A las 1.22 am hora de Venezuela el miércoles, abril 9, el vicepresidente venezolano Ramón Carrizales anunció la decisión del presidente Chávez de renacionalizar la gigantesca planta siderúrgica SIDOR, situada en el sur del estado Bolívar. La decisión se tomó cuando el grupo multinacional argentino-italiano, Techint (que posee la mayoría de las acciones de SIDOR) se negó a hacer concesiones a los trabajadores en el convenio colectivo de trabajo.

Los trabajadores de SIDOR han luchado durante más de 15 meses por la mejora de los salarios, y las condiciones de salud y seguridad en el convenio de negociación colectiva. Los principales puntos de controversia son los siguientes: 1) aumento del salario, donde la empresa ofrecía muy poco y quería retrasar cualquier nuevo aumento salarial hasta dentro de 30 meses, 2) el tema de la subcontratación, donde los trabajadores exigen que todos los trabajadores subcontratados (9.000 de un total de 15.000) deben incorporarse como planta permanente, y 3) que debe haber un aumento sustancial de las pensiones de los trabajadores jubilados, que actualmente reciben por debajo del salario mínimo.

 

SIDOR fue privatizada en 1997 bajo el gobierno de Rafael Caldera, cuando el ex-guerrillero Teodoro Petkoff (en la actualidad un destacado líder de la oposición de derecha) era el encargado de las privatizaciones. SIDOR es ahora propiedad de la multinacional argentino-italiana Techint, que ha hecho muchos millones de ganancias respaldada sobre la masiva sobreexplotación de los trabajadores, y que se ha traducido en un notable aumento de muertes y accidentes en el trabajo. José «Acarigua» Rodríguez, dirigente del Sindicato de Trabajadores de SUTISS, describe los diez años de privatización como de «humillación y malos tratos por parte de la multinacional, que ha indignado a los trabajadores y al país», y culpó a Techint de los 18 trabajadores que murieron en accidentes en la planta.

 

Cuando Chávez hizo un llamamiento a la «nacionalización de todo lo que fue privatizado», en enero de 2007, los trabajadores respondieron con huelgas espontáneas y elevaron la bandera venezolana en las instalaciones de SIDOR. Y comenzaron a exigir la nacionalización de SIDOR. Finalmente, después de muchas negociaciones y presiones del gobierno argentino de Kirchner se llegó a un acuerdo entre Techint y el gobierno venezolano. La empresa aceptó vender parte de la producción en el mercado nacional a precios preferenciales, a cambio de evitar la nacionalización. Pero este acuerdo no podía durar. A lo largo de los 15 meses de la negociación colectiva de trabajo la empresa ha mantenido una actitud de provocación. Hasta que los trabajadores agotaron su paciencia y comenzaron una serie de paros en enero, febrero y marzo.

 

¿Cuál fue la respuesta del Ministerio de Trabajo? En primer lugar trató de imponer un arbitraje obligatorio a los trabajadores. Luego, la Guardia Nacional fue enviada por el gobernador del Estado de Bolívar a reprimir brutalmente a los trabajadores el 14 de marzo, durante una huelga de 80 horas. Varios trabajadores fueron detenidos, incluido el líder sindical «Acarigua», y muchos resultaron heridos durante el ataque. La Guardia Nacional actuó de una manera particularmente cruel, destrozando los automóviles de los trabajadores y otros bienes. Los trabajadores y las masas de toda la región respondieron con un claro instinto de clase. Organizaron piquetes y reuniones de la solidaridad, amenazaron con huelgas en otras plantas y empresas, etc.

 

Este incidente es el más grave enfrentamiento entre los trabajadores y de la Guardia Nacional durante el gobierno de Chávez, incluso peor que cuando la policía bloqueó en Aragua a los trabajadores de Sanitarios Maracay que iban a participar en una marcha organizada por el Freteco (Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas Recuperadas y Cogestionadas) en Caracas. Los trabajadores de Sidor denunciaron el hecho de que el comandante local de la Guardia Nacional se mantuvo en estrecho contacto con la dirección de la compañía y, básicamente, estaba actuando bajo sus órdenes. Aquí vemos uno de los más importantes desafíos que enfrenta la revolución venezolana. El viejo aparato de Estado, creado y perfeccionado durante 200 años para servir a los intereses de la clase dominante, aunque debilitado por la revolución, sigue básicamente intacto, y todavía tratar de servir a los mismos intereses.

 

Como dijo un diputado bolivariano por Guyana: «Considero que estos abusos están muy alejados de los principios revolucionarios promovidos por el Presidente de la República.» Este diputado, El Zabayar, quien defendió públicamente por la nacionalización de SIDOR explicó además que «hay sectores dentro del Estado que juegan al desgaste del gobierno, y utilizan a las autoridades gubernamentales para asumir una actitud pro-patronal». Este es precisamente el problema: el aparato del Estado sigue siendo en gran parte el mism, y un Estado capitalista no puede utilizarse para llevar a cabo una revolución socialista.

 

Incluso después de esta brutal represión, el Ministerio de Trabajo (que también jugó un papel terrible en la lucha Sanitarios Maracay), insistió en llamar a un referéndum de los trabajadores para que aceptaran la propuesta de la empresa. José Meléndez, otro dirigente de SUTISS, criticó duramente el papel del Ministerio: «Ellos nos acusan de ser causantes de problemas porque rechazamos su votación. Más de una vez hemos mostrado nuestro apoyo a la revolución, pero esto no significa que vamos a permitir al Ministro de Trabajo que siga una política contrarrevolucionaria y en contra de los trabajadores; lo que, a fin de cuentas, sólo beneficia a la derecha. » Y agregó: «El Ministro dice que estamos en contra del proceso, que somos contrarrevolucionarios, pero la verdad es que el que está dañando la reputación del presidente Chávez es el Ministro, el que está actuando a favor de la derecha es el Ministro, actuando como portavoz de la compañía».

 

Los trabajadores, correctamente, se mantuvieron unidos y se opusieron a esta votación, y organizaron su propia votación el 3 de Abril, con dos opciones: 1) aceptar la oferta de la empresa, 2) mandato al sindicato para continuar las conversaciones. La inmensa mayoría de los trabajadores rechazaron la oferta de SIDOR, con el voto en contra de 3.338 trabajadores y sólo 65 a favor.

 

Luego, el 4 de abril, los trabajadores se declararon en huelga y marcharon de nuevo a la Universidad Bolivariana, en Bolívar, donde el presidente Chávez asistía a una ceremonia de graduación, y exigieron ser oídos. Como resultado de esta presión, el presidente Chávez intervino en un programa de TV en directo el 6 de abril, para dejar sentada su posición (video completo aquí). Entre otras cosas, recordó que los trabajadores de SIDOR y de otras industrias básicas de Guyana se opusieron al lock-out patronal del 2002, «aun cuando recibieron amenazas de muerte, e incluso cuando se cortó el suministro de gas desde Anaco, y marcharon a Anaco. Y se enfrentaron con la policía». Añadió que las condiciones de los trabajadores eran «horribles» y que «el gobierno revolucionario ha de exigir a cualquier empresa, nacional o multinacional, latinoamericana, de Rusia o de cualquier parte del mundo, que cumpla con las leyes venezolanas», refiriéndose a la ley aprobada el 1º de mayo del año pasado que prohíbe la subcontratación. También anunció que había dado instrucciones al Vicepresidente Ramón Carrizales para que reuniera con el líder del SUTISS, Acarigua, y luego con la compañía para tratar de resolver la cuestión.

 

Añadió que su gobierno «respeta el marxismo, las corrientes marxistas y el método marxista» y que es un gobierno «obrerista», y que «sabrá cómo tomar las medidas necesarias». Explicó que él siempre trata de «buscar un acuerdo, la negociación y así sucesivamente, pero en relación con SIDOR, a partir del día de ayer, yo dije ya basta». Chávez también añadió que su intervención fue el resultado de la visita que le hicieron los trabajadores de Sidor, que fueron a la reunión de graduación en Bolívar días antes, para conocer su opinión del conflicto. Señaló que tuvo duras palabras con el gobernador regional de Bolívar durante la represión de la Guardia Nacional en contra de los trabajadores, y que también había hablado con el comandante de la Guardia Nacional para recordarle las «vieja instrucciones para cuidar a los trabajadores».

 

Esta intervención de Chávez a través del vicepresidente, de hecho, fue una bofetada en la cara al gobernador regional y, sobre todo, al Ministro de Trabajo, José Rivero. Fue dejado a un lado y el gobierno se alineó claramente con los trabajadores. La empresa, que hasta ese momento había dicho que no iba a hablar con los trabajadores de nuevo, aceptó mantener una nueva reunión.

 

Una reunión entre las tres partes de la empresa, el sindicato y el Vicepresidente se llevó a cabo el martes 8 de abril, en la que la compañía hizo concesiones menores. Justo después de la medianoche, el vicepresidente Carrizales, afirmó que la reunión no podía terminar sin un acuerdo, y pidió a la compañía, por última vez, si no estaba dispuesta a hacer una contraoferta final al sindicato sobre los salarios, y cuando la empresa se negó, insistió en que esta negativa constara en el acta de la reunión. Luego salió, llamó el presidente Chávez ,y regresó a la reunión para anunciar la renacionalización de SIDOR.

 

Miles de trabajadores, de inmediato, comenzaron a celebrar una victoria que ni siquiera creían que fuera posible. De hecho, la dirección del sindicato había declarado unas horas antes que, después de la firma del acuerdo de negociación colectiva, continuaría la campaña por la nacionalización de SIDOR.

 

Este es otro punto de inflexión en la revolución venezolana y una clara indicación de la dirección que debería tomar. No se trata de una pequeña empresa en bancarrota tomada por el Estado, sino del único suministrador de acero del país y del cuarto mayor productor de acero de América Latina. Esta decisión puede provocar una reacción por parte de las multinacionales y también por parte del gobierno argentino, que en el pasado ha ejercido una enorme presión sobre Chávez en defensa de Techint. La revolución venezolana y sus partidarios en el extranjero, en particular en la Argentina, deben estar preparados para resistir esta presión y lanzar una campaña en defensa de esta nacionalización. Los trabajadores de SIDOR deben tomar medidas inmediatas para poner en práctica el control obrero a fin de evitar que la compañía incurra en todo tipo de sabotajes, deben tomar las instalaciones, controlar las existencias y, sobre todo, deben proceder a abrir los libros de contabilidad de la empresa.

 

La cuestión de la indemnización surgirá ahora. La empresa, probablemente, demandará una cantidad desorbitante de dinero. La mejor forma de solucionar esto es precisamente con la apertura de los libros de contabilidad de la empresa. Si se calcula la cantidad de dinero que pagá la multinacional por la compra de Sidor (muy poco), las inversiones que ha hecho en la planta (muy pocas), y luego se deducen la ganancia que ha logrado en los últimos 10 años (muchísima), se puede llegar a la conclusión de que, en realidad, no tiene derecho a recibir compensación alguna.

 

Más importante aún, esta nacionalización proviene principalmente como resultado de la presión de los trabajadores en lucha, que también fueron alentados por el reciente anuncio de Chávez de nacionalizar la producción de cemento del país. Esta es ahora una fuerza de trabajo despertada y movilizada que ahora demandará el control obrero. En anteriores nacionalizaciones, incluida la reciente de una planta de lácteos, Chávez ha insistido en que los trabajadores deben establecer «Consejos de Trabajadores» o «Consejos Socialistas». Estos deben ser utilizados por los trabajadores y el sindicato SUTISS para el ejercicio del control y la gestión obrera. Como los trabajadores venezolanos saben muy bien, la nacionalización en sí misma no garantiza los intereses de los trabajadores y del pueblo venezolano. Después de todo, PDVSA fue durante más de 25 años una empresa de propiedad estatal, donde se desarrolló una burocracia enorme que respondía a los intereses de la oligarquía y de las petroleras multinacionales.

 

Bolívar es una de las concentraciones más importantes de la clase obrera industrial en Venezuela, un factor decisivo en la revolución. La victoria de los trabajadores de SIDOR estimulará también a los trabajadores de otras industrias básicas de la región a seguir adelante y luchar por un control obrero democrático.

 

La renacionalización de SIDOR es otro paso adelante en la dirección correcta. En los últimos meses, la oligarquía ha intensificado su campaña de sabotaje contra la economía, en particular en el sector de la distribución de alimentos. Al mismo tiempo, el imperialismo ha aumentado sus provocaciones, amenaza con poner Venezuela en la lista de países que «albergan al terrorismo». Ahora es el momento de dar pasos decisivos hacia adelante en la nacionalización de las palancas fundamentales de la economía bajo el control democrático de los trabajadores y, por último, completar la revolución.