Se acaban de cumplir cuatro años del inicio de la agresión imperialista contra Iraq, publicamos a continuación una entrevista realizada por los compañeros del periódico marxista estadounidense Socialist Appeal a Darrell Anderson, veterano de la guerr Se acaban de cumplir cuatro años del inicio de la agresión imperialista contra Iraq, publicamos a continuación una entrevista realizada por los compañeros del periódico marxista estadounidense Socialist Appeal a Darrell Anderson, veterano de la guerra de Iraq. En ella nos habla de cuál es la situación que se vive dentro del ejército estadounidense.
Socialist Appeal. — ¿Nos puedes hablar sobre tu primer encuentro serio en Iraq con el llamado enemigo?
Darrell Anderson. — Yo llegué en enero de 2004 y mi unidad ya llevaba allí seis meses. De enero a marzo disparé pocas veces, vi unos cuantos morteros pero realmente no hubo un combate serio hasta abril, cuando Bush hizo su famoso discurso y el ejército de al Sadr se había levantado cuando intentaron tomar Bagdad en abril de 2004. La primera vez que estuve en un tiroteo fue cuando estaba protegiendo una comisaría de policía iraquí y sufrimos un ataque, que duró unas horas, de armas pesadas, AK (…) Después de que terminara el tiroteo, llegaron coches por la carretera y nos fuimos. Un coche se me acercó y me ordenaron abrir fuego contra él, yo creía que eran civiles inocentes porque los tres primeros coches que llegaron lo eran y me negué a cumplir las órdenes. Bajaron las ventanillas y había niños en la parte trasera, pensé: ‘He hecho lo correcto’, en cambio mis superiores me dijeron que no lo había hecho bien y que la próxima vez me castigarían.
SA. — ¿Puedes explicar si la política estadounidense diferencia entre civiles y el enemigo?
DA. — No existe diferenciación. Yo tenía que disparar contra el enemigo y me ordenaban asesinar a todos los que allí estuvieran. Pero esas órdenes no llegaron hasta abril. En enero, febrero y marzo la orden era: si te disparan ponte a cubierto y espera órdenes antes de volver a disparar. En abril fue: si te disparan asesina a todo el mundo porque estamos perdiendo muchos soldados y tenemos que vivir.
SA. — ¿Cuál es la actitud del soldado raso ante la guerra?
DA. — Cuando llegué a Iraq en enero de 2004 ellos ya estaban en contra de la guerra. Decían: “Estamos aquí sentados agonizando por nada”. Fueron enviados en 2003 buscando las armas de destrucción masiva y obviamente no las encontraron, la segunda razón por la que habían ido a Iraq era para proteger a la población, por eso fui allí, para proteger a los iraquíes. Evidentemente todos los iraquíes nos odian, excepto aquellos que están sacando beneficios de la guerra.
SA. — ¿Existe la misma actitud entre los oficiales?
DA. — Nos solían enviar a misiones suicidas, mi teniente y el sargento de pelotón nos llevaban a un aparcamiento durante un par de horas, después regresábamos y decían que todo estaba bien, por lo tanto, mi teniente estaba desobedeciendo órdenes y nos llevaba a misiones falsas.
SA. — ¿Por qué y cómo abandonaste el ejército?
DA.- Regresé a casa en Navidad y después de hablar con mi familia decidí irme a Canadá el día antes de que, supuestamente, debía reincorporarme en Alemania. Me quedaban siete meses hasta el próximo despliegue, pero sabía que era el momento de tomar una decisión. Estamos cometiendo crímenes de guerra en Iraq y todos los procedimientos van en contra de la Convención de Ginebra, pensaba que mi deber era negarme, no tenía realmente una ideología política. No pensé en ello. Sólo pensé como soldado, mi deber era informar de los crímenes de guerra así que me fui a Canadá para hablar sobre ello.
SA.- ¿Qué problemas tuviste con las distintas agencias gubernamentales por las que tuviste que pasar?
DA. — En Canadá me negaron el estatus de refugiado. Después de dos años era más seguro regresar (a EEUU) que ser deportado. Pensaba que si me deportaban pasaría más tiempo en prisión. Así que básicamente decidí regresar. Yo mismo volví a Fort Knox y me encontré con los generales de Fort Knox, ellos debían elegir si someterme a un tribunal marcial o no, yo les dije que iban a tener que ponerme el uniforme y colgar mis medallas en el cuello, si me llevaban a un tribunal marcial entonces toda mi defensa sería hablar sobre todos los crímenes de guerra que estamos cometiendo, a todos los que había visto golpear prisioneros hasta la muerte y todas las ocasiones en que habíamos asesinado civiles inocentes.
Me dijeron que iría a la cárcel de uno a cinco años, cuando me llevaron a la base me dijeron: “Entra tranquilamente y te dejaremos ir”. Yo les dije que no, que hablaría y fui enviado a la base, a los tres días me pusieron en libertad porque los soldados de la base estaban reaccionando al verme allí. Ellos decían: “¿Pero a qué infierno nos envían? Este chico está contra la guerra y tiene una estrella púrpura”. Así que me liberaron. Era evidente que cuanto más tiempo pasara en la base más problemas les causaría, por tanto me liberaron.
SA. — ¿Crees que te soltaron para ocultar la oposición?
DA. — Sí, llevaron a Watada a juicio [Watada es el primer oficial que públicamente se negó a ir a Iraq], pero Watada nunca estuvo en Iraq. No podía decir realmente nada porque no conoce la situación allí. Conmigo sería diferente porque yo testificaría sobre los crímenes de guerra. No me querían llevar a juicio porque sería malo para ellos. Así que la decisión sin liberarme sin castigo era lo mejor para el ejército.
SA. — ¿Qué estás haciendo específicamente en el movimiento contra la guerra?
DA. — Estoy hablando en institutos a los chicos para que no se alisten en el ejército. También fuera de las bases, a los soldados en el aeropuerto cuando los veo de uniforme.
SA. — ¿Son muchos los soldados que se niegan a regresar?
DA. — Sí, en Fort Knox cada año miles son procesados.
SA. — ¿Piensas que los demócratas terminarán pronto con la guerra?
DA. — No, (…) no creo en Hillary Clinton ni en ninguno de ellos (…) ellos no van a parar la guerra.