No es un secreto que EEUU está perdiendo la guerra en Iraq. Ahora no sólo los suníes se oponen a la ocupación sino también la poderosa milicia chiíta del Ejército Mahdi, encabezada por al Sadr, que están luchando contra las fuerzas de ocupación y com No es un secreto que EEUU está perdiendo la guerra en Iraq. Ahora no sólo los suníes se oponen a la ocupación sino también la poderosa milicia chiíta del Ejército Mahdi, encabezada por al Sadr, que están luchando contra las fuerzas de ocupación y como resultado cada vez mueren más soldados británicos y norteamericanos. Desde que comenzó la guerra en marzo de 2003, han muerto 3.292 soldados estadounidenses y entre 23.000 y 100.000 han resultado heridos.
Al mismo tiempo, algunos estudios han situado la cifra de muertos civiles entre 70.000 (Iraq Body Count Project) y los 655.000 (The Lancet Study). Pero la página web de Iraq Body Count señala que “nuestro máximo se refiere por tanto a las muertes informadas diariamente, es decir que se asuma que se ha informado de la muerte de esos civiles. Es probable que la mayoría de las bajas civiles no aparezcan en los medios de comunicación”.
Lo débil que es la llamada “democracia” norteamericana en el Iraq ocupado se puede ver en que no han podido evitar que el 9 de abril decenas de miles de iraquíes se manifestaran con banderas iraquíes desde Bufa a Najaf, 100 millas al sur de Bagdad. Un día antes de esa manifestación, Muqtada al Sadr hizo una declaración pidiendo al ejército y policía iraquíes que dejasen de cooperar con EEUU y dijo a sus guerrilleros que se concentrasen en echar a las fuerzas estadounidenses del país.
Y mientras la situación de las fuerzas ocupantes va de mal en peor, cada vez llega más información sobre la posibilidad real de que en la ofensiva norteamericana de 2003 se utilizaran bombas de neutrones, bombas atómicas tácticas contra unidades de elite iraquíes. La fuente de esta información es Saifeddin Fulayh Asan Taha al-Rawi, antiguo comandante de la Guardia Republicana Iraquí quien dijo a Al Jazeera que las fuerzas norteamericanas, utilizaron bombas de neutrones y fósforo durante su ataque al aeropuerto de Bagdad, antes de la captura de la capital del 9 de abril. Estas bombas “aniquilaron soldados pero dejaron los edificios y la infraestructura del aeropuerto intacta”.
Esta información apareció el sábado 8 de abril en el canal de noticias por satélite de Al Jazeera. La emisora no daba la fecha de la entrevista con el jefe de la Guardia Republicana, la misma persona por la que Bush ofreció una recompensa de un millón de dólares, vivo o muerto.
La información de Rawi es bastante verosímil, EEUU tiene muchas existencias de estas bombas de neutrones, bombas termonucleares que producen un daño y un calor mínimos, pero que liberan grandes cantidades de radicación mortal que puede penetrar en el blindaje y es especialmente destructiva del tejido humano.
El uso de napalm y uranio enriquecido
Nuestros lectores recordarán que durante la Guerra pensábamos que la Guardia Republicana presentaría una resistencia enérgica, y que por tanto, la ocupación final tardaría más tiempo en llegar. Ahora parece que hay una explicación a por qué esta unidad de elite no luchó como se esperaba y en su lugar presenciamos un colapso rápido de las fuerzas de Sadám.
Para los gobernantes de EEUU e Israel, el uso de armas letales como las bombas de racimo, lanzadas desde el aire, y las municiones de racimo, disparadas desde tierra, son consideradas legítimas.
Durante la primera guerra del Golfo en 1991, EEUU y sus aliados arrojaron bombas de racimo que contenían unos 20 millones de bombetas. Además de municiones racimo que extendieron más de 30 millones de bombetas. Durante la guerra en Líbano, Israel utilizó el mismo armamento.
Tanto EEUU como Gran Bretaña, oficialmente reconocieron que el 3 de abril de 2003 sus fuerzas aéreas habían lanzado bombas de racimo sobre Iraq. No sólo esto, también bombas de napalm. El napalm es una mezcla de productos químicos incendiarios. Fue probado por primera vez durante la Segunda Guerra Mundial, pero utilizado sobre todo en la guerra de Vietnam. El napalm inicialmente se utilizaba para limpiar zonas de la jungla y crear así áreas de aterrizaje. Sin embargo, también se utilizó contra poblaciones civiles. EEUU dice que dejó de utilizarlo a principios de los años setenta y que oficialmente destruyó su último arsenal el 4 de abril de 2001.
Sin embargo, parece bastante probable que no destruyeron todo el napalm. El 22 de marzo de 2003 periodistas de la CNN y del Sydney Morning Herald/Melbourne Age, que habían estado con el 1º Batallón del Séptimo de Marines en Safwan, cerca de Basora, informaron de que se habían producido bombardeos con napalm contra la resistencia iraquí. También es un hecho conocido que EEUU y sus aliados utilizaron uranio enriquecido en minas antitanques en la primera Guerra del Golfo. Los tanques norteamericanos dispararon 14.000 proyectiles de uranio enriquecido y los aviones antitanque dispararon otros 940.000.
El uranio enriquecido (UE) es uranio 238, el isótopo producido después de que el uranio 235 haya sido enriquecido para el uso de armas o reactores nucleares. Como explica Simon Helweg-Larsen en Znet:
“Cuando se disparan proyectiles con UE a altas velocidades desde tanques o aviones, el material radioactivo quema el blindaje del tanque, incendiando el vehículo. Después de explotar, el 70 por ciento del proyectil se evapora en minúsculas partículas y puede ser desplazado por el viento a muchas millas de distancia (…).
“El 28 de marzo de 2003, una unidad de tanques disparó 120 rondas de UE en la principal carretera de Kifl, creando un efecto vacío que literalmente sacó a las guerrillas de sus escondites a la calles donde fueron disparadas con pequeñas armas de fuego o desde los tanques”.
En 1945, EEUU arrojó bombas atómicas sobre Japón. El 6 de agosto de ese año el bombardero B-29 norteamericano Enola Gay, arrojó una bomba atómica sobre Hiroshima y tres días después sobre Nagasaki. Desde 2002 la administración Bush ha adoptado la doctrina de la guerra nuclear “preventiva” según el 2002 Nuclear Posture Review.
Inestabilidad en los países árabes
No es un secreto que la inestabilidad en Oriente Medio, particularmente desde la derrota de Israel en la guerra del Líbano el pasado verano, ha ido creciendo con los días. El 28 de marzo, Ban, el nuevo Secretario General de la ONU, publicó una declaración titulada: La Asamblea General y el Consejo de Seguridad, el Secretario General, citando las crecientes causas de inestabilidad en Oriente Medio en un discurso ante la Liga Árabe. Esta declaración hipócrita sitúa la culpa no en los imperialistas sino en los llamados radicales islámicos, pero resulta interesante ver lo preocupados que están sus amos por la pérdida de control en la región:
“La región de Oriente Medio es más compleja, más frágil y peligrosa de lo que ha sido desde hace mucho tiempo. La profunda desconfianza continua impidiendo que palestinos e israelíes consigan un proceso de paz significativo. En Líbano, el punto muerto político amenaza con socavar una de las sociedades más vibrantes de la región.
“La violencia en Iraq continúa cobrándose diariamente vidas civiles… La crisis en Darfur está lejos de estar resuelta, la inestabilidad va más allá de sus fronteras. La situación en Somalia se está deteriorando en medio del pillaje, la violencia y las rivalidades de clan. A través de la región, además de la costosa lista de vidas pérdidas y propiedad destruida por la violencia armada, existe mucha desesperación, un sentimiento de inquietud entre los jóvenes, el desempleo, la falta de oportunidades económicas y la ausencia de participación política. En estas condiciones el radicalismo y la militancia encuentran un terreno abonado.
“La inestabilidad en los estados de la Liga Árabe tiene un significado profundo para la paz y seguridad internacionales. Hoy estoy aquí con vosotros, en los primeros días de mi mandato, prestando mi apoyo y el de las Naciones Unidas, por la paz, la justicia y el bienestar de vuestros pueblos”.
Y la inestabilidad en Israel
No sólo los regímenes árabes pro-imperialistas son inestables, también lo es Israel. Como esperábamos, la derrota de Israel en la pasada guerra está profundizando las contradicciones dentro del sistema capitalista israelí.
En el momento de escribir estas líneas, 250.000 estudiantes universitarios y de secundaria están en huelga, exigiendo el desmantelamiento del Comité Shochat para la reforma de la educación superior.
Este comité fue creado en noviembre de 2006, pare reducir los fondos a la educación superior y elevar la cuantía de las tasas que ahora ascienden a unos 9.000 NIS anuales. La demagogia del gobierno pretendiendo que la solución es un nuevo aumento de las tasas y así el gobierno aumenta los préstamos a los estudiantes, se ha encontrado con la oposición de la mayoría de los estudiantes que comprenden que la educación superior cada vez es más un privilegio de los ricos. La solución por supuesto es la educación gratuita desde la guardería hasta la universidad para todos. La riqueza de los 10.000 millonarios israelíes debería ser utilizada para pagar esto y no dejar en su mano la riqueza para que vivan en medio del lujo mientras cada vez más personas viven en la pobreza. La ignorancia y la pobreza están enraizadas en el mismo sistema capitalistas israelí y esto es útil sólo a los capitalistas.
La clase dominante israelí, temerosa de la lucha de los trabajadores y los estudiantes, está recurriendo al viejo truco de volver la furia hacia el odio a los árabes y a una nueva guerra, en esta ocasión contra Irán.
En diciembre del año pasado, en el Knesset (parlamento) se propuso una enmienda a la Ley Básica, presentada por el Partido Nacional Religioso presidido por el parlamentario Zevulun Orlev. Esa Ley Básica plantea las razones por las que el Comité Electoral puede evitar que un partido o individuo se presente a las elecciones. Entre ellas está la “negación de la existencia del Estado de Israel como un Estado democrático y judío” y “apoyar a una organización terrorista”. Orlev propuso esto en el comité del Knesset, con la aprobación del Tribunal Supremo, y con poderes para destituir a parlamentarios por estos motivos.
La enmienda iba dirigida contra los parlamentarios árabes y sobre todo contra Azmi Bishara, el jefe del partido de izquierdas liberal Balad. Azmi Bishara está defendiendo la sustitución del estado capitalista judío por un estado capitalista de todos los ciudadanos de Israel, árabes y judíos. Está defendiendo la autonomía cultural para los ciudadanos árabes de Israel y su partido se opone a la guerra sucia contra Líbano, además de contra la ocupación israelí. Ahora ellos quieren no sólo echarle del parlamento, sino también obligarle a dimitir utilizando procedimientos criminales acusado de traición por visitar estados árabes como Siria y Líbano.
Orlev propuso una ley que impide a cualquier que visite un país enemigo presentarse al Knesset. Ya en 2001, el gobierno de Ariel Sharon aprobó una enmienda a la ley en la que se decía que visitar un país enemigo era castigado con cuatro años de prisión. El resultado: parlamentarios árabes continúan visitando países enemigos con su inmunidad, pero la policía les investiga. Orlev quiere acabar con esto. Ahora Azmi está visitando Jordania y de ahí irá a Europa y quizá a India.
Esta ley significa el final de los árabes en el parlamento. Sería otro paso en dirección a una nueva “transferencia” en masa de ciudadanos árabes de Israel. La clase obrera internacional debe exigir el final de esta caza de brujas.
Nuevas guerras contra Líbano e Irán amenazante
El gobierno israelí no parece que intente calmar la situación. Todo lo contrario, está avivando las llamas. Ha decidido rechazar la lista de prisioneros que el Gobierno de Unidad Palestino quiere que libere a cambio del soldado secuestrado Gilad Shalit.
Según un anuncio de la oficina del Primer Ministro del 10 de abril, se decía que durante la consulta de seguridad “se expresaron desacuerdos y reservas relacionadas con la lista de prisioneros cuya liberación pretende Hamás. Israel continuará con los contactos… con Egipto”. ¿Por qué no directamente con los palestinos? Ellos son los que mejor podrían hablar.
Mientras tanto, Hezbolá y la clase dominante iraní son conscientes de los planes de atacarles este verano. El Secretario General de Hezbolá, Sheik Naim Kassem, dijo al periódico británico The Guardian, que el grupo se está rearmando después de la segunda guerra del Líbano, para la se está preparando este verano.
En las noticias del 11 de abril, escuchamos que EEUU, Francia y Gran Bretaña están impulsando un “comité de expertos” para examinar el contrabando de armas a Hezbolá a través de la frontera siria. Ban, el mismo hipócrita, dijo que ha “recibido información de Israel y otros países” que incluye pruebas de tráfico de armas desde Siria e Irán a Hezbolá, lo que constituye una “violación flagrante” de las resoluciones del Consejo de Seguridad, incluida la resolución que defendía el alto el fuego en la segunda guerra del Líbano.
“Estamos preparados para la posibilidad de otra aventura o la exigencia del policía norteamericano que pudiera empujar al ejército israelí en esa dirección”, esto es lo que decía Kassem en una entrevista publicada el miércoles 11 de abril.
Según The Guardian, Kassem acusó a Washington de realizar una guerra encubierta contra el grupo militar, armando a las milicias anti-Hezbolá e intentando socavar al ejército libanés. De nuevo, según The Guardian, la acusación va acompañada con informes de la CIA en los que se autoriza acciones encubiertas “no mortales” contra Hezbolá, como parte de una estrategia más amplia para evitar la extensión de la influencia iraní en la región. Lo mismo está ocurriendo en Irán, donde los terroristas afgani apoyados por la CIA se han infiltrado desde Pakistán y están utilizando el terror contra ciudadanos iraníes.
Al imperialismo norteamericano le gusta hablar mucho sobre el “peligro del terrorismo”, cuando en realidad cuenta con un largo historial de apoyo a grupos terroristas. Todo depende de qué parte estén los terroristas. Si están del lado de EEUU, entonces son “luchadores por la libertad”, en el caso de Bin Laden fue las dos cosas, “luchador por la libertad” cuando sus acciones iban dirigidas contra la Unión Soviética, y “terrorista” cuando se volvió contra EEUU.
No es un accidente que hoy (11 de abril) Cuba esté protestando por la liberación del terrorista reaccionario Posada Carriles, quien puso una bomba en un vuelo de Cubana en 1976. Posada, que fue liberado el viernes 6 de abril, estaba acusado de violar las leyes de inmigración de EEUU en la ciudad de El Paso, es requerido por los gobiernos cubano y venezolano y es el responsable de la muerte de 73 personas que iban a bordo del avión de Cuaba de Aviación en 1976. Inicialmente fue encarcelado por el crimen en Venezuela, pero escapó con ayuda y más tarde participó en operaciones terroristas de la CIA en Centroamérica. Participó en un complot para asesinar a Fidel Castro en 2000, cuando fue arrestado con un gran cargamento de explosivos en Panamá. Este individuo es obviamente considerado un “luchador por la libertad”. Sí, un luchador por la libertad del imperialismo a oprimir pueblos en todo el mundo y derribar a cualquier régimen que no siga la línea impuesta por el imperialismo norteamericano.
El mismo método se aplica a regímenes enteros y no sólo a individuos. Bush siente que tiene el derecho a decidir qué régimen es “bueno” y de este modo tiene el derecho a decidir si puede permanecer o no. Sobre esta base, actuó contra el régimen talibán en Afganistán y contra Sadám Hussein en Iraq. Pero lo que están descubriendo él y sus compinches, o el menos los sectores más inteligentes de la clase dominante estadounidense, es que una cosa es derribar a un régimen, y otra muy distinta someter a todo un pueblo que no quiere ser gobernado por una potencia extranjera.
La realidad es que en todo el mundo crece la oposición al imperialismo. Se está llevando al límite a los pueblos del mundo. Este es claramente el caso de Oriente Medio. Y aún así Bush parece no aprender nada de esto. Ahora hay signos crecientes de que EEUU, con el apoyo de Israel y los saudíes, están preparando un ataque contra Irán y posiblemente contra Líbano y Gaza. Si lo hacen, entonces todo Oriente Medio se convertirá en un caldero de descontento y oposición de masas al imperialismo. En lugar de resolver los problemas, más presencia militar en la región sólo conseguirá exacerbarlos.