La gran ofensiva guerrillera "hasta el tope" del 11 de Noviembre de 1989 fue la más grande acción militar del FMLN durante la guerra civil, concentró el 70% de sus fuerzas militares en la capital y sus alrededores. Aun se siente el miedo y el odio de clase cuando la burguesía y sus representantes se refieren a ella, dando la imagen de una acción asesina por parte del frente y ocultando cuál fue el actuar de ellos contra los barrios obreros. Unos meses antes pensaron que el FMLN estaba acabado y su derrota vendría en poco tiempo, les duele en el alma haberse equivocado y haberse visto obligados a ceder en una serie de aspectos para llegar a los acuerdos de paz de enero de 1992.
El gran heroísmo, la madurez y experiencia acumulada fueron notorios, pero lejos está de haber sido las acciones militares del FMLN las únicas causas que obligaron al régimen a llegar a los acuerdos de paz. Pero para comprender lo ocurrido en aquel noviembre heroico del 89 tenemos que recapitular un poco la historia.
Antecedentes de la lucha guerrillera
Durante los represivos gobiernos militares del siglo pasado el movimiento de los trabajadores entró en grandes contradicciones por un lado veíamos las combativas huelgas obreras, las férreas luchas estudiantiles y campesinas y por el otro una gran represión. Dirigentes obreros quedaban al descubierto ante el régimen y eran asesinados o brutalmente reprimidos, torturados y encarcelados. De tal forma que un sector del movimiento obrero sacó la conclusión que la vía para derrotar al régimen seria a través de las armas.
En los 70 pese a toda la represión las masas desafían al régimen dan fuertes protestas y se forman poderosas organizaciones de masas. Los crímenes políticos contra los opositores se mantenía, si eras un dirigente de masas tu vida estaba en peligro y te veías obligado a pasar a la clandestinidad.
La lucha armada era en cierto sentido necesaria en aquellas condiciones, pero desde nuestro punto de vista esto debía estar íntimamente vinculada, controlada y subordinada al movimiento de masas, siendo un apoyo para la autodefensa y así poder evitar más masacres masivas y selectivas contra el pueblo. Lo que se hizo fue lo contrario ver al movimiento obrero como un auxiliar de la lucha armada, ese creemos que fue uno de los principales errores cometidos que tendría su repercusión en el desarrollo de las luchas posteriores.
La revolución y la guerra
No tratamos aquí de remembrar toda la historia del conflicto de clases de la década del 80, simplemente señalar algunos aspectos importantes que nos permitan comprender lo ocurrido en 1989. Después de perder la oportunidad de tomar el poder en la crisis revolucionaria de 1979-80, enmarcado en un impresionante movimiento de masas como la gran manifestación del 22 de enero, el movimiento guerrillero se ve como el camino a continuar en la lucha. La ofensiva de 1981 se realiza ya que la marea revolucionaria había descendido, se llama a la insurrección cuando las masas iban en reflujo y no en momentos clave como el asesinato de Monseñor Romero que llenó de indignación al pueblo.
Los primeros años de la guerra fueron duros y aunque no permitieron al FMLN tomar el poder si pudieron ganar zonas de influencia que permitían organizar una retaguardia y los apoyos requeridos desde el movimiento de masas para la guerrilla. En algunas zonas lo que se vivió no fue un movimiento guerrillero desde el punto de vista clásico sino un autentico armamento del pueblo basado en la organización de masas de las comunidades.
El triunfo sandinista de 1979 sin duda animó al pueblo salvadoreño y se creyó que era cuestión de solo días o meses para ganar pero la lucha armada se extendía por años. El FMLN cambia de estrategia y correctamente plantea la necesidad de ganar a las masas para la lucha pero en esta ocasión en vez de luchar por la toma del poder se plantea una salida política negociada que no fue posible llevar a la práctica por el apoyo del imperialismo al gobierno salvadoreño y la política de ultraderecha de Reagan. El conflicto se sigue extendiendo por varios años más.
Dialogo y mártires sindicales
Para finales de la década el panorama había cambiado, las reuniones de Esquipulas 1 y 2 en Guatemala, donde se reunieron los jefes de estado centroamericanos generaron un ambiente más propicio para el dialogo pero también eran reflejo del cansancio entre la población, las filas del ejército y las guerrillas hacia las guerras internas que se vivían en Guatemala y El Salvador.
El FMLN lanza una propuesta de dialogo a inicios de 1989 que el gobierno de Cristiani vio como un síntoma de debilidad, accedieron a dialogar con el objetivo de desgastar más al FMLN, no llegar a ningún acuerdo importante y esperar la rendición. Por otro lado la burguesía continúo con sus ataques al pueblo trabajador. El movimiento obrero había tenido un nuevo repute, había construido la UNTS que agrupaba a federaciones sindicales como FENASTRAS está sola agrupaba a 25 mil trabajadores de 16 sindicatos. Fue justo ahí donde asestó un sensible golpe al movimiento.
En la mañana del 31 de octubre los escuadrones de la muerte pusieron una bomba en COMADRES, una asociación de familiares de presos, desaparecidos y asesinados donde resultaron heridas cuatro personas. Unas horas después, a medio día, otra bomba estalló en el local de FENASTRAS donde estaban reunidos varios dirigentes sindicales muriendo 9 compañeros incluyendo Febe Elizabeth Velásquez que había sido secretaria general de dicha federación y era secretaria de relaciones internacionales de la UNTS. Esto dejaba en claro que el dialogo con el gobierno era una farsa, se rompen las negociaciones y se genera una gran indignación en el pueblo salvadoreño.
En realidad durante todo el tiempo de la negociación la represión continuó en agosto, por ejemplo, habían sido desaparecidos otros sindicalistas como Sara Cristina Chan Chan de FENASTRAS y Francisco Masi del Sindicato de la empresa Lido.
Noviembre de 1989 "hasta el tope"
El comandante Ramiro relata que el Estado ya tenía conocimiento de la ofensiva que se realizó el 11 de noviembre y movilizó a gran cantidad de tropas para impedir que las milicias del FMLN llegaran a la capital, cosa que no consiguieron. Una ofensiva de tal envergadura también era difícil de ocultar. El plan consistía en movilizar las fuerzas a la cabecera de San Salvador pero también a las cabeceras de Santa Ana, Zacatecolutla, San Vicente y San Migue. La guerrilla entró con fuerza en municipios como Mejicanos, Soyapango y Cuscatancingo.
El comandante Ramiro señala: "Si se analiza el plan de la ofensiva, a excepción de Cuscatancingo, donde se atacó el cuartel de la Policía Nacional, no hubo ningún otro caso de inversión de fuerzas del FMLN buscando una victoria militar, todo eminentemente, fue la toma de los barrios, en las colonia, en los poblados, para atraer fuerzas enemigas, desgastarlas, y con nuestra presencia estimular la incorporación de las masas. Así se presentó esto".
Se buscaba con la ofensiva estimular la insurrección de las masas. En municipios como Ciudad Delgado la población se incorporó a la lucha en un primer momento pero la burguesía reaccionó con bombardeos aéreos que obligaron la retirada de la población y los combatientes. Nuevamente la táctica guerrillera mostró sus limitaciones pues si todos esos esfuerzos destinados a preparar la gran ofensiva se hubieran orientado a organizar la huelga general, organizando para ello comités de autodefensa para resguardad la seguridad de los trabajadores, los resultados hubieran sido más positivos.
La guerra llegó a casa de la burguesía para que sintieran en carne propia lo que se durante toda esa década se vivía en los barrios obreros y cantones. La ofensiva general entró incluso a las casas ricas de la colonia Escalón o el Hotel Sheraton para dar un golpe moral y desestabilizar a la burguesía.
El régimen desesperado además de bombardear a la población civil hizo otro acto de barbarie el 16 de noviembre, asesinando a 6 sacerdotes jesuitas y dos trabajadoras en la Universidad de Centroamérica incluyendo a su rector Ignacio Ellacuría. La indignación entre las masas y a nivel internacional creció y el régimen terminó por aislarse más.
Ante el miedo de perderlo todo la burguesía se vio obligada a ceder, restablecer las mesas de diálogo con el FMLN para llegar a los acuerdos de paz que finalmente se firmaron en enero de 1992, terminando de desmontar las dictaduras militares, un paso sumamente importante. Debido a que los trabajadores no tomaron el poder ni iniciaron así la transformación socialista de la sociedad otros problemas como el de la miseria y pobreza no se han solucionado.
Debemos recordar la ofensiva general de 1989 como el ejemplo más claro del gran potencial de lucha del pueblo salvadoreño, la tarea aun no está concluida debemos completarla sin sustituir desde fuera el papel que debemos jugar los trabajadores sino organizando un movimiento obrero y de masas fuerte que se plantee como objetivo no la administración del gobierno sino la real toma del poder para iniciar la transformación socialista de la sociedad y completar las tareas inconclusas de las luchas revolucionarias de nuestro pueblo.
Octubre de 2009