2006 ha marcado un profundo punto de inflexión en la lucha de clases en México, durante ese año vimos trascendentes luchas que han marcado ya la historia contemporánea de nuestro país y que sientan un precedente de relevancia significativa en los aco
2006 ha marcado un profundo punto de inflexión en la lucha de clases en México, durante ese año vimos trascendentes luchas que han marcado ya la historia contemporánea de nuestro país y que sientan un precedente de relevancia significativa en los acontecimientos que están por venir.
Los Mineros
Un caso fue la lucha de los mineros en defensa de su sindicato. La burguesía miope ante un sector de obreros que ya habían desarrollado mas de 140 huelgas y paros, practicante todos exitosos, desde el inicio de la administración de Fox hasta antes febrero de 2006, mes en el que ocurrió la tragedia de la mina de Pasta de Conchos en la que murieron sepultados 65 mineros, lanza un ataque desconociendo al dirigente del sindicato, Napoleón Gómez Urrutia, para tratar de imponer a en su lugar a Elías Morales, cercano este último al monopolio minero, Grupo México.
Este ataque montado por medio de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social (STPS), omitió la trayectoria de la lucha minera a lo largo de los últimos años y también no consideró el enardecimiento de este sector de la clase obrera provocado por la trágica muerte de sus compañeros aplastados por una mina. Sin considerar estas cuestiones, a escasos días de la tragedia de Pastas de Conchos, el ahora ex-secretario del trabajo, Francisco Javier Salazar, da el charrazo abriendo la puerta para el conflicto laboral de mayor envergadura hasta ese entonces a lo largo del gobierno foxista.
Tras el ataque los mineros respondieron con una serie de paros nacionales del sector, además de huelgas indefinidas en distintas minas, entre ellas la histórica Cananea; La Caridad, principal productora de cobre en México; así mismo como en la principal siderúrgica del país: Sicartsa.
Tras varios meses de lucha, en el caso de Sicartsa la huelga se extendió a lo largo de cuatro meses dejando un saldo de dos obreros muertos, pero además una brutal derrota a la Policía Federal Preventiva (PFP), los mineros obligaron a la mayor parte de los consorcios mineros y metalúrgicos, entre ellos los poderosos Grupo México y Villacero, a no reconocer a Elías Morales, quien a pesar de que sigue siendo reconocido legalmente por la STPS, sólo ha logrado un control marginal sobre muy pocas secciones sindicales, además de que no ha podido tomar la sede nacional del sindicato.
Pero ese triunfo parcial no fue el único: al calor de la lucha en la defensa del sindicato, los mineros también impulsaron demandas por mejores salarios y más prestaciones, además de exigencias relacionadas con mejoras en las condiciones de seguridad en que laboran. En la enorme mayoría de los casos, dada la forma tan militante con que se desarrolló el movimiento, las empresas tuvieron que ceder ante todas esas demandas.
Para la burguesía y para Fox ya era intolerable un sindicato que iba de huelga en huelga y provocando perdidas económicas. Además, algo que consideró verdaderamente grave la burguesía, no se podía seguir tolerando el mal ejemplo que le estaban dando los mineros al resto del proletariado mexicano, demostrando que a pesar de lo poderoso que puede ser el patrón, se le puede derrotar luchando. Así pues, la burguesía dio un golpe de puño sobre la mesa y ordenó a Fox frenar de una vez por todas a los mineros y ponerlos en orden. Por eso lanzaron el charrazo con Elías Moreno, y por eso pretendieron dividir y desorganizar al sindicato.
Sin embargo los planes salieron mal y tanto Fox como la burguesía se tuvieron que llevar un nuevo palmo en la nariz obra de los mineros, los cuales, en la defensa de su sindicato, desarrollaron una lucha que se transformó en una autentica escuela proletaria revolucionaria. Esta última es la verdadera trascendencia de la lucha minera desarrollada en 2006, pero también es un anticipo de la próxima irrupción de los batallones pesados de la clase obrera en el nuevo periodo que se ha abierto de la lucha de clases en México.
La irrupción de estos batallones imprimirá nuevos derroteros a la lucha de clases, marcando un nuevo punto de inflexión en la confrontación de los trabajadores contra sus explotadores.
La insurrección revolucionaria de Oaxaca
Otro asunto en el que la burguesía se quemó los dedos, fue Oaxaca. Como cada año, en mayo, el magisterio democrático se lanzó nuevamente a las calles en distintos estados de la República para exigir mejoras salariales y laborales. En el caso de Oaxaca, además de las movilizaciones, los profesores optaron por irse a huelga y desarrollar un plantón en el Centro Histórico de la capital de ese Estado. Nada nuevo con relación a las acciones desarrolladas años antes. No obstante el gobernador priísta Ulises Ruiz decidió lanzar un violento operativo en junio, para intentar aplastar al platón y terminar con la huelga.
Pero después de varias horas de confrontación las fuerzas represivas fueron derrotadas, manteniéndose el plantón y la huelga. Las cosas no pararon ahí, inmediatamente las masas oaxaqueñas reaccionaron solidarizándose con los profesores desarrollando movilizaciones que por sus magnitudes, aproximadamente 400 mil personas en algunos casos, jamás se habían visto en la historia del país en un sitio distinto que no fuera la Ciudad de México.
La osadía de Ulises Ruiz para reprimir al movimiento del magisterio oaxaqueño, destapó la caja de pandora, haciendo que aflorara como nunca la furia de un pueblo sometido a la pobreza más lacerante producto de la bancarrota del capitalismo mexicano, que en estados como Oaxaca, Chiapas y Guerrero tiene su expresión mas profunda.
La represión provocó que el movimiento trascendiera al magisterio oaxaqueño, atrayendo a la lucha al resto de sectores explotados y oprimidos de Oaxaca, traduciéndose ello en una abierta insurrección revolucionaria que encontró su máxima expresión en la estupenda experiencia de ese órgano de poder de los desposeídos, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO)
Por medio de la APPO los trabajadores de la ciudad y el campo oaxaqueños crearon una situación de doble poder que, en la práctica, paralizó al gobierno estatal demostrando los alcances a los que puede llegar la organización decidida de los explotados cuando han dicho ¡hasta aquí! a la opresión.
Es cierto que una de las principales limitaciones de la lucha de la APPO fue la ausencia de una política que conectara la insurrección oaxaqueña con el ambiente de convulsividad social que se vivía en el resto del país a raíz de la lucha contra el fraude electoral y que llevara hacia adelante al movimiento. Además se requerían medidas que, ante el repliegue del gobierno estatal, permitieran consolidar el poder que la APPO tenía sobre la vida política y social de la ciudad, y extenderlo al resto del Oaxaca.
A pesar de que el operativo por medio de la PFP para replegar a la APPO y eliminar el órgano de poder que ésta representaba le ha regresado el control sobre la ciudad de Oaxaca al régimen y al gobierno estatal, la última palabra está lejos de estar dicha en Oaxaca. La recuperación del control por parte de Ulises Ruiz se da bajo una situación de extrema inestabilidad. Además ninguna de las razones de fondo que le dieron origen al conflicto, ha sido resuelta. Por el contrario, las contradicciones y la tensión social que le dio vida al conflicto en Oaxaca se han agudizado aun más. Incluso, a pesar del repliegue de la APPO aun está en peligro la cabeza del gobernador.
En Oaxaca lo que ha quedado tras la irrupción de la PFP mas que ser una situación de clama y estabilidad, es una bomba de tiempo. Esa ha sido la siembra de Fox, Calderón, Ulises Ruiz y sus partidos, y eso es lo que cosecharan. La bomba de tiempo que han sembrado en Oaxaca tarde o temprano le estallará en las manos a eso individuos, pagando las consecuencias. El temor a esta situación es exactamente la razón por la que ya ha salido parcialmente la PFP de la ciudad de Oaxaca, y a ese miedo también obedece la excarcelación de varios presos políticos.
Con medidas como estas Calderón pretende desactivas la bomba de tiempo sembrada en Oaxaca, sin embargo las causas de fondo que degeneraron en el conflicto permanecen intactas. En esa medida no podemos descartar que el movimiento recuperes su fuerza de un momento a otro. La situación en Oaxaca es en extremo volátil y el desarrollo de cambios repentinos no puede ser descartada.
Al margen de los resultados hasta el momento, la experiencia de la comuna oaxaqueña (la APPO como órgano de poder) ha sido una enorme contribución al movimiento de los trabajadores a escala nacional. Los avances y limitaciones de la escuela revolucionaria que ha significado la APPO, tendrán una enorme trascendencia política en los venideros episodios de la lucha de clases en México.
La lucha contra el fraude electoral
Por otro lado, el fraude electoral del 2 de julio se tradujo en la señal de salida de un proceso de lucha social inédito en el país por bastantes décadas. El fraude electoral se presentó ante los ojos de millones de obreros y campesinos de todo el país, como una amenaza de la burguesía para continuar otros seis años más por la misma senda que ha empobrecido a las masas. Deseosos de impedir que esto sucediera, millones de seres humanos respondieron al llamado de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para salir a las calles, demostrando una total disposición para hacer lo que sea con tal de impedir que Calderón llegara a la Presidencia de la República. De esta forma se abrió la crisis política mas profunda en años de historia de nuestro país, inaugurándose al mismo tiempo un proceso revolucionario de alcance nacional.
También en este caso se creó una situación de doble poder que prácticamente paralizó al régimen y a la burguesía. Algunas manifestaciones de este doble poder fueron la incapacidad de Fox para dar su último informe de gobierno el 1 de septiembre, ello a pesar de que el Congreso de la Unión estuvo resguardado por un espectacular operativo policiaco y militar. Otro caso fue el del 15 de septiembre, día ante el cual, dado que la Plaza de la Constitución estaba tomada por el plantón convocado por AMLO, el ahora ex-presidente se tuvo que refugiar en la ciudad de Dolores Hidalgo, de su natal Guanajuato, para dar el Grito de la Independencia y realizar ahí la ceremonia oficial por los festejos del aniversario del inicio de la gesta de independencia en 1810.
Pero por encima de ello, el poder de las masas desposeídas se expresó en su capacidad de movilización y respuesta ante los llamados de lucha y, por otro lado, en la incapacidad del régimen para frenar el movimiento, incluso por medio de métodos violentos. A este respecto, ni Fox ni nadie se atrevió a mover un sólo dedo. Sabían que la represión contra este movimiento se podría trasformar en un verdadero incendio que alimentara la hoguera de la revolución, impulsándola mas lejos de lo que hasta entonces ya había llegado. Por consecuencia, el régimen optó por mantenerse firme a toda costa en su táctica del fraude electoral y esperar a que el movimiento fuera perdiendo fuerza, empujado en ese sentido por la indecisión y los titubeos de los dirigentes.
El movimiento contra el fraude electoral, que representó un verdadero desafío de las masas hacia el régimen, logró adquirir una fuerza tal, capaz no solamente de impedir la imposición de Calderón, sino además, incluso, para derrocar a Fox. Una huelga general de 24 horas podría haber derivado en ese resultado, si AMLO hubiera hechos esta clase de llamado seguramente las masas trabajadoras habrían respondido de forma mas que decidida.
La realización de la Convención Nacional Democrática (CND) se presentó como una nueva oportunidad para definir un plan de acción que canalizará el deseo de las masas trabajadoras para impedir a toda costa la imposición del fraude, e impulsar al mismo tiempo la lucha a un plano superior. Sin embargo esta oportunidad, como también ocurrió con otros casos, se desperdició permitiéndose que finalmente Calderón tomara posesión el 1 de diciembre pasado, erigiéndose como el segundo presidente de extracción panista.
El Gobierno de Calderón
A pesar del enorme raudal de lucha de parte de las masas, y más que como obra de la capacidad de la burguesía y sus estrategas, sino como producto de una dirección que no fue capaz de sacarle todo el provecho posible al movimiento contra el fraude lectoral, finalmente Calderón se instaló en poder.
Sin embargo es importante subrayar que se trata de un gobierno que nace en extremo débil, producto de la intensidad del movimiento para impedir la imposición de Calderón. El nuevo gobierno arranca en el mismo lugar en que terminó la administración de Fox, es decir, heredando todo el odio social contra este último. Se trata de una nueva administración que tiene que arrancar su gestión sin contar de su parte con un sólo gramo de confianza entre la inmensa mayoría de trabajadores. Esto por sí mismo ya es un enorme elemento de debilidad.
Además, y como otro producto del grado de polarización social reinante, otro elemento que se agrega a la debilidad del gobierno de Calderón es la crisis por la que atraviesan los partidos de la burguesía, el PAN y el PRI.
Por su parte el PAN, ya instalado en el poder, sólo requirió seis años para alcanzar un nivel de descrédito para el cual el PRI necesito décadas. Durante ese periodo el PAN pasó de ganar las elecciones presidenciales del 2000 por medio de una abrumadora mayoría, aproximadamente 10 millones de votos más por encima del PRD, a tener que emplear un gigantesco fraude electoral en 2006 con tal de mantenerse en el poder.
Por su parte el PRI se encuentra al borde de la sepultura. Los años en que este partido ganaba todos los ayuntamientos, las gubernaturas y la Presidencia de la República, sin sudor en la frente son cosa de pasado y nuca regresarán. Las elecciones del 2006 ratificaron la tendencia a la baja de este partido, la cual ya antes tuvo una expresión dolorosa en el 2000 cuando por medio de las elecciones fue arrojado de la residencia presidencial de Los Pinos.
En el reciente proceso electoral el PRI fue derrotado en todos los estados de la República, además fue trasformado por primera vez en su historia en la tercera fuerza política parlamentaria, detrás del PAN y el PRD.
Tanto el PAN como el PRI ahora están hundidos en pugnas internas que los someten a un mayor desgaste. Un ejemplo de esta situación, que al mismo tiempo es una paradoja, es el hecho de que a Manuel Espino, presidente nacional del PAN, todos los identifican públicamente como uno de los principales oponentes políticos de Felipe Calderón. Las contradicciones ente Manuel Espino y Calderón son la expresión superficial de un proceso de divisiones y confrontaciones mas profundas en el seno del partido en el poder que, de no resolverse, tendrán importantes consecuencias políticas poco favorables para la estabilidad de la nueva administración panista.
Y siguiendo sobre las pugnas internas, otro caso es el del PRI, partido en cual ya antes de las elecciones se padecía un profundo proceso de pugnas internas, expulsiones y escisiones. Tras el resultado del 2006 este fenómeno se ha profundizado y parece no tener fin. Un elemento que afianza ese proceso es el hecho de que la gradual pérdida de espacios de poder hace que los diferentes grupos e individuos en el PRI también actúen bajo su propia cuenta, fraccionando aun más a este partido e intensificando los conflictos internos.
Bajo estas condiciones el PRI, en tanto aliado natural del PAN y de Calderón, está más que limitado para jugar bien su papel. Este es un punto en contra para la nueva administración panista.
De hecho la crisis de ambos partidos ya ha tenido efectos enfrentándolos entre sí recientemente, ello a consecuencia del conflicto oaxaqueño en el que ante las tensiones sociales el PAN se ha visto obligado a oscilar de entre apoyar a Ulises Ruiz para después hacer declaraciones planteando la renuncia del gobernador. Ante esta última clase de declaraciones, la furibunda respuesta del PRI no se ha hecho esperar amenazando con romper la alianza con el PAN y Calderón.
Por el momento los chantajes del PRI se han impuesto. Sin embargo un factor a destacar es el grado de debilidad que expresa el hecho de que tanto el PAN como Calderón se tengan que aferrar como a un clavo ardiente, a una alianza con un partido moribundo.
2007: la economía en picada
Por su origen y el contexto en que se dio, el gobierno de Calderón ha tenido que empezar mal. No podía ser de otra manera. Su primer acto como presidente, la toma de protesta, lo tuvo que hacer en medio de un feroz operativo policiaco y militar, además de que los diputados y senadores panistas se vieron obligados a usar la fuerza física y tomar la tribuna parlamentaria para asegurar que en un relampagueante acto, de apenas cuatro minutos, el nuevo presidente tomará posesión. La forma en que se desarrolló este acto ya constituye por sí mismo una derrota política para el nuevo presidente y un paso al frente para el movimiento.
Sin embargo el panorama económico tampoco actúa a favor de Calderón. Ante la caída de los precios internacionales del petróleo y dada la pronosticada perdida de ritmo de la economía yanqui, ambos factores de enorme importancia para la economía mexicana, el nuevo gobierno no ha tenido otro camino mas que el de impulsar una serie de recortes al gasto publico, principalmente en rubros sociales, para el 2007, además de imponer una serie de nuevos impuestos.
Ante el panorama desfavorable para las finazas del Estado, los estrategas de la burguesía ya están insistiendo de nuevo en la necesidad de la tan mentada "reforma fiscal".
La "varita mágica" a la que siempre ha recurrido el régimen para ampliar su taza recaudatoria ha sido los impuestos cautivos, en especial el IVA. Los ex-presidentes priístas inmediatamente anteriores a Fox se apoyaron en esta medida elevando el porcentaje a pagar por este impuesto. Fox en su momento intentó extender este impuesto a productos exentos del mismo, entre ellos los alimentos y los medicamentos, sin éxito dado que los trabajadores se lo impidieron en las calles. Pero Calderón, a pesar de la desafortunada experiencia de su antecesor, si quiere solucionar en algo la crisis financiera del Estado, tarde o temprano tendrá que apostarle a la implementación del IVA a medicamentos y alimentos. De hecho ya se comentan públicamente los deseos de la nueva administración para iniciar los trabajos que impulsen la "reforma fiscal" en enero.
Además, frente a un panorama nada halagador para las exportaciones, los empresarios están nuevamente insistiendo en la necesidad de elevar la "productividad" y la "competitividad" de la economía. En otras palabras, los burgueses nuevamente han puesto la mira sobre las conquistas obreras restantes en la Ley Federal del Trabajo (LFT)
Junto a la tendencia a la baja de los precios del petróleo y las dificultades por las que pasarán las exportaciones en 2007, se agrega la caída en la inversión foránea y la fuga de capitales. Todos estos factores afectan profundamente a la economía en su conjunto y a las finanzas del Estado.
Por su parte la destrucción de empleos continuará, ratificándose la tendencia de la última década en la cual ocho de cada diez nuevas pequeñas y medianas empresas se vieron obligadas a cerrar sus puertas. Se espera que la economía crezca en el mejor de los casos al 3.6% durante 2007, cuando, según datos oficiales, en 2006 el crecimiento fue de 4.4%
Este panorama de serias complicaciones económicas es más que factible ante el fenómeno que ya se está desarrollando de caída de la inversión foránea y de fuga de capitales. El comportamiento de estos capitales por sí mismo ya es un termómetro sobre el estado actual de la economía y un augurio sobre la dirección en que se dirige. Bajo este contexto es difícil no esperar que la burguesía lance nuevos ataques.
El látigo de la contrarrevolución
Dada la convulsividad social de 2006, podría parecer que el sentido común les indicaría a Calderón y a los barones del dinero el ya no echarle mas leña a la hoguera de la lucha de clases. Sin embargo su actuar en 2006 demuestra que por encima del sentido común están los beneficios empresariales: los empresarios sabían que los mineros venían de un proceso de especial fortalecimiento, y sin embargo los atacaron; también sabían que, dada la experiencia de 2005 cuando las masas doblegaron la maniobra del desafuero contra AMLO, los trabajadores responderían más que enérgicamente contra el fraude electoral, y sin embargo lo implementaron. Y al magisterio oaxaqueño lo reprimieron en junio a pesar de que al mismo tiempo ya se estaban desarrollando movilizaciones masivas en todo el país apoyando la candidatura de AMLO.
El resultado de todo ellos es que el látigo de la contrarrevolución empujó hacia adelante a la lucha de clases, provocando el arranque de un periodo revolucionario en México.
Pareciera que, mirando por encima de la superficie la táctica que adoptó la burguesía durante el periodo pasado, se trató de errores de cálculo lo que empujó a un nivel superior a la lucha de clases. Sin embargo, un análisis más profundo nos permite asegurar que, sin olvidar la peculiaridad torpeza con que Fox gobernó, la burguesía se vio orillada a proceder de esa manera.
Por su puesto que la patronal prefirió atacar a los mineros a pesar de los riesgos, dado que la actividad minera, gracias principalmente a la demanda china por diferentes minerales, ha registrado crecimiento en los últimos años a pesar del estancamiento de la economía nacional. Y el movimiento huelguístico de los mineros se presentaba como un serio obstáculo para los beneficios. Pero la explicación no termina ahí, también se agregan factores de carácter político que obligaron a la burguesía a actuar, en especial la escuela de lucha revolucionaría que para ese entonces ya eran las mas de 140 huelgas y paros encabezados por el sindicato minero, en un contexto en el que nadie podía negar que el movimiento obrero de todo el país ya estaba experimentando una estupenda nueva etapa de recuperación de sus fuerzas. Esto último lo demuestran las movilizaciones obreras que sistemáticamente obligaron a Fox a retroceder cada que lanzaba un intento por atacar a la LFT, privatizar al sector energético o imponerle el IVA a alimentos y medicamentos.
Ese peligro lo olió la burguesía y actuó, porque además hay que destacar que la oleada huelguística de los mineros hasta antes del charrazo, gradualmente pasó de ser una lucha defensiva hasta trasformarse en una lucha a la ofensiva. A ojos de la clase dominante, los mineros se habían trasformado en un peligroso ejemplo para todos los trabajadores mexicanos, que habría que frenar a toda costa. La burguesía tomó el riesgo, atacó a los mineros y, lamentablemente para sus intereses, en lo esencial salió derrotada. En cambio, en la otra trinchera, los mineros salieron más fortalecidos; además de que los meses que duró la confrontación derivaron en la mejor escuela de lucha revolucionaria bajo los métodos más clásicos de los batallones pesados del proletariado, no vista antes en bastantes años.
Por su contenido y su forma, la lucha de los mineros en 2006 pasará a la historia como uno de los acontecimientos más trascendentes de la lucha de clases contemporánea. Sus implicaciones y herencia política tendrán un serio efecto sobre las futuras luchas proletarias.
Por otro lado la burguesía no dudó en implementar el fraude electoral a sabiendas de que ello podría detonar movilizaciones superiores a las vistas un año antes en la lucha contra el desafuero de AMLO. La burguesía optó por ese camino y no tomarse el enorme riesgo de lo que podría significar un gobierno de izquierda encabezado por AMLO, producto de un movimiento de masas en ascenso y con profundas reivindicaciones de todo tipo. La burguesía mexicana se miro en el espejo de la oligarquía venezolana y no quiso esperar a ver si podría o no domesticar a al gobierno de AMLO.
Y los temores de la burguesía estaban plenamente justificados: si los trabajadores la obligaron a dar marcha atrás en buena parte de sus planes definidos para el gobierno de Fox, hasta dónde podrían llegar las cosas en caso de que los explotados lograran instalar un gobierno que sintieran de su propiedad. Esta posibilidad, para los intereses de la burguesía y para los del imperialismo yanqui, quien no estaba dispuesto a tolerar un proceso similar al venezolano en su patio trasero, representaba un serio peligro que habría que abortar como sea y cueste lo que cueste.
Y el costo ha sido enorme para la burguesía. El fraude electoral se trasformó en el punto de quiebre para el paso de la cantidad a la calidad, haciendo que el ascenso del movimiento obrero experimentado a lo largo de los años previos se trasformara en el arranque de un proceso revolucionario. Tras el fraude electoral la rueda de la revolución empezó a girar en México.
Es verdad que en estos momentos la comuna oaxaqueña, la APPO como órgano de poder de los trabajadores, ha sido destruido por la intervención de la PFP. También es verdad que el movimiento iniciado por AMLO contra el fraude electoral ha perdido fuerzas. Pero ambos fenómenos mas que ser obra del régimen, son producto de la política de las direcciones del movimiento. En un caso vimos la ausencia de una política que hiciera de la insurrección en Oaxaca la palanca que jalara hacia adelante al movimiento a nivel nacional, sacando al mismo tiempo de esta forma a la lucha oaxaqueña del aislamiento estatal; y en otro caso vimos una dirección con influencia nacional que cerró los ojos ante los acontecimientos en Oaxaca y que no estuvo dispuesta a sacarle todo el provecho posible al movimiento contra el fraude convocando a una huelga general para impedir la imposición de Felipe Calderón.
Los errores, los titubeos y la falta de decisión de los dirigentes frenaron al movimiento y facilitaron el camino para la intervención de la PFP en Oaxaca y, por otro lado, para que Calderón finalmente asumiera el cargo como presidente de México.
Sin embargo el que eso haya sucedido, eso no quiere decir nada para la burguesía y el régimen. El costo por imponer la voluntad de la clase dominante ha sido el de generar mas inestabilidad y tensión social a las existentes antes del inicio de la lucha en Oaxaca y a las predominantes durante el periodo anterior a las elecciones del 2 de julio. Además otro costo particularmente alto para la burguesía ha sido el de tener ahora un gobierno encabezado por Calderón, extremadamente débil e inestable.
Lejos de sentirse satisfecha la burguesía, ahora deberá estar más preocupada de lo que ya estaba antes de que se desarrollaran esos procesos. Por principio de cuentas no existe ninguna razón de fondo que permita afirmar que tanto el régimen como la clase dominante han recuperado el control de la situación. Por otro lado, la baja en la intensidad de la lucha vista en las últimas semanas no puede ser interpretada como el resultado de un proceso de desmoralización generalizada de los trabajadores. En todo caso se trata de un compás de espera y recuperación de fuerzas. En el caso de la lucha que se aglutinó en trono a AMLO, no hay que olvidar que se trata de un proceso que se catapultó tras el 2 de julio pero que arranca con la campaña electoral del candidato perredista. Así pues, considerando que la campaña electoral se intensificó entre enero y febrero, la lucha contra el fraude significó la extensión y multiplicación cuantitativa y cualitativa de una serie de movilizaciones masivas que, consideradas en conjunto, se prolongaron por aproximadamente diez meses.
Pero además de la recuperación de fuerzas, la espera también es un periodo de reflexión, de análisis, de sacar conclusiones y lecciones útiles para cuando se empiecen a mover de nuevo los trabajadores. Incluso en Oaxaca no esta dicha la última palabra, a pesar de la difícil situación en que se encuentra la APPO el movimiento se puede recuperar de un momento a otro. Esta perspectiva es totalmente validad.
La posibilidad de nuevos movimientos convulsivos está a la orden del día, tanto en el ámbito nacional como en el plano local. Episodios como el de Oaxaca los podríamos ver en otros estados, por ejemplo en Chiapas donde el producto per cápita ha decrecido a tal grado en los últimos 25 años hasta ubicarse en un -1.38%. Ante el influjo de la lucha de clases, fenómenos como el anterior son una verdadera bomba de tiempo. Esperemos que en caso de que explote esa bomba en Chiapas, Marcos haya sacado todas las lecciones adecuadas y actué de acuerdo a las circunstancias.
Pero además, como señalamos mas arriba, las complicaciones económicas ponen en la palestra contrarreformas como la fiscal, la relacionada con al LFT, e incluso la privatización del sector energético. Es difícil pronosticar el momento preciso en que la burguesía intentará dar esos pasos, no obstante esa necesidad se hará mas apremiante conforme la crisis económica se prologue y profundice: 2007 ya pinta muy mal para la economía.
Los sindicatos a escena
Contrarreformas como las anteriores ponen en el centro de los ataques directos a los sindicatos. Con miras a las elecciones del 2 de julio los sindicatos independientes, incluso algunas centrales obreras ligadas al PRI, como la CROM y la CROC, llamaron a votar por AMLO, pero tras el fraude y el movimiento de masas iniciado tras éste, prácticamente todos los dirigentes de esos sindicatos y centrales se hicieron a un lado evitando la participación directa de los sindicatos.
Sin embargo, considerando la perspectiva de que la burguesía intente tocar aspectos neurálgicos de las condiciones laborales, las posibilidades de que en este caso los dirigentes sindicales jueguen un papel de freno para el movimiento obrero serán mas difíciles.
De hecho las presiones desde abajo ya se han hecho sentir de nuevo en las centrales obreras dominadas por el PRI y agrupadas en el Congreso del Trabajo (CT) En una reciente reunión, pocos días antes de que se definiera el aumento de los salarios mínimos para 2007, los representantes en dicha instancia de distintas centrales obreras se lanzaron con toda clase de criticas y acusaciones contra el representante de la CTM por haberse pronunciado ante los patrones y el gobierno a favor de un incremento del 3%, a pesar de que el acuerdo era de reclamar el 10%. Finalmente la Comisión Nacional de Salarios Mínimos estableció un aumento del 3.9%.
Dado el periodo del que se viene y ante el potencial de explosividad de los sindicatos, pareciera que lo mejor para la burguesía es no atacar. Eso es cierto, pero el problema es sí la burguesía puede esperar mas. Ya espero seis años y Fox no pudo cumplir con las tareas pendientes heredadas por el PRI. Y con Calderón al frente, difícilmente estarán dispuestos a perder una nueva oportunidad. Y no se trata de un acto que pueda ser guiado simplemente por la voluntad, sino del hecho de que la base material de la sociedad prácticamente les cierra el camino para actuar de otra manera distinta.
En esencia el callejón sin salida que tiene frente así la burguesía, no es otra cosa más que la expresión de la etapa en que se encuentra la lucha de clases a nivel mundial: la burguesía incapaz de tolerar cualquier clase de concesión por pequeña que sea y el proletariado indispuesto a seguir tolerando los ataques. Esta contradicción está marcando los derroteros de las confrontaciones entre los obreros y los burgueses de todo el planeta, incluido México. De este modo, dada la enorme polarización social existente, cada ataque o intento del mismo será mas gasolina en la hoguera de la lucha de clases, preparando el terreno para acontecimientos tan o mas convulsivos que los de 2006.
Es imposible pronosticar de forma precisa cuándo sucederá esto, pero de lo que no queda duda alguna es que esa es la tendencia. Pero tampoco se trata de una perspectiva indefinida y pérdida en el tiempo, sino de una perspectiva que se puede traducir en realidad en un plazo relativamente corto.
Esta perspectiva también la ha considerado la propia burguesía, así lo demuestra la propuesta inicial de gastos público para 2007 de Felipe Calderón en la que, a la par que se plantean recortes generalizados para los rubros sociales, se consideran aumentos al gasto del ejército (16.1%), la marina (13.9%) y seguridad pública (54.85%) El "Operativo Michoacán", que ha significado la movilización a ese Estado de aproximadamente 7 mil efectivos del ejercito, la PFP, la AFI y otros cuerpos policíacos para el combate al narcotráfico, va en ese mismo sentido. Por supuesto que además, con dicho operativo, Calderón pretende ganar legitimidad y simpatías. Pero las cosas no paran ahí, también pretende emplearlo como excusa para extender acciones similares a otros estados y aumentar de este modo la presencia militar y de cuerpos policíacos de elite en todo el país.
El combate contra el narcotráfico no es otra cosa más que una forma soterrada, pero bastante burda, por medio de la cual la burguesía ya se está preparando para afrontar las siguientes luchas obreras. Luchas que podrían derivar en la caída de Felipe Calderón. La burguesía esta verdaderamente aterrada ante esta última perspectiva.
Choque de trenes
No obstante los preparativos de la contrarrevolución, la burguesía en todo caso tendrá que enfrentar a un proletariado mas cualificado en la lucha. En los últimos años hemos visto un movimiento que no sólo ha ido en ascenso, sino que además ha madurado de manera pronta haciendo de la lucha política su principal bandera: ya en 2005 vimos a las masas movilizándose enérgicamente contra el desafuero de AMLO; y también en el 2006 los principales episodios se desarrollaron en la esfera de la lucha política: la defensa del sindicato minero, las movilizaciones contra el fraude electoral y, en el caso de Oaxaca, por la caída del gobernador Ulises Ruiz.
El que el movimiento se oriente a la lucha política, significa un significativo salto en la consciencia de los trabajadores pues ello implica un cuestionamiento más directo sobre el régimen en el que ya el Estado es mas claramente identificado como instrumento de dominación de la burguesía. Esta percepción sobre el Estado fue lo que atrajo a las masas a la lucha política, pero dicha percepción salió tremendamente reforzada precisamente por la forma extremadamente descarada en la que el Estado actuó en cada caso.
Como nunca, a lo largo de 2006 el Estado se erigió sobre los trabajadores ya no con caretas, sino con su rostro totalmente desnudo. Y esto no fue producto de un accidente o de un descuido de la burguesía, fue obra del grado de polaridad social al que llegó la sociedad durante aquellos meses.
2006 ha marcado la historia de la lucha de clases en México, y su contribución en las confrontaciones venideras entre proletarios y burgueses será de enorme trascendencia. La participación de los trabajadores en la lucha política tendrá repercusiones afectando los sindicatos ya no sólo presionándolos para luchar, sino además haciéndolo con un contenido distinto; no sólo por demandas económicas, sino atando a estas con reivindicaciones políticas. Y con mayor razón el PRD estará sometido a esta clase de presiones.
Si bien por el momento aun no está en la agenda de los dirigentes de las organizaciones tradicionales la lucha por la caída de Calderón, esta es una cuestión que puede cambiar de un momento a otro. La tensión entre las masas ya es mucha y el Estado tiene frente a sí un contexto que prácticamente le impide acometer acciones de fondo para sacarle presión a la olla. Por el contrario, el panorama económico no permite pensar en una política de Calderón que no sea idéntica a la de sus sucesores. Es decir, la misma política que obligó a las masas a salir a las calles.
Ya arriba señalamos que el freno que los trabajadores le impusieron a Fox en las calles obligó a la burguesía a esperar otros seis años mas para aplicar las contrarreformas más añoradas; que en tanto tal, y más considerando las presiones económicas, es muy difícil que la clase dominante esté dispuesta a seguir esperando mas tiempo. Pero un razonamiento similar se puede aplicar en el caso de la clase trabajadora. El proletariado ha tenido que tolerar cuatro sexenios consecutivos de gobierno priístas y panistas que han aplicado una política idéntica que, conforme ha pasado el tiempo sus efectos han sido más severos. Y el gobierno de Calderón implica una condena de seis años más de esa misma política. La votación masiva a favor de AMLO y la posterior lucha contra el fraude electoral son ya una nada moderada demostración del deseo de los trabajadores por trasformar su realidad.
Así, la pregunta en este caso también resulta pertinente: ¿los trabajadores estarán dispuestos esperar otros seis años más sin luchar hasta que simplemente, a través del paso del tiempo, lleguen las elecciones presidenciales del 2012? Pensamos que la respuesta es negativa. Y no apelamos solamente al fastidio contra el régimen como único elemento para responder a esta pregunta, también nos basamos en otros factores que se desarrollaron a lo largo del 2006: uno de ellos es el testimonio de los propios trabajadores ante sí mismos sobre sus propias fuerzas. Los trabajadores de la ciudad y el campo se dieron cuanta de su propia capacidad para movilizarse desde prácticamente todos los rincones de México para desarrollar mítines y marchas de millones de seres humanos. Repetimos, en los últimos meses los trabajadores han sido testigos del enorme nivel de sus propias fuerzas. La confianza lograda tras esa experiencia será un factor que también impulse a los trabajadores hacia delante.
Pero otra importante diferencia respecto al pasado es el hecho de que los trabajadores también han sido testigos a partir de su propia experiencia viva, que no han sido suficientes las movilizaciones de millones para derrotar al régimen. Esta cuestión es un elemento respecto al cual sacarán las conclusiones necesarias los trabajadores, poniendo al orden del día la necesidad de pasar a la huelga general como método de lucha. La siguiente oleada de movilizaciones promete volverse un serio dolor de cabeza para todo aquel dirigente que no esté dispuesto a ofrecer acciones de lucha mas decididas.
Los trabajadores han sacado muchas lecciones del periodo de lucha del 2006, y seguirán sacando aun más. Y veremos mas pronto que tarde que esas lecciones se trasforman en un importante impulso, llevando la lucha mas lejos de lo que hemos visto hasta el momento. Por supuesto, como en todas las revoluciones, veremos un proceso contradictorio con alzas y bajas en el movimiento. Eso es totalmente natural, lo importante es destacar aquí la tendencia del movimiento de los trabajadores, la cual, desde nuestro punto de vista, es a la alza.
La lucha por el socialismo.
Pero, considerando la anterior perspectiva, un elemento a destacar es que el ambiente, que ya en esto momentos es bueno, ira creando un fermento particularmente receptivo para las ideas del marxismo. Trotsky explicó que el programa de los reformistas vive en una constante contradicción con las aspiraciones de los trabajadores. Esa contradicción se hace especialmente patente en periodos de enorme convulsividad social. Una orientación enérgica hacia las organizaciones tradicionales de los trabajadores ayudará al programa de los marxistas a avanzar y no quedarse aislados.
Por ello nuestro deber es el de insistir en un Frente Único entre los sindicatos, el PRD, la APPO, el EZLN y demás organizaciones de los trabajadores de la ciudad y el campo, que adopte como táctica de lucha hacia la organización y realización de una huelga general de 24 horas, o indefinida de ser necesario, para derrocar a Calderón. También, para asegurar el triunfo sobre los barones del dinero, es necesario plantear un programa de lucha que vincule nuestras demandas actuales por mejor salario, empleo estable, créditos blandos para el campo, etcétera, con la necesidad de expropiar a los banqueros y empresarios para poner los principales medios de vida bajo el control democrático de los trabajadores.
La lucha contra Calderón y por mejores condiciones de vida y de trabajo, tiene que ser al mismo tiempo la lucha por el socialismo. La barbarie a la que nos ha sometido, y a la que nos condena el capitalismo, no puede ser eliminada sin suprimir ese régimen de propiedad del que brotan multimillonarias fortunas para unos cuantos burgueses y que posibilita la explotación y miseria para millones de trabajadores. Nos referimos a la propiedad privada sobre las principales palancas de la economía. Por consecuencia los trabajadores no tenemos otro camino mas que el de arrebatarle a los burgueses su dominio sobre las empresas, la banca y la tierra.