Las noticias de las luchas de los trabajadores de Egipto nunca llegan a los medios de comunicación europeos, ni latinoamericanos, no porque las historias no contengan drama, valor, sacrificio humano o profundos contrastes y conflictos de clase. La razón es que los medios de comunicación de la burguesía no quieren informar de la lucha de la clase obrera en el mundo árabe, una lucha decisiva en esta parte del mundo y otras zonas. En su lugar, utilizan las palabras del veterano corresponsal en Oriente Mnte Medio Rami G. Khouri: «Los medios de comunicación norteamericanos sienten poco apetito por historias sobre los árabes que no llevan cuchillos, ametralladoras, lanza granadas o teléfonos chapados en oro».
En artículos anteriores explicábamos que la clase obrera egipcia estaba despertando. El régimen de Hosni Mubarak y los capitalistas ha caído derrotado una y otra vez en el último período.
Las noticias de las luchas de los trabajadores de Egipto nunca llegan a los medios de comunicación europeos, ni latinoamericanos, no porque las historias no contengan drama, valor, sacrificio humano o profundos contrastes y conflictos de clase. La razón es que los medios de comunicación de la burguesía no quieren informar de la lucha de la clase obrera en el mundo árabe, una lucha decisiva en esta parte del mundo y otras zonas. En su lugar, utilizan las palabras del veterano corresponsal en Oriente Medio Rami G. Khouri: «Los medios de comunicación norteamericanos sienten poco apetito por historias sobre los árabes que no llevan cuchillos, ametralladoras, lanza granadas o teléfonos chapados en oro». A ellos les gustan las noticias sobre pequeños grupos fundamentalistas que con frecuencia no representan a nadie excepto a sí mismos.
La mayoría de los medios de comunicación han ignorado absolutamente la gran oleada de huelgas y malestar obrera que recorre Egipto durante estos últimos tres años. La mayoría de las huelgas han terminado en victoria y se han caracterizado por un ambiente desafiante y radical por parte de los trabajadores. Las reivindicaciones nacen de las insoportables condiciones y enormes beneficios acumulados en los bolsillos capitalistas, por la corrupción extensa y endémica entre la elite dominante y el régimen de Mubarak. La otra cara de la moneda del boom económico son unos salarios estancados y una inflación galopante que oficialmente es del 8 por ciento, pero la mayoría de los investigadores económicos independientes calculan que supera el 15 por ciento. La subida de precios afecta a los sectores más pobres de la población y son sobre todo elevados en los productos primarios como el trigo, pan, carne y vegetales frescos, los precios de estos productos han subido casi un 50 por ciento el año pasado.
Lo más destacado de las luchas ha sido que al final, tras una ocupación de la fábrica que duró una semana, terminaron con un triunfo absoluto de los trabajadores.
La huelga y la ocupación de la fábrica
El viernes 23 de septiembre la fábrica de textil de Ghazl el-Mahalla, la mayor de Egipto, fue ocupada de nuevo por los trabajadores. En la fábrica trabajan 27.000 trabajadores. El domingo 10.000 decidieron dejar de trabajar y ocupar la fábrica para responder así a las provocaciones de la dirección que intentaba retractarse de lo anteriormente acordado.
El periódico egipcio, Daily Star, el 27 de septiembre en su correspondencia demostraba cuál era el ambiente entre los trabajadores:
«Los trabajadores de Mahalla se quejan de los bajos salarios que les someten a la abyecta pobreza, al abuso de la dirección, la corrupción y, sobre todo, toda una serie de promesas incumplidas por el gobierno después de una huelga igual de larga el pasado mes de diciembre.
«Los trabajadores de la empresa insisten en que sólo quieren lo que les pertenece, y acusan a los administradores de extender la corrupción y violar los acuerdos anteriores.
«»Sólo queremos que nos traten como seres humanos» -decía un hombre-, que como la mayoría de los huelguistas prefería mantenerse en el anonimato por temor a posibles represalias de la dirección o de sus aliados en la seguridad del Estado.
«»En esta empresa hay corrupción» -decía otro hombre-, ‘Nos tratan mal. Hay mala gestión y planifican mal el futuro».
«»Si el presidente nos da el precio de uno de los iftar que él come, bastaría para pagarnos lo que nos pertenece» -gritaba un tercero-«.
Según el acuerdo anterior, los trabajadores recibirían un 10 por ciento de los beneficios si conseguían que éstos superaran los 60 millones de libras egipcias. Los beneficios superaron en cinco el objetivo acordado pero los trabajadores no vieron ningún beneficio. Exigían que el director corrupto y sus títeres fueran despedidos, que los trabajadores recibieran una parte de los beneficios anuales igual a 150 días de salarios, mejores condiciones laborales y condiciones de seguridad y más extras.
La policía asedia la fábrica
Unas pocas horas después de que se tomara la decisión de la huelga, llegaron miles de trabajadores a la fábrica. Mientras tanto, enviaron a la policía a rodear y asediar la empresa que se encuentra en una zona industrial importante del Delta del Nilo. Tan pronto como los trabajadores ocuparon los locales, la dirección de la fábrica declaró que estaba cerrada por una semana de «vacaciones». Los trabajadores debían por tanto abandonar la fábrica bajo la amenaza de la fuerza y ser perseguidos por ocupar ilegalmente la planta. Esta amenaza fue respondida con una intensificación de la ocupación.
Durante toda la lucha, los trabajadores han mostrado una determinación feroz y unidad. La policía y el régimen hicieron muchos intentos de dividir a los trabajadores. Recurrieron a la represión, por un lado, y a promesas baratas por el otro. Todos los intentos toparon con la huelga y con el rechazo firme de los trabajadores. La policía no pudo impedir que cientos y miles de trabajadores entrar y salieran de la fábrica, cruzando las líneas de la policía y de esta manera inutilizaron el asedio. Por la noche, 10-15.000 trabajadores dormían en la fábrica, durante el día, más del 20.000 trabajadores estaban en la fábrica manifestándose y celebrando el ramadán.
De nuevo Daily Star Egypt informa del ambiente militante de los trabajadores:
«Cada vez que los soldados se acercaban a la fábrica, los trabajadores les superaban en número y les intimidaban, pero la amenaza de violencia futura contra los huelguistas de Mahalla y contra sus familias es real.
«»Debemos quedarnos aquí, no importa lo que ocurra» Estas son las palabras de [Dirigente de la huelga] El Attar ante la multitud el miércoles. ‘Incluso si uno o 20 trabajadores son asesinados, si abandonáis vuestros puestos dentro de esta huelga, estáis entregando vuestra sangre y hombría».
«Muchos en la multitud estaban de acuerdo con El Attar.
«»Estamos dispuestos a morir por lo que es nuestro» -decía un huelguista-. ‘No queremos nada más que lo nuestro»
«»Sólo queremos nuestros derechos» -insistía otro- ‘Estamos dispuestos a morir por nuestros derechos»»
El papel de los «sindicatos oficiales»
Al principio de la huelga, la policía envió a los representantes del «sindicato» a la fábrica. Estas personas no son elegidas por nadie sino por el propio régimen, el sindicato es una de las organizaciones del régimen destinadas a controlar a la clase obrera.
La actitud de los trabajadores ante este tema fue clara.
Después de la huelga de diciembre, el movimiento obrero de Mahalla comenzó a una campaña para echar a los dirigentes sindicales locales y abolir la organización sindical nacional del país, la Federación General de Sindicatos.
Decían que la Federación General estaba coaptada por el régimen de Mubarak y que está más interesada en el mantenimiento del régimen que en ayudar a los trabajadores del país. Según ellos, lo que Egipto necesita es un movimiento obrero independiente.
«Queremos cambiar la estructura y la jerarquía del sistema sindical de este país», afirmaba Mohamed El Attar, uno de los dirigentes del movimiento. «Los sindicatos de este país están organizados de una forma completamente equivocada, de arriba abajo. Está organizado para que parezca que nuestros representantes son elegidos, cuando en realidad los nombra el gobierno».
Estos «representantes» vienen a los trabajadores a convencerles de que terminan la huelga y regresen al trabajo. Cuando los trabajadores se encuentran con estos «sindicalistas» no les dan la bienvenida, todo lo contrario, les responden de una manera ruda. Un testigo relata lo ocurrido en un blog de El Cairo dirigido por el periodista Issandr ElAmrani (http://arabis.net/) y describe así la situación:
«El gobierno ha alcanzado algunos compromisos a través del responsable del Comité Sindical de la Fábrica, Seddiq Siyam, a cambio de poner fin a la huelga. Pero el estúpido olvidó que pedía esto (el final de la huelga) mientras las emociones y el sentir de los trabajadores eran muy superiores a lo que él imaginaba. Ocurrió lo inevitable. El petimetre fue arrastrado. Los trabajadores casi le matan, en serio, no estoy hacienda un chiste. Pero se salvó en el último momento gracias a los dirigentes de la huelga».
Durante las manifestaciones, los trabajadores de Mahalla han repetido lo que parece convertirse en una tradición para los trabajadores de esta empresa textil. Levantaron una efigie del director de la fábrica y la llevaron como si fuera un símbolo funerario en medio de los vítores de miles de trabajadores.
Los trabajadores de Ghazl el-Mahalla han estado en la vanguardia de la clase obrera en este último período con huelgas y ocupaciones de fábrica.
En esta ocasión, la ocupación de Ghazl el-Mahalla ha iniciado una explosión de acciones industriales en Egipto, un país donde las huelgas y las organizaciones obreras independientes están prohibidas por ley. Los trabajadores de la fábrica textil de Kafr el-Dawwar se manifestaron en horario laboral como muestra de solidaridad con Mahalla y dejaron claro que si no se satisfacían las reivindicaciones de Mahalla ellos también irían a la huelga. Estos trabajadores también tienen toda una serie de reivindicaciones relacionadas con las condiciones laborales en su propia fábrica. Entre ellas, está el despido del presidente del consejo de administración, del presidente del sindicato, que los salarios no superen a los precios de los alimentos y que los trabajadores cobren una parte de los beneficios de la empresa, como recogía el anterior acuerdo.
Los trabajadores de Grain Mill también hicieron una manifestación para solidarizarse con los trabajadores Mahalla, en todo Egipto se recogió dinero para los huelguistas. Hay noticias de colectas en Mahalla, Tanta, Helwn, Shoubra, Tenth of Ramadan City, Suez, Bejeira, Mansoura y Port Said.
Intento de represión: los dirigentes de los trabajadores detenidos
El régimen inicialmente se sorprendió con la fuerza de la lucha pero pronto respondió con represión. Tuvo una escala limitada y sobre todo intentó probar la fuerza de los trabajadores. Cinco dirigentes fueron detenidos y acusados de hechos absurdos como sabotaje, incitación a la insurgencia y a pérdida de 10 millones de libras egipcias en beneficios. ¡Como si la huelga hubiera estallado por obra de los «agitadores radicales»! Por supuesto que es importante tener buenos dirigentes en el centro de trabajo, eso lo sabe todo trabajador. Pero la huelga estalla debido a la frustración acumulada, la rabia y las humillaciones que se acumulan bajo la superficie. Incluso el orador y el organizador más hábil nunca serán capaces de «crear» una huelga, una ocupación de fábrica o una revolución si los trabajadores no están dispuestos a luchar.
El arresto de sus dirigentes sólo sirvió para redoblar la rabia de los trabajadores de Mahalla y provocar una oleada masiva de solidaridad por parte de los trabajadores y estudiantes de todo el país, e internacionalmente. Mohamed El Attar, Faisal Laogusha, Wael Habib, Magdi Sherif y Gamal el-Saadawi fueron liberados dos días después y se retiraron los cargos contra ellos. El objetivo de las detenciones de estos dirigentes era clara: el régimen quería enviar una señal a todos los trabajadores de Egipto, para que mantuvieran la calma y la cabeza baja, de no ser así les esperaba la tortura y las tristemente famosas cárceles del régimen de Mubarak. La repentina capitulación del régimen demuestra hasta qué punto la camarilla dominante y los capitalistas están divididos sobre cómo afrontar el despertar de la lucha de clases en el país y hasta qué punto carecen de un apoyo de masas entre la sociedad egipcia.
El problema del régimen es que los trabajadores no se han acobardado. En el pasado, la táctica del régimen era satisfacer parcialmente las reivindicaciones de los trabajadores y, al mismo tiempo, descabezar el movimiento, atacando con dureza cualquier intento de construir una dirección independiente del movimiento. Esta táctica de concesiones y represión en el pasado consiguieron controlar la actividad de la clase obrera. Pero en esta oleada de la lucha de clases el efecto ha sido el contrario. La represión fortalecía a los trabajadores, los indignaba aún más y hacía más clara su lucha.
Democracia obrera
La característica más destacada de esta lucha, y uno de sus puntos fundamentales de fuerza, ha sido la manera rigurosamente democrática en la que se han organizado los trabajadores. Todas las decisiones importantes se acordaron en asambleas masivas. Las provocaciones de los representantes sindicales oficiales fueron rechazadas en reuniones donde todos los trabajadores pudieron experimentar por sí mismos la naturaleza corrupta de estos «dirigentes».
Los dirigentes de la huelga consiguieron una enorme autoridad ante el resto de los trabajadores durante todo el período que duró la lucha. La democracia obrera, considerada como un elemento fundamental de cualquier lucha obrera, se ha visto claramente en el siguiente ejemplo aparecido en 3arabwy:
«Los cinco dirigentes obreros de Ghazl el-Mahalla detenidos, fueron liberados el martes por la noche entre las once y las doce la noche….
«Los dirigentes se dirigieron a la fábrica donde fueron recibidos como héroes por los trabajadores…»
Lo ocurrido después es más interesante.
Según un activista socialista presente en la fábrica, los dirigentes obreros se dirigieron a los huelguistas en una asamblea de masas donde «parecía que querían calmar la situación. Parecía como si estuvieran presionados por la seguridad del Estado para que alcanzaran rápidamente algún acuerdo. Ellos dijeron, a cambio de poner fin a la huelga, que el gobierno les había prometido que se les pagaría inmediatamente 40 días de los beneficios anuales, que esperaran a que se celebrase la asamblea general de la empresa (sin fecha concreta) para recibir el resto de los beneficios. En cuanto al resto de reivindicaciones, los dirigentes obreros no fueron coherentes sobre cómo se implantarían, hablaban de ‘promesas» y ‘promesas»… A los trabajadores les parecía que ya habían escuchado antes estas ‘promesas».
«Los trabajadores comenzaron a gritar ‘¡No! ¡No!». Los dirigentes sindicales tuvieron que seguir con la huelga, el ambiente era más militante que al principio».
En el transcurso de cualquier lucha como esta, incluso la dirección más honesta y experimentada está sometida a la vacilación debido a la presión del enemigo de clase. La única fuerza que puede contrarrestar esta presión es la democracia obrera.
A favor de los dirigentes de la huelga de Mahalla deberíamos decir que, a diferencia de los dirigentes «oficiales», ellos tuvieron el valor de defender su posición frente al conjunto de los trabajadores y reconocer su error, aplicando la decisión colectiva y continuar con la huelga.
Victoria total
El régimen no tuvo otra alternativa que ceder a las reivindicaciones de los trabajadores y evitar así la generalización y radicalización de la lucha. Tras una semana de ocupación, una delegación del gobierno encabezada por Hussein Meghawe, de la Federación General de Sindicatos, el jefe del Sindicato General de Trabajadores Textiles, Said el-Gohary, y el responsable de la Textile Holding Company, Mohssen el-Gilani, se reunieron con los 20 dirigentes de la huelga en el ayuntamiento.
Las negociaciones fueron significativamente breves y se pueden describir como una auténtica capitulación del gobierno frente a las reivindicaciones de los trabajadores. En el blog 3arabwy (http://arabist.net/arabawy/) se informa del acuerdo, los puntos más destacados son los siguientes:
•1. Noventa días de beneficios anuales a pagar inmediatamente a los trabajadores. El resto se determinará en la asamblea general de la empresa, con la condición de que no sean menos de 130 días, no se fijó ningún tope. Los trabajadores ya han recibido 20 días y otros 70 los recibirán pronto (de los 40 días ofrecidos al principio por la dirección finalmente han conseguido 90).
•2. La huelga será considerada vacaciones pagadas y los costes serán a cargo de la empresa.
•3. En lugar de que la dirección tenga el derecho a decidir los incentivos, éstos estarán en función del salario mensual básico, con un aumento anual del 7 por ciento del salario básico.
•4. Se creará una sociedad cooperativa, fundada por Holding Company, para facilitar el transporte de los trabajadores. El dirigente Mostafa Fouda será el encargado de dirigirla.
•5. Ningún huelguista será represaliado por participar en la lucha industrial. Se ha formado un comité de dirigentes de la huelga para continuar con la negociación con Holding Company para decidir el incremento de los extras por comida y la seguridad industrial.
•6. Los dirigentes de la huelga se comprometieron a que Mahmoud el-Gebaly, el director corrupto de la empresa, será juzgado junto con sus ayudantes.
•7. El trabajo se reanuda el domingo.
Avance de la conciencia debido a la experiencia de la lucha
La huelga no sólo era por reivindicaciones económicas y de seguridad, incluso aunque los trabajadores egipcios del textil estén entre los peor pagados del mundo. Después de diez años de trabajar en la fábrica de Mahalla, un trabajador puede ganar unos 40 dólares al mes. El salario medio de un trabajador textil en Egipto equivale al 85 por ciento del salario de un pakistaní y un 60 por ciento al de la India.
Es evidente que la experiencia de la lucha ha desarrollado un alto nivel de conciencia entre los trabajadores de Mahalla. Durante las manifestaciones coreaban consignas como: «¡No seremos gobernados por el Banco Mundial! ¡No seremos dominados por el colonialismo!» También había muchas pancartas con consignas contra la dictadura de Mubarak.
Es perfectamente natural que las huelgas en Egipto, por naturaleza, no sólo sean económicas. En un país donde las huelgas son ilegales, los trabajadores saben muy bien que luchan contra la policía y la seguridad del Estado, contra todo el aparato de represión estatal. Todo trabajador egipcio conoce historias sobre las atrocidades que ocurren en las cámaras de tortura del régimen y que sus familias pueden ser atacadas por la policía. La división entre las huelgas «políticas» y las «económicas» prácticamente no existe en una dictadura capitalista ex – colonial como el régimen actual egipcio.
Un elemento importante y destacable en la lucha de clases en Egipto es el papel muy activo de las trabajadoras. En diciembre del año pasado, 3.000 trabajadoras del sector de hilado de Ghazl el-Mahalla tomaron la iniciativa de ir a la huelga y se manifestaron por la fábrica exigiendo a los hombres que las apoyasen y gritaban: «¿Dónde están los hombres? ¡Aquí estamos las mujeres!» Ganaron la lucha y dio un impulso poderoso a las huelgas industriales por todo el país, la mayoría terminaron con importantes victorias.
Este verano, los trabajadores de la fábrica textil Mansoura-España ganaron su lucha después de paralizar los planes para el cierre de la fábrica. Lo consiguieron después de que casi 300 trabajadores, un 75 por ciento mujeres, ocuparan la fábrica y vivieran dentro de ella durante dos meses. Es importante que las mujeres, el sector más explotado del proletariado, en esta lucha jugaran un papel importante y fueron la dirección de sus compañeros masculinos.
Sólo en agosto, en Egipto hubo 100 acciones industriales en 88 empresas. El nivel de las luchas industriales es bastante más alto este año que en 2006. Según un informe (3arabwy. http://arabist.net/arabawy/ 26 de septiembre), durante los primeros seis meses de este año, hubo 386 luchas industriales (100 huelgas de brazos caídos, 109 huelgas, 33 manifestaciones, 126 asambleas ilegales acompañadas de cortos períodos de paro). En 2006, el Land Centre for Human Rights documentó 222 luchas industriales, ya este verano se ha superado esa cifra.
Lo realmente crucial para la conciencia de los trabajadores que es no han sufrido una derrota importante en este período. Los trabajadores han ganado una tremenda confianza como clase y se encaminan hacia un enfrentamiento contra el régimen pro-imperialista de Hosni Mubarak.
A pesar de que Egipto es el segundo recepto de ayuda económica de EEUU (el primero es Israel), el régimen no es capaz de controlar las protestas masivas, las huelgas y ocupaciones de fábricas por parte de los trabajadores. Cuando son los estudiantes los que exigen derechos democráticos o seguidores de la pequeña burguesía de la Hermandad Musulmana, el régimen no ha llegado a ningún acuerdo y ha sofocado las protestas. Sólo la clase obrera ha demostrado que es capaz de luchar contra el régimen.
La lucha en Egipto no ha terminado. Los trabajadores de Mahalla han demostrado la verdadera cara de la clase obrera egipcia. Se avecinan acontecimientos tormentosos, pueden acabar con la mayor de las derrotas o con el derrocamiento por parte de los trabajadores de este puesto estratégico del imperialismo en Oriente Medio, y de esta manera, abrir las puertas para la revolución socialista desde el océano Atlántico hasta el Golfo Pérsico, y más allá.