Apenas han pasado siete meses desde la asunción de Milei a la Casa Rosada, y la desocupación golpea las mesas obreras, con una capacidad industrial instalada que cae al ritmo de una crisis que aún no ve el piso. La utilización de la capacidad instalada en la industria se ubicó en 53,4% en marzo, nivel inferior al del mismo mes de 2023, que fue de 67,3%. Unas 10.000 pymes cerraron durante los primeros seis meses de gobierno de Javier Milei.
La desocupación se ubicó en el primer trimestre del año en 7,7%, y en julio se encuentra ya por arriba del 10%, afectando a más de dos millones de personas.
Según el IPC, el nivel general del Índice de precios al consumidor registró un alza mensual de 4,6% en junio de 2024, y acumuló en el primer semestre del año una variación de 79,8%. En la comparación interanual, el incremento alcanzó el 271,5%. (Fuente)
Por su parte, el consumo masivo cayó al 12,5% interanual en junio, y se profundizó la baja respecto a mayo. En los primeros 6 meses ya acumula una caída del 8,5% en relación con el mismo período de 2023, según la consultora Scentia.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), informó que el Producto Bruto Interno (PBI) registró, en el primer trimestre de 2024, una caída del 5,1% en comparación con el mismo período del año anterior.
Todos los indicadores: consumo, PBI, ocupación, salarios, capacidad industrial ocupada, etc., están a la baja; podemos afirmar entonces que la economía se encuentra en un espiral descendente.
Esta realidad desalentadora se agrava con las medidas del gobierno de Milei/Caputo/Sturzenegger para intentar cerrar la brecha cambiaria y unificar el dólar. No pueden eliminar el cepo cambiario porque, de hacerlo, la economía quedaría completamente expuesta al mercado, lo que destruiría las ya debilitadas fuerzas productivas del país. Las leyes ciegas del mercado capitalista y cambiario controlarían la situación, y la subida de los dólares paralelos sería un adelanto de lo que ocurriría, pero a niveles mucho más altos si no hubiese restricciones. En resumen, sería el mercado, con su naturaleza anárquica, el que impondría una lógica brutal en la economía del país y el destino de millones de trabajadores.
Existe desesperación e improvisación en las medidas que viene tomando el gobierno. Por un lado, el BCRA interviene comprando dólares, al tipo de cambio mayorista, a los exportadores con pesos y, después, los vende a una cotización mayor en el mercado de contado con liquidación. Los compra en $940 emitiendo pesos y los vende a $1400, recibiendo pesos. En realidad, el objetivo es secar el mercado de pesos. Pero, lógicamente, son dólares que no quedan como reservas en el Banco Central, sino que siguen la lógica de la fuga de dólares.
Lo que reciben de ambos lados en pesos lo sacan de circulación. Intentan con estas medidas dar una cierta estabilidad al intentar bajar la inflación, algo que, por cierto, no sucede. La inflación interanual se ubica en 148%, y de diciembre a junio escaló a casi 90%, con una previsión, incluso del propio Fondo Monetario Internacional (FMI), por arriba de 154%, aunque el mismo organismo juega a dos bandas: por un lado, presionando para un mayor ajuste, y por el otro, advirtiendo el temor ante un estallido social y saludando los buenos resultados.
El otro frente que intentan mostrar o disimular es que la deuda ha bajado, y utilizamos este término de manera intencional porque se saca la deuda del BCRA y se gira al Tesoro Nacional, como si desapareciera por arte de magia. Como si fuera una medida que resuelve no sólo la deuda del Central, sino por ende su solvencia y, en última instancia, la solvencia del Estado Nacional.
Cabe recordar que la deuda pública ascendió en marzo a USD 435.000 millones de dólares, una cifra que resulta asfixiante para cualquier economía, y sobre todo para una economía como la de Argentina. En un informe actualizado de Perspectivas Económicas Mundiales, el FMI estimó que este año el PBI caerá 3,5%, aunque estima un rebote al 2025.
Desde hace años en el país se ha instalado la idea de que tiene una economía bimonetaria, en la que se utilizan pesos y dólares, esto implicaría un problema estructural porque el país no cuenta con dólares suficiente para atender la demanda de divisas.
El comportamiento de la burguesía en general, incluso remontándonos a su génesis, ha sido el de una clase social raquítica y rentista, con un carácter parasitario, atada y dependiente del imperialismo que, a través del mecanismo del comercio mundial, ubicó a la economía argentina como una economía primarizada dentro de la división internacional del trabajo. Su carácter degenerado la ubica en una lógica de fuga de capitales permanentes al servicio de los grandes capitales, que juegan a ese mismo palo. Producto de su desarrollo tardío, escapa, en el pasado y en el presente, al doloroso proceso de poner en pie un poderoso polo industrial. La lógica de la subordinación y del sueño capitalista de hacer dinero del dinero es lo que marca su norte de avaricia.
Entonces escuchamos que la Argentina no cuenta con un mercado de capitales para acceder fácilmente al flujo de dólares, y otros argumentos que dejan de lado el problema central. Estamos ante una clase social que debe ser superada y reemplazada por la clase obrera. La clase obrera debe dirigir al país para poder, de manera definitiva y sostenida en el tiempo, desarrollar la gran industria, con plena ocupación, educación y salud de calidad, y resolver los grandes problemas que aquejan a las familias obreras y a la juventud.
La libertad mileista ¿hace avanzar o retroceder a las masas?
La radicalización discursiva de Milei, de personificarse como el topo que destruye el Estado desde adentro, se combina con una clásica política económica monetarista y libertaria, de un plan de ajuste fiscal, de achicamiento del Estado y de desregulación económica sin precedentes en nuestra historia.
Milei juega con la expresión de “libertad”. Blande la bandera de la libertad, pero de una libertad para deshacer lo que la propia burguesía, con sus aciertos, sus límites como clase subordinada al imperialismo y las consecuencias históricas de eso, realizó durante décadas. Y así, cabalgando sobre el malestar de las masas con los partidos históricos, destruye lo que la propia burguesía construyó, producto de su incapacidad como clase social y política de desarrollar la economía, de lograr empleo masivo, obligándole a engrosar al Estado como parte de su clientelismo político: un paliativo ante la desocupación sin pausa, que, en última instancia, descarga la crisis sobre los de abajo. Empujando al proletariado a una pauperización aún mayor.
Milei cabalga sobre el malestar de la clase obrera ante una dirección desprestigiada y traidora, y llama a “luchar” por la libertad ante una costra burocrática que vive desde hace décadas en las organizaciones de masas, costra históricamente aliada al peronismo en todas sus variantes buscando la conciliación de clases. Sin embargo, a pesar de proclamar esta lucha, se mantienen los acuerdos con los jefes sindicales
Por otro lado, se combina el cinismo, la hipocresía, la brutalidad junto con las contradicciones de la política económica. En un principio hablaban de liberar a la sociedad de la “basura” del peso argentino que, en su discurso, debía desaparecer para dar paso al dólar, para posteriormente afirmar que vamos hacia una competencia de monedas con un peso fuerte y un dólar debilitado y en devaluación. Pero esta moneda débil debe ser vendida por los trabajadores, que con mucho esfuerzo ahorraron un puñado de dólares, para pagar los impuestos. La incoherencia de unos y otros llega a niveles de brutalidad. Milei y sus socios representan la expresión política más decadente y brutal de la burguesía argentina en descomposición.
Mientras tanto, los “opositores” -reformistas en un contexto histórico en el que no hay posibilidad de reformas- plantean a través de sus satélites que Milei y sus acólitos llevaron al país a la década infame, pero sin un contexto mundial que lo acompañe. En realidad, se demostró ante los ojos de las masas que, con matices, Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa, recorrían un camino de miseria, desocupación e inflación. Estamos presenciando la decadencia del modo de producción capitalista, que no puede ser superada por una u otra política capitalista.
Las direcciones de los trabajadores y los grupos de la izquierda
Se ha escrito mucho que los trabajadores son los responsables de la situación que el país atraviesa política y económicamente. Esta supuesta responsabilidad se basa en haber llevado a Milei a la Casa Rosada y las consecuencias que esta decisión acarrea.
También escuchamos o leemos a ciertos izquierdistas que señalan que la situación de tantos años de democracia no posibilita una salida revolucionaria, por lo tanto, la lucha presente resulta sólo en estar con la clase, visibilizar sus conflictos y fortalecer los escaños en el parlamento burgués.
En otro costal, se dice que la clase obrera fue derrotada en frío, sin lucha, pasando luego, sin análisis, balance o elaboración de perspectivas, a que la clase obrera debe tomar la lucha hasta la huelga general, pero, lógicamente sin plantear la cuestión de estadio superior de Poder.
O tenemos a los futuros garantes de la democracia con olor a pólvora en sus manos, en un intento desesperado de hacer/reemplazar lo que deben llevar adelante el conjunto de los y las trabajadoras.
En primer lugar, desde la Organización Comunista Militante – ICR Argentina, señalamos que aquella sentencia del viejo revolucionario León Trotsky en 1938, en ocasión de la fundación de la 4ta Internacional con el Programa de Transición: “la crisis de la humanidad se sintetiza en la crisis de dirección de la clase obrera”, tiene plena vigencia en la actualidad.
La crisis del capitalismo importa la crisis del reformismo, y en esto vemos el papel deplorable que en los últimos años ha jugado, no sólo el gobierno peronista en su variante Unión por la Patria, sino ahora también como oposición parlamentaria en el presente. El papel pernicioso de la conciliación de clases con nuestros enemigos de clase desarma a gran parte de la vanguardia y a sectores amplios de masas. La idea de que el Estado es de todos, y capturarlo en las elecciones nos permite regimentar a los capitalistas y sus representantes políticos de todo color, es en el presente una utopía que retarda el proceso de conciencia de las capas más avanzadas en el camino de la revolución. El papel mesiánico del peronismo, y puntualmente de CFK, ha comenzado a mostrar severos límites. No sólo porque las nuevas generaciones no vivieron los 7 años de bonanza que tuvo el kirchnerismo, sino porque la crisis mundial, instalada en 2008, ha puesto de manera tajante un límite al capitalismo criollo. Esta gente no tiene nada que dar; todos, falsos libertarios y reformistas, de una manera u otra se han subido al barco de gestionar la crisis, unos con total vehemencia y brutalidad y otros con algo de suavidad, siendo los últimos los que se presentan como “opositores” al gobierno de Milei y el FMI.
Por otro lado, los reformistas de izquierda, que llevan adelante una política de subordinar al parlamento al conjunto de su militancia, no ven una fase preparatoria que combine caracterización del momento político que vivimos, formación política y teórica en la fragua del marxismo revolucionario y las tareas que de ello se desprenden: construcción paciente del factor subjetivo, el partido revolucionario. En cambio, ven en el parlamento una salida válida.
Los trabajadores nos encontramos en una situación de ataque, de guerra de clase. Lo peor que puede pasar en este momento de ofensiva capitalista, es que el Estado mayor de nuestro enorme ejército se encuentre apoyando a los enemigos de clase, como es el caso de los jefes sindicales de los sindicatos. No existe un ala o facción que no tenga atadas las manos al gobierno y al Estado, siendo en el mejor de los casos la facción de dirigentes sindicales que elige el camino de la justicia y el parlamento.
Mientras, los demás grupos de la izquierda se encuentran en una desorientación política y programática.
La clase obrera frente a su propia imposibilidad
La ofensiva de Milei/Caputo/Sturzenegger no da respiro. Las respuestas del movimiento de masas dejan en evidencia sus propias limitaciones, al no poder sobrepasar a sus propias direcciones. La independencia política de la clase obrera se encuentra aún lejos de materializarse. Aunque por momentos aparecen ciertas pinceladas, éstas no bastan para mantenerse en el tiempo y constituirse en una nueva dirección a la altura del momento histórico. En última instancia, la posibilidad de alcanzar esa independencia política, está ligada necesariamente a la construcción del partido revolucionario.
Lo mejor que hemos visto durante los meses de ataques del gobierno de Milei es el sector del Sutna. Sin embargo, esta dirección, aunque muestra una valentía enorme, se encuentra atravesada por la política errática del Partido Obrero y el FIT-U.
Las convocatorias desde el Jagüel y posteriores hasta el ataque directo, de la patronal a este sector de la clase en tanto despidos, recorrió como respuesta en general el plano sindical, limitándose tan sólo a ser los combativos de la clase obrera. Indudablemente esto es una virtud enorme, pero no alcanza ante el brutal ataque de los capitalistas. Es necesario vincular las demandas inmediatas de la clase obrera con la necesidad de la transformación revolucionaria de la sociedad con base en demandas transicionales que se orienten a elevar el nivel de consciencia y organización de los trabajadores. O siendo el caso reciente ante la convocatoria de la CGT y CTA del 7 de agosto a una movilización de marchar con una columna independiente. Por lógica no nos oponemos a esta “independencia” de columna, pero sí consideramos central el programa que se levanta y que no debe ser solo el fin de los despidos y la derrota del gobierno.
Sabemos que no contamos con una dirección sindical como el Gringo Tosco o el Goyo Flores en la CGT de los Argentinos, durante el cordobazo, y las Comisiones Clasistas del 70 y 71 del SITRAC SITRAM. En su lugar, sólo tenemos a la podrida dirigencia actual de los sindicatos, que desde hace más de 40 años han estado enriqueciéndose en sus cómodos sillones, como buenos empresarios.
Entonces, la clase se expresa como puede y con las herramientas que tiene. Se demostró en cada convocatoria a paros o movilizaciones por parte de las direcciones de las Centrales Obreras. Decimos esto porque siempre que se paró, sin garantías de continuidad en un plan de lucha, o precedidas por instancias democráticas que pudieran definir qué plan seguir, se paró lo más masivamente posible. Incluso la enorme movilización en defensa de la educación demostró esta tendencia a la independencia política del movimiento. No en vano, las direcciones de la CGT y CTAs se subieron a la convocatoria, presentándola como una lucha en unidad contra las medidas de Milei. De alguna manera su presencia tuvo dos motivos claros, no quedar desgajados de esta enorme expresión de bronca popular y, también, intentar encorsetar tal tendencia.
Para los izquierdistas desmoralizados que suben al carro de lo aparente, de la oposición aparente en este caso puntual, dando el apoyo a todo lo que sea el mal menor y sosteniendo la política de lo posible, nunca es la oportunidad de lanzarse con independencia de los aparatos o “movimientos”. Aparatos que se encuentran en su mínima expresión o incluso caducos, como el modelo sindical vigente.
Por el contrario, siguen como furgón de cola a direcciones que dan volteretas, sin definir un claro curso a seguir para que los explotados puedan sacarse de encima la lacra capitalista. Llaman a la UNIDAD de la clase sin diferenciación alguna de las direcciones pequeñoburguesas que se mueven dentro de los márgenes del capitalismo y la posibilidad de un Estado presente. Una unidad amorfa contra la derecha, acá contra Milei, y en cada lugar que se exprese el mismo fenómeno. Unidad sin más, sin programa revolucionario, sin métodos ni perspectivas de Poder, desarmando a la clase.
No estamos ante una derrota y menos en frío. Las expresiones que se desenvolvieron en mayo/junio de 2023 con las puebladas de Salta, Jujuy y las tendencias de extenderse a Tucumán, demostraron y demuestran que ante el empantanamiento de las políticas de las direcciones sindicales y pequeño burguesas, y la consecuente desesperación de las masas, surgen las puebladas, fenómeno que fue clausurado por el pejotismo y el peronismo.
Luego, ante esta clausura momentánea apareció un mesías “antisistema”, hablando de la casta y de los ricos, señalando a la mafia sindical y al Banco Central como los responsables e interpretando la frustración de las masas. Es claro que esto mantiene, además, su lado ideológico, negacionista y todo lo que fuimos señalando en cada escrito que elaboramos. Aunque existen estimaciones de una caída del 57% en la adhesión a Milei, aún mantiene una cierta expectativa entre el 47% de las masas.
Pero la realidad persiste y las mentiras van cayendo poco a poco.
Misiones retomó el hilo conductor de las puebladas del 2023. En esta experiencia quedó plasmada la quiebra del Estado en su capacidad de represión, así como su capacidad de dar respuestas a las demandas de las masas. Luego de más de 30 días de lucha rabiosa, podemos decir que las demandas fueron alcanzadas por los diferentes sectores de trabajadores en lucha.
En general, podemos afirmar que, en las puebladas, la clase obrera y el conjunto de los trabajadores no intervinieron con sus métodos tradicionales de lucha, la huelga general, la ocupación de fábricas, el control obrero, etc.
Entonces, son las asambleas, o sectores de trabajadores autoconvocados por fuera de las organizaciones de masas tradicionales, las que se van desarrollando ante la obturación de otros caminos. Surgen con demandas claras y desaparecen rápidamente sin construir una dirección estable de nuestra clase, aunque sí es verdad que esto marca, como mencionamos, una tendencia a la independencia de clases.
Las tareas del movimiento de masas
En este momento, la tarea central del movimiento de masas y sus direcciones es bregar por la unidad. Esta unidad debe forjarse sobre la base de un debate democrático, y levantando un programa que recoja las demandas más sentidas de los trabajadores y sectores populares. Pero, si dejamos estas demandas desprovistas de una clara caracterización de qué enemigos tenemos por delante, terminarán convirtiéndose en un programa que se va a topar con todos y cada uno de los argumentos que los capitalistas, sus gobiernos y sus representantes nos presentan. Terminan siendo un cuchillo sin filo.
Para lograr que el movimiento pueda avanzar más allá de las demandas inmediatas, que se conquistan y al tiempo vuelven a desaparecer en manos de la inflación y la desocupación, debemos poner sobre la mesa, en cada asamblea, barrio, escuela y fábrica, la inviabilidad del capitalismo como sistema.
El capitalismo no puede satisfacer más las necesidades elementales de millones de mujeres y hombres. Nos arroja a la degradación y miseria más abyecta.
Los comunistas de la Organización Comunista Militante – ICR Argentina sostenemos que debemos luchar por una nueva legalidad, derrocando a Milei y al régimen político que lo sostiene. Para esto hace falta la puesta en pie de un partido revolucionario, como único instrumento que nos permita destruir el poder de los capitalistas, y a la vez construir y establecer nuestro propio poder y nuestro propio Estado, el Estado Obrero. Esta es una tarea histórica imprescindible, si realmente queremos tomar en nuestras manos las palancas fundamentales de la economía, a fin de acabar con la explotación, la desigualdad social y todas las demás lacras sociales del capitalismo. Ese es el desafío que tenemos por delante para construir un mundo sin oprimidos ni opresores.
1- Salario, prestaciones sociales y Jubilación mínima equivalente al costo de la canasta familiar. Aumento automático correlativamente con la elevación de precios de los artículos de consumo.
2- No a los despidos, No a los retiros voluntarios. Ocupación de toda fábrica o empresa que cierre, suspenda o despida. Reparto de las horas de trabajo disponibles entre todos los trabajadores, sin afectar el salario. Defensa de las condiciones de trabajo y jornada máxima de 8 horas.
3- Sindicalización de los trabajadores y trabajadoras de plataformas con plenos derechos.
4- No a la entrega de las riquezas que son patrimonio del trabajo de las y los explotados. Defendamos a las empresas y propiedades estatales. Control obrero colectivo y democrático. Reestatización de todas las empresas privatizadas.
5- Monopolio estatal de la banca, aseguradoras, transporte, energía, comunicaciones, puertos, acero para orientar la economía hacia la satisfacción de nuestras necesidades y no de una minoría de ricachones.
6- Monopolio estatal de la educación. Educación laica, gratuita y científica. Expropiación de todos los establecimientos privados y puesta en funcionamiento a cargo del Estado y mediante el cogobierno de la comunidad educativa.
7- Monopolio estatal de la salud. Rechazo a toda forma de privatización total o parcial. Expropiación de clínicas, sanatorios y laboratorios medicinales. La salud de la población trabajadora no puede depender de la tasa de ganancia de los capitalistas. Control obrero colectivo de las mismas.
8- Derecho a la vivienda. No a los desalojos. Congelamiento de alquileres que no supere el 10% del salario del inquilino. Entrega de títulos de propiedad a los ocupantes de tierra, conventillos o casas abandonadas. Plan nacional de viviendas bajo control obrero y de los adjudicatarios.
9- Derechos laborales para la mujer, igual salario por igual trabajo. Extensión del período de licencia por maternidad y lactancia sin afectar el salario. Extensión de la licencia por paternidad. Plena estabilidad laboral. Por políticas de planificación familiar. Legalización del aborto, seguro y gratuito. Pleno derecho a la mujer a decidir sobre su cuerpo.
10- Investigación de las fortunas de los gobernantes y principales grupos económicos que operan en el país. Aperturas de sus libros. Abolición del secreto bancario y comercial. Tribunales populares de enjuiciamiento y castigo. La justicia burguesa defiende a los corruptos e inmorales. Jamás los castigará.
11- Unificación en una megacausa de todos los crímenes impunes perpetrados por la dictadura militar. Libertad a todos los presos políticos. Libertad a Milagro Sala. Plena vigencia de las libertades democráticas y de organización sindical y política. Plena vigencia del derecho de huelga. No a los arbitrajes obligatorios.
12- Desmantelamiento del aparato represivo.
13- Ruptura con el imperialismo. Desconocimiento de la deuda externa e interna con los bancos y los capitalistas. Expropiación de todas las empresas imperialistas instaladas en el país. Expulsión del imperialismo de Malvinas y del territorio argentino. Frente al Mercosur de las multinacionales oponer la Federación Socialista de América Latina
14- Por la expulsión del poder de la burguesía y sus sirvientes mediante la acción directa y revolucionaria de la clase trabajadora para establecer un Gobierno de Trabajadores