La nacionalización de las empresas privadas que realizan actividades conexas con la industria petrolera despertó entusiasmo. Miles de trabajadores son brutalmente explotados desde hace décadas por estas empresas, tanto contratados directamente por ellas como mediante la subcontratación de cooperativas o incluso laborando a destajo sin contrato.
La nacionalización debe acabar con la tercerización. Los trabajadores de estas empresas deben ser incorporados a PDVSA . Los “negocios” que mantienen muchos gerentes de la industria petrolera con las contratistas deben ser totalmente erradicados. Otro problema a resolver es el de los miles de jóvenes que trabajan sin contrato, un día si y otro no, para estas empresas chupasangre. El estado no sólo debe incorporar a los trabajadores reconocidos como parte de su plantilla por las empresas ahora nacionalizadas sino crear puestos de trabajo estables y con salarios y condiciones dignas para toda la juventud de las comarcas petroleras.
Esto sólo se logrará con una nacionalización al 100% y bajo control obrero. Entre muchos trabajadores existe inquietud ante la posibilidad de que la nacionalización sea parcial y las empresas nacionalizadas sean gestionadas por burócratas designados a dedo. Ambas cosas facilitarían a muchos gerentes seguir con sus negocios y mantener, más o menos encubiertas, la tercerización, burocratismo y corrupción. Si ocurriese, una medida que ha despertado entusiasmo y puede fortalecer el apoyo a la revolución en el Zulia y otras zonas petroleras, podría ser utilizada por los contrarrevolucionarios para intentar desmoralizar a la base social de la revolución.
Sólo los trabajadores de PDVSA, unidos a los trabajadores de las empresas nacionalizadas y al resto de la clase obrera del país, podemos impedirlo. En el Encuentro con los trabajadores del 21 de Mayo en Guayana, cuando nacionalizó también varias contratistas del hierro y el acero, el Presidente Chávez planteó ,correctamente, la necesidad del control obrero y que los trabajadores debemos elegir a los gerentes.
Este es el único camino. Para hacerlo realidad los trabajadores revolucionarios debemos organizarnos para luchar dentro de nuestros sindicatos y del PSUV por un programa genuinamente socialista y sustituir a los dirigentes sindicales burocráticos por revolucionarios sometidos permanentemente al control de las bases.
Hay que acabar con la estructura capitalista de PDVSA. Ésta debe tener una sola nómina y estar gestionada democráticamente por los propios trabajadores petroleros junto al resto de la clase obrera y las comunidades organizadas, mediante Consejos de Trabajadores y Consejos Comunales formados por voceros elegibles y revocables en todo momento.
La discusión del contrato petrolero, como hemos explicado en otros artículos, debe abordar esta transformación. El gobierno no puede seguir dilatando la discusión del contrato con la excusa de las elecciones internas de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela (FUTPV). La congelación de salarios y derechos de los trabajadores sólo beneficia a quienes atacan la revolución. Los trabajadores deben poder nombrar en asamblea voceros elegibles y revocables que respondan directamente ante ellas para discutir el contrato. Esta también sería la mejor manera de combatir a la burocracia sindical, desarrollar un sindicalismo genuinamente revolucionario y unificar a la clase obrera petrolera entorno a una dirección sindical legítima.
Los trabajadores petroleros socialistas y bolivarianos deben organizar la lucha por una propuesta en estas líneas: control obrero, defensa del poder adquisitivo obrero y del conjunto de la población, apertura de los libros de cuentas para luchar contra el despilfarro y la corrupción e impedir que los efectos de la crisis capitalista mundial sean cargados sobre los trabajadores.