El 30 de diciembre de 2002 un joven escribía a El País la siguiente carta: “Desgracias por todo, autoridades. Tengo 22 años, soy licenciado, tengo dos trabajos y vivo con mis padres. Soy un hombre con suerte y como la Navidad es tiempo de acción de gracias, quiero desagradecer a todos los que han hecho posible tan pomposa situación. Desgracias al Ministerio de Trabajo y al Departament de Treball, quienes con su inestimable ayuda han permitido, permiten y permitirán que cada mes cobre 100.000 ‘pelas’ y me puedan echar cuando quieran sin pagarme casi nada. De verdad, muchas desgracias.
“También quiero desagradecer al Ministerio de Fomento, al Departament d’Obres Públiques de la Generalitat y a las inmobiliarias y constructoras chupasangres el que no me pueda emancipar sin riesgo de no comer. Y no es que los alquileres estén caros, no, lo que pasa es que yo —igual que todos los jóvenes — me lo gasto todo en drogas, porque es lo mío y porque soy amoral, inmoral y acrítico y no conozco otra distracción.
“Por último, muchas desgracias a todos los empresarios que dicen que los jóvenes debemos pasar por todo esto: sigan poniéndonos cadenas, pero no se descuiden, porque un día encontraremos la llave. Y lo que haremos no les hará ninguna gracia”.
Estas líneas son una muestra clara y auténtica del presente que el capitalismo nos ofrece a los jóvenes trabajadores: empleos precarios y mal pagados, viviendas con precios exorbitantes, alquileres imposibles de asumir con nuestros salarios miserables, un ocio embrutecedor controlado por las multinacionales del sector para hacer negocios sabrosos…
En esta cadena de explotación el problema de la vivienda es uno de sus eslabones más rentables. Así, han convertido el acceso a la vivienda, un derecho básico para cualquier persona, en una pesadilla para la mayoría de las familias y de los jóvenes trabajadores.
FAMILIAS ENDEUDADAS
En las actuales condiciones, acceder a una vivienda en propiedad significa que miles de familias trabajadoras y de jóvenes que quieren independizarse tienen que endeudarse hasta las cejas. En estos momentos la gran banca, la auténtica beneficiaria de esta orgía especulativa que trasvasa directamente nuestros salarios a sus cuentas de resultados, han concedido más de 650.000 millones de euros en créditos a la vivienda. Dinero que va a ser cobrado con nuestro sudor y nuestra explotación, dinero que va a hacer todavía más ricos a los que son inmensamente ricos.
Un dato que revela la sangría que significa acceder a la vivienda para las familias trabajadoras lo encontramos en la relación entre la subida de los precios de la vivienda y la de los salarios. El precio de la vivienda en términos reales creció casi 14 veces más que los salarios en los últimos 17 años, según el informe ‘Precio y accesibilidad a la vivienda en España en el periodo 1987-2004’ elaborado por CCOO. En este periodo, el precio medio de los pisos creció más de un 130% sin contar la inflación. Por el contrario, los salarios aumentaron un 9,6%. De todas estas cifras se desprende un hecho monstruoso: las deudas por compra de vivienda han hecho que más del 70 por ciento de los ingresos salariales brutos de millones de trabajadores se destinen a este concepto. ¡Un auténtico escándalo!
EL DORADO NEGOCIO DE LA ESPECULACIÓN
Entre los años 1980 y 2003 se construyeron un total de 7.556.700 viviendas, mientras que el número de hogares sólo se incrementó en 2.750.000. Eso da una diferencia de casi 5 millones de viviendas y según la Fundación de Cajas de Ahorros en 2001 había 3 millones de viviendas vacías. Mientras tanto, los grandes grupos promotores acumulan una cantidad de terreno tal que, a través de sucesivas reventas, han hecho un negocio inmenso sin producir riqueza.
Las cinco grandes inmobiliarias (Vallehermoso, Metrovacesa, Urbis, Colonial y Bami) obtuvieran en 2002 un beneficio neto conjunto de 400,25 millones de euros durante los 9 primeros meses del año pasado, lo que supone un incremento del 39% respecto al registrado en igual periodo de 2001. Estos grandes grupos inmobiliarios están estrechamente ligados a las grandes constructoras (Sacyr, Dragados, FCC, etc.) y a los grandes bancos.
HACE FALTA UNA POLÍTICA AUTÉNTICAMENTE DE IZQUIERDAS PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA
Pero ¿cuál es la solución que nos da el gobierno del PSOE? Las famosas declaraciones de la ministra, más pisos de 30 metros cuadrados, demuestran que este gobierno no parece dispuesto a terminar con el fabuloso negocio de constructoras e inmobiliarias. ¡Lo que necesitamos no son cajas de cerillas para vivir, sino vivienda pública digna para todos, con alquileres que no superen el 10% de los ingresos salariales!
Como mucho lo que nos encontramos por parte de algunas administraciones locales es la construcción de algunas viviendas de protección oficial, que la mayoría tienen precios igualmente imposibles para salarios y contratos como los actuales. Por tanto, la solución al problema de la vivienda no puede venir, como plantean algunos dirigentes de organizaciones de izquierdas, con la simple construcción de más casas de VPO (cuya construcción esta en manos de inmobiliarias privadas), ni con subvenciones a los propietarios para que alquilen (medida que acaba elevando más los precios de los alquileres), ni con subvenciones a fondo perdido para que la gente compre viviendas de segunda mano (enriqueciendo con dinero público a los especuladores).
La única solución es la regulación pública del mercado inmobiliario. Para ello es necesario suelo público y empresas públicas de construcción. De esta forma los ayuntamientos tendrían un patrimonio público de viviendas que se cederían en alquiler para jóvenes y trabajadores, no pagando cada uno más del 10% de su salario.
Que no nos digan que no hay dinero para acometer un vasto plan de construcción de viviendas públicas en todo el Estado. Dinero hay y mucho; tan sólo este año, el Estado va a pagar decenas de miles de millones a la gran banca en concepto de intereses por la deuda pública. Todos los años se destinan miles de millones de euros a investigación militar y otro tipo de gastos que no resuelven ninguna necesidad social.
Los trabajadores y la juventud de todo el Estado español no podemos permanecer con los brazos cruzados ante esta lacra que nos condena a vivir endeudados de por vida o a mantenernos en casa de nuestros padres cuando ya hemos cumplido más de treinta años. Necesitamos levantar un movimiento de masas para exigir vivienda pública digan y accesible, no sorteos para repartir la miseria. Un movimiento de cientos de miles de trabajadores y jóvenes para obligar a este gobierno a realizar una política genuinamente de izquierdas que ponga los recursos que generamos con nuestro sudor a disposición de resolver las necesidades de la mayoría de la sociedad y no a aumentar los escandalosos beneficios de una minoría de multimillonarios.
La realidad del negocio de la vivienda bajo el capitalismo también pone de manifiesto la necesidad de vincular la lucha por una vivienda digna a otra más amplia, por la transformación socialista de la sociedad, para poner las palancas fundamentales de la economía bajo el control democrático de los trabajadores, para organizar la producción con el fin de resolver el problema del paro, la precariedad, los bajos salarios y garantizar una vivienda y una educación pública digna y de calidad.
POR TANTO EXIGIMOS:
1.- Un plan estatal del gobierno del PSOE en coordinación con Ayuntamientos y CCAA para construir dos millones de viviendas públicas en cuatro años, para garantizar alquileres con renta no superior al 10% del salario.
2.- Nacionalización de las grandes empresas constructoras que hacen de un derecho básico como el de la vivienda un negocio multimillonario. Control democrático de los planes de construcción a través de las asociaciones de vecinos, los sindicatos obreros y las propias asambleas de jóvenes y trabajadores sin casa, en cada ciudad, localidad y pueblo del Estado.
3.- Plan estatal para obligar a que las más de dos millones de viviendas vacías sean destinadas al alquiler. Aquellos propietarios que se nieguen a poner las viviendas vacías a disposición de las familias necesitadas con alquileres que no sobrepasen el 10% de los ingresos salariales, serán expropiadas y convertidas en viviendas públicas.
4.- Expropiación, sin indemnización, de todo el suelo acumulado por los grandes promotores inmobiliarios.
¡La vivienda es un bien necesario y no una mercancía!