ninguno de los «MPigs» [cerdos parlamentarios] o partidos en el parlamento tiene intención alguna de satisfacer esta necesidad, y mucho menos Raila Odinga y su coalición Azimio, que forman parte exactamente de la misma clase dominante corrupta que el propio Ruto.

El camino a seguir

El Estado se ha visto obligado a retroceder temporalmente. Ahora es el momento de que el movimiento revolucionario avance.

La convocatoria de una «marcha de un millón de personas» para mañana jueves 27 de junio es absolutamente correcta. Los organizadores han hecho un llamamiento a todos los que viven en los alrededores de Nairobi para que bloqueen todas las carreteras que conducen a la ciudad. Teniendo en cuenta la magnitud de las movilizaciones de la última semana, la marcha de mañana podría paralizar todo el país.

Los acontecimientos de los últimos días han demostrado que las masas tienen el poder para derrocar a este gobierno y barrer todo el podrido edificio del capitalismo keniano, si se movilizan para ello. Los trabajadores, los jóvenes y las masas empobrecidas de Kenia deberían contar con el apoyo de todos los comunistas del mundo.

¡Abajo Ruto!

¡Abajo el capitalismo!