Ya están disponibles los resultados finales de las elecciones presidenciales y parlamentarias bolivianas, la escala de la victoria de Evo Morales, el candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS), es aún más grande de lo que indicaban los resultados p Ya están disponibles los resultados finales de las elecciones presidenciales y parlamentarias bolivianas, la escala de la victoria de Evo Morales, el candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS), es aún más grande de lo que indicaban los resultados provisionales. Ha conseguido en total más de 1,5 millones de votos, esto representa el 53,7 por ciento del total, frente al 28,5 por ciento del candidato de PODEMOS, Tuto Quiroga, el principal candidato de la oligarquía y el imperialismo. Es la mayor victoria conseguida por un candidato presidencial en los últimos treinta años y unas elecciones que también registraron una participación récord, más del 84 por ciento del electorado. Como comentamos en el artículo anterior, el número absoluto de votos podría haber sido incluso mayor si no hubiera sido porque el Consejo Electoral privó del derecho a voto a más de un millón de votantes que no habían votado en las anteriores elecciones municipales, muchos de los cuales habrían votado al MAS en estas elecciones.
En todos los departamentos andinos el MAS de Morales recibió un apoyo masivo, en La Paz un 66 por ciento frente a un 18 por ciento de Quiroga, en Cochabamba un 64 por ciento frente al 25 por ciento de Quiroga, en Oruro un 62 por ciento frente a un 25 por ciento, en Potosí un 57 por ciento frente al 25 por ciento y en Chuquisaca, un 54 por ciento frente al 30 por ciento de Quiroga. En El Alto, el epicentro de los recientes movimientos revolucionarios en Bolivia, el voto del MAS superó en algunas zonas el 70 por ciento. Esto es particularmente significativo porque el MAS tiene muy poca base organizada en esta ciudad obrera y sus resultados fueron muy pobres en las elecciones municipales de 2004.
Incluso en los feudos tradicionales de la oligarquía, el MAS alcanzó el 33 por ciento en Santa Cruz (donde PODEMOS ganó con un 41 por ciento) y un 31 por ciento en Tarija, donde Quiroga recibió el 45 por ciento. A pesar del dominio político que la clase dominante tiene en estos departamentos (que junto con Pando y Beni, los otros dos departamentos localizados en los llanos, son conocidos como la “luna creciente”), en ellos se han basado para el uso demagógico de la cuestión de la autonomía regional, Santa Cruz es uno de los centros de la industria manufacturera del país y en el campo hay un fuerte y militante Movimiento de Campesinos Sin Tierra (MST). Aunque la clase dominante ha intentado utilizar las cuestiones regionales (el llamado pueblo civilizado razonable de las llanuras de la “luna creciente”, frente al altiplano indisciplinado y revolucionario), está claro que la principal división es la de clase.
Estos resultados darán al MAS una mayoría cómoda en el congreso, con 72 de los 130 diputados, pero no ocurre lo mismo en el senado, donde ha conseguido 12 senadores frente a los 13 de PODEMOS, 1 del UN y 1 del MNR.
La victoria en las urnas es el resultado del movimiento en las calles
Esta victoria está bastante claro que es el resultado −aunque de una forma distorsionada− del movimiento de masas en Bolivia que comenzó con la guerra del agua en Cochabamba en 2001, cuando la insurrección popular en esta ciudad, que mantuvo a raya al ejército y al estado durante semanas, derrotó los intentos de privatizar el agua. Esta victoria dio la confianza a los trabajadores y campesinos de Bolivia y abrió un nuevo ciclo de lucha después de la dolorosa derrota de 1985/1986.
Este auge ascendente del movimiento incluyó, entre otros, los puntos álgidos de la insurrección de febrero de 2003, en la que también participó la policía con un motín, la insurrección revolucionaria de octubre de 2003, cuando el presidente Sánchez de Lozada fue echado del cargo, y el movimiento revolucionario de mayo-junio de 2005, cuando su sucesor, Mesa, también fue derrocado por el movimiento de masas. En este período las masas de trabajadores y campesinos han ido ganando cada vez más confianza en su propia fuerza, han planteando reivindicaciones más y más avanzadas, han transformado sus organizaciones tradicionales y en general han avanzado.
En al menos dos ocasiones han tenido la oportunidad de tomar el poder, en octubre de 2003 y en mayo-junio de 2005. En las dos ocasiones la dirección falló. En octubre de 2003 varias organizaciones estaban dirigiendo el movimiento, entre ellas la más importante era la confederación sindical nacional, la COB, el sindicato regional del COR en El Alto, y la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (FEJUVE). Un programa de huelgas escalonadas y bloqueos de carreteras poco a poco paralizó el país. Las masas coordinaron sus acciones mediante asambleas de masas (cabildos abiertos) y, después de la masacre de más de 80 personas en El Alto por parte de la policía y las fuerzas armadas, el movimiento culminó con una explosión de furia. La causa inmediata del movimiento fue la reivindicación de la nacionalización del gas, pero después de la masacre de El Alto, las masas de trabajadores y campesinos, dirigidas por los mineros que habían llegado caminando desde todos los distritos mineros, bajaron a la capital con un objetivo claro: derrocar al gobierno asesino de Sánchez de Lozada.
El gobierno quedó paralizado, no se atrevió a utilizar el ejército contra las masas por temor a empeorar aún más la situación. Sectores de oficiales del ejército publicaron una declaración oponiéndose a la privatización y venta del gas. Cuando los manifestantes bajaban desde El Alto a La Paz, con el objetivo claro de echar al presidente, la policía en uno de sus principales barracones de La Paz (que había participado en el motín de febrero de 2003), se hizo a un lado y ¡saludó a los furiosos manifestantes con el puño cerrado! Durante unas horas el poder estuvo en las calles y el gobierno oficial estuvo suspendido en el aire. Finalmente, Sánchez de Lozada huyó en helicóptero.
Sin embargo, en esas horas cruciales la dirección del movimiento, las figuras dirigentes de la COB, de la COR de El Alto y de la FEJUVE, realmente no sabían cual debía ser el siguiente paso. La clase dominante utilizó estos momentos de punto muerto para encontrar una solución a la crisis dentro de los límites de la democracia capitalista y puso al vicepresidente de Lozada, Mesa, en su lugar. La dirección del movimiento de masas vaciló y finalmente dio un margen de respiro a Mesa. En una extraordinaria reunión en la Asamblea Nacional Ampliada de la COB, los dirigentes sindicales reconocieron que podían haber tomado el poder pero que “carecían de un partido revolucionario”.
Pero Mesa se enfrentó a las mismas contradicciones que su predecesor. Cualquier intento de imponer más impuestos y regalías a los multinacionales provocaría la furia de los empresarios, cualquier compromiso que fuera aceptable para estos buitres sería inaceptable para el movimiento de masas. Incapaz de reconciliar estos intereses de clase irreconciliables, Mesa se enfrentó a otra insurrección revolucionaria en mayo-junio de 2005.
En esta ocasión el movimiento estaba en un nivel más elevado. Su principal reivindicación era la nacionalización del petróleo, muchos entendían que esto sólo se podría conseguir, no sólo derrocando al gobierno, sino cambiando de manera fundamental la forma en que se gobernaba Bolivia. Esto se pudo ver en docenas de resoluciones aprobadas en sindicatos locales, sindicatos campesinos, organizaciones vecinales y en los cabildos abiertos de masas. En una de estas reuniones de masas en La Paz, con cientos de miles de trabajadores, campesinos, mineros y otros, la reivindicación principal era un gobierno de trabajadores y campesinos.
La clase dominante intentó sustituir a Mesa con una línea dura que ellos pensaba sería capaz de garantizar la puesta en práctica de sus políticas con relación a la venta del gas: su alternativa era el presidente del senado Vaca Díez. Incapaces de conseguir que el parlamento se reuniera en La Paz, lo trasladaron a Sucre. Pero fueron seguidos por el movimiento de masas, con decenas de miles de mineros y campesinos bloqueando la ciudad. El Alto fue declarado por las organizaciones en lucha como “el cuartel general de la revolución boliviana del siglo XXI”. En una reunión histórica acordaron la creación de la “Asamblea Nacional Popular [indígena] Originaria”, con el objetivo de reemplazar el sistema democrático burgués con este órgano de gobierno directo de los oprimidos, las masas de trabajadores y campesinos bolivianos.
Pero este paso se había dado demasiado tarde. Después de casi un mes de huelga general, las masas estaban comenzando a cansarse y una vez más la clase dominante fue capaz de encontrar una salida constitucional. No tenían la suficiente confianza para utilizar al ejército contra las masas. Varios generales de alta graduación, reflejando una corriente subterránea más profunda dentro del ejército, que pocos días antes habían declarado que estaban al lado de la población, exigieron la dimisión del gobierno y su sustitución por un gobierno de trabajadores y campesinos. La clase dominante se vio obligada a dar un paso a atrás y en lugar de su candidato favorito, Vaca Díez, tuvieron que sustituir a Mesa con Rodríguez, el presidente del Tribunal Supremo.
El movimiento revolucionario, descarrilado de este modo por segunda vez, retrocedió y todo el movimiento se canalizó hacia unas nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias que fueron convocadas en diciembre de 2005. La aplastante victoria electoral del MAS en las elecciones de diciembre fue la expresión, aunque distorsionada, del movimiento ascendente de las masas durante los últimos cinco años.
El papel de los dirigentes del MAS en el movimiento
La pregunta es la siguiente, ¿qué papel jugaron Evo Morales y el MAS en esos acontecimientos? Durante los momentos cruciales de la insurrección de octubre de 2003, Evo Morales estaba haciendo una gira por Europa y no jugó ningún papel en absoluto, sólo regresó poco después para apoyar el nuevo gobierno Mesa, que demostró ser incapaz de resolver nada. En 2004, cuando Mesa convocó el referéndum en el cual las preguntas se planteaban de tal forma que realmente eran un truco para aprobar su política de medio camino, los dirigentes del MAS apoyaron el referéndum mientras todas las demás organizaciones de masas defendían el boicot. Debido al papel que jugó en ese período, Evo formalmente fue expulsado de la COB. En las elecciones municipales de 2004 los resultados del MAS fueron desalentadores, particularmente en sus principales feudos, reflejando un cierto grado de voto de protesta contra el partido por no haber jugado ningún papel en el movimiento de masas.
En el movimiento de mayo-junio, los dirigentes del MAS defendieron la consigna del 50 por ciento de regalía, mientras el movimiento de masas luchaba por la nacionalización y fueron un instrumento para conseguir la sustitución de Mesa por Rodríguez, cuando el movimiento estaba claramente intentando tomar el poder.
Pero al mismo tiempo, debemos comprender que la base del MAS no es lo mismo que sus dirigentes. La base del MAS, particularmente los campesinos cocaleros, los mineros cooperativistas y también varias organizaciones regionales de la COB, participaron activamente en los dos movimientos revolucionarios. En realidad, en mayo-junio de 2005, las masas de campesinos organizados del MAS que marcharon hacia la capital, adoptaron la consigna de la nacionalización en contra de lo que defendían sus dirigentes que era un 50 por ciento de las regalías. El líder campesino del MAS y senador, Ramón Layza, admitió abiertamente que”hemos sido superados por nuestra propia base” y frente a un cabildo abierto de masas dio al gobierno Mesa un ultimátum, o nacionalizaba el gas o sería derrocado.
Después de dos oportunidades revolucionarias consecutivas frustradas, pero realmente sin ser derrotados y todavía con un sentimiento de confianza y fuerza, toda la atención de las masas se giró hacia el frente electoral con la convocatoria de las elecciones presidenciales y parlamentarias de diciembre de 2005.
Las masas vieron el voto a Evo Morales y el MAS como la continuación del mismo movimiento ascendente, la única manera concreta en la que poder expresarse en ese momento particular. Para la masa de trabajadores normales la elección era clara, si tenían alguna oportunidad de conseguir sus objetivos mediante las urnas ¿por qué no intentarlo? Después de todo, el camino más doloroso de la movilización de masas y la insurrección ya lo habían intentado −en tres ocasiones− y ante sus ojos era ese movimiento el que había traído estas elecciones. Para ellas era votar a favor de la nacionalización del gas, por la reforma agraria, contra la política neoliberal puesta en práctica desde la derrota de 1985, el reconocimiento de los derechos democráticos y nacionales de la mayoría indígena (originaria) de la población. Este sentimiento es lo que ha provocado la victoria masiva del MAS y Evo Morales en estas elecciones.
Desafortunadamente, los dirigentes de las principales organizaciones obreras en Bolivia no fueron capaces de comprender totalmente este ambiente y encontrar una forma de relacionarse con él. En la asamblea de El Alto sólo unos días antes de las elecciones de diciembre, los representantes de la COR de El Alto, la COB y la federación de mineros, aprobaron una resolución donde anunciaron el final de la tregua que habían declarado en mayo-junio y declaraban que ninguno de los candidatos cumplía las aspiraciones del movimiento de masas como se expresó en la “agenda de octubre”. Básicamente era una postura abstencionista que les alejaba totalmente de las masas que fueron en masa a votar a Evo Morales y contra el candidato de la oligarquía, Tuto Quiroga.
Correctamente, las masas consideran el triunfo de Evo Morales como su victoria. Precisamente esto es lo que preocupa a las multinacionales y al imperialismo. Temen que Evo Morales ceda a la presión del movimiento revolucionario que le ha aupado al poder o bien que sea barrido por él. Por eso su reacción ha sido cautelosa. Por eso habrían preferido una victoria más pequeña y que el MAS no controlara el parlamento, de esta manera la presión de la clase dominante se podría haber ejercido más directamente.
La experiencia del movimiento de trabajadores y campesinos en el último período pesará mucho en su manera de pensar y en la forma de relacionarse con el nuevo gobierno. Evo Morales estará bajo una gran presión para que cumpla y lo haga relativamente rápido.
¿A qué desafíos se enfrenta el nuevo gobierno?
El gobierno de Morales jurará el 22 de enero. Estará bajo una enorme presión de las multinacionales, particularmente por la cuestión del gas y el petróleo. Desde el mismo principio el imperialismo y sus agentes han estado ejerciendo una presión “ligera” para conseguir que el nuevo gobierno garantice los derechos e inversiones de las multinacionales del gas. Debemos recordar que las reservas petroleras de Bolivia son las segundas del continente americano después de las venezolanas. Hasta ahora las multinacionales habían cogida una parte grande del pastel prácticamente gratis.
Tan pronto como se supieron los resultados provisionales y que Evo Morales era el ganador de las elecciones, por un margen mucho mayor que el anticipado por las encuestas electorales, la maquinaria del imperialismo “democrático” comenzó a moverse. El Club de Madrid inmediatamente invitó a Morales a hacer una gira por varios países donde le dirían que abandonara su lenguaje radical y garantizara los “derechos” de las multinacionales del gas. Visitó España y Francia, los dos países con fuertes intereses en los campos de gas de Bolivia (la empresa española Repsol es una de las principales saqueadoras de este recurso natural boliviano). También visitó Sudáfrica, para conocer la experiencia de la “transición democrática” de este país. El Club de Madrid es descrito como un “grupo influyente de antiguos líderes mundiales”, incluye personas como Bill Clinton, los antiguos presidentes españoles Suárez y Calvo Sotelo (los dos de derechas), Felipe González (socialdemócrata de derechas) y más recientemente Aznar, e irónicamente también a Sánchez de Lozada (el presidente boliviano derrocado por el movimiento de masas) y al propio Tuto Quiroga (el principal rival de Evo Morales en las elecciones, que participa en calidad de anterior presidente de Bolivia).
La parte sudafricana de su gira está coordinada por la ONG Idasa, que forma parte de la Fundación Nacional para la Democracia, patrocinada por el Movimiento Mundial Democrático (es decir, una de las principales herramientas de la política imperialista de EEUU). Un artículo aparecido en el periódico sudafricano Daily Star dejaba claros los objetivos de la visita cuando citó las palabras de uno de los organizadores: “Morales tiene la cuestión de cómo llevar a los militantes y dirigentes empresariales de derechas −así como a los militantes de izquierda− al proceso y Mulder puede ayudarle con eso”. Mulder no es el agente del FBI que busca alienígenas en Expediente X, sino el líder del partido de extrema derecha pro-apartheid de Sudáfrica, el Frente por la Libertad, ahora incorporado amablemente a la política capitalista “democrática”.
En su artículo el Daily Star continuaba con su análisis de Morales: “Aunque Morales ha alarmado a los conservadores, algunos sudafricanos que se han reunido con él creen que su retórica en su mayor parte está diseñada para el consumo popular y que Morales es más un nacionalista que legítimamente busca un mejor acuerdo para su pueblo. Creen que es un diamante en bruto que perderá algunos de sus filos ásperos y se pulirá más cuando realmente tenga el mando de su país”. Lo que está diciendo la clase dominantes, en la pluma del escritor del Daily Star, es: “podemos garantizar que Morales entrará en razón, abandonará todo este lenguaje radical y utilizará su autoridad entre las masas para implantar nuestra política”.
Esta es una reacción muy similar a la de un sector de la clase dominante venezolana y el imperialismo poco después de la elección de Hugo Chávez en 1998, intentando agasajarlo para ver si podían comprarlo.
En otros lugares se han hecho varios gestos similares en la misma línea. Por ejemplo, apenas unos días después de las elecciones, el 21 de diciembre, el FMI decidió cancelar su deuda con Bolivia. Ésta ascendía a 285 millones de dólares, que representa el 6 por ciento de la deuda externa total del país que alcanza los 4.500 millones de dólares. Esta decisión forma parte del Programa para los Países Pobres Altamente Endeudados, es el resultado de la evaluación del FMI de la política fiscal y económica aplicada por los gobiernos bolivianos durante los últimos años.
Se trata de un regalo particularmente venenoso. El FMI le está diciendo a Morales: seremos buenos contigo si continúas con la misma política económica que tus predecesores. Pero precisamente estas política económica de ajuste brutal es lo que provocó las condiciones de miseria, pobreza y desigualdad que sufre la mayoría de la población y contra las que luchó el movimiento de masas. En otro caso el mensaje no estaba claro, Theresa Paiz-Fredel, la principal analista boliviana de la empresa asesora de valor Fitch, presagió: “En el futuro inmediato, el valor del crédito boliviano estará determinado por el pragmatismo económico y político del presidente electo Evo Morales y su capacidad de afrontar las demandas de los movimientos sociales más radicales”. La insolencia y la arrogancia de estas criaturas cuando se trata de gobierno, que al menos formalmente son soberanos, ¡no conoce límites!
Ofertas similares ha hecho el gobierno español, que ofreció la cancelación de parte de la deuda. El ministro de exteriores español insistió en la necesidad de “fortalecer las garantías legales y el concepto de negociación para resolver las controversias”. Revelando el papel real de los llamados gobiernos democráticos bajo el capitalismo (es decir, el de servir a los intereses del capital privado), Moratinos reveló claramente que él está defendiendo los “intereses de las empresas españolas en Bolivia”. Un portavoz del palacio presidencial francés utilizó unas palabras casi idénticas después de la visita de Morales. Pretende estar preocupados por las “garantías legales” de las inversiones de estas empresas en Bolivia, resulta algo irónico si consideramos que sus contratos de extracción del petróleo y el gas técnica son ilegales porque nunca fueron ratificados por el parlamento como requiere la ley boliviana. Lo que están pidiendo el gobierno socialdemócrata español y el gobierno de derechas francés es la legalización del saqueo y robo que estaban realizando estas empresas.
Las visitas a Cuba y Venezuela
Pero Evo Morales, para sorpresa del Club de Madrid, cambió su agenda y visitó Cuba y Venezuela donde fue recibido con honores de jefe de estado. Esto es bastante significativo porque es un gesto claro de desafío al imperialismo. En ambos países dejó claro que se siente parte de una nueva alianza “antiimperialista” en América Latina.
En Cuba, donde se reunión con Fidel Castro, firmaron varios acuerdos, incluidas 5.000 becas para jóvenes bolivianos para estudiar medicina en Cuba, el desarrollo de hospitales oculares en Bolivia para realizar operaciones quirúrgicas a más de 50.000 pacientes al año, una ayuda cubana para el desarrollo de un programa para erradicar el analfabetismo en Bolivia en 30 meses. En realidad son programas muy similares a los desarrollados por el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela.
Mientras que en Venezuela, también firmó varios acuerdos, incluida una ayuda de 30 millones de dólares a Bolivia para financiar programas sanitarios, educativos y otros programas sociales, además de 5.000 becas para estudiantes de medicina y la oferta de petróleo venezolano a cambio de productos agrícolas bolivianos (principalmente soja). También en Venezuela Evo Morales reiteró que: “Estamos aquí uniéndonos a seta lucha anti-neoliberal y antiimperialista”.
Desde el punto de vista del imperialismo este tipo de acuerdos son muy peligrosos. EEUU quiere imponer un modelo de acuerdos de libre comercio que básicamente significan el derecho de las multinacionales a tener libre e incontrolado acceso a los recursos naturales y mercados, que precisamente es la esencia del imperialismo. Estos acuerdos, por otro lado, a las masas de América Latina las transmite la idea de que es posible tener un modelo de desarrollo económico basado en la cooperación y la solidaridad, no en el saqueo y la explotación. Obviamente, en la medida que se mantiene la propiedad privada de los medios de producción en Venezuela y Bolivia, estos acuerdos tendrán un alcance limitado.
Estas visitas de Morales también son muy significativas desde el punto de vista político porque subrayan el carácter continental de la revolución que de este modo queda más claro ante los ojos de las masas. Los procesos que están teniendo lugar en un país afectan al continente en su conjunto, porque en todos ellos existe una situación similar. La victoria del movimiento en un país, un paso adelante en el frente electoral una insurrección revolucionaria en otro país, todo tiene el efecto de animar al movimiento de masas en todo el continente en una espiral ascendente.
El socialismo o el “capitalismo andino”
¿Qué tipo de político implantará el gobierno del MAS? Merece la pena mirar lo que Evo Morales ha declarado sobre lo que hará en las principales cuestiones. Con relación a la nacionalización del gas, que fue el tema central de las últimas dos insurrecciones, Evo Morales ha dejado claro que nacionalizará sólo en el sentido de recuperar la propiedad estatal del gas y el petróleo que se extrae, pero que no expropiará a las empresas multinacionales que tienen acuerdos para las operaciones. Esto significará la revisión de todos los contratos, se pedirá a las multinacionales que paguen impuestos y regalías más altas y que se conviertan en socios del estado boliviano en sus operaciones.
En sus propias palabras: “Nacionalizaremos los recursos naturales, el gas y los hidrocarburos. No vamos a nacionalizar los bienes de las multinacionales. Cualquier estado tiene el derecho a utilizar sus recursos naturales. Debemos establecer nuevos contratos con las empresas petroleras basados en el equilibrio. Vamos a garantizar los reembolsos de su inversión y sus beneficios, pero no vamos a saquear ni robar”.
Las reservas de gas bolivianas son enormes y pueden ser una empresa muy rentable para las multinacionales. Si ven que no tienen otra alternativa, después de presionar tanto como puedan al gobierno, probablemente firmarán los nuevos contratos, por temor a perder todo o que otra empresa se lleve el contrato.
Está claro que Evo Morales es extremadamente entusiasta al tranquilizar a las multinacionales y que serán capaces de continuar haciendo negocios en el país, que sus bienes e inversiones no están amenazados. En realidad, ha adoptado una decisión simbólica, incluso antes de haber jurado el cargo, y es seguir adelante con la venta de la mina de hierro Mutun. La venta de este yacimiento, que contiene una de las mayores reservas de hierro y manganeso del mundo, cuenta con la oposición de las organizaciones sindicales, campesinas, ecologistas y además de las organizaciones locales del MAS en Santa Cruz, que es la zona donde está localizado. El presidente Rodríguez, bajo la presión de los diputados del MAS, había suspendido la venta hasta que entrase el nuevo gobierno. Pero en una reunión con los representantes de la oligarquía de Santa Cruz, organizada por el Comité Cívico de Santa Cruz, Evo Morales anunció que la venta seguiría adelante como estaba planificado. También prometió a los empresarios de Santa Cruz que respetaría su petición de “autonomía”.
Evo Morales también ha prometido abolir el decreto 20.160, que es el marco legal para la política neoliberal aplicada por todos los gobiernos durante los últimos veinte años y que incluye el derecho a contratar y despedir.
Con relación a la reforma agraria, los dirigentes del MAS han declarado que se concentrarán en la distribución de la tierra sin título, en lugar de la expropiación de los latifundios. En la cuestión extremadamente importante de las plantaciones de hoja de coca, Evo Morales ha dicho que inequívocamente está en contra de su erradicación, como exigía EEUU.
Evo Morales también ha prometido convocar la Asamblea Constituyente dentro de seis meses. Como hemos explicado antes, la idea de la Asamblea Constituyente fue defendida y promovida durante los recientes movimientos revolucionarios como una manera de desviar la atención de las masas, hacia lo que en realidad es otro parlamento burgués con un puñado de nuevos poderes. En un momento en donde el movimiento revolucionario de los trabajadores y campesinos está, en la práctica, luchando por el poder, plantear la consigna de la Asamblea Constituyente estaba totalmente fuera de lugar y hacia el juego a la reacción. En realidad, el propio Club de Madrid ha estado promoviendo activamente esta cuestión, junto con las agencias de la política exterior estadounidense, como la Fundación Nacional para la Democracia, el Banco Mundial, etc., Han proporcionado una ingente cantidad de dinero para comprar a organizaciones de base para defender esta idea.
Para las masas de trabajadores y campesinos bolivianos el hablar de la Asamblea Constituyente tiene un significado totalmente diferente, básicamente para ellos significa el final del actual sistema capitalista establecido, que también se basa en la antigua discriminación de los pueblos indígenas, que son la mayoría del país, y que su poder debería pasar a las manos de los trabajadores y campesinos. La clase dominante y los reformistas están intentando utilizar las aspiraciones democráticas legítimas de las masas en un mentidero para desviarlas del camino de la revolución.
Está todavía por ver en que condiciones se convocará (que poderes tendrá, que método de elección adoptará, con que reglas), pero lo que está claro es que su convocatoria probablemente concentre la atención de las masas. Mientras explican que mientras la economía esté en manos de las multinacionales y los monopolios, y no en manos de los trabajadores y campesinos, ninguna reforma constitucional puede realmente ofrecer una solución, los revolucionarios deben intentar luchar dentro del proceso de la Asamblea Constituyente para conseguir las reformas democráticas más avanzadas. Cuando se lance la Asamblea Constituyente, el movimiento revolucionario, a menos que en ese momento sea capaz de plantear la cuestión del poder, no tendrá otra alternativa que participar en ella y utilizarla para agitar con un programa revolucionario.
Es demasiado pronto para decir precisamente qué política podrá en práctica el gobierno del MAS. Si es como en Venezuela, si es consistente en la aplicación de toda una serie de reformas progresistas, si se enfrenta a la cólera del imperialismo y la clase dominante local, o si por otro lado adopta una política modera, vacilante, diseñada a “no alterar a la oligarquía porque la correlación de fuerzas no es la adecuada”, si hace esto último correrá el riesgo de desmoralizar a su propia base social de masas o puede provocar un movimiento contra el mismo gobierno que lleve a las masas al poder.
Una cosa está clara, Álvaro García Linera, el nuevo vicepresidente, ha dicho que el socialismo está fuera del orden del día… ¡Durante los próximos cincuenta años! Su postura es que las condiciones para el socialismo en Bolivia no existen porque: “Por un lado el proletariado demográficamente es una minoría y no se puede construir el socialismo sin el proletariado. En segundo lugar, el potencial de la comunidad urbana y agraria está muy debilitado”. Por lo tanto, él dice que la alternativa es que el estado encuentre los recursos (mediante impuestos y regalías a las multinacionales) para proteger, nutrir y desarrollar una actividad industrial basada en la pequeña escala familiar y esto es lo que él llama “capitalismo andino”. La idea es que después de cincuenta años esta política conseguirá desarrollar el “potencial para la emancipación por parte del proletariado”. Estas ideas en realidad no son nada nuevo. Son simplemente una nueva versión de la vieja teoría de las dos etapas defendida hace más de cien años por los reformistas en el seno del movimiento obrero ruso. Y eran tan incorrectas entonces como lo son ahora.
Estos argumentos se pueden responder fácilmente. En primer lugar, no es cierto que la clase obrera en Bolivia sea pequeña. El número real de trabajadores manufactureros ha aumentado continuamente durante los años noventa. Es cierto que los mineros han sido diezmados después de la derrota de 1985-1986, cuando fueron despedidos 20.000 mineros, pero debido a sus tradiciones y la memoria histórica del papel que han jugado en las anteriores revoluciones en Bolivia, todavía jugarán un papel crucial.
Se vio claramente en la insurrección de octubre de 2003, cuando la llegada de dos columnas formadas por miles de mineros armados con cartuchos de dinamita fue crucial para el derrocamiento de Sánchez de Lozada. De manera similar, en mayo-junio de este año, fueron los mineros los que jugaron el papel clave en la batalla de Sucre cuando el movimiento impidió que el congreso nombrara al candidato de la oligarquía: Vaca Díez.
Precisamente por estas razones, los mineros, aunque no sean el sector más grande de la clase obrera, tienen el control político de la COB. El Alto mismo, que ha sido el punto focal de las insurrecciones más recientes, es una ciudad masivamente obrera, el 50 por ciento de sus habitantes en edad de trabajar son trabajadores asalariados. Incluso si la cuestión quedara reducida a números, la clase obrera en Bolivia hoy es mucho más poderosa y representa un porcentaje mucho mayor de la población total que en la Revolución Rusa de 1917. En Bolivia las tradiciones de la clase obrera son tan fuertes que incluso los campesinos llaman a sus organizaciones sindicatos, la Asamblea Ampliada de la COB siempre se ha concebido como un órgano en el cual otros sectores (campesinos y estudiantes, por ejemplo) pueden enviar a sus delegados. Por otro lado, es asombroso que después de los años recientes de movimientos de masas colectivos altamente organizados y disciplinados, alguien diga que no existe potencial “comunitario” en Bolivia (asumiendo que esta palabra significa potencial para la acción colectiva).
Si se mira el desarrollo de las estructura de la lucha en El Alto durante las últimas dos insurrecciones, se podrá ver el surgimiento de las mejores tradiciones del movimiento obrero con los mejores aspectos de las formas tradicionales de organización de los pueblos Aymara y Quechua. Muchos residentes de El Alto son antiguos mineros expulsados de las minas por la “masacre blanca” después de la derrota de 1985-1986, cuando despidieron a 20.000 mineros. Durante el punto álgido del movimiento se celebraron diariamente reuniones de masas (cabildos abiertos) en cada barrio y decidían todos los aspectos de la lucha y la gestión diaria de la comunidad. Estos cabildos estaban coordinados por portavoces elegidos a través de la Federación de Juntas Vecinales (FEJUVE) y la organización regional de los sindicatos, la COR de El Alto.
Las Tesis de Pulacayo, adoptadas por la federación de mineros den 1946, ya da una respuesta por adelantado a todas estas cuestiones. Las tesis, que entonces se convirtieron en el documento programático de los trabajadores y campesinos bolivianos dicen lo siguiente: “Bolivia es país capitalista atrasado. Dentro de la amalgama de los más diversos estadios de evolución económica, predomina cualitativamente la explotación capitalista, y las otras formaciones económico-sociales constituyen herencia de nuestro pasado histórico. De esta evidencia arranca el predominio del proletariado en la política nacional”. Y añaden: “El proletariado se caracteriza por tener la suficiente fuerza para realizar sus propios objetivos e incluso los ajenos. Su enorme peso específico en la política está determinado por el lugar que ocupa en el proceso de la producción y no por su escaso número”.
Toda la experiencia demuestra que sobre la base del capitalismo no es posible desarrollar una economía atrasada como la de Bolivia, particularmente en la época de dominio del capital monopolista. La historia de Bolivia es una sucesión de ciclos de explotación de los recursos naturales. En primer lugar fue la plata durante el período colonial español, después el estaño, ahora el gas. En cada uno de los casos, estos recursos fueron agotados y todos los beneficios sacados del país, y al final de cada ciclo las masas bolivianas se quedaban tan pobres como estaban al principio, si no más. Sólo si estos recursos naturales y los principales sectores de la economía se ponen firmemente en las manos de los trabajadores y campesinos de Bolivia, podrán planificarlos democráticamente y utilizarlos para el beneficio de la mayoría de la población. El MAS y el movimiento de masas de trabajadores y campesinos en general se enfrentarán a una severa elección: socialismo o barbarie.