En el momento de escribir este artículo el índice de la bolsa de Nueva York alcanza su nivel más bajo en seis años, las grandes instituciones financieras e inversores en acciones de empresa caen presas del abatimiento debido a la situación de la economía mundial.
Y estos inversores tienen muy buenas razones para estar deprimidos. La economía mundial, según las estimaciones de las principales instituciones internacionales, este año se contraerá por primera vez desde los años cuarenta. Con mundial quieren decir todas partes, no sólo las economías capitalistas desarrolladas.
Pero dejando a un lado a los inversores, la clase obrera mundial es la que realmente sufrirá. Globalmente, la ONU calcula que el desempleo este año alcanzará los 220 millones de personas. De una fuerza laboral aproximada de 3.000 millones, es significa sólo el 7 por ciento. Pero esta cifra no tiene en cuenta a millones de parados ocultos que ni siquiera pueden comenzar a buscar un empleo. En cuanto al porcentaje de los que trabajan en fábricas explotadoras en el plantea supera el 20 por ciento.
La tasa de crecimiento oficial real del PIB en China ha caído a sólo un 5 por ciento anual, de un 11 por ciento conseguido el año pasado (la realidad probablemente sea peor si se tiene en cuenta el consumo eléctrico de las empresas, fábricas y familias).
Ocurre lo mismo en el resto de Asia. Japón ha anunciado que el último trimestre de 2008 su economía sufrió la mayor contracción en 27 años. Singapur y otras economías del sudeste asiático también están hundidas porque sus exportaciones a Europa y EEUU han chirriado hasta detenerse.
Los más afectados son los antiguos países «comunistas» de Europa del Este. Después de emprender el camino del capitalismo tras el colapso de la Unión Soviética, las elites dominantes de estos países ahora deben explicar a su población por qué sus economías ¡se contraerán un 10 por ciento en un año!
Pero aún es más desastroso, muchos de estos países (Hungría, Polonia, República Checa, Rumania, Bulgaria y los minúsculos estados bálticos) han promovido un gran boom inmobiliario similar al de EEUU, Gran Bretaña y otras zonas de Europa Occidental. La gente, pensando que disfrutaban de los beneficios del progreso capitalista, se endeudaron, pero no en sus monedas nacionales respectivas, sino en monedas extranjeras más baratas como el franco suizo, el euro e incluso el yen japonés.
Ahora eso ha salido mal. El valor de sus monedas nacionales se ha hundido más de un 30 por ciento en cuestión de meses, el coste de pagar sus hipotecas mensuales en euros, etc., se ha disparado. Muchas personas están perdiendo sus empleos y viviendas al mismo tiempo.
Por supuesto, el foco de esta recesión económica, la más profunda desde los años treinta, fue la economía capitalista más grande («el país más grande del mundo»), EEUU. Esta enorme economía, cuyo valor de su producción anual es de 14 billones de dólares, está retrocediendo a un ritmo del 5 por ciento anual. El desempleo se ha disparado, millones de propietarios se enfrentan a la amenaza del desahucio, se reducen los salarios y el valor de los fondos de pensiones de millones de trabajadores se ha reducido un 40 por ciento.
Con los rescates desesperados a bancos e instituciones financieras que desencadenaron esta crisis, la administración Obama ha puesto billones de dólares en fondos estatales y ha aumentado la deuda del sector público al 100 por cien de la producción anual. El coste para el contribuyente es dos veces el coste de la guerra de Vietnam y se acerca a la mitad de lo que costó la Segunda Guerra Mundial. Por este camino, la clase obrera no sólo tendrá que pagar por este caos capitalista a través de pérdidas de empleo, recortes salariales y desahucios, sino también con un aumento abrupto de los impuestos para ayudar a los banqueros.
Lo mismo ocurre, sólo que peor, en Gran Bretaña. La crisis inmobiliaria (con los precios de las viviendas acumulando una caída del 40 por ciento) convierte en un chiste la vieja consigna de Thatcher de: «democracia de propietarios». La caída de la bolsa en la City londinenses ha sido tan grande como la norteamericana, también burlándose de manera cruel de la época de privatización de los mercados de los años noventa. Los vendedores de bienes públicos dijeron que podríamos conseguir beneficios comprando todos esas acciones, incluso comprar más acciones si aceptábamos que las sociedades de créditos hipotecarios se convirtiesen en bancos; los bancos se convertirían en agentes inmobiliarios y los detallistas se transformarían en prestamistas hipotecarios.
Ahora el valor de la mayor sociedad de crédito hipotecario de Gran Bretaña, Halifax, es cero, absorbida en la semi-nacionalización del sistema bancario. British Telecom, antes empresa de telefonía pública, privatizada en los años ochenta y renovada en los noventa, ahora está en crisis.
La economía británica se ha contraído más de un 4 por ciento en un año y tendrá el peor resultado económico en 2009 de las siete principales economías capitalistas, así que el «boom y pinchazo» de la economía británico pillará totalmente al Nuevo Laborismo (en particular al de Gordon Brown). El Nuevo Laborismo ha sido aún más ingenuo sobre la crisis del crédito y la ha negado más que la oposición conservadora.
De la noche a la mañana, el portador del «libre mercado», el que ofrecía la mínima regulación a la City londinense, que estaba a favor de reducir los impuestos a las grandes empresa y un seguidor destacado de la privatización, Gordon Brown se ha convertido en un ferviente partidario de la política keynesiana de gasto en el sector público y pedir dinero prestado, de la regulación del sistema bancario y quiere «controlar» las elevadas primas de los altos ejecutivos de la City, incluso aplica la nacionalización virtual de los bancos en quiebra.
¡Qué hipocresía y qué estupidez! Gordon Brown solía decir que el capitalismo británico, con la política derechista adoptada de EEUU, podría expandirse «endógenamente» sin recesiones ni «ciclos». Ese fue el argumento de su principal asesor económico, Ed Balls, ahora en el gobierno. ¡Balls nos dice ahora que sufrimos la peor recesión en cien años!
¿Qué pasa con los banqueros que desencadenaron esta situación debido a su codicia? Los jefes de los bancos británicos fueron recientemente al parlamento a explicar cómo había sucedido todo. Comenzaron diciendo que estaban muy, muy arrepentidos… Pero no había forma de saber que esto iba a suceder. Fue como un tsunami arrastrando consigo de la noche a la mañana todos sus inteligentes planes e inversiones. Dijeron a los políticos que había una posibilidad entre un millón de poder haberlo previsto, pero nadie pensaba que existieran cisnes negros en el mundo hasta que el capitán Cook llegó en 1780 a Australia.
La misma excusa fue utilizada por Gordon Brown en la cumbre de ministros de economía del G7 antes de tener una audiencia con el Papa (¡espero que ambos rezasen intensamente!): la crisis fue como un huracán que provino de ninguna parte.
Según el jefe de «Estabilidad Financiera» del Banco de Inglaterra, los banqueros no vieron venir la crisis del crédito porque sus «modelos de riesgo» sólo se remontaban a diez años y no tuvieron en cuenta que el capitalismo antes había tenido recesión. En realidad, los modelos de riesgo de los bancos decían que la posibilidad de que sucediera lo que hemos visto era de una en 13.500 millones de años. Como reconocen actualmente los científicos, el universo tiene aproximadamente esa edad, eso significa que lo ocurrido en la economía británica y mundial en los últimos dieciocho meses, según los banqueros, ¡¡era imposible!! Para eso sirven los modelos de riesgo y el capitalismo estable.
Por supuesto, todas estas explicaciones en realidad son excusas patéticas. Hubo unas pocas voces incluso entre los estrategas capitalistas, aparte de los marxistas, que previeron la calamidad que se iba a producir debido a la masiva expansión del capital «ficticio» en forma de crédito barato, aumento de los precios inmobiliarios, aumento sin final a la vista de los precios bursátiles que no correspondían con la equivalente expansión de los valores de la producción real. Pero estas voces fueron abrumadas por el éxtasis de los banqueros con sus grandes primas y de los inversores ricos con su creciente riqueza en propiedad y acciones.
Ahora, ya sean los banqueros, los inversores, los reguladores o los políticos pro-capitalistas, todos chillan espantados, mientras al mismo tiempo, dicen que no tenía nada que ver con ellos y que no se podía prever ni evitar.
Y toda la suciedad y debilidad ahora aparece tras un largo letargo. El capitalismo está lleno de robo, estafa y fraude. Pero a menudo está oculto cuando todo parece ir bien y todo el mundo hace dinero. Pero ahora sucede lo contrario, algunos de los estafadores se han quedado al descubierto, como las heces salen a la superficie del agua estancada.
Bernard Madoff es un eminente financiero de Nueva York. Tenía fondos de inversión a los que podías ser invitado a invertir, si eras rico. Había sido el presidente del comité regulador de la bolsa de Nueva York. Apoyaba con sus fondos a muchos políticos y centros artísticos. Es la personificación del capitalismo, un ladrón. Cada año era proporcionar a sus clientes regulares un 10 por ciento más de lo que habían invertido, independientemente de las fluctuaciones del mercado. ¿Cómo era posible este brillante resultado. Ahora sabemos que era un fraude.
Madoff utilizaba cada cantidad nueva de dinero invertido para pagar a los inversores que querían su dinero. Por supuesto, muchos no lo pedían y recibían sus extractos anuales en los que se veían sus ganancias (eran totalmente falsos). Utilizar el dinero nuevo para pagar el antiguo se llama esquema Ponzi, en honor al primero que puso en práctica este tipo de fraude. Cuando comenzó la crisis del crédito eran más los inversores que necesitaban recuperar su dinero y, de repente, Madoff no tenía suficiente nuevo dinero invertido para poder devolver el anterior. Finalmente confesó y las pérdidas estaban valoradas en 50.000 millones de dólares, ¡la mayor estafa de la historia mundial!
Muchos presuntos «expertos financieros» habían invertido dinero de sus clientes en Madoff porque como expertos sabían que él era bueno. La «superfinanciera» británica, Nicola Horlick, había dicho a sus inversores que Madoff representaba exactamente el tipo de pericia que le gustaba a ella proporcionar y justificaba por qué él y ella deberían recibir millones en primas. Su consejo ha provocado a sus clientes unas pérdidas valoradas en 70 millones de dólares. ¡Esta es otra razón para no creer nunca lo que te dicen los expertos capitalistas!
Un fraude normalmente lleva a otro. El colapso Madoff ha significado que otros financieros arriesgados que habían invertido con él ahora están también al descubierto. «Sir» Allen Stanford es un multimillonario tejano que tiene una serie de bancos en América y es el mayor empresario en partes del Caribe, conde se ha convertido en uno de los principales patrocinadores del Cricket, el deporte del imperio británico. Los organizadores de cricket en Gran Bretaña y las Indias Occidentales le han adulado por su dinero, mientras que los pobres habitantes de Antigua dependen de él para sus empleos y ahorros. Ahora Stanford ha sido citado por el US Securities and Exchange Commission por un fraude similar al tipo Ponzi valorado en 8.000 millones de dólares. Los inversores y ahorradores del Caribe también han perdido todo su dinero.
Según el capitalismo se hunde más en la recesión, no sólo se destruye todo el capital «ficticio». El capitalismo sólo puede tocar fondo si también destruye el valor del capital real. Para restaurar la rentabilidad de la industria capitalista, deben despedir trabajadores y reducir salarios a lo mínimo, lo que Marx denominó «capital variable», y deben cerrar fábricas y empresas, dejarlas en bancarrota para reducir el coste de lo llamado por Marx «capital constante».
Una vez han reducido de manera significativa los costes de producción, la rentabilidad dejará de caer. Después de todo, seguirán existiendo empresas, aún habrá trabajadores y personas con vivienda, pero menos que antes. Después la economía capitalista mundial comentará un proceso lento y penoso de recuperación.
¿Cuándo llegará? La mayoría de las recesiones capitalistas duraron unos 18 meses o así. Esta comenzó en la primera mitad de 2008. Así que probablemente no tocará fondo antes de finales de este año. Pero esta crisis es peor que cualquier otra recesión capitalista desde los años treinta, incluso podría ser peor que esa. Podría durar más allá de 2010.
Eso sucedería sobre todo si cada economía capitalista nacional comienza a aplicar medidas proteccionistas. La «globalización» fue la melodía de los años noventa, donde los estados capitalistas nacionales se combinaron para reducir las barreras arancelarias y permitir el «libre» movimiento de las finanzas. Ahora la tendencia es a la protección de los intereses nacionales. Barack Obama habla de una campaña de «compra norteamericano» y Gordon Brown de «empleos británicos para trabajadores británicos», en un intento débil de conseguir votos. Lo que Brown realmente está ofreciendo es «subsidio de paro británico para los trabajadores británicos».
Ni el libre comercio ni el proteccionismo salvarán los niveles de vida bajo el capitalismo. Pero esa es otra historia a la que regresaremos en otra ocasión.