¿Con qué palabras definiría el papel que han jugado en la historia Zinoviev y Kámenev?
Zinoviev y Kámenev fueron dirigentes importantes del Partido Bolchevique al que se habían unido antes de 1914. Sin embargo, cometieron algunos errores serios. En 1917 vacilaron en la cuestión de la toma del poder por parte de los trabajadores. En febrero, después de que los trabajadores hubieran derrocado a Kerensky, Kámenev y Stalin adoptaron una posición conciliadora con relación a los dirigentes reformistas y al gobierno provisional burgués.
Lenin se vio obligado a iniciar una lucha fraccional feroz contra ellos en el congreso de abril, cuando, basándose en el apoyo de la base proletaria, rearmó al partido y le dio una orientación correcta con la consigna: ¡Todo el poder a los soviets!
Más tarde, en el momento de la insurrección de Octubre, Zinoviev y Kámenev una vez más vacilaron y adoptaron una postura contraria al levantamiento. Incluso publicaron en la prensa burguesa los planes para la insurrección, por lo que Lenin les describió como rompehuelgas e, incluso, pidió su expulsión del partido. No obstante, inmediatamente después de la insurrección ellos ofrecieron sus servicios a la revolución y se les dio puestos de dirección en el Partido.
Incluso antes de la muerte de Lenin, formaron un bloque secreto con Stalin conocido como la troika (triunvirato) dirigido contra Trotsky. Entonces fue cuando inventaron el mito del «trotskismo» para meter una cuña entre Lenin y Trotsky ante los ojos del Partido. Zinoviev estaba motivado por la ambición personal, ya que consideraba que él debía ser el sucesor de Lenin. Jugó un papel destacado en la campaña contra Trotsky pero, entre las bambalinas, Stalin era el que estaba consolidando su control sobre el poder.
En 1926, cuando Stalin por primera vez proclamó en público la idea del socialismo en un solo país, Zinoviev y Kámenev rompieron con él, alarmados por la dirección que estaba tomando. Posteriormente formaron un bloque con Trotsky, la Oposición Unificada, que dirigió la lucha contra Stalin y la burocracia, defendiendo el regreso a Lenin, a la democracia soviética, a la industrialización y los planes quinquenales, lucharon contra la desviación derechista pro-kulak de Stalin y Bujárin, y por la defensa del internacionalismo proletario.
Después de que la Oposición fuera expulsada en 1927, Zinoviev y Kámenev capitularon ante Stalin. Esto no les salvó. Más tarde fueron expulsados del Partido y encarcelados. Capitularon de nuevo, pero fueron llevados a juicio (la primera de las célebres purgas de Stalin) y ejecutados con acusaciones falsas. Esto marcó el principio de lo que Trotsky describió como una guerra civil unilateral lanzada por Stalin contra el Partido Bolchevique.
A pesar de todos sus errores y defectos, Kámenev y Zinoviev fueron revolucionarios honestos, dedicados a la causa del socialismo y de la clase obrera. Para consolidar su poder, Stalin tuvo que eliminar el partido de Lenin y especialmente a sus cuadros dirigentes. Por eso tuvo que asesinar a Kámenev y Zinoviev, junto con otros innumerables viejos bolcheviques y dedicados comunistas. Este hecho demuestra que el estalinismo y el leninismo son mutuamente excluyentes. Están separados por un río de sangre.
Usted señala que el papel del individuo en la historia no debe ser desestimado, aunque no es preponderante aquello ligado a la personalidad de los protagonistas. En ese sentido, ¿Trotsky y la Oposición de Izquierda tenían alguna otra alternativa para evitar la consolidación de la burocracia en el Estado que aquella que defendieron?
El materialismo histórico nos enseña a mirar más allá de los jugadores individuales en la escena histórica y buscar causas más profundas. Esto no descarta en absoluto el papel de los individuos en la historia. En momentos determinados el papel de un solo hombre o mujer puede ser decisivo. Podemos decir con certeza que sin la presencia de Lenin y Trotsky (particularmente del primero) en 1917, la Revolución de Octubre nunca se habría producido.
Sin embargo, los individuos sólo pueden jugar este papel cuando todas las demás condiciones están presentes. La concatenación de circunstancias en 1917 permitió a Lenin y Trotsky jugar un papel decisivo. Los mismos hombres estaban presentes durante más de dos décadas anteriores y no pudieron jugar el mismo papel. De la misma manera, cuando la revolución decayó, a pesar de su colosal capacidad personal, Lenin y Trotsky no pudieron evitar la degeneración burocrática de la revolución. Estaba motivada por fuerzas objetivas contra las cuales incluso los dirigentes más grandes resultaron impotentes.
El accidente con frecuencia juega un papel en la historia. Si no hubiera sido por su enfermedad, Lenin hubiera asistido al Congreso y probablemente Stalin habría sido destituido. Sin embargo, es imposible comprender los grandes procesos históricos en términos de individuos, los «grandes hombres», etc. El marxismo busca analizar la historia en términos del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de clases que de ellas emanan. Incluso si Lenin hubiera conseguido una mayoría en el congreso, eso habría significado sólo un retraso temporal en el ascenso de la burocracia, que estaba arraigada en las condiciones objetivas. En 1926 en una reunión de la Oposición Unificada, Krupskaya, la viuda de Lenin, dijo: «Si Vladimir Ilich hoy estuviera vivo, estaría en una de las prisiones de Stalin».
¿Qué hubiese generado en la URSS un triunfo revolucionario en Alemania?
La causa principal de la degeneración burocrática del Estado soviético fue el aislamiento de la revolución en condiciones de extremo atraso. Hace mucho Marx escribió en La ideología alemana que, donde la pobreza es generalizada, «toda la vieja mierda vuelve a resurgir». Con estas palabras quería decir los males de la desigualdad, la corrupción, la burocracia y los privilegios.
Lenin y Trotsky sabían muy bien que las condiciones materiales para el socialismo estaban ausentes en Rusia. Antes de 1924 nadie cuestionaba esta proposición elemental. Los bolcheviques se basaron en la perspectiva de la extensión de la revolución a los países capitalistas desarrollados de Europa, en especial Alemania. Si la revolución alemana hubiera triunfado -lo cual podía haber ocurrido en 1923-, toda la situación en Rusia hubiera sido diferente.
Sobre la base de una federación socialista, uniendo el colosal potencial productivo de Alemania con las inmensas reservas de materias primas y mano de obra de Rusia, las condiciones materiales de las masas se habrían transformado. En estas condiciones, el ascenso de la burocracia se habría detenido y la fracción de Stalin no habría podido tomar el poder. La moral de la clase obrera soviética hubiera subido y su fe en la revolución mundial se hubiera restaurado.
Debemos recordar que en el período de 1923-1929, el proceso de degeneración burocrática en modo alguno se había consolidado. Este hecho se reflejó en una serie de zig-zags que caracterizaron la política de Stalin y su fracción tanto en la política interior como exterior durante todo ese período. En 1923-1928, Stalin adoptó una política derechista, caracterizada por una adaptación a los kulaks (campesinos ricos) y a los nepistas (especuladores) en Rusia y una adaptación a los reformistas y la burguesía colonial en la política exterior. Esto puso a la revolución ante un grave peligro. Internacionalmente fortaleció a los kulaks y a otros elementos burgueses a costa de los trabajadores. Externamente, llevó a la Internacional Comunista a una derrota tras otra.
No fue que Stalin conscientemente organizara la derrota de la Revolución Alemana de 1923, o de la Revolución China en 1923-1927. Todo lo contrario, deseaba el éxito de estas revoluciones, pero las políticas oportunistas de derechas que había impuesto a la Internacional Comunista en nombre del socialismo en un solo país garantizaron la derrota en cada uno de los casos.
Dialécticamente, la causa se convierte en efecto y viceversa. El aislamiento de la Revolución Rusa fue la causa principal del ascenso de la burocracia y de la fracción de Stalin. La política falsa de estos últimos provocó la derrota de las revoluciones alemana y china (y otras derrotas en Estonia, Bulgaria, Gran Bretaña, etc.). Estas derrotas confirmaron el aislamiento de la revolución y provocaron una profunda desmoralización de los trabajadores soviéticos, que perdieron toda esperanza de que los trabajadores europeos vinieran en su ayuda.
Esto llevó a la consolidación de la burocracia y el estalinismo, que sólo era la expresión política de los intereses materiales de la burocracia. Esto, a su vez, llevó a nuevas derrotas de la revolución internacional (Alemania, España…), que prepararon el terreno para la Segunda Guerra Mundial que puso a la URSS en un peligro extremo.
¿En qué aspectos señalaría los aciertos y errores de la Oposición de Izquierda cuando aún integraba el Partido?
En toda lucha uno puede señalar este u otro error. Pero sería incorrecto atribuir la derrota de la Oposición de Izquierda a los errores de juicio subjetivo. De hecho, Trotsky demostró tener razón en todas las cuestiones básicas: sobre las revoluciones alemana y china, sobre el peligro kulak, sobre la industrialización, los planes quinquenales, etc. Por otro lado, Stalin cometió errores colosales en cada una de estas cuestiones y, no obstante, derrotó a Trotsky y a la Oposición de Izquierda. ¿Cómo se puede explicar esto?
En 1923 Trotsky lanzó la Plataforma de la Oposición, basada en la defensa de los principios leninistas de la democracia obrera y el internacionalismo proletario. Comenzó una lucha contra las tendencias burocráticas dentro del Estado y el Partido. Esto fue el principio de la Oposición de Izquierda en la URSS e internacionalmente. La lucha entre la Oposición de Izquierda y la fracción de Stalin en el fondo era una lucha de clases, que reflejaba los intereses contradictorios entre la clase obrera y la ascendente burocracia.
Trotsky intentó basarse en la clase obrera, pero esta última estaba agotada de tantos años de guerra, revolución y guerra civil. Largas horas de trabajo en frías fábricas, salarios de hambre y privaciones tuvieron su efecto. Los trabajadores soviéticos cayeron en un estado de apatía. Ya no participaban en los soviets, que inexorablemente se habían burocratizado. Con cada paso atrás de la revolución mundial, los trabajadores se desilusionaban y se desorientaban más, y con ello la nueva casta burocrática soviética cada vez tenía más confianza e insolencia.
La razón por la que Stalin triunfó no fue debido a los errores de la Oposición, como imaginan los superficiales historiadores burgueses, sino debido al contexto más amplio de las relaciones de clases en la sociedad soviética. Citaré sólo un ejemplo que subraya este punto. En 1927, después de la derrota de la Revolución China, algunos estudiantes que apoyaban a la Oposición se dirigieron a Trotsky diciendo que, como todo el mundo podía ver que Trotsky tenía razón, ellos ahora podrían conseguir la mayoría en el Partido. Trotsky no estuvo de acuerdo. Les dijo que para los trabajadores soviéticos, las consecuencias objetivas de la derrota de la Revolución China eran mucho más importantes que tener razón o no en perspectivas.
De hecho, Trotsky sabía que la Oposición no podía triunfar. La situación objetiva desfavorable les condenaba a la derrota. Así, pues, ¿por qué continuó con la lucha? ¿Por qué no capituló ante Stalin, como Zinoviev, Kámenev y Radek hicieron? La repuesta es que él intentaba establecer las ideas, el programa y la tradición para las futuras generaciones de comunistas en la URSS e internacionalmente. Fue el único que lo hizo, a pesar de una persecución espantosa que le costó la vida a la mayoría de sus compañeros, amigos y familiares.
En medio de las más terribles traiciones, derrotas, desmoralización y deserciones, Trotsky levantó una bandera limpia, defendió las genuinas tradiciones del leninismo, de Octubre y del Partido Bolchevique. Trotsky, por tanto, triunfó en su objetivo. ¡Eso no fue una conquista pequeña! ¿Quién recuerda ahora los escritos de Zinoviev y Kámenev? Pero los escritos de León Trotsky constituyen una herencia inestimable que mantiene toda su importancia, relevancia y vitalidad, especialmente tras el colapso de la URSS, que fue la consecuencia inevitable de los crímenes de Stalin. Representan la auténtica bandera del bolchevismo y de la Revolución de Octubre: la única esperanza para el futuro de la humanidad.
Primera parte de la entrevista