hipocrecia.jpg

hipocrecia.jpgLos tiempos están cambiando. Como resultado de la creciente inestabilidad política, económica y social a escala mundial, están cambiando rápidamente en este momento. Hace una semana comencé a escribir un artículo sobre la situación política en Austria, en el pasado con frecuencia descrito como un país que era la «isla de la felicidad» debido a su relativa estabilidad económica y al desarrollo político tras la Segunda Guerra Mundial, pero ahora está entrando en la peor crisis de la historia de la segunda república. La semana pasada quería comentar la sustitución del canciller Alfred Gusenbauer como presidente de los socialdemócratas, por Werner Faymann y la posibilidad de nuevas elecciones. Pero la moción parlamentaria de nuevas elecciones ya se ha aprobado.

Los tiempos están cambiando. Como resultado de la creciente inestabilidad política, económica y social a escala mundial, están cambiando rápidamente en este momento. Hace una semana comencé a escribir un artículo sobre la situación política en Austria, en el pasado con frecuencia descrito como un país que era la «isla de la felicidad» debido a su relativa estabilidad económica y al desarrollo político tras la Segunda Guerra Mundial, pero ahora está entrando en la peor crisis de la historia de la segunda república. La semana pasada quería comentar la sustitución del canciller Alfred Gusenbauer como presidente de los socialdemócratas, por Werner Faymann y la posibilidad de nuevas elecciones. Pero la moción parlamentaria de nuevas elecciones ya se ha aprobado.

 

¿Qué ha ocurrido?

 

La ÖVP (conservadores austriacos) y el antiguo canciller Wolfgang Schüssel perdieron las elecciones en 2006. Los conservadores fueron castigados por la población después de aplicar la «reforma» de las pensiones, el desmantelamiento del sistema educativo y las privatizaciones. Los socialdemócratas ganaron las elecciones pero se quedaron lejos de ganar nuevos apoyos. Mantuvieron más o menos a sus votantes. Por lo tanto, la única solución aritmética de este resultado electoral fue una «gran coalición».

 

Nosotros, los marxistas, sabíamos qué significaría esto debido a esta particular correlación de fuerzas de clase: total renuncia a los intereses de la clase obrera y la subordinación de la dirección del SPÖ ante la burguesía. En aquel momento, los marxistas de Der Funke, lejos de considerar el resultado exclusivamente desde el punto de vista aritmético, lo hicimos desde su composición de clase, defendiendo la consigna: «un gobierno minoritario del SPÖ», con el objetivo de utilizar el libre juego de fuerzas en el parlamento para poner en práctica las reivindicaciones fundamentales del programa electoral del partido, por ejemplo, la eliminación de las tasas universitarias, que habría obtenido mayoría en el parlamento. Pero al mismo tiempo, este tipo de medidas debían combinarse con la acción extraparlamentaria de la clase obrera, como las manifestaciones de masas y las huelgas, para defender los intereses de la clase obrera frente a la resistencia de la burguesía. En aquel momento las Juventudes Socialistas (la organización juvenil del SPÖ), bajo la influencia de los marxistas, defendió la consigna del gobierno minoritario que encontró además eco entre la base del partido.

 

Pero la dirección del partido formó una coalición con los conservadores traicionando así a su electorado, a los activistas del partido y al movimiento sindical, mientas Gusenbauer cumplía su «sueño de infancia» de ser canciller. Desde el principio traicionaron todas las promesas pre-electorales. La reivindicación de eliminar las tasas universitarias se abandonó, como la promesa de no comprar aviones de guerra Eurofighter fabricados por EADS, que era un compromiso del anterior gobierno burgués.

 

Por si no fuera suficiente, dejaron todos los ministerios clave, incluido el más poderoso, el de economía, al ÖVP. Pero, al menos, Gusenbauer se convertía en canciller, ¡incluso si el precio era entrar en una coalición con un partido que tiene un cuadro del antiguo dictador Dollfuss colgado en su sede parlamentaria!

 

El precio por estas concesiones políticas ha sido alto. Los socialdemócratas se han retirado en cada una de las cuestiones importantes y se han doblegado ante sus socios burgueses. Una de las principales cuestiones que contribuyeron a la victoria electoral de 2006, la cuestión del cuidado a los ancianos, ni se ha abordado. 800.000 pensionistas, que cobran menos de la pensión mínima, consiguieron un aumento de las pensiones del 1,7 por ciento, muy por debajo de la inflación que en enero de 2007 era un 3,7 por ciento. En términos reales significa una pérdida de poder adquisitivo del 2 por ciento.

 

Mientras se disparan los beneficios de las grandes empresas, medio millón de austriacos viven por debajo del umbral de pobreza (¡de una población total de 8 millones!), la mayoría son mujeres y niños. La ampliación del horario de apertura de las tiendas es un nuevo golpe para las mujeres trabajadoras que además tienen que cuidar a sus hijos.

 

La política represiva del gobierno anterior de extender los métodos de vigilancia estatal han continuado y ahora es posible interceptar conversaciones telefónicas, localizar la situación de un teléfono móvil y controlar el comportamiento en Internet de cada ciudadano sin la necesidad de ningún permiso judicial.

 

Por primera vez desde 1945 formalmente la «neutral» Austria ha enviado tropas a una zona de combate en el Sáhara. Con la excusa de proteger los campamentos de refugiados en Chad, Austria, junto con Francia, está al lado del dictador Deby en una guerra sucia por el petróleo entre Chad y Sudán. Se está produciendo una carrera entre la UE, China y EEUU por el control de los pozos petroleros en esa región, empujando a los países de la zona a la miseria y la barbarie. Todo esto sucede bajo la bandera de la «misión humanitaria» y la «neutralidad». Y el ministro «rojo» de defensa expresó sus grandes preocupaciones sobre si el ejército austriaco estaba preparado para esta misión.

 

Después de un revés tras otro, los socialdemócratas se han ido desacreditando entre un sector cada vez más amplio de la población. Selló su desaparición final, pero no ha sido por el trabajo chapucero de los ministros del ÖVP. El ÖVP abusó de sectores del ministerio de interior. Su  objetivo era «poner en evidencia» al SPÖ antes de las elecciones, así que espiaron a diferentes ministros del SPÖ. Cuando esto se filtró, nació el «Watergate austriaco».

En ese momento comenzaron a encenderse las señales de alarma. Si los dirigentes del SPÖ hubieran tenido un ápice de entendimiento, habría sido el momento de romper la coalición. Pero los dirigentes socialdemócratas viven en un mundo propio. Aunque las nueve estructuras del partido regionales, más permeables a la presión de la base, estaban en contra de la línea seguida por la dirección nacional en distintas cuestiones, Gusenbauer era muy optimista, aparecía sonriendo con una copa de champán ante las cámaras de los medios de comunicación de la alta sociedad, ajeno a lo que se le venía desde abajo, su popularidad cayó un 30 por ciento. Schüssel se frotaba las manos mientras avanzaba a grades pasos el proceso de autodestrucción de la socialdemocracia en manos de la dirección.

 

Mientras tanto, la presión de la base a través de las organizaciones regionales y del FSG (sindicatos socialdemócratas) aumentaba. Recortes de las pensiones, ausencia de solución al problema del cuidado de los ancianos, la misión en Chad, el estrangulamiento político del SPÖ por parte del ÖVP y los permanentes rumores sobre nuevas elecciones, todo requería una ruptura de la situación. La dirección dio un giro de ciento ochenta grados y presentaron la reforma de impuestos para 2009, que era una de las principales reivindicaciones de los sindicatos. Comenzaron hablando de aliviar la carta sobre el asalariado medio y aumentar los impuestos a los accionistas y a los que tenían más ingresos.

 

La dirección entró en estado de pánico e intentó desesperadamente evitar la pérdida de los últimos remanentes de apoyo que quedaban. La cesión a las presiones de los sindicatos revela que el partido en absoluto se ha «desacoplado» de los sindicatos. ¿Cómo si no explicar el hecho de que Gusenbauer después de su comportamiento durante el último año, como una copia de Tony Blair, de repente defienda el programa de los sindicatos socialdemócratas? No obstante, también hay que decir que los dirigentes sindicales no lo han hecho mucho mejor. Han hecho todo lo posible para evitar oleadas huelguísticas como las que se están viendo en el resto de Europa.

 

Revés electoral

 

La primera gran prueba para el SPÖ fueron las elecciones regionales en Austria Inferior en marzo de este año. Era un feudo típico del ÖVP. En este contexto habría sido fácil, con un programa de oposición que defendiera los intereses de la clase obrera, ganar terreno. Pero la dirigente del partido en esta región, Heidemaria Onodi se presentó en la campaña electoral como el «socio constructivo» del ÖVP. En circunstancias normales podría haber mantenido sus votos habituales, pero aunque la participación fue mayor que en las anteriores elecciones, los socialdemócratas perdieron 50.000 votos, en sus antiguos feudos perdieron un 7,9 por ciento más que en otras zonas del país. Se trataba claramente de un castigo a la línea política de la dirección nacional.

 

Acuerdo de Pascua

 

En Semana Santa, Gusenbauer y la dirección del ÖVP llegaron a un acuerdo sobre reforma de los impuestos. Unas semanas antes Gusenbauer estaba exigiendo el adelanto de la reforma de los impuestos, que por sí misma escaló la crisis del gobierno. Por su puesto fue la última oportunidad de impulsar su perfil. El «acuerdo de Pascua» aligeraba la carta a los asalariados más bajos y adelantaba el próximo aumento de las pensiones. Pero la reforma de los impuestos, muchos trabajadores tenían esperanzas de que les aliviara de los impuestos, se retrasó hasta el año 2010. El adelanto del aumento de las pensiones es un paso positivo, pero sólo una gota de agua en el océano. Una vez más, el SPÖ cedió a la resistencia del ÖVP.

 

También llegó el anuncio de un «impuesto a los beneficios de capital», que provocó agitación en la dirección del SPÖ. Pero el ÖVP rápidamente dejó claro lo que esto significaba. Sólo se implantaría después de llevar a cabo recortes en el sistema sanitario. De esta manera, el papel del SPÖ quedó como el amable socio de la burguesía para recortar la financiación de la sanidad y ayudar a prepararla para su privatización, que realmente es el plan que hay detrás de todo. Mientras tanto, el «impuesto a los beneficios de capital» nunca verá la luz del día debido al temor a una huida de capital.

 

La dirección derechista estaba claramente satisfecha con este acuerdo pero lo mantuvo dentro de los órganos de dirección del SPÖ. Sin embargo, incluso en la ejecutiva del partido hubo quien votó en contra. Distintas organizaciones regionales criticaron las propuestas y exigieron la renegociación de la reforma de los impuestos. Gusenbauer ganó un poco de tiempo, pero sin cambiar fundamentalmente la situación.

 

El siguiente ataque no se hizo esperar, el resultado fue el presunto «mecanismo automático de las pensiones». Eso significa que habrá más recortes en el sistema de pensiones si la esperanza de vida aumenta en 6 meses o si la cantidad total a pagar por las pensiones supera a las contribuciones pagadas al sistema. Eso significaría un aumento de la edad de jubilación o el incremento de las contribuciones. Es la peor «reforma» del sistema de pensiones vista hasta ahora.

 

Protestas

 

La reforma del sistema sanitario significaría la subordinación del cuidado sanitario al beneficio, un descenso de los beneficios y el cierre de instalaciones médicas. Este plan fue desarrollado por la Cámara de Comercio y el sindicato, que demuestra una vez más lo que significa realmente la «paz social» en esta época. Miles de médicos fueron a la huelga durante varios días y miles participaron en manifestaciones, algo nunca visto antes en Austria. También distintos sindicatos y militantes del Consejo Nacional de Sindicatos criticaron abiertamente la reforma, organizaron una campaña de envío de correos electrónicos de protesta al presidente de los sindicatos y exigieron un congreso extraordinario del ÖBG para discutir la reforma (el ÖBG es la confederación general de sindicatos austriacos). Este tipo de resistencia dentro de los sindicatos no se había visto desde 1950.

 

Otra lucha sindical por la negociación colectiva se pudo ver en la industria química. El sindicato exigía un aumento salarial del 4 por ciento, bastante moderado si se considera el rápido aumento de los precios de los alimentos, combustible y energía. Pero incluso este aumento fue considerado demasiado «extremo» para los empresarios. Realmente, el 4 por ciento no cubre la tasa de inflación y en términos reales significa una reducción salarial. El escándalo es que la industria química austriaca en 2007 tuvo un año muy beneficioso. Pero no permiten que los trabajadores lo compartan. A finales de abril se rompieron las negociaciones porque los empresarios no querían ofrecer más del 3,3 por ciento. Los trabajadores respondieron organizando una conferencia de delegados sindicales, los trabajadores y los sindicalistas bloquearon durante dos días las puertas de dos fábricas. En una de éstas, en Lenzing, participaron en el piquete 900 trabajadores.

 

La imagen de los trabajadores postales no es diferente. Los planes de la dirección son cerrar varias oficinas de correos, subcontratar, despido de trabajadores y recortes salariales. Por ejemplo, en una de las oficinas el 90 por ciento de los trabajadores se posicionó en contra de los recortes. Los seguidores de la corriente marxista Der Funke presentaron una resolución proponiendo la convocatoria de huelga en varios comités del Sindicato de Trabajadores Postales, como una manera de parar a los jefes. La resolución fue muy bien recibida por los trabajadores.

 

Allí donde han estallado conflictos industriales, los trabajadores han hablado de la huelga: en los servicios sociales, empresas eléctricas, hospitales… El ambiente es combativo. En la mayoría de estos sectores el SPÖ se ha encontrado como el enemigo directo de los trabajadores. Pero los dirigentes sindicales están intentando calmar la situación, quieren evitar una oleada de huelgas como las de Alemania, Bélgica, Suiza, Francia, Gran Bretaña, Grecia y el resto de Europa. Si un trabajador ¿por qué? La respuesta es: «¡paz social! ¡paz social!»

 

Otro revés electoral

 

El siguiente revés electoral llegó en las elecciones regionales del Tirol, una región que vive del turismo. El coste de la vida es muy algo y los ingresos son bajos. El Tirol ya siente los efectos de la crisis económica internacional. Swarovski eliminó en Wattens 450 empleos, el fabricante textil Geiger también ha despedido a muchos trabajadores. Las dos empresas dependen de las exportaciones a EEUU. La empresa de suministro eléctrico TIWAG tampoco se encuentra en una buena situación debido a la inestabilidad financiera de EEUU.

 

Esta situación económica en la región es lo que ha preparado los resultados electorales. El siempre ha sido un feudo del ÖVP. Pero en las elecciones de principios de junio el ÖVP perdió un 10 por ciento de los votos y, por primera vez, perdió la mayoría absoluta. Sin embargo, aún más desastrosos fueron los resultados del SPÖ. El partido sólo recibió un 15 por ciento de los votos. De nuevo aquí, durante los últimos años ha colaborado con el ÖVP y por eso nadie se lo toma en serio. Lo que no se atreve a hacer el SPÖ, en anterior presidente de la Cámara Tirolesa del Trabajo y miembro del ÖVP, Fritz Dinkkauser, lo hizo. Presentó su propia lista independiente y criticó las condiciones que existen en la región exigiendo un «Tirol justo». Habló abiertamente de lo que pensaban muchas personas y consiguió el 18 por ciento de los votos. Es cualquier cosa menos un izquierdista, pero sí criticó a las personas que viven en las cúspides, algo que deberían haber hecho los socialdemócratas, pero éstos prefieren ocultarse detrás de la burguesía.

 

Retirada

 

Para escapar de la protesta de sus propias filas, Gusenbauer dimitió de la presidencia de los socialdemócratas. Su sucesor fue Werner Faymann, hasta ahora una figura poco conocida. ¡Su mayor logro en el reciente gobierno fue la eliminación de la obligación  que tenían los coches de llevar las luces encendidas durante el día! Se presentó en los medios de comunicación como el socialdemócrata más popular, porque, en primer lugar, nadie realmente le conocía hasta ese momento y, en segundo lugar, el periódico más influyente, Kronen Zeitung, le presentó de esa manera. Sobra decir que él ha alimentado unas amistosas relaciones con el empresario de este periódico, Hans Dichand. Era el último candidato creíble de la dirección del SPÖ para demostrar al ÖVP que ellos iban en serio en la cooperación con el gobierno.

 

Aunque se presentó a la opinión pública como el político más prominente, a nadie en el partido le gusta. Eso sucede porque en el partido las bases saben lo qué él defiende. Con frecuencia se posicionó junto al ÖVP en distintas cuestiones. Realmente es escandaloso que este individuo pueda haberse convertido en presidente del Partido Socialdemócrata. Este hecho demuestra una vez más los métodos antidemocráticos utilizados dentro del partido.

 

Giro repentino en la política hacia la UE

 

La dirección cada vez estaba más nerviosa y para salvar lo que les quedaba de apoyo recurrieron a otra idea: un referéndum sobre el Tratado de la UE. Desgraciadamente para ellos y para el Tratado de Lisboa, ya era demasiado tarde porque el parlamento austriaco ya lo había ratificado. Los dirigentes del SPÖ  entonces salieron con la brillante idea de que convocarán un referéndum si Austria tiene que ratificar algún tipo de reforma del tratado. ¡En realidad algo difuso! Mientras tanto, después de que el Tratado de Lisboa fuera rechazado por la mayoría de la población irlandesa, el anterior canciller, Gusenbauer, salió diciendo que se debería repetir la votación irlandesa… Gusenbauer y sus seguidores hasta hace poco eran leales «europeos». ¿Por qué este cambio de política?

 

Cada proyecto burgués importante desde el nacimiento de la segunda república ha tenido un apoyo más o menos activo del Partido Socialdemócrata, por ejemplo, la entrada en la UE en 1995. La gran mayoría del «sí» en aquel referéndum fue en gran medida resultado del apoyo el SPÖ y los dirigentes sindicales, que se posicionaron lealmente detrás de este proyecto central del Capital austriaco. Pero siempre quedó claro para los empresarios austriacos que como regla general el SPÖ no era el mejor de los socios debido a sus lazos con los sindicatos y el movimiento obrero, pero en esta cuestión demostraron ser un mejor aliado que el Partido de la Libertad y su patriotismo «primero Austria».

 

La base del Partido Socialdemócrata nunca estuvo realmente entusiasmada con la UE. Las profundas contradicciones sociales en Austria siempre han estado relacionadas con la entrada en la UE. Pero este escepticismo sobre la UE en realidad era una expresión del descontento con la situación social en Austria, el aumento de la pobreza y la inseguridad con el futuro. La dirección socialdemócrata y sindical es culpable por el hecho de que la población en general nunca comprendió la verdadera naturaleza de la UE como la «Europa del Capital» y, por tanto, la verdadera razón de la diferenciación social.

 

Con la reciente convocatoria del referéndum sobre un (posible) tratado revisado de la UE, la dirección del  partido quería abrir un canal a través del cual se pudiera expresar el resentimiento. Gusenbauer y Faymann aún están reafirmando a los empresarios que ellos siguen la línea pro-UE, pero simplemente lo que quieren es «recuperar la confianza en este gran proyecto de la unificación europea». Así que están obligados a equilibrarse entre la población y los capitalistas que exigen un «sí» sin compromiso de la dirección del SPÖ hacia la UE. Debido a esto, la dirección se encuentra en una contradicción irresoluble. El ÖVP respondió a este cambio repentino de político gritando que esto era una «catástrofe». El SPÖ de nuevo demostró ser «rotundamente incapaz de gobernar».

 

Nuevas elecciones

 

Esta semana el ÖVP anunció el final de la coalición y una moción en el parlamento para convocar nuevas elecciones en septiembre. El plan de la dirección del ÖVP desde el principio de la coalición fue dejar gradualmente al descubierto la debilidad de la socialdemocracia, algo que han conseguido mucho más rápido de lo que pensaban. El giro repentino de Faymann sobre la política de la UE fue el momento tan anhelado que buscaban para romper la coalición. Con el anuncio de nuevas elecciones termina la «miseria de coalición», la burguesía intenta ahora tomar las riendas en sus propias mano y controlar la dirección y velocidad del proceso.

 

El SPÖ reaccionó rápidamente y Gusenbauer no será el candidato a las próximas elecciones. Estamos seguros de que tendrá alguna oferta de empleo lucrativo en alguna importante empresa internacional que le está esperando para seguir los pasos de su predecesor, Viktor Klima, o del ex – canciller alemán Gerhard Schröder, que están consiguiendo mucho dinero en sus nuevas carreras.

 

La política de Faymann por supuesto no será diferente, quizá será peor porque siempre ha sido el mejor amigo del ÖVP. Bajo su dirección, los delegados sindicales críticos y el ala de izquierdas encontrarán una atmósfera más sofocante. La consigna de la dirección de SPÖ ahora será intentar «cerrar filas, no más críticas, porque ahora es importante mantenerse por la patria y el partido». Intentará eliminar los lazos orgánicos que existen con el movimiento obrero, para ser un socio de más confianza para la burguesía.

 

Pero realmente este es el punto clave. La verdadera razón de la crisis dentro del partido y el gobierno no es su incapacidad de explicar la política, como se dice con frecuencia. ¡Es la política de la propia dirección lo que falla! La situación no se puede resolver con un simple cambio de caras. Existe un abismo insuperable entre la política burguesa de la dirección del SPÖ, los intereses sociales de la base y la realidad en las fábricas y barrios obreros. Esta es la explicación del actual declive del «nuevo laborismo», del SPD y ahora del SPÖ.

 

La burguesía pasará a la ofensiva. Ahora tienen una posición mucho más fácil, presentándose como el único garante de la estabilidad. Pero si ganan las elecciones, el escenario más probable por el momento, habrá más recortes de pensiones, «reformas» del sistema sanitario, una línea pro-UE y una dura política contra la inmigración. Para los socialistas de izquierdas debe estar claro: si queremos evitar esa situación y si queremos un giro a la izquierda en la sociedad, sólo es posible si luchamos contra la política de la dirección socialdemócrata. Esto provocará duros enfrentamientos, pero no hay alternativa para la izquierda dentro del SPÖ y de los sindicatos. En los últimos días se ha hablado de intentar crear un partido de izquierdas austriaco. Pero los principales impulsores de este proyecto realmente no están sujetos a la clase obrera. La reorganización del movimiento obrero tendrá lugar en la socialdemocracia y los sindicatos, estos conflictos no se resolverán mañana, costará un período largo. Pero realmente si se quiere cambiar es necesario luchar ya.

 

Construir la izquierda dentro del SPÖ y los sindicatos

 

El péndulo de las capas más avanzadas de la clase obrera está girando a la izquierda, como podemos ver en las protestas en distintos sectores de la sociedad, con manifestaciones y huelgas. Al mismo tiempo, hasta cierto punto, la frustración está aumentando. La continuación de la política burguesa de la dirección del SPÖ y su idea de la paz social intensificará más este proceso. La presión acumulada tiene que encontrar una expresión. Muchos compañeros en la base quieren otra política. Ha llegado el momento de unir a todos los militantes y compañeros honestos para formar el ala de izquierdas dentro del SPÖ y los sindicatos. Necesitamos una perspectiva, un programa y un método para defender nuestros niveles de vida, alguno que no puede ofrecer Faymann. Tenemos que pensar por nosotros mismos y actuar. Tenemos que proponer un programa que realmente defienda los intereses de la clase obrera y la juventud:

 

•·         Redistribución de la riqueza desde arriba hacia abajo.

 

•·         ¡No a las privatizaciones!

 

•·         Renacionalización de lo que se ha beneficiado para el beneficio de unos pocos capitalistas, por la defensa de la propiedad pública bajo control democrático de los trabajadores, gestión por parte de los trabajadores del sistema de pensiones y sanitario, transporte, telecomunicaciones, producción y distribución de energía, banca, seguros y crédito, y de todas las industrias importantes.

 

•·         Por una ofensiva social: reducción de la jornada laboral a 30 horas semanales sin reducción salarial. Eliminación de las tasas universitarias. Mejora de la educación, sanidad y sistema de cuidado de ancianos. ¡La vida debe ser de nuevo posible!

 

•·         ¡Por una escala móvil precios salarios para defender nuestros niveles de vida!

•·         ¡No a la coalición con partidos burgueses!

 

También rechazamos la idea de la «paz social» que hoy significa la total subordinación de los intereses de la clase obrera ante los de la burguesía. La batalla cada vez pasará más al nivel económica. Frente al aumento de precios los delegados sindicales deben presionar para que los sindicatos luchen por aumentos de los salarios reales en las negociaciones de este otoño. Si queremos impedir nuevos aumentos de precios y reducción de los salarios reales, tenemos que coordinar y fortalecer los primeros intentos de los delegados sindicales y trabajadores de intervenir activamente en las negociaciones salariales.

 

El primer paso en la formación de un ala de izquierdas ya ha tenido lugar a principios de mayo con una conferencia de la «izquierda del SPÖ». 50 compañeros de las Juventudes Socialistas y del SPÖ de tres regiones respondieron al llamamiento hecho por la Corriente Marxista Der Funke para organizar la resistencia contra la dirección del partido y la gran coalición. Se debería discutir y aprobar una resolución sobre cómo construir este ala de izquierda y cuál debería ser su programa. En la segunda mitad de este año habrá otra conferencia más grande para que haya movilizaciones en toda Austria. Este debería ser el verdadero punto de partida en la formación del «ala de izquierdas del SPÖ».