El trágico accidente en el aeropuerto español de Barajas ha conmocionado a jóvenes y trabajadores de todo el mundo. Los capitalistas españoles y de todo el mundo han aparecido en TV solidariazándose con las víctimas y mostrando su condolencia pero ocultan que detrás de éste y otros accidentes se encuentran factores como la privatización de las líneas aéreas, los recortes en seguridad y calidad por parte de las empresas buscando el máximo beneficio y otras causas perfectamente evitables.
Ayer a mediodía un avión de la compañía aérea Spanair, la segunda aerolínea nacional, se estrellaba en el aeropuerto de Barajas en Madrid poco después de despegar. El balance de fallecidos en este accidente es de 153 personas, 19 heridos y 2 desaparecidos. En primer lugar desde el Sindicato de Estudiantes y El Militante queremos manifestar nuestras condolencias a todos los familiares de las víctimas de este accidente, y esperamos la pronta recuperación de todos los heridos. Sin embargo, en estos momentos tan trágicos es necesario dar a conocer las causas que están detrás de este terrible accidente.
Spanair anunció hace dos meses que iba a despedir a un tercio de su plantilla, 1.100 trabajadores de un total de 3.300, entre los que figuran pilotos, mecánicos, trabajadores de rampas, etc… La excusa utilizada por la compañía era la subida del coste de los carburantes, el director general de la compañía llegó a afirmar que Spanair «sólo es rentable con el crudo por debajo de 120 dólares». Actualmente el precio del crudo bajó de dicha cantidad, pero Spanair sigue adelante con los despidos. Es claro que la razón de dichos recortes es incrementar los beneficios de la compañía, aunque esto suponga no tener personal suficiente para que garantice servicios adecuados y seguros para los usuarios.
En este sentido Javier Navas, representante sindical de SEPLA, sindicato que representa a los pilotos, manifestó a principios del mes de agosto que faltaba personal y que se estaba trabajando más de lo que se debería, destacando que «hay pilotos que están haciendo incluso de mecánicos«. Igualmente los sindicatos manifestaron en diversas ocasiones que la gestión de la compañía dejaba mucho que desear, y que no se habían aprovechado los últimos años de bonanza económica para renovar la flota de aviones más antiguos, entre los que se encontraba el McDonnell Douglas siniestrado, con 15 años de antigüedad.
De hecho, lo que se conoce del accidente arroja bastante luz sobre a quién hay que achacarle responsabilidad sobre lo sucedido. La web del diario Público refleja las declaraciones de una accidentada que se comunicó con su hermana instantes antes de despegar: «El avión está mal y aun así vamos a despegar«…»Les avisaron de que habían detectado un problema y que a lo mejor cambiaban de avión. No lo hicieron«. Según Magdalena Álvarez, ministra de Fomento «el comandante en el momento en que iba a despegar pidió una revisión, pero se le autorizó a seguir«. Esta manera eufemística de expresarse es más lamentable a medida que se conocen más datos: la revisión que pidió el comandante del avión afectaba a medidores de temperatura y a un motor, no se sabe todavía si el que estalló. El caso es que después de una revisión que los hechos demuestran apresurada, el avión «después de ser autorizado», explosionó.
También, el director se seguridad del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (COPAC), Francisco Cruz, apunta la existencia de otros fallos en los sistemas del avión que avalaría un sistema de mantenimiento de los aviones no demasiado escrupuloso. Cruz ha indicado que «no es lógico que con un fallo del motor el avión se estrelle, tiene que haber algo más«, y esa posibilidad «puede corresponder a problemas en los sistemas hidráulicos o eléctricos«.
Por otro lado el gobierno anunció recientemente la privatización de AENA, que se encarga de la gestión de los aeropuertos, lo que supondrá un deterioro progresivo de las condiciones laborales de los trabajadores de aeropuertos, así como una degradación del servicio, tal y como ha ocurrido en los aeropuertos y ferrocarriles británicos. Los sindicatos deben responder frente a estos ataques y luchar para impedir el despido de cualquier trabajador. Si las compañías alegan perdidas, deberían abrirse los libros contables de las mismas para analizar la gestión que han llevado a cabo los capitalistas y depurar las correspondientes responsabilidades ¿Por qué han de pagar los trabajadores la mala gestión de la clase capitalista?
En todos los sectores laborales asistimos al mismo fenómeno: contención de los salarios, aumento de las horas y los ritmos de trabajo… Los beneficios de los empresarios se ponen por encima de las condiciones de trabajo, e incluso de la salud y seguridad de la inmensa mayoría. Todo esto se ve ejemplificado en la reciente DIRECTIVA DE 60 HORAS que quiere aprobar el Parlamento europeo después del verano, que es un intento de los burgueses europeos de adaptarse a la competencia capitalista en un escenario de crisis mundial del sistema como el que se nos ofrece. Por eso, hoy más que nunca la organización y la militancia en una organización de lucha y revolucionaria es más imprescindible que nunca.