Tras la oleada de luchas obreras de fines de 2008, nuevos sectores toman el relevo. Los trabajadores del banano en Urabá, los mineros del Cesar y La Guajira y otros sectores. Este artículo del camarada del grupo de la CMI en Colombia Ricardo Sevilla plantea la necesidad de unificar y extender estas luchas.
En los últimos años, la actividad sindical, principal factor movilizador de la clase obrera, se ha retraído bastante por muchas razones: entre ellas, obviamente, la eliminación física de los dirigentes obreros. También por la presión ejercida por los patronos, las graves condiciones de subempleo que existen en el país e incluso, la acción directa del gobierno, que de 2002 a 2007 ha prohibido la creación de 234 organizaciones sindicales.
En general, la clase obrera se vio desmotivada, escéptica ante sus propias organizaciones en los últimos años, lo que en parte contribuyo a la elección y reelección de Álvaro Uribe, que ha intentado desmontar todas las conquistas laborales que se habían establecido en la década de 1930. Recientemente incluso propuso un seguro al desempleo, al cual hipócritamente se le pretende llamar “Rafael Uribe Uribe”, que debía ser pagado ¡por los mismos trabajadores!, Mientras que a la burguesía se le llena de subsidios y exenciones de impuestos.
Se encuentra Colombia en los albores de una etapa decisiva: los trabajadores, luego de años de relativo aletargamiento, desde finales de 2008 empiezan a volver a las calles. Se incrementan las movilizaciones tanto a nivel rural como urbano. También sectores afines a los intereses del proletariado como son los estudiantes y los indígenas han mostrado actividad en una proporción que la burguesía pretendía mostrar como parte del pasado. La dirigencia sindical y política de la izquierda deben prepararse entonces para una gran tarea: Llevar esta energía que eventualmente se puede convertir en revolucionaria a un resultado que produzca un cambio real en las relaciones de producción. Su arma, no puede ser mas que un programa socialista que cambie profundamente la sociedad, y no se conforme con reformas minoritarias al sistema.
Tras casi dos semanas de huelga los mas de 17.000 trabajadores del banano en el Urabá llegaron a un acuerdo con los empleadores para mejorar sus condiciones. Felicitamos a los huelguistas porque cada una de sus conquistas económicas son un paso adelante en la mejora de sus condiciones de vida y su afirmación como núcleo importante del movimiento colombiano, en una zona de tradicional dominio paramilitar donde cientos de sindicalistas fueron asesinados con la unión de las multinacionales, el ejército y las bandas autodefensas.
Igualmente las huelgas que adelantaron hasta hace poco los trabajadores de las empresas de carbón Drummond, Billinton BH, Glencore, Xtrata y Angloamerican, donde fueron apoyados por las poblaciones vecinas y los trabajadores de otros sectores. Y merece todo el apoyo la declaración del segundo vicepresidente de la CUT, Gustavo Triana: “Los esfuerzos de lucha y organización… deben ser la conducta a emular por el todo el movimiento sindical colombiano, como el único camino que conducirá a recobrar los derechos conculcados. La clase obrera se esta poniendo no sólo al frente de la lucha por sus propias reivindicaciones, sino que encabeza la batalla por conquistar la soberanía nacional y establecer un gobierno democrático que represente los intereses de todas las clases que han sido afectadas por la dominación de los Estados Unidos sobre nuestro país.”
En las ciudades, las organizaciones obreras y sociales vienen preparando para la lucha contra la privatización de los servicios públicos, luego de históricos reveses como la pérdida de Telecom. Y las pretensiones actuales de comenzar a asesinar el patrimonio de ETB, UNE, EMCALI, entre otros. Los trabajadores y sindicatos de estos sectores se muestran dispuestos a no aceptar una nueva derrota y para ello la estrategia debe ser clara: unir a toda la población, que se muestra en su mayoría de lado de los trabajadores e impedir que la administración cumpla las pretensiones neoliberales del gran empresariado internacional con la venia de la servil burguesía local. También se deben idear nuevas estrategias para que no se vuelva a caer en los mismos errores una y otra vez, como puede ser la creación de comités efectivos de usuarios y de trabajadores que supervisen la continuidad de la empresa como un bien de la comunidad.
Sin embargo, todas estas luchas al final deben estar encaminadas no solo a las mejoras de la situación inmediata, sino a la construcción de una dirigencia consecuente con los intereses generales del proletariado, que de paso a un gobierno de los trabajadores, que incluya a todos los demás oprimidos, termine con la voracidad del capital (escondido bajo términos como “libertad de empresa” “competitividad” y “economía global”) y pase a una organización socializada y democrática de los medios de producción.