Los pasados 6 y 7 de agosto se celebró en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires el Encuentro Nacional Sindical cuyo objetivo inicial era acordar el lanzamiento de una Corriente Sindical de oposición a las actuales direcciones bu Los pasados 6 y 7 de agosto se celebró en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires el Encuentro Nacional Sindical cuyo objetivo inicial era acordar el lanzamiento de una Corriente Sindical de oposición a las actuales direcciones burocráticas del movimiento obrero, dotada de un carácter democrático y antipatronal, y opuesta a la conciliación de clases practicada por los dirigentes de la CGT y la CTA.
El impulso para la formación de la Corriente Sindical surge a partir de los sectores obreros que han desarrollado durísimas luchas en los últimos tiempos, como en el Subte, hospitales, estatales, la oposición en el Suteba, motoqueros, no docentes de la UBA…. algunas de las cuales terminaron en triunfos históricos. Así como de sectores que coordinaron luchas regionales: en Bahía Blanca, Rosario, Sur del GBA.
Concurrieron más de 300 compañeros y compañeras integrantes de agrupaciones gremiales, cuerpos de delegados, comisiones internas y seccionales sindicales procedentes de sectores tan diversos como metalúrgicos, Subte, docentes, bancarios, comercio, salud, estatales, motoqueros, petroleros, telefónicos, etc. además de representantes de organizaciones de trabajadores desocupados.
Pese a las inevitables diferencias motivadas por la heterogeneidad de posiciones políticas e ideológicas de los concurrentes se acordó una declaración de principios común que, bajo el título: “Por un nuevo sindicalismo” recogía una serie de importantes aspectos como: defender un modelo sindical democrático al servicio del interés general de la clase trabajadora con mecanismos asamblearios de base y con pluralidad y respeto a las minorías; asumir el compromiso de impulsar y coordinar las luchas que vienen llevando adelante los trabajadores en todo el país, allá donde los componentes de este espacio se hagan presentes, para conseguir condiciones de vida dignas con salarios equivalentes a la canasta familiar, y en defensa de los derechos laborales conseguidos históricamente. Por eso este espacio sindical se comprometió a promover agrupaciones unitarias que disputen las organizaciones de la clase obrera a la burocracia.
Además en la declaración se hizo referencia explícita a la unidad de la clase obrera (ocupados, desocupados, tercerizados, etc), a la necesidad de educación general, a la igualdad y contra la discriminación (nacional, étnica, religiosa, sexual, ideológica, etc.), contra el uso de la violencia en las relaciones entre trabajadores (calumnias, insultos, agresiones físicas, patoterismo), y manifestó por el internacionalismo, la solidaridad y el antiimperialismo.
Además, se formularon una serie de resoluciones como promover comités de apoyo a los huelguistas del Hospital Garrahan, organizar campañas contra la criminalización de la protesta social, por la libertad de los presos sociales, contra la persecución judicial de los luchadores, y también contra la visita de Bush en noviembre. También hubo mociones de solidaridad con la lucha de los pueblos y trabajadores de Bolivia y Brasil, de los que se recibieron delegaciones.
Un paso adelante, pero insuficiente
Si bien desde El Militante consideramos como un paso adelante los acuerdos generales alcanzados en el Encuentro, también es verdad que el resultado del mismo no cubrió todas las expectativas que teníamos muchos de los activistas que concurrimos. A pesar de los buenos deseos de todos los participantes no se avanzó en el plano organizativo con la constitución formal y el lanzamiento público de la Corriente Sindical (o Intersindical, como también se la denomina) con un nombre definido y con un plan de trabajo por sectores y zonas, sino que esta decisión se pospuso para un nuevo Encuentro a celebrarse en una fecha aún no acordada.
Tan sólo se pudo avanzar en la declaración general de intenciones que resumimos en el apartado anterior y que consumió casi todo el tiempo de las discusiones en el plenario. Esto impidió el debate en comisiones inicialmente propuesto donde se debería haber avanzado en los aspectos organizativos mencionados.
Por otro lado, si bien el contenido de la declaración de principios acordada es aceptable en líneas generales, adolece de bastante ambigüedad en algunos de sus puntos, prestándose a diferentes interpretaciones los objetivos y fines de la misma, como queda de manifiesto en el hecho de que la constitución de la “Corriente Sindical (o Intersindical)” ni siquiera aparece enunciada como un objetivo específico. Se habla de “impulsar un sindicalismo enemigo de la conciliación de clases”, de “promover” e “impulsar” la organización de la clase trabajadora, etc. pero no se menciona a través de qué organismo o instrumento debemos o podemos hacerlo.
Corriente Sindical o espacio de coordinación
De hecho, el carácter y el objetivo que debería tener esta Corriente Sindical consumió gran parte de los debates en el plenario. Algunos compañeros volvieron a insistir en que “no era el momento” de lanzar una Corriente Sindical estructurada dentro de las empresas y sindicatos sino de mantener Encuentros de este tipo como simples mecanismos de coordinación de activistas, de apoyos a determinadas luchas, y de intercambio de información, de experiencias, etc.
Con todo el respeto que nos merecen estos compañeros, creemos que esta concepción ofrece horizontes muy limitados. La necesidad de construir una Corriente Sindical democrática, amplia, antipatronal y antiburocrática en las empresas y en los sindicatos se desprende de toda la situación objetiva. La contradicción principal del momento es que, por un lado, asistimos a un auge importante de luchas ofensivas de la clase trabajadora en el terreno económico y, por el otro, las direcciones burocráticas y propatronales son un obstáculo para el desarrollo exitoso de muchas de estas luchas. En muchos casos éstas se ven obligadas a encabezar los reclamos para no ser desbordadas o, como en el caso de los empleados públicos, atomizan, fraccionan y dividen las luchas sectorial y geográficamente para desgastarlas.
La amplitud de las luchas, su extensión por sectores, el malestar de los trabajadores tras años de congelamiento salarial y de pérdida del poder adquisitivo, las largas jornadas de trabajo, el descrédito de las direcciones sindicales, crean un terreno propicio para el desarrollo, la articulación y la extensión de una Corriente Sindical de oposición como describimos.
Si el activismo obrero autolimita su horizonte al sostenimiento de un mero espacio para intercambiar experiencias, o para desarrollar campañas de solidaridad con las luchas que dirigen los que integran este espacio, eso reduciría el enorme potencial de una Corriente Sindical a la conformación de un simple “comité de asistencia mutua”, formado por activistas sindicales aislados que firman declaraciones conjuntas, que crean “comités de apoyo” a determinadas luchas y poco más, circunscribiendo su esfera de actuación únicamente a las empresas, sectores o sindicatos donde tienen presencia estos activistas sindicales, pero que no articula mecanismos para su extensión y desarrollo allá donde no estamos presentes.
En nuestra opinión, la Corriente Sindical debería estar abierta a la participación de cualquier trabajador o grupo de trabajadores en cada empresa o sindicato, y no solamente a los componentes de los cuerpos de delegados o dirigentes gremiales reconocidos, debiendo aspirar a tener una composición de masas a nivel nacional, con miles de adherentes. Comenzando por aquellas empresas y sectores donde tengamos mayoría en los cuerpos de delegados y dirijamos comisiones internas o sindicatos.
Hasta ahora, allá donde el activismo obrero combativo dirigió o intervino en las luchas lo hizo en su propio nombre: como delegados o miembros de las comisiones internas del Subte, Garrahan, ferroviarios zona oeste del Gran Bs. As., ATE zona sur, Amsafe Rosario, Sutebas, etc. Por lo tanto, creemos que sería un enorme paso adelante que, de ahora en más, participáramos en las luchas bajo la bandera de la Corriente Sindical, para que cualquier trabajador entienda que el sindicalismo combativo, democrático y antiburocrático no se debe exclusivamente al carácter combativo y honrado de tal o cual dirigente sindical o cuerpo de delegados, sino a una determinada concepción de la lucha sindical y de los intereses de los trabajadores que se plasma en una herramienta organizativa como es la Corriente Sindical.
Si, de ahora en más, las luchas donde tenemos posiciones dirigentes las hiciéramos bajo el estandarte de la Corriente Sindical ayudaríamos a los trabajadores y luchadores más inquietos a interesarse por la Corriente Sindical y a que vean la necesidad de que se unan a nosotros para organizarla en su empresa, sector o sindicato. De esta manera las propias luchas que dirigiéramos actuarían como propaganda y serían la mejor vidriera para demostrar la efectividad y la necesidad de participar y extender la Corriente Sindical en todas las empresas, sectores y sindicatos.
¿Una tercera central sindical?
El debate en torno a si el objetivo de la Corriente Sindical debería ser luchar por recuperar los sindicatos para los intereses de los trabajadores o de crear nuevas organizaciones al margen de las ya existentes también ocupó un lugar en el Encuentro. La propia declaración final plantea como uno de los objetivos del sindicalismo combativo: “Que promueva la recuperación de los organismos propios de la clase trabajadora de acuerdo a lo que la misma clase decida democráticamente”. Esta afirmación, que nosotros compartimos en líneas generales, no obstante también deja un espacio para la ambigüedad.
Creemos que habría sido más correcto haber dejado en claro sin ambigüedades que el objetivo del sindicalismo combativo, y de la Corriente Sindical, debería ser trabajar dentro de las organizaciones sindicales de masas existentes, la CGT y la CTA, para tomar posiciones en las mismas y arrebatar a la burocracia el control de los sindicatos.
Nosotros no hacemos ningún “fetiche” de la CGT y la CTA, no nos guían propósitos doctrinarios. Simplemente reconocemos que el conjunto de la clase obrera organizada en la Argentina lo está en, y alrededor, de la CGT y la CTA, y que marginarnos de intervenir dentro de estas organizaciones simplemente significaría renunciar a enfrentar a la burocracia sindical y conquistar la dirección del movimiento obrero.
Toda la experiencia de luchas del último año y medio supuso un mentís rotundo a todas aquellas teorías que vaticinaban la decadencia de los sindicatos y de sus estructuras como herramientas en las luchas de los trabajadores. A pesar de la degeneración burocrática de las conducciones sindicales, cuando los trabajadores se mueven hacia la lucha indefectiblemente tienden a hacerlo a través de sus organizaciones tradicionales de masas. Es un hecho que el activismo obrero y combativo ha podido desplegar un papel dirigente en determinadas luchas y aparecer como referentes nacionales en la medida que conquistaron posiciones dentro de las estructuras sindicales en las empresas (cuerpos de delegados y comisiones internas) y en los sindicatos mismos (Sutebas, Amsafe, ATE Sur, ceramistas de Neuquén, etc).
Es verdad que, allá donde los dirigentes sindicales bloquean la lucha, se pueden desarrollar movimientos al margen de los sindicatos, como el que vimos de “autoconvocados” en sectores de docentes y salud. Pero también debemos ser conscientes que este tipo de iniciativas suelen tener una duración temporal, desapareciendo al concluir las luchas o porque la presión desde abajo obliga a reaccionar a los dirigentes sindicales, poniéndose a la cabeza de las mismas de manera que así los trabajadores reencuentran la utilidad de la organización sindical. Lo que debemos hacer es aprovechar estas experiencias allá donde estemos presente para convencer a los trabajadores de la necesidad de contar con sindicatos que respondan a nuestros intereses y de organizarnos en ellos para transformarlos y cambiar sus dirigentes.
Tratar de escindir los sindicatos por empresa, sector o zona significaría boicotear nuestra potencial influencia sobre la mayoría de los trabajadores que permanecen dentro de los sindicatos. Como hemos explicado en otras ocasiones, sería un gravísimo error separar en organizaciones diferentes los sectores más conscientes y avanzados de los trabajadores de los más atrasados o que todavía no sacaron conclusiones avanzadas de sus experiencias de lucha. Por el contrario, debemos utilizar nuestras posiciones sindicales para actuar como referentes de un sindicalismo clasista que ayude a desarrollar la Corriente Sindical y movimientos de oposición en el conjunto de las estructuras sindicales.
Lucha económica y lucha política
Un debate interesante surgió sobre la conveniencia o no de que la Corriente Sindical ofreciera un espacio para dar también una lucha política, o si debería circunscribir su actividad exclusivamente a la lucha económica.
Nosotros entendemos la lucha política en un sentido amplio. Toda acción sindical que tienda a hacer valer los intereses generales de la clase obrera y luchar por reivindicaciones que trascienden una empresa o sector individual tiene indudablemente un contenido político. Como lo son las luchas para derogar las leyes de reforma laboral reaccionarias o para instituir una ley a favor de la jornada laboral de 6 horas, por ejemplo. De la misma manera que es una lucha política, como se aprobó en el Encuentro, lanzar una campaña contra la visita de Bush a la Argentina en la próxima Cumbre de las Américas. Menos sentido tiene, si cabe, oponerse a esta última iniciativa particular cuando la propia dirección de la CTA anunció también su oposición a la presencia de Bush y anunció movilizaciones nacionales de protesta coincidiendo con el inicio de la Cumbre.
Exigir la liberación de los presos sociales, como también se aprobó en el Encuentro, es otro acto de acción política. Aquí no enfrentamos a un patrón particular. Sino al poder del Estado burgués personificado en sus leyes represivas y los jueces, lo que tiene un indudable contenido político.
Exigir el no pago de la deuda externa tiene un indudable contenido político antiimperialista. Tomar una posición sobre esto desde el punto de vista sindical es completamente correcto. El pago de la deuda externa es utilizado por los gobiernos capitalistas para justificar sus recortes y ajustes en los sueldos de los empleados públicos y en los gastos de salud y educación, y supone una transferencia de recursos intolerable de los bolsillos de los trabajadores hacia los pulpos financieros y las agencias imperialistas.
Vemos, por lo tanto, cuán equivocados resultan los planteos anarcosindicalistas de desconocer y oponerse a la acción política de la clase obrera, como si hubiera un muro de separación impenetrable entre la lucha económica y la lucha política.
Toda lucha sindical parte de una determinada concepción ideológica de interpretación de la realidad. El reconocimiento de la incompatibilidad de intereses entre la clase obrera y los patrones es un hecho político. De la misma manera que la concepción ideológica que justifica la conciliación de clases y la existencia de intereses comunes entre los trabajadores y los patrones, como defienden los actuales dirigentes de la CGT y la mayoría de los dirigentes de la CTA. La primera concepción tiende a desarrollar la lucha de los trabajadores hasta el final porque se basa en defender los intereses exclusivos de la clase obrera. La segunda, al aceptar como necesaria la división de la sociedad en clases sociales y al empresariado como dirigente natural de la sociedad, termina claudicando a sus intereses y limitando de antemano el alcance de las luchas obreras, buscando un compromiso que permita al empresario sostener su tasa de ganancia.
“Corriente Sindical” o “corriente político-sindical”
Es importante dejar constatado esto porque algunos compañeros prefieren hablar de “corriente político-sindical” y no de “Corriente Sindical”. Si el término “corriente político-sindical” que estos compañeros quieren adoptar obedece a esta concepción de la lucha sindical que analizamos en el apartado anterior, entonces no hay diferencias entre nosotros y no tendríamos problema entonces en aceptar esa denominación. No se trata de crear diferencias artificiales por una palabra de más o de menos.
Ahora bien, si lo que estos compañeros entienden por “corriente político-sindical” es una especie de partido-sindicato o que la “Corriente Sindical” deba definirse a sí misma como “socialista”, por ejemplo, entonces no estamos de acuerdo.
Estamos de acuerdo con la necesidad de la lucha política y de que la clase obrera argentina debe tener su propio partido de clase, socialista y de masas. Pero hay una diferencia entre un partido y un sindicato. Y toda la experiencia histórica demuestra que un sindicato o, para el caso, una Corriente Sindical, no pueden suplantar a un partido en la tarea de dirigir la lucha por la transformación socialista de la sociedad.
Los sindicatos agrupan a obreros de diferentes ideologías y concepciones políticas, y a trabajadores indiferentes políticamente. Es un gran frente único de la clase obrera por sus luchas económicas. Algunos tienen una conciencia socialista, pero otros muchos no. Algunos tienen claros los límites de la lucha sindical y otros mantienen ilusiones en el sistema y en que el capitalismo puede, más o menos, dar satisfacción a sus necesidades particulares. Debido a esta heterogeneidad en los niveles de conciencia un sindicato no puede dirigir la lucha por la revolución social, para lo que se requiere una homogeneidad de ideas y de concepciones políticas que sólo pueden ser proporcionadas por una conciencia socialista. El partido socialista de la clase debe agrupar a los trabajadores que ya alcanzaron este nivel de conciencia socialista. Y sólo en una situación revolucionaria, cuando las masas de la clase obrera abandonan sus ilusiones en el sistema capitalista, es cuando este partido, si ha sido capaz en el período anterior de enraizarse en el conjunto de la clase, podrá convencer a los sectores decisivos de la clase a que se le unan para luchar por el socialismo como única salida a la explotación capitalista.
Pero aquí de lo que estamos hablando es de formar una Corriente Sindical que dé la pelea en el seno de los sindicatos para tomar posiciones en su interior y estar en las condiciones de terminar con el dominio de la burocracia sindical. Por eso nos parecería un grave error pretender introducir la definición de “socialista” en la Corriente Sindical ya que eso crearía un obstáculo innecesario que podría impedir a miles de genuinos luchadores obreros, que actualmente no se consideran socialistas o que pueden tener prejuicios hacia las ideas del socialismo, participar hombro con hombro junto a nosotros dentro de la Corriente Sindical en esa pelea común contra la burocracia. Es más, la mejor manera de ganar a estos trabajadores para una concepción socialista sería en base a su experiencia participando junto a obreros socialistas dentro de esta Corriente Sindical amplia, democrática, clasista y antiburocrática.
La idea de crear una herramienta política de masas y socialista entre los trabajadores argentinos es muy importante y debemos abordarla, pero de forma paralela a la construcción de la Corriente Sindical, no suplantando una a la otra.
Contra el sectarismo anti-partido
En el otro extremo, están los compañeros próximos a concepciones anarcosindicalistas que se muestran contrarios a la participación de los sindicatos o de la corriente sindical en política. Ya analizamos en un apartado anterior la inconsistencia de estos planteos y la vinculación necesaria de la lucha sindical con la lucha política.
Qué duda cabe que en muchos de estos compañeros influyen sus malas experiencias pasadas como militantes en grupos sectarios o ultraizquierdistas. O el hecho de que agrupaciones relevantes de la izquierda tengan una concepción burocrática y estalinista del frente único por su actitud aparateadora y por su afán de dar ultimátums a los trabajadores (“o con nosotros, o contra nosotros”), asfixiando el libre debate de ideas y la democracia interna. Esto se vio agravado porque las direcciones de algunos de estos grupos, intuyendo que sus posiciones podrían encontrarse en minoría en el seno de la Corriente Sindical, boicotearon este espacio y exhibieron una actitud arrogante e insultante acusándonos a quienes participábamos en este nuevo espacio de ser “kirchneristas” y “una pata izquierda de la CTA”.
Por supuesto que estamos en contra de este tipo de métodos y actitudes, que únicamente demuestran el alejamiento de este tipo de gente de las verdaderas tradiciones y métodos democráticos del movimiento obrero. Pero esto es una cosa, y otra muy diferente es inferir de esas malas experiencias conclusiones equivocadas y desproporcionadas que pueden dañar el desarrollo y la libertad de expresión dentro de la Corriente Sindical.
Como se señala en otro de los puntos de la declaración, se trata de luchar por un sindicalismo: “Que desarrolle una organización sindical, independiente del Estado, los gobiernos, las patronales y los partidos políticos defendiendo el derecho de cada trabajador a participar en ellos y expresar sus ideas libremente”. Esto es correcto y creemos que debería ser interpretado de la siguiente manera: Cualquier organización obrera, y particularmente las organizaciones sindicales, deben gozar de una independencia absoluta, política y organizativa, del enemigo de clase: el Estado, los gobiernos, la burguesía y los partidos patronales.
Con respecto a las corrientes y agrupaciones políticas de la clase obrera, por supuesto es justo y correcto exigir también la independencia organizativa de las organizaciones sindicales respecto de aquellas: en sus finanzas, en su estructura interna, y en su aparato.
Ahora bien, la organización sindical, como cualquier organismo donde se aplique una genuina democracia obrera, debe permitir el derecho de cualquier trabajador, así como de cualquier tendencia o corriente política de la clase a participar y expresar libremente sus opiniones, ideas y programa en su seno, aceptando trabajar leal y honestamente en minoría si no convencen a la mayoría de la justeza de sus posiciones políticas y sindicales.
También sería un error mantener una actitud sectaria hacia aquellos trabajadores y dirigentes sindicales de vanguardia que militan en organizaciones políticas de izquierda cuyas direcciones mantienen una actitud sectaria y contraria hacia la corriente sindical. Hay que crear mecanismos de coordinación con este sector de la vanguardia, participando en luchas, acciones y encuentros comunes. Esta será la mejor manera de convencer a estos luchadores de lo equivocado de las posiciones de sus direcciones políticas para que las emplacen a unirse a nosotros en la tarea común de impulsar una Corriente Sindical fuerte y exitosa.
Qué programa
Aunque en reuniones previas al último Encuentro se propusieron diferentes modelos de programa a defender por la Corriente Sindical, la falta de tiempo en el último Encuentro impidió la discusión y aprobación de un programa general. Es por ello que, para un futuro debate, proponemos el siguiente que coincide en lo fundamental con otro anterior presentado por la Mesa Provisoria de la Corriente Sindical.
-Ningún pacto social UIA-CGT-CTA para frenar la lucha por el salario y el empleo digno.
-Salario equivalente a la canasta familiar de $1.800, con un piso salarial mínimo en el básico de $800.
-Reparto del trabajo en cada rubro de producción sin afectar el salario, para así acabar con la desocupación. Por el cumplimiento efectivo e inmediato de la jornada laboral máxima de 8 hs. y su reducción progresiva a 6 hs.
-No al empleo precario. Efectivización inmediata de los trabajadores contratados y "en negro" bajo convenio.
-No a la discriminación de la mujer trabajadora. A igual trabajo, igual salario.
-Introducción de la escala móvil precios-salarios. Indexación de los salarios con los precios cada 6 meses.
-Subsidio mínimo de $500 a todos los desocupados mayores de 16 años hasta que encuentren un trabajo, y sin obligación de prestación.
-Jubilación a los 60 años con el 100% del salario. Jubilación mínima por encima de la canasta de la pobreza (actualmente $787) para jubilados y pensionados.
-Por un plan de obras públicas, bajo control obrero, que atienda las necesidades de vivienda e infraestructura del pueblo trabajador y así dar trabajo a los desocupados.
-Reestatización sin compensación de todas las empresas privatizadas, bajo control obrero.
-Estatización sin compensación, y bajo control de los trabajadores, de todas las empresas que cierren o despidan trabajadores.
-Desconocimiento de la Deuda externa.
-Nacionalización y estatización de la Banca, monopolios, multinacionales y latifundios bajo el control de los trabajadores y sin compensación, para así planificar los recursos productivos en beneficio de la mayoría de la sociedad.
-Desprocesamiento y liberación de todos los luchadores populares encausados o presos.
Además la Corriente Sindical también debería defender un programa de democracia sindical que contemple, entre otras, las siguientes medidas:
-Elección y revocabilidad inmediata de cualquier dirigente, u ocupante de cargo sindical. por las bases.
-Que ningún dirigente sindical perciba un sueldo superior al salario medio de un obrero calificado.
-Que se abran los libros de contabilidad en cada sindicato para que puedan ser inspeccionados por los afiliados.
-Congresos anuales con delegados democráticamente elegidos por los afiliados en el ámbito correspondiente (empresa y territorio).
-Ningún acuerdo por empresa, sector o a nivel nacional sin la plena participación y decisión de los afiliados.
Conclusiones
Si bien el objetivo de la presente declaración es hacer un balance crítico del Encuentro Sindical Nacional celebrado a comienzos de agosto y profundizar el debate sobre las tareas que tenemos por delante los activistas obreros combativos que participamos en el mismo, somos muy optimistas por las perspectivas que se abren para este espacio que agrupa a los sectores más avanzados de la vanguardia obrera de nuestro país.
Es natural que siendo éste un espacio donde confluyen compañeros y compañeras procedentes de experiencias, trayectorias y concepciones políticas tan diversas, el proceso de construcción de un agrupamiento sindical que abarque a los sectores más conscientes y avanzados de nuestra clase, sea inevitablemente más lento de lo que a muchos nos gustaría.
No importa que el alumbramiento de la Corriente Sindical no se ajuste exactamente a las concepciones y deseos de cada uno de los luchadores, corrientes y tendencias que participamos en la misma. Eso no debe preocuparnos. Como decía Carlos Marx: “Más vale un paso adelante real del movimiento que cien programas correctos”. Lo importante es que en las próximas semanas el lanzamiento público de la Corriente Sindical sea una realidad para comenzar a trabajar y ofrecer una herramienta útil a miles de luchadores obreros que hoy combaten a las patronales y a la burocracia en todo el país. Nosotros tenemos plena confianza en que la experiencia y la maduración del movimiento lo llevarán a encontrar las tácticas, las concepciones y el programa correctos que permitan un desarrollo exitoso de la Corriente Sindical.
Buenos Aires, 31 de agosto de 2005
PD: Agradeceríamos cualquier comentario que nos hicieran llegar sobre el contenido de la presente declaración. Es nuestro interés iniciar un diálogo honesto y sincero con todos aquellos compañeros y tendencias que compartimos el mismo objetivo de impulsar una alternativa política y sindical a las actuales direcciones burocráticas y conciliadoras del movimiento obrero en nuestro país. Nos podés contactar escribiéndonos a elmilitante_argentina@yahoo.com.ar