Los teroristas votados para el podedr, ése era el titular en la primera página de un periódico británico un día después de conocerse los resultados de las elecciones parlamentarias que ganó Hamás con 76 de los 132 escaños del Consejo Legislativo Palestino (The Daily Telegraph 27/1/2006). Los medios de comunicación en general han descrito la victoria de Hamás como “alarmante”, “asombrosa”, “un terremoto”, etc.
Al Fatah, el movimiento nacionalista fundado hace más de 35 años por Yasser Arafat y que ha sido el principal protagonista del llamado “proceso de paz” con Israel, sólo consiguió 43 escaños en las primeras elecciones celebradas en una década.
Merece la pena mencionar que el Consejo Legislativo Palestino (CLP) es en realidad un órgano que no tiene poder real o efectivo. Cualquier acuerdo que se pueda alcanzar entre la Autoridad Palestina (AP) y el estado israelí durante el período interino “no debería tener efecto y debería ser declarado nulo ab initio”. (Ver artículo 18 de la Declaración de Principios. 1993).
Los 1,3 millones de palestinos dentro de la llamada Línea Verde y los millones de refugiados fuera de Israel /Palestina fueron excluidos de las votaciones. ¡Esa es la mayoría de los palestinos!
Los gobiernos occidentales han expresado mucha cautela con Hamás después de su victoria, amenazando con cortar la ayuda económica a la AP, diciendo que un gobierno palestino con un grupo islámico en el poder no sería reconocido, o que se negociaría sólo en ciertas condiciones, aumente expresaban su satisfacción por lo que llaman un proceso democrático aunque haya llevado al poder a un movimiento islámico.
Hamás había declarado el alto el fuego hace más de un año. Dicen que es responsable de la muerte de más de 400 civiles israelíes y de unos 58 atentados suicidas durante los últimos cinco años.
Hamás (Haraket al-Mukawama al-Islamiyya – “Movimiento de la Resistencia Islámica”) o “entusiasmo”, se describe a sí mismo como una rama de la Hermandad Musulmana y vinculado con la “cadena de la Yihad” mediante Izz al-Din al-Qassam (líder de la revuelta de los años treinta). Hamás comenzó como una organización de caridad con una situación de legalidad garantizada por Israel en los años setenta, financiada, directa e indirectamente, por Israel. “Israel siempre inclinado a apoyar en los momentos decisivos, salieron a la superficie como otros seguidores del Islam, comenzó a financiar a la Hermandad Musulmana y al movimiento islámico palestino Hamás”. (Saiid Aburrís. Brutal Friendship. p. 62. Jochen Hippler y Andrea Lueg. The Next Treta. p. 128). Aburish también dice que el movimiento islámico palestino Hamás recibió dinero de Arabia Saudita para “impedir que Arafat se hiciera demasiado poderoso”.
Fue una política consciente, “un intento” de hacer lo que dijo un antiguo funcionario de la CIA: “dividir y diluir el apoyo fuerte a la secular OLP utilizando una alternativa religiosa competidora”. En realidad, la política del imperialismo en aquel momento era ayudar, apoyar y financiar a grupos islámicos para ser utilizados como contrapeso de los movimientos nacionalistas árabes y de izquierda.
Cuando estalló la primera Intifada ni la OLP -en aquel momento exiliada en Túnez- ni Hamás hicieron nada para iniciar o liderar la revuelta. La dirección de los que eran conocidos como los “lanzadores de piedras” de la Intifada salió de los militantes de la OLP dentro de los movimiento populares de los Territorios Ocupados, además de las prisiones. Fue una dirección secular basada en estudiantes, sindicalistas, organizaciones de mujeres etc. Hubo huelgas de masas en las que participaron más de 60.000 trabajadores que paralizaron la construcción israelí y la agricultura, además de fábricas y centros de trabajo, provocando enormes pérdidas a la economía. El movimiento de masas en Cisjordania hizo más por la causa palestina en pocos meses que Arafat y compañía en treinta años.
Hamás se estableció en 1988 bajo la presión de sus militantes que querían tomar parte activa en la Intifada. La constitución de Hamás defendía la destrucción del estado de Israel, Palestina como parte del mundo musulmán y una posición anticomunista. Después de la masacre de al-Aqsa a finales de septiembre de 2000, Hamás inició sus atentados terroristas dentro de Israel con objetivos principalmente civiles. La primera Intifada no consiguió sus objetivos cuando su dirección se acomodó tanto a la dirección oficial de la OLP como a los Acuerdos de Oslo. Desde el principio, la dirección de la Intifada, Marwan Barghoutti (actualmente en una prisión israelí), probablemente sigue siendo la figura principal que representa la “continuación” del grupo resentido de activistas.
Cuando en la primera Guerra del Golfo Arafat se puso al lado de Saddam Hussein, el apoyo a la OLP en occidente, que había aumentado con la Intifada, en gran parte desapareció. Hamás hizo un llamamiento tanto al régimen iraquí como a EEUU para que retiraran sus fuerzas. Con ninguna alternativa a la dirección de la OLP, Hamás vio la oportunidad: “Si Saddam Hussein perdía la guerra, como parecía probable, la OLP se encontraría más debilitada y el apoyo a Hamás aumentaría. Además, como consecuencia de la guerra, disminuirían los fondos a la OLP aumentando el número de palestinos que abandonaría la OLP para unirse a Hamás. El dinero que llegaba de los estados del Golfo cambió de dirección y acabó en las arcas de Hamás.
La Autoridad Palestina, haciendo el trabajo para los israelíes, arrestó a miles de seguidores de Hamás e incluso prohibió las Brigadas Izz al-Din al-Qassam en 1996 y por orden de Arafat, la AP puso al entonces líder espiritual de Hamás, Sheik Ahmed Yassin (más tarde asesinado por los israelíes) bajo arresto domiciliario. El mismo año la CIA llegó a un acuerdo para entrenar a los oficiales de seguridad palestinos y así aumentar la confianza de Israel en su capacidad para ocuparse de los “terroristas”.
Hamás en principio se opuso a los Acuerdos de Oslo. En 1996 boicoteó las votaciones y continuó fortaleciendo su popularidad entre los palestinos de Gaza, donde era la fuerza dominante, y en Cisjordania. Junto a la Yihad islámica también realizó operaciones militares utilizando atentados suicidas. Esto fue respondido con una oleada de asesinatos por parte de las fuerzas israelíes de sus principales dirigentes, incluido su líder espiritual.
La segunda Intifada en septiembre de 2000 supuso una pregunta difícil para la clase dominante israelí: ¿quién controla los Territorios Ocupados por nosotros? Y comenzó la búsqueda de un socio: si Arafat no es capaz de hacer el trabajo por nosotros tendremos que hacerlo nosotros mismos hasta que encontramos un socio. No sólo la opción de Israel era aislar a Arafat y desacreditarlo, profundizando el conflicto entre Israel y los palestinos, sino también dentro de la propia AP. Se creó un vacío y esto dio a Hamás una segunda oportunidad, pero esta vez para subir al poder.
Como la Hermandad Musulmana en Egipto, Hamás tiene sus propias guarderías y escuelas que ofrecen comida gratis a los niños, educación a las mujeres y clubes deportivos a los jóvenes. Hamás también abrió clínicas con tratamiento subvencionado, incluso extendió su apoyo financiero y técnico a aquellos que los israelíes les habían demolido sus casas, y ayudan a los refugiados palestinos. A diferencia de Al Fatah, Hamás no está contaminada con la tradición de la corrupción.
En Egipto, la Hermandad Musulmana aumentó sus escaños en el parlamento gracias a la corrupción y la negligencia del partido de Mubarak, y al apoyo que tienen entre los sectores más pobres, en particular, gracias a su trabajo comunitario y de caridad. Como la Hermandad Musulmana, Hamás está dispuesta a un acuerdo y compartir el poder con la burguesía de Al Fatah. “La mayoría de los palestinos prefieren aún un acuerdo con Israel y se oponen a la ley Sharia, esto va en contra de dos de los más importantes principios de Hamás. De este modo, Hamás podría al principio exigir los puestos ministeriales menos controvertidos, como sanidad y obras públicas, donde tienen reputación por su eficacia y manos limpias. La campaña del partido se centró sobre todo en asuntos internos como la corrupción y el estado del bienestar”. (The Economist. 26/1/2006).
Aunque la política de la Autoridad Palestina, de capitulación, incompetencia y negligencia ha llevado a muchos palestinos a votar a Hamás, lo que principalmente ha llevado a este resultado es la propia ocupación y la política imperialista colonial del estado de Israel. La política de Ariel Sharon ha sembrado los gérmenes del odio: el asesinato de los líderes de Hamás, la retirada unilateral de Gaza, el muro del apartheid, la continuación de los asentamientos en Cisjordania y la represión del movimiento palestino. Era necesario un cambio: “Por supuesto que voté a Hamás. ¿Por qué no intentarlo? Necesitamos un cambio”, estas son las palabras de Huna. “Al Fatah está pagando el precio de su negligencia con su propio pueblo”, insistía Tayseer, un miembro del Consejo Nacional Palestino. (The Independent. 27/1/2006).
El mismo periódico dice lo siguiente: “Los electores palestinos realmente estaban demostrando que su sufrimiento no podía llevarlos a la salida del ocupante, que era necesario un gobierno palestino más limpio y mejor”. En otro periódico un tal K. Bargouti decía: “La mayoría [en este pueblo] no puede explicar por qué votaron a Hamás, pero si te sientas con ellos te dirán: odiamos a Al Fatah. No hicieron nada por nosotros. Unos pocos pobres de repente se convirtieron en ricos. Hamás trabaja de otra manera. Trabaja con la sociedad. Trabaja con los pobres”.
Al Fatah no hizo nada por los palestinos, o mejor dicho, por la mayoría de los palestinos. El resultado actual tiene su origen en un largo proceso que se remonta a la naturaleza de la burguesía palestina y su dirección, pero sin, por supuesto, minimizar el papel de la propia ocupación ni de la usurpación imperialista internacional.
En un folleto publicado en el año 2000 nosotros escribíamos: “Después de haber fracaso durante décadas en el avance de la causa palestina, los líderes de la OLP disfrutaron los ‘frutos del despacho’ que ha sido conquistado por el pueblo. Lo que aceptaron supuso una traición a la lucha nacional de los palestinos…
Las aspiraciones nacionales del pueblo palestino se expresan naturalmente en la lucha por su propio territorio y estado. La actual Autoridad Palestina en ningún sentido cumple estas aspiraciones. Ha demostrado ser una trampa cruel para el pueblo palestino. En la medida que esta realidad es vista por las masas, ha permitido el aumento de un ardiente sentimiento de injusticia y traición. La furia de las masas va dirigida no sólo contra Israel sino también contra la dirección de la OLP”. (Alan Woods, Fred Weston. Middle East. On the brink of the abyss).
En realidad, la llamada Autoridad Palestina ha sido sólo una herramienta utilizada por Israel. Fue utilizada muy bien hasta que la herramienta se agotó. El papel de la AP fue el de policía para el pueblo palestino, desde el principio tenía elementos de una policía estatal. Con su corrupción y represión, apoyada tanto por el Mossad como por la CIA, consolidó el poder de Arafat y sus compinches. Los dirigentes tradicionales de Al Fatah, “el grupo tunecino”, después de su regreso a los Territorios Ocupados, consiguieron altos puestos en la AP y trabajaron para establecer una dirección pragmática cuyo objetivo fue conseguir una relación cordial con Washington y llegar a un acuerdo final, sin importar que fuera una burla, con el estado israelí.
El legislador Hanan Ashrawi, que consiguió uno de los dos escaños en el parlamento por la lista de Tercera Vía, dijo que: “Hamás respondió consiguiendo el voto de castigo, el de venganza y el de protesta y, por supuesto, el de la reforma, no necesariamente todo es un voto ideológico. Una parte de la victoria de Hamás se la consiguió Al Fatah”. (Al-Jazeera.net. 26/1/2006).
Casi dos tercios de la población de Cisjordania y Gaza viven por debajo del umbral de la pobreza. El desempleo en Gaza es del 70%. Una gran parte del presupuesto total, que depende de la ayuda internacional, va a seguridad. La ayuda externa total a los palestinos es de 1.000 millones de dólares al año. Pero dado el nivel de corrupción gangrenosa y crónica dentro de la AP, la mayoría de la población sigue en la pobreza o dependiendo de la ayuda social de Hamás. Además de todos los factores regionales e internacionales, el resultado no ha tomado por sorpresa. Roni Ben-Efrat unas semanas antes de las elecciones lo preveía: “Si la opinión pública decide optar por un cambio fundamental o por un partido con disciplina interna, su voto irá a Hamás”. (Challenge Magazine. Nº 95. Enero-febrero 2006).
Además, una visión más amplia nos muestra que hay otros factores que han contribuido significativamente al ascenso de Hamás en particular y del movimiento islámico en general. Las potencias imperialistas, los “defensores de la democracia” en Oriente Medio, durante décadas han utilizado la táctica de divide y vencerás para mantener su interés intocable en la región, el control de esferas de influencia estratégicas, petróleo, en Israel. La colaboración imperialista con grupos terroristas está bien documentada en los registros de la historia, pero no en los libros de texto. Pero lo que aquí es importante es su apoyo a regímenes y grupos mientras convenga a sus intereses. No debemos olvidar que la propia OLP fue considerada una organización terrorista, aunque más tarde fue “bautizada” y se convirtió en uno de los principales socios y Arafat se convirtió en alguien que podría conseguir la “paz”.
En realidad, antes de las elecciones se hablaba mucho y se hacían advertencias porque los israelíes eran conscientes de que Hamás podía conseguir muchos votos e intentaban retrasar las elecciones para impedir que Hamás participara en ellas. El anterior ministro Silvan Shalom dijo que la victoria aplastante de Hamás en las elecciones era “un terremoto que nos haría retroceder cincuenta años y llevaría a toda la región al caos… Durante meses intenté evitar la participación de Hamás en las elecciones… Le advertí [a Mahmud Abbas] que lo echarían con un asesinato o en las mismas elecciones… Debería haber hecho lo que hizo Arafat en 1986 cuando se afeitó la barba y detuvo a cientos de ellos. Abu Mazen (Abbas) hizo exactamente lo contrario… Habría sido mejor impedir la celebración de las elecciones porque eran ‘el presagio de la desgracia’”.
Silvan Shalom buscaba a alguien que hiciera el trabajo por él, pero Mahmud Abas no era la persona correcta y Hamás era lo último en lo que podía pensar. Incluso Arafat, a pesar de reprimir al movimiento y detener a cientos de ellos, poner a su líder espiritual bajo arresto domiciliario, etc., antes de morir no tenía nadie de confianza en quien basarse. ¿Es posible entonces pensar que en Israel todo se ha escapado a su control, como podrían sugerir algunos seguidores de las teorías conspiradoras y que el estado de Israel ha dejado que esto ocurra? Deberíamos quedarnos con la primera posibilidad y dejar la segunda para aquellos que tengan alguna prueba.
Uno de los resultados de las elecciones es que Hamás ha caído en la trampa. Esto puede sonar a especulación. Pero miremos lo que ha ocurrido con Hezbollá. Después de la retirada de Israel del Líbano ha perdido su razón de ser. Es probable que ocurra lo mismo con Hamás. Metiendo el movimiento en la arena política, Israel y las potencias occidentales podrán acomodar a Hamás y domesticarla. Utilizarán la presión y dictarán sus términos y condiciones, si no la consecuencia sería la caída no sólo de Hamás, sino también del pueblo palestino en su conjunto. A largo plazo esto debilitará a Hamás.
Los líderes de Hamás han pedido a Al Fatah la formación de un gobierno de unidad nacional. Hamás no quiere aislarse internacionalmente y Al Fatah no quiere ser un simple títere en un gobierno dominado por Hamás. Así que son conscientes de las dificultades a las que se enfrentan. Como predice Hanan Ashrawi, Hamás buscará formar una coalición con otros partidos. El movimiento tiene tecnócratas para dirigir el aparato “estatal”. Además, ¿cuánto vivirá Hamás con más de 100.000 trabajadores de la AP y un servicio de seguridad en su mayor parte leal a Al Fatah?
“Al subir al poder Hamás se encuentra en medio de una correlación de fuerzas internacional que no puede ignorar. Esta correlación de fuerzas corrige algunas de sus lealtades y bajan su techo político”, esto es lo que dice Osma Tammam, un experto en movimientos islámicos. The Economist, sin embargo, tiene alguna duda y piensa que “la idea de que Hamás puede ser convencida poco a poco para que abandone la lucha armada por la política, como los republicanos irlandeses han hecho durante los últimos años, aquí está desestimada”. (The Economist. 26/1/2006).
¿Por qué Hamás debería abandonar la “lucha armada” por la política? ¿Hamás no tiene derecho a tener armas y utilizarlas cuando el ocupante es la tercera o cuarta fuerza militar más fuerte del mundo y, según la CIA, es el noveno ejército del mundo? Además, los republicanos irlandeses se sentaron en la mesa de negociaciones pero no consiguieron ninguno de sus objetivos históricos: la unificación de Irlanda sobre la base del socialismo.
Diaa Rashwan del Centro Al-Ahram en El Cairo fue más allá diciendo que: “Hamás aceptaría posiciones pragmáticas como sería la dirección del proceso político en Palestina en medio de una atmósfera regional turbulenta… Washington no rechaza totalmente a Hamás. Simplemente quiere arreglar el proyecto político del movimiento para que siga la línea de los planes de EEUU en la región”. Esto fue confirmado por Ismael Haniyeh, un candidato de Hamás, que dijo a la BBC: “No hay que temer nada, Hamás es un movimiento consciente y maduro… abierto políticamente en el escenario palestino, a su interior árabe e islámico, y de la misma manera abierto al escenario internacional”. (The Independent. 27/1/2006). A corto plazo, Hamás compartirá el poder con la burguesía palestina.)
Internacionalmente, los imperialistas han comenzado sus ataques a un grupo elegido democráticamente amenazando con cortar la ayuda que la AP recibía de los donantes internacionales. Hamás debe cumplir ciertas condiciones y “comportarse” antes de que sea reconocido. El grupo islámico está en la lista de organizaciones terroristas de EEUU y la UE. Hamás se encontrará entre la espada y la pared, cómo puede ser considerado un socio para un acuerdo con las grandes potencias, incluido Israel, y, a la vez, cómo puede mantener su popularidad y apoyo entre los palestinos que lo han votado.
Las primeras reacciones de Israel fueron de Ben Eliezer, anterior ministro de defensa (laborista): “La ecuación es simple. Con quien reconozca al estado de Israel, insisto, como estado del pueblo judío, estaremos dispuestos a hablar”. Una declaración publicada por la oficina del primer ministro declaraba: “El estado de Israel no mantendrá negociaciones con un gobierno palestino dirigido por una organización terrorista armada que defiende su destrucción. Israel continuará decididamente luchando contra el terrorismo”. El ocupante siempre dice tener la talla más alta y el palo más grande. O haces lo que decimos o te atendrás a las consecuencias. Eso es lo que hicieron con la OLP, Arafat y Saddam Hussein, y con otros muchos que se rebelaron contra sus maestros.
En 1988 Itzhak Rabin, el supuesto pacificador, dijo: “los habitantes de los territorios están sometidos a una dura presión militar y económica”. Y explicaba: “Al final, se quebrarán” y añadía que terminarían aceptando los términos de Israel. Ese era Itzhak Rabin hablando en 1988 sobre la OLP después de que ésta expresara sus últimas iniciativas de paz. En aquel momento EEUU pedía a la OLP que acabara con las “revueltas” (la Intifada) en los Territorios Ocupados, que según su idea eran “ataques terroristas contra Israel” y garantizar el regreso del statu quo. El interés estratégico de Israel siempre ha sido separar al pueblo palestino de la OLP y crear una dirección alternativa. Por eso estaban dispuestos a asesinar a Arafat.
Los islamistas de Hamás “que han jurado destruir el estado de Israel” han llegado al poder. Este argumento se ha repetido una y otra vez en todos los medios de comunicación, como si Hamás realmente fuera a destruir Israel. De acuerdo con esta idea, Israel está amenazado, cuando en realidad es la principal potencia de la región. Se nos pide que ignoremos los hechos evidentes: que el estado israelí y los colonos no sólo han destruido la vida de los palestinos, miles de vidas, incluidas mujeres y niños, sino que han destruido casas, que han creado enclaves en Cisjordania, creado tres millones de refugiados, que controlan la tierra, el aire y el mar, el agua y la electricidad, el empleo, etc. Que ha ejercido durante décadas la limpieza étnica. Si esto no es destrucción entonces no sabemos lo que es.
Decenas de miles de vidas se han destruido con el bombardeo de Iraq y Afganistán, la infraestructura es un caos, el terrorismo individual es mayor que antes. Por supuesto, se supone que debemos pensar que los atentados suicidas son el “mal” mientras que el terrorismo de estado no lo es. Por parafrasear al embajador de EEUU en Nicaragua en 1984: “Cuando ellos lo hacen es terrorismo. Cuando lo hacemos nosotros es libertad”. Nosotros estamos en contra del terrorismo individual, pero no por las mismas razones que alegan los que cometen terrorismo de estado, los Bush y Blair, los Sharon (los criminales de guerra a gran escala), sino porque creemos que es contraproductivo.
Hamás, mediante los atentados suicidas ha alejado a la población judía de los palestinos y fortalecido la política de Ariel Sharon. La retirada de Gaza no fue el fruto de los métodos utilizados por Hamás. Si eso fuera así, ¿por qué entonces Hamás no ha seguido utilizado esos métodos tan exitosos? ¿Por qué salir de la clandestinidad y participar en las elecciones? ¿Por qué no seguir así y “liberar también Cisjordania”? La retirada de Gaza fue el fruto del fracaso de Sharon a la hora de conseguir una ventaja estratégica; fue llevado a cabo para poner fin a la responsabilidad económica israelí (cerrando el acceso a los empleos y mercados a los habitantes de Gaza), pero continuando su control sobre el aire, mar y tierra.
Hamás no tiene un programa revolucionario ni un método para hacer frente a los imperialistas. Al final, tendrá que llegar a un compromiso entre sus objetivos y los objetivos del capitalismo internacional en la región. En realidad Hamás no es fundamentalmente diferente de la Hermandad Musulmana; su dirección y programa no se oponen a la economía capitalista y tienen un proyecto reaccionario con relación a los derechos de la mujer, el arte, la libertad de expresión y otros derechos democráticos y humanos. Intentarán implantar algunos aspectos de la Sharia (ley islámica) pero esto tendrá limitaciones y se encontrará con la resistencia de una población palestina en su mayor parte secular.
Esta es la tragedia de Hamás. La euforia de hoy no durará. Si Hamás demuestra alguna intransigencia e intenta regresar a los viejos métodos de los atentados suicidas, etc., se enfrentará a su toque de difuntos.
La victoria electoral de Hamás, aparte de ser una bofetada en la cara para Al-Fatah, también es un bofetón en la cara de la administración Bush, “el predicador de la democracia en todo el Gran Oriente Medio”. La política imperialista ha salido mal. Después del fracaso en Iraq y la llegada al poder de otro grupo islámico, la lucha con el régimen islámico de Irán, el giro a la izquierda y la radicalización de las masas en América Latina, el estado más poderoso del mundo está cosechando una total bancarrota en su política exterior.
Otro factor que tendrá un impacto en Hamás es la probable pelea que se puede abrir entre la corriente principal de los llamados “moderados” (como es la dirección de Hamás en Jordania) y la “línea dura”. Con relación al desarme de Hamás, por ejemplo, hace unos meses Ahmed Andur, un líder de Hamás, explicaba que el grupo islámico no entregaría las armas y que no se convertiría en una parte del aparato de la AP. Ahora Hamás dice que quiere participar en el poder. Aquí está uno de los desencuentros que existen dentro de Hamás, que podría ser renunciar a la violencia y reconocer a Israel, pero manteniendo armado al movimiento o a una sección de él, que pueda recurrir a los ataques militares de nuevo en el futuro. Aquí merece la pena recordar que el grupo de la Yihad Islámica, que está armado y recurre a los atentados suicidas, ha boicoteado las elecciones.
Mientras la política de Sharon ha fortalecido a Hamás y debilitado a Al-Fatah, los sucesores de Sharon podrían seguir con su política de no poner obstáculos. Hacer oídos sordos por la parte israelí podría terminar con la oposición de Hamás a la ocupación israelí. A largo plazo, Israel, debido a su “amenaza geográfica”, podría considerar la posibilidad de dar algún tipo de “autonomía” a los palestinos, creando de facto, de una forma caricaturizada, un estado cliente dependiente de Israel, que realmente no sería independiente.
“Pero por la parte estadounidense”, defiende Martin Indyk, un alto negociador de Oriente Medio en la administración Clinton, “el fracaso conceptual que contribuyó al desastre fue la creencia del presidente en que la democracia y las elecciones resolverían algo”, (New York Times. 30/1/2006). Estamos de acuerdo en algunas cosas con Indyk, pero no en todo. Desde la caída de los talibán en Afganistán y la invasión y ocupación de Iraq, la retórica ha sido que las elecciones traen la democracia a los pueblos de la región, que con la “democracia” los pueblos serán felices. Desgraciadamente, para los imperialistas y belicistas, eso ha sido sólo un pensamiento lleno de deseos.
En la medida que la democracia pertenece al reino de la economía nada fundamental cambiará. Los trabajadores y los pobres pueden elegir a esa o aquella persona, a este o aquel partido, pero lo que afecta s su vida y decide el precio del pan, el petróleo, el transporte, la vivienda, sanidad y educación está dictado por el mercado capitalista global, los ricos y los poderosos son los que controlan el aparato del estado, el parlamento y la judicatura. Esté en el poder un grupo islámico o secular, no cambia estos hechos básicos. Sólo la transformación revolucionaria de la sociedad por la clase obrera puede traer la verdadera liberación.
G. W. Bush insistía en que si Hamás quiere dejar de ser un paria tiene que renunciar a la violencia. Después, esa dama inteligente de la Casa Blanca, que ha hecho una gira por el mundo en una misión mesiánica para “democratizar a los países no democráticos”, también añadió su gran sabiduría. Comentando las elecciones en los Territorios Ocupados, Condoleezza Rice dijo lo siguiente: “En Oriente Medio se está produciendo una gran transición, en su conjunto y en sus partes. Los resultados que estamos viendo en varios lugares, serán los primeros que se ven, tienen un sentido impredecible sobre ellos. Esa es la naturaleza del gran cambio histórico”.
Sin duda Oriente Medio está experimentando un gran cambio, pero decir que el cambio es impredecible es pura hipocresía. Es la brutal agresión de EEUU, combinada con el terrorismo de estado israelí, lo que ha engendrado este caos y el ascenso del islamismo. La región nunca ha sido tan inestable como en la actualidad.
Lo que ocurrirá ahora también dependerá del resultado de las elecciones en Israel. La victoria del movimiento islámico Hamás tendrá su impacto en los votantes israelíes. Los candidatos (Likud, Kadima y Laborismo) tendrán en consideración este cambio. Como ocurrió antes, los partidos de derecha en Israel entonarán la misma canción: unidad de los judías azuzando el chovinismo antiislámico combinado con el chovinismo antiárabe. Incluso Amir Pertz, el nuevo líder del Partido Laborista, se ha orientado hacia una opción unilateral que debería alcanzarse mediante las conversaciones de paz.
La clase dominante israelí, así como la internacional, ha comenzado a gritar sobre la amenaza de que Hamás establezca un estado islámico y el fortalecimiento de Irán. Los representantes del Likud dicen: “Olmert y el Kadima están estableciendo el terror de Hamás que será una rama de Irán, a pocos kilómetros de centros de población israelíes”. Veremos la acción de la propia clase dominante reaccionaria israelí que tiene una “filosofía” y perspectiva enraizada en el desarrollo del antagonismo entre judíos y árabes. Desde el momento de su fundación, Israel ha sido concebido como un estado racista con una retórica característica. La ley civil israelí está basada en la “Halacha” o ley religiosa medieval judía que ahora amenaza con girar en dirección a la reacción fundamentalista.
De acuerdo con la Halacha –lo que al menos, es un deseo utópico- “el objetivo es transformar la política actual en un sistema dominado por la ley judía. El mundo es percibido como un orden binario de ‘nosotros’ (los judíos) frente a ‘ellos’ (el resto del mundo)”. (Baruch Kimmerling. Politicide – Ariel Sharon’s War against the Palestinians. p. 142). Así que antes de mirar si Hamás, como parte del movimiento de resistencia contra la ocupación, establecerá un estado islámico, deberíamos mirar la política del propio ocupante y nunca igualar la violencia del esclavista y el esclavo.
Nosotros somos socialistas revolucionarios, distinguimos entre la violencia reaccionaria de la clase dominante y los opresores imperialistas, y la violencia de los pueblos oprimidos para defenderse.
Por un lado, está Israel que ha construido un proyecto colonial para servir a las potencias imperialistas en Oriente Medio, es Israel el que tiene armas nucleares, es Israel el que más ayuda recibe de EEUU, es Israel el que invadió el Líbano, es la política israelí la que piensa que todas sus acciones están basadas en la Biblia (“ojo por ojo, diente por diente”), y el que ha estado aplicando por diez esta regla, la vida de un judío israelí, por ejemplo, debe pagarse con las vidas de muchos palestinos.
El próximo período estará marcado por las elecciones israelíes. La elección de Hamás tendrá sus efectos tanto dentro de Israel como fuera. La lucha de clases en Israel y el principio del giro a la izquierda después de que Amir Peretz se convirtiera en el líder del Partido Laborista ya han traído cambios y aumentado la polarización de clase. Como explicaba Yossi Schwart, en Israel, después de ser un socio joven de la coalición de Sharon, el Partido Laborista de Peretz se ha convertido en un partido de oposición que plantea cuestiones sociales, lo que en sí mismo es un reflejo del desarrollo de la lucha y revela el potencial que hay para luchar.
Es la ausencia de una alternativa obrera creíble entre la población palestina lo que ha permitido que Hamás sustituya a Al-Fatah como principal partido de la AP. Los palestinos se están enfrentando a terribles problemas económicos y sociales. Se enfrentan a la oposición diaria del estado israelí. La Autoridad Palestina con Al-Fatah les ha fallado. Es una tarea urgente para los socialistas palestinos analizar la situación y trabajar para construir una alternativa viable.
Lo mismo se aplica a la parte israelí. Mientras la clase dominante israelí oprime a la población palestina también ataca a los trabajadores israelíes. Ya hay síntomas positivos con los cambios producidos dentro del Partido Laborista, que reflejan los cambios entre una capa de la clase obrera israelí. Sobre esta base se puede construir una alternativa.
Si no se hace esto, entonces a largo plazo pueden salir a la superficie tendencias reaccionarias terribles en ambos lados que no beneficiarían a ninguno de los dos pueblos.