Las luchas de los trabajadores contra la política de recortes sociales del PSD (Partido Social Demócrata, la derecha) y los despidos masivos llevó a la crisis de gobierno que desencadenó la convocatoria de elecciones anticipadas el 20 de febrero de e Las luchas de los trabajadores contra la política de recortes sociales del PSD (Partido Social Demócrata, la derecha) y los despidos masivos llevó a la crisis de gobierno que desencadenó la convocatoria de elecciones anticipadas el 20 de febrero de este año. En aquellas elecciones el pueblo portugués votó masivamente a la izquierda.
En su programa el Partido Socialista (PS) prometía el aumento de inversión en sanidad y educación y medidas para crear trabajo y acabar con el cierre de empresas. Desgraciadamente una vez en el gobierno dijeron que tenían que ser “realistas”: tenían que cumplir con el criterio de déficit presupuestario cero y la “flexibilización” del mercado de trabajo para sacar el país de la crisis. Es decir, continuar la misma política que llevó a cabo el PSD de beneficios a los grandes capitalistas portugueses mientras atacaba a los trabajadores.
Consecuentemente han recortado el dinero dedicado a gastos sociales, han aprobado medidas de congelación salarial a los funcionarios y han aprobado una contra-reforma laboral.
Los trabajadores que salieron a la calle contra las medidas anti-sociales del gobierno anterior no pusieron al PS en el poder para que llevara a cabo esa política. Por eso, no han dudado en salir a la calle para expresar su descontento en una oleada de huelgas. Desde el mes de mayo se han movilizado los profesores, los trabajadores de los hospitales, de correos, del textil, de transportes, los servicios de seguridad (Policía Nacional incluida), industrias eléctricas, metalurgia y trabajadores de la limpieza. El 17 de junio hubo una huelga general de la Administración Pública y el 15 de julio los trabajadores de la administración pública volvieron a salir a la calle junto a los médicos y los trabajadores del ferrocarril convocada por la CGTP-IN. Las jornadas fueron un éxito con más de un 75% de seguimiento. Sectores como la justicia, los transportes, recogidas de basuras, la agencia tributaria y los hospitales quedaron paralizados.
Su lucha va dirigida contra la reforma laboral que supone un ataque a la negociación colectiva y retraso en de la edad de jubilación, contra el aumento de los impuestos indirectos que afectan por igual a todos mientras las grandes fortunas gozan de beneficios fiscales, la restricción en la inversión pública, el cierre de empresas y por los aumentos saláriales muchos congelados desde hace años.
Con una inflación del 2,2 % oficialmente, una tasa de paro del 4,3%, un salario mínimo de 374,70 euros y congelaciones saláriales desde hace años los trabajadores están notando en sus carnes la crisis económica. Han entendido quienes están pagando el precio de la crisis, como dice una pegatina del PCP (Partido Comunista) “Basta de sacrificios para los mismos de siempre y de beneficios para los de costumbre”. De hecho las diez personas más ricas de Portugal tienen una fortuna evaluada en 7.552 millones de euros y que ha aumentado en el último año, en un periodo de crisis económica, entre un 24.6% y un 12,7%.
A consecuencia de estas movilizaciones el gobierno tuvo su primera crisis después de solo cuatro meses en el poder. El Ministro de Finanzas dimitió oficialmente por “cansancio y problemas personales” pero esto ha sido visto como un triunfo de las movilizaciones porque era el ministro que defendía con más contundencia los recortes sociales y era el mas odiado. No obstante, el nuevo Ministro de Finanzas aunque apuesta por un ritmo mas lento en los ataques ya ha dejado claro que seguirá aplicando la misma política.
Pero los trabajadores no están dispuestos a contentarse con esta medida. Después del descanso vacacional, los sindicatos CGTP-IN e incluso la UGT (sindicato socialista que no ha convocado las movilizaciones hasta ahora) han anunciado que las movilizaciones continuaran. Una huelga general unitaria de todo Portugal dejaría claro que clase de política quieren los trabajadores portugueses y presionaría al PS para atender sus reivindicaciones. La crisis en Portugal no es más que el reflejo de la crisis del capitalismo en todo el mundo. La necesidad de luchar por una sociedad socialista, a 30 años de la revolución de los claveles, está más vigente que nunca.