En el momento de escribir este artículo, los mercados financieros en Wall Street (Nueva York), en la City londinense y en todo el mundo son presas del caos. En sólo 24 horas dos de los cuatro bancos de inversión más grandes de EEUU han desaparecido. Lehman Brothers, con unos 158 años de antigüedad, se ha declarado en bancarrota y han perdido sus empleos 25.000 trabajadores de todo el mundo.
Merrill Lynch, el banco de inversión más grande del mundo, ha sido adquirido por el banco con mayor cantidad de oficinas de EEUU, el Banco de América. Las autoridades financieras prácticamente ordenaron al Banco de América hacerse cargo de Merrill Lynch, pagando 50.000 millones de dólares. De no haber sido así, ese banco también habría caído dejando a miles de trabajadores sin empleo. Mucho peor para el capitalismo habría supuesto que Lehman y Merrill Lynch hubiesen incumplido sus contratos y obligaciones, eso habría significado la caída de otros muchos bancos (se rumore que 15 están en problemas).
Junto con Bear Stearns (desaparecido el pasado mes de marzo), tres de los cinco principales bancos de inversión de EEUU han desaparecido en una columna de humo financiera.
Y finalmente, la mayor aseguradora de EEUU, AIG, anunció que necesitaba conseguir 40.000 millones de dólares en pocas horas, de no ser así, tendría que dejar de hacer frente a sus obligaciones y recurrió a la Reserva Federal para conseguir un préstamo ¡antes de que fuese demasiado tarde!
Todo esto tiene lugar sólo una semana después de que los mayores prestamistas semi-gubernamentales, Fannie Mae y Freddie Mac, fueran nacionalizados para proteger a los propietarios estadounidenses y evitar un crack de la industria hipotecaria. Estos dos prestamistas tenían más del 40 por ciento de todas las hipotecas de EEUU y el 85 por ciento de las recientes nuevas hipotecas. Habría significado el colapso total del mercado inmobiliario, así que a la administración Bush no le quedó más remedio que nacionalizarlos.
¿Cómo ha sucedido este terrible caos para el capitalismo?
Los capitalistas no tienen una idea real. Algunos dicen que es consecuencia de la avaricia desmedida de los grandes ejecutivos de los bancos que han invertido de modo imprudente y prestado demasiado dinero a personas que no podían devolverlo. Otros dicen que es un fallo de la Reserva Federal y otros bancos centrales que han mantenido demasiado bajos los tipos de interés y eso ha animado a muchas personas a pedir excesivos préstamos y muchos bancos han prestado en exceso. Otros dicen que el fracaso de los bancos centrales a la hora de «regular» los bancos e inversoras, y garantizar que éstas tenían dinero suficiente para hacer sus negocios normales en lugar de prestar dinero, etc.,.
Pero quizás la historia de la agencia de viajes británica XL, que también colapsó esta semana, dejando a cientos sin empleos y decenas de miles de personas sin vacaciones, nos da muchas pistas interesantes de por qué este tsunami global está afectando a tantas grandes instituciones financieras.
El ejecutivo jefe de XL explicaba con lágrimas en los ojos a la prensa que esta empresa había caído debido a dos razones: el aumento del precio del petróleo que había incrementado dramáticamente los costes de combustible para la empresa y que cuando intentó conseguir más dinero para cubrir estos costes fue incapaz de lograr que los bancos le proporcionaran dinero a unos tipos e intereses que les permitiesen continuar funcionando. Y ahí lo tenemos. En esta crisis global del crédito significa que los bancos ya no estén dispuestos a prestar dinero a tipos de interés o en unas condiciones razonables a las empresas. Y aquellas más presionadas no les queda otro camino que la bancarrota, como mucho este año o el próximo.
¿Por qué los bancos no pueden prestar? Porque han perdido demasiado dinero con la depreciación de aquellos activos comprados durante los últimos cinco o seis años. Ahora deben reducir y dejar de prestar. Tienen que encontrar nuevo capital e inversores antes de poder volver a prestar dinero. Mientras tanto, están demasiado asustados o son reacios a prestar, incluso a otros bancos (por esa razón Bear Stearns, Lehma, Northern Rock y otros quebraron, nadie estaba dispuesto a prestarles dinero).
¿Cuáles son estos activos que han perdido tanto valor? Fundamentalmente son los llamados valores con respaldo hipotecario. Antes el mercado inmobiliario, los bancos o las sociedades inmobiliarias atraían depósitos en efectivo de ahorradores como tú y como yo, después utilizaban estos depósitos para prestar dinero a la gente que quería comprarse una casa. Del depósito a la hipoteca, muy sencillo.
Sin embargo, algunos banqueros comenzaron a ser más «innovadores» y así obtener más beneficios. Empezaron a pedir prestados fondos a otros bancos y después prestaban hipotecas. Este «financiación al por mayor» se popularizó particularmente entre los bancos norteamericanos y británicos, como Northern Rock, que hasta mediados de los años noventa había sido una sociedad inmobiliaria adormilada, después se convirtió en un «banco» con accionistas y una administración agresiva destinada a generar dinero para sus inversores (no para los ahorradores).
Pero ahí no termina todo. Muchos bancos recurrieron a otro tipo de trucos. Cogieron sus hipotecas, las amontonaron en una cesta con hipotecas de distinta calidad y después las vendieron como bonos o activos a otros bancos o inversores financieros. Mediante la creación de estos valores y su venta «diversificaron» sus riesgos. También crearon empresas separadas que eliminaron de sus libros estos valores, eso significaba que podían ir y pedir más dinero prestado a empresas hipotecarias. Pronto muchos bancos que antes solían tener suficiente efectivo y acciones para cubrir por lo menos el 10 por ciento de los préstamos, ahora veían reducir esa cantidad al 5 por ciento o en el caso de los grandes bancos norteamericanos y prestamistas hipotecarios a sólo el 2 por ciento. El apalancamiento ahora era cincuenta veces mayor, realmente los bancos no tenían dinero para hacer frente a las pérdidas.
Pero no había problema, el mercado inmobiliario estadounidense seguía subiendo. Cuanto más rápidamente prestaban dinero los bancos, más influían en la subida de los precios inmobiliarios. Los propietarios de casas podían pagarlas y después pedir préstamos aún mayores. Los bancos podían prestar dinero a personas que no tenían suficientes ingresos porque contaban con que el valor de las viviendas seguiría subiendo para cubrir el valor de los préstamos.
Pero después todo empezó a ir terriblemente mal. Desde aproximadamente el año 2006, los precios inmobiliarios comenzaron a desacelerarse y después a caer. Cuando los precios iniciaron su espiral descendente, también lo hizo la capacidad de los propietarios de hipotecas para pagar sus préstamos. El mercado inmobiliario colapsó. Pronto los prestamistas hipotecarios empezaron a perder dinero y detrás de ellos los propietarios de todas las sociedades inmobiliarias hipotecarias que de repente vieron como sus «activos» no valían ya lo que pagaron por ellos. Y como eran muchos en el mundo financiero los que tenían este tipo de valores entonces el riesgo se diversificó.
¿Por qué cayó el mercado inmobiliario? ¿Por qué no siguió una línea recta ascendente como ha ocurrido durante casi 18 años? Me arriesgaré a responder. Primero, el capitalismo moderno tiene sus ciclos de movimiento. La ley más importante del movimiento bajo el capitalismo es la rentabilidad. Como demostró Marx, la tasa de beneficio es clave para la inversión y el crecimiento en un sistema capitalista: sin beneficio no hay inversión, ingresos ni empleos. Pero la rentabilidad se mueve a través de ciclos, durante un período subirá y después comenzará a caer. En artículos anteriores ya intenté explicar este proceso.
Pero el ciclo de beneficio no es el único ciclo que existe bajo el capitalismo. También está el ciclo de los precios inmobiliarios y de la construcción. El ciclo inmobiliario parece que ha durado 18 años.
Se nos presenta como un ciclo de aproximadamente 18 años basado en el movimiento de los precios inmobiliarios. El economista norteamericano Simon Kruznets estableció la existencia de este ciclo en los años treinta. Podemos medir el ciclo en EEUU mirando los precios inmobiliarios. El primer pico después de 1945 fue en 1951. Los precios cayeron hasta el año 1958. Después subieron hasta alcanzar un nuevo pico en 1969 antes de una nueva caída que duró hasta 1971. El siguiente pico fue en 1979-80 y una nueva depresión en 1991. El espacio entre cada uno de los picos varía considerablemente. Puede ser once o veintiséis años. Pero si nos remontamos al siglo XIX veremos que el ciclo medio es de aproximadamente 18 años.
El último pico de los precios inmobiliarios norteamericanos fue en 1988. Asumiendo un ciclo medio de 18 años, entonces los precios inmobiliarios tendrían que haber alcanzado su pico en 2006. La última depresión fue en 1991, así que si el ciclo es de 18 años la siguiente depresión deberían haber sido en 2009-2010.
El ciclo inmobiliario no sigue la misma línea que el ciclo de beneficios marxista. Este último es producto de las leyes de movimiento de la acumulación capitalista, funciona en el sector productivo de la economía («productivo» en el sentido marxista es que contribuye a la producción de valor).
En cambio, el ciclo inmobiliario funciona en el sector improductivo de la economía capitalista. El nuevo valor creado y la plusvalía apropiada por los sectores productivos de la economía capitalista son desviados hacia los sectores improductivos cuando los propietarios de capital gastan sus beneficios y los trabajadores sus salarios. La vivienda es un gran receptor de ingresos al consumo. Así el ciclo de los precios inmobiliarios refleja el comportamiento del gasto de los capitalistas y los trabajadores, no la rentabilidad del capital.
Por estas razones, el ciclo inmobiliario tiene tempos diferentes en a los del ciclo de beneficio. Como he explicado antes, el ciclo de beneficios alcanzó una depresión en 1982 antes de que aumentara durante un período de 15-16 años hasta su pico de 1997. En cambio, el ciclo inmobiliario norteamericano estuvo deprimido unos nueve años hasta finales de 1991 y alcanzó su pico en 2006-2007. La siguiente depresión no debía llegar hasta 2009-2010.
Este gran aumento de los precios inmobiliarios, que se ha podido ver en muchas zonas del mundo además de en EEUU, representó una masiva desviación de recursos del capitalismo hacia los sectores no productivos que no generaban nuevo beneficio mediante la inversión en tecnología y trabajo productivo. Como resultado de esta situación, se redujo realmente la capacidad del capitalismo de invertir en nueva tecnología e impulsar el crecimiento económico. Fue un proceso de creación de capital ficticio. Eso se puede demostrar fácilmente. Se puede medir el movimiento de los precios inmobiliarios desde 1991 a 2006. En 1991 el índice de precios inmobiliarios norteamericano era de 100; en 2006 había alcanzado los 200 puntos, es decir, el precio se había doblado. Pero los costes de construcción de una casa incluida la compra del terreno no habían subido. Los precios inmobiliarios no acompañaron a la línea del valor de la producción real de una casa. El mercado inmobiliario cada vez era más una enorme especulación financiera. Cuando los precios inmobiliarios suben más que los ingresos de los que compraron las casas el mercado finalmente se derrumba.
El capitalismo no funciona ni avanza de una manera suave y continua. Su funcionamiento es violento, desequilibrado, en ciclos de boom y recesión. El camino del caos y la anarquía se aplica al ciclo de beneficios y también al ciclo de la construcción inmobiliaria.
¿Y ahora qué? Más bancos caerán. Habrá más miseria en los mercados financieros. El punto más importante es la clase obrera y no si los ricos inversores perderán dinero, lo principal son los empleos que desaparecerán a través de toda la industria de servicios financieros. Por supuesto no hablaremos de los causantes de este caos, ellos tendrán sus indemnizaciones y pensiones intactas. Hablamos de los decenas de miles de pusieron todos sus ahorros en las acciones de los bancos y que ahora no valen nada.
Más aún, el colapso del sector financiero provocará una seria recesión económica. Ya sucede en EEUU, Gran Bretaña, Europa y Japón que se encaminan hacia una recesión, donde la producción no crecerá, las empresas quebrarán y el desempleo y la inflación subirá abruptamente.
En todo esto los políticos andan perdidos. Ya sea la administración de derechas republicana o el nuevo laborismo, ninguno sabe qué hacer. En realidad, en muchos sentidos el nuevo laborista ha estado muy atado al modelo de capitalismo norteamericano con su «libertad de elección» y la «apertura de mercados desregulados», incluso más que los republicanos. En EEUU, han nacionalizado las casas hipotecarias. Gran Bretaña está sufriendo la «peor crisis en sesenta años».
Finalmente, el capitalismo se recuperará, a menos que lleguen al poder gobiernos con el mandato de poner fin al dominio del capital. Pero se recuperarán sólo cuando recuperen la rentabilidad. Para conseguirlo, deben desaparecer muchos empleos y los más ricos tragarán muchas empresas. Ese proceso ha comenzado en el sector financiero, continuará a través de toda la economía.