Inmediatamente después de la intervención de Chirac el viernes por la noche, miles de jóvenes se manifestaron espontáneamente en las calles de muchas ciudades de Francia. De esta manera, demostraban que las propuestas de Chirac tenían precisamente el efecto contrario al que pretendía. La movilización continúa y gana fuerza, esta semana será decisiva.
Mientras millones de estudiantes de secundaria, universidad y trabajadores han exigido a través de las huelgas y manifestaciones la retirada del CPE (Contrato de Primer Empleo), Chirac ha intentado una maniobra vil proponiendo dos enmiendas no significativas. Por un lado, da la posibilidad a los trabajadores de que “les informen de las razones” de su despido. Algunas grandes empresas ya han explicado qué significa esto. Están dispuestas a dar una “razón” para despedir a un trabajador con el CPE, a condición de que estas razones no puedan ser recurridas ante un tribunal laboral, es decir, que los empresarios no tienen la obligación de dar una razón que tendrá un valor legal para el trabajador.
Por otro lado, la reducción del período de prueba de dos a un año tampoco cambiará nada. La amenaza de ser despedido en cualquier momento, ya sean dos o un año, es una presión insoportable para los trabajadores que tengan un CPE. Además, aprovechando el período de prueba, los empresarios siempre pueden sustituir un CPE por otro tipo de contrato, como ya hacen con los aprendices, los trabajadores con contrato de período fijo o con los trabajadores temporales.
28 de marzo
Con más de 3 millones de personas manifestándose por toda Francia, una cifra no vista desde Mayo de 1968, el día de acción del 28 de marzo fortaleció la moral y la determinación de los jóvenes y trabajadores en la lucha. También aumentó las divisiones dentro de la UMP. La clase dominante es presa del pánico ante la idea de que la testarudez del gobierno pueda provocar una explosión revolucionaria. Tienen un miedo mortal a las tradiciones del movimiento obrero francés, y la poderosa movilización de los estudiantes universitarios y de secundaria es un buen ejemplo.
Pretendiendo hacer concesiones, Chirac está intentando unir las filas de la UMP. Algunos de los que ayer criticaban la “rigidez” de De Villepin, hoy dan la bienvenida a la intervención del jefe del estado. Pero esto es extremadamente superficial. Esta unidad aparente probablemente no soportará el día de acción del 4 de abril, que podría ser una etapa decisiva de la lucha de clases.
El papel de la clase obrera
La movilización de los estudiantes de secundaria y universidad está alcanzando niveles históricos. Sin embargo, la derrota del gobierno requiere la entrada de la clase obrera en la lucha de una manera decisiva, por que es la única que puede golpear a la clase dominante en su punto sensible, paralizando la economía del país. El movimiento estudiantil debería por lo tanto dedicar el grueso de sus energías hacia la movilización de la clase obrera. Las asambleas generales deberían tomar iniciativas concretas en esta dirección, como por ejemplo, llenar de panfletos las fábricas y centros de trabajo locales.
La consigna de los dirigentes sindicales para el 4 de abril es exactamente la misma que el 28 de marzo: “un día de acción con huelgas, paros laborales y manifestaciones”. Ya hemos dicho que este llamamiento es mucho menos claro que el de “huelga general de 24 horas”. Los dirigentes sindicales deberían explicar claramente que la victoria sólo se puede conseguir mediante la movilización de masas, en forma de huelga de los trabajadores del sector público y el privado.
En general, es más difícil la huelga en el privado que en el sector público. Hay menos organización sindical en el sector privado y las amenazas de represalias por parte de los empresarios tienen un impacto mayor. Mientras se desarrolla la movilización en el sector público, los dirigentes sindicales deberían adoptar medidas específicas para movilizar a los trabajadores en el sector privado. Por ejemplo, deberían crearse comités sindicales a nivel local, regional y nacional para planificar la huelga e identificar esos centros de trabajos donde es más difícil la movilización, para fortalecerlos con el poder de aquellas empresas donde el movimiento sindical es más fuerte. Estos comités deberían incluir a representantes elegidos entre los estudiantes de universidad y secundaria.
Dada la amplitud del movimiento, la consigna de “retirada del CPE” es demasiado limitada. Después de todo, el CPE sólo es la continuación del CNE, que ya se ha implantado en empresas con menos de 20 trabajadores. Todos los artículos de la ley sobre la “igualdad de oportunidades” son reaccionarios, por ejemplo, la parte que reduce la edad de aprendizaje a los 14 años. El poder del movimiento actual abre la posibilidad de exigir no sólo la retirada del CPE o la dimisión de De Villepin, sino la dimisión de Chirac y la disolución de la Asamblea Nacional. La terquedad del gobierno, que no cuenta casi con ningún apoyo entre la población, crea las condiciones para que esta consigna encuentre un amplio eco entre los jóvenes, trabajadores y todos aquellos que han sufrido los ataques del gobierno de derechas en el poder. Más que hacer llamamientos a la derecha para que entre en “razón” y atacarla por “echar gasolina al fuego”, la dirección de los partidos de izquierda debería movilizar para derribar a este gobierno.
Una situación explosiva
El gobierno está siguiendo una estrategia destinada a que el movimiento se quede sin vapor. Al mismo tiempo, está utilizando la represión brutal contra los jóvenes en lucha. Durante las últimas tres semanas se ha interrogado a cientos de jóvenes, juzgados y condenados por procedimientos de urgencia, en algunos casos han sido condenados a prisión. Pero este intento de intimidar a la juventud sólo ha tenido el efecto de radicalizar el movimiento y provocar la indignación tanto de los padres como de los estudiantes.
Este ha sido particularmente el caso después de que el Ministro de Educación, Gilles de Robien, exigió la evacuación “por la fuerza” de todos los institutos bloqueados, donde se han multiplicado los enfrentamientos.
En el contexto actual, cualquier incidente, como por ejemplo un “desafortunado error” de la policía, podría provocar una explosión revolucionaria. Pero incluso sin este incidente, no se puede excluir que en los próximos días y semanas, la intervención masiva de la clase obrera pueda hacer que el país se mueva hacia una huelga general, es decir, hacia una crisis revolucionaria parecida a la de Mayo de 1968, a pesar de las reivindicaciones y consignas de la dirección sindical, como también fue el caso de 1968.
Con su intransigencia, el gobierno de derechas está dando una lección severa, pero preciosa, a la juventud y la clase obrera de Francia. Por un lado, todo lo que se hablaba sobre los beneficios de la “democracia” capitalista y la “República” aparece ante los que están luchando sólo como una mentira cínica. La clase dominante demuestra cómo, cuando le interesa, se reirá con desprecio de la voluntad de la mayoría de la sociedad. Por otro lado, la testarudez de la derecha está unida a la profunda crisis del sistema capitalista. Esta crisis significa que la clase dominante no está dispuesta a hacer concesiones fácilmente.
El capitalismo ya no puede tolerar las reformas sociales. Todo lo contrario, exige constantemente más contrarreformas. En este contexto, la lucha por la reformas y contra los ataques de los empresarios debe estar firmemente vinculada con la necesidad de derrocar el sistema capitalista mismo.
¡No al CPE y al CNE!
¡Huelga general de 24 horas!
¡Elecciones presidenciales y generales ya!