El resultado de las elecciones a la Asamblea Nacional en Venezuela el domingo fue recibido con júbilo por la prensa burguesa a nivel internacional. Es demasiado pronto para emitir un juicio definitivo sobre los resultados, y no se ha confirmado que la derecha haya superado al PSUV en votos. Sin embargo, el coro ensordecedor de su triunfo en los medios de comunicación internacionales es prematuro.
La feroz campaña internacional diciendo que Chávez ha perdido es un reflejo, no de la situación real, sino de los deseos de la burguesía, tanto en Venezuela como internacionalmente, para terminar con la revolución venezolana de una vez por todas. Pero entre los deseos y su realización, siempre hay una gran distancia, como todos saben. Que las aspiraciones de la oposición contrarrevolucionaria se cumplan o no, no depende de los resultados de una elección, sino de la conducta de la Revolución y de su dirección.
Las elecciones son sólo una instantánea del estado de la opinión pública en un momento dado. Estos resultados nos pueden decir mucho sobre el estado psicológico de las diferentes clases en Venezuela; y, sin duda, revelan ciertas tendencias en la sociedad. Constituyen una advertencia que debe ser tomada muy en serio por todos aquellos que defienden los intereses de la Revolución. Pero en sí mismos no deciden nada. El júbilo de la derecha
La derecha de inmediato comenzó a cacarear como un gallo borracho. María Corina Machado, que fue elegida diputada por el Estado de Miranda, dijo: «Aquí es muy claro. Venezuela dijo no al comunismo al estilo cubano, Venezuela dijo que sí a la ruta de construcción democrática y ahora tenemos la legitimidad del voto de la ciudadanía, somos los representantes del pueblo».
El lunes, los representantes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) se adjudicaron la victoria en las elecciones, basándose principalmente en su afirmación de haber ganado la mayoría del total de votos emitidos el domingo. Pero se trataba de un bluff. La situación real es más complicada, aunque no hay duda de que la Revolución se enfrenta ahora a nuevos peligros.
Según los resultados oficiales de las elecciones del domingo hechos públicos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), el Partido Socialista de Venezuela (PSUV) de Chávez, había ganado hasta el momento 95 escaños, mientras que la coalición de la oposición en torno a la MUD (derecha) ganó 62 escaños. El partido Patria Para Todos (PPT), un ex aliado de Chávez que rompió con el PSUV, obtuvo dos escaños. Tres escaños fueron a los representantes del pueblo indígena no alineados ni con el PSUV ni con el MUD. El CNE aún no ha anunciado los resultados de tres escaños más.
Por supuesto, es posible leer los resultados de diferentes maneras. El diputado electo Roy Chaderton señaló el lunes que los opositores del Presidente Hugo Chávez consiguieron 20 escaños menos que los que tenían durante el período legislativo de 2000-2005, mientras que los partidarios de Chávez aumentaron su presencia en varios escaños.
Los candidatos socialistas ganaron en Aragua, Barinas, Bolívar, Carabobo, Cojedes, Delta Amacuro, Distrito Capital, Falcón, Guárico, Mérida, Monagas, Lara, Portuguesa, Trujillo, Yaracuy, Vargas y hubo un empate en Miranda y Sucre. Pero la derecha ganó en estados importantes como Zulia y Táchira.
Chaderton señaló que la oposición ha perdido terreno en comparación con las elecciones de 2000. Dijo que la oposición había organizado una «farsa mediática» al comparar los resultados del domingo sólo con las elecciones de 2005, que la oposición boicoteó y, por lo tanto, presentándolo como un aumento drástico de la presencia de la oposición en las elecciones de la Asamblea Nacional.
Eso es correcto, y también es cierto que los datos del número total de votos no es un tema sencillo, puesto que la gente puede votar por un candidato en su circunscripción, así como votar por una lista de partido; y algunos diputados son elegidos a través del primer sistema, y otros a través del segundo. Sin embargo, está claro que el voto de la oposición está creciendo, mientras que el del PSUV está disminuyendo aún más drásticamente.
Subestimar la fuerza del enemigo y exagerar la fuerza propia es un error muy peligroso tanto en la política como en la guerra. La Revolución no necesita ilusiones endulzadas sino la verdad. De los últimos resultados, parece que el PSUV obtuvo 5.399.300 votos, mientras que los partidos de derecha obtuvieron 5.312.283 votos.
Falso optimismo
Oficialmente, el PSUV obtuvo la mayoría de los escaños en 16 de los 23 Estados de Venezuela. Esto incluyó victorias arrasadoras en los estados rurales de Apure, Barinas, Guárico, Cojedes, Lara, Portuguesa, Vargas y Yaracuy, y victorias fuertes en los principales estados industriales de Bolívar y Carabobo. El PSUV también ganó siete escaños en el Distrito Capital, frente a tres del MUD.
En el estado Miranda, donde se encuentra la capital, el PSUV y el MUD ganaron cada uno tres escaños, con el MUD derrotando al PSUV por apenas 741 votos de un total de 968.947. Los dos estaban también empatados con tres escaños cada uno en el Estado de Sucre. En el Estado escasamente poblado de Amazonas, el PSUV ganó un escaño, mientras que el PPT ganó dos y el MUD ninguno. Sin embargo, el MUD arrasó en los estados fronterizos de Táchira y Zulia, así como Anzoátegui y Nueva Esparta.
Los dirigentes del PSUV tratan de presentar el resultado como una victoria. El Vice-Presidente Elías Jaua, dijo: «La revolución puede contar con una cómoda mayoría en la Asamblea Nacional… Pocos gobiernos en nuestro continente pueden contar con una mayoría cómoda de un solo partido. […] La oposición no tiene ninguna posibilidad con este número de diputados de revertir los procesos legislativos que se han completado o la activación de los mecanismos de desestabilización, como la revocación de los poderes públicos o el enjuiciamiento del Presidente».
El responsable de la campaña del PSUV, Aristóbulo Istúriz, expresó su decepción porque no se alcanzó el objetivo de 110 escaños. Sin embargo, dijo que esto no debe distraer la atención de la «victoria verdaderamente decisiva » que ha ganado el PSUV, que «nos reafirma como la principal fuerza política en nuestro país».
«Hemos conseguido nuestro objetivo en el sentido de ser capaces de garantizar la defensa del Presidente Hugo Chávez y la política del gobierno revolucionario, y de haber conseguido las fuerzas suficientes para impulsar cambios estructurales en esta era de la construcción del socialismo».
Pero los hechos no apoyan esta interpretación optimista. Si comparamos los resultados con los votos en las elecciones regionales del 2009, la diferencia es evidente de inmediato. En aquel entonces el PSUV obtuvo 6.310.482 votos, en comparación con 5.190.839 para los partidos de derechas. Se ha encendido la luz roja y sería el colmo de la irresponsabilidad negarlo.
Durante el periodo legislativo de 2000-2005 los partidos pro-Chávez tenían entre 83 y 92 escaños en todo momento, mientras que los partidos de la oposición tenían entre 73 y 82, de un total de 165 escaños. Pero este fue un período en el que las masas se despertaron. La derrota del golpe de Estado contrarrevolucionario en el año 2002, y la posterior derrota del sabotaje petrolero y el referendo revocatorio fueron logrados por el pueblo revolucionario -es decir, los obreros y campesinos-.
Desde entonces, está claro que el entusiasmo revolucionario se ha ido erosionando. Hay descontento y desilusión entre las masas. Las cifras hablan por sí mismas. Mientras que el voto de la derecha aumentó en un mero 2,28%, el voto de la izquierda cayó fuertemente en 14,44%. Esto significa que la oposición no ganó las elecciones; los chavistas las perdieron.
La importancia de la dirección
¿Cuál es la principal característica de la situación actual? Lo principal a tener en cuenta es que, al menos en términos electorales, la distancia entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución se ha reducido. Hay un fuerte aumento de la polarización entre las clases.
El primer efecto, y posiblemente el más importante, es el efecto psicológico en los dos bandos contendientes. Napoleón señaló que en la guerra la moral es un factor vital. Los contrarrevolucionarios se animarán y envalentonarán para ir a la ofensiva. Por el contrario, muchos activistas bolivarianos se sentirán desanimados y descontentos ¡Esto no es algo irrelevante!
Un ejército que ha sufrido una derrota necesita tener confianza en sus dirigentes, los soldados deben sentir que los generales saben lo que están haciendo y son capaces de recuperarse de la derrota para seguir adelante.
En tiempos de retirada en una guerra la importancia de tener buenos generales es cien veces mayor que en un avance. Con buenos generales, el ejército puede llevar a cabo una retirada organizada, manteniendo así sus fuerzas agrupadas y en buen estado, con un mínimo de pérdidas. Pero los malos generales convierten una retirada en una derrota general.
El papel de la burocracia reformista en esta situación es particularmente negativo. Ellos sacarán todas las conclusiones erróneas. Dirán: «Mira, esto demuestra que no tenemos el apoyo del pueblo. Tenemos que hacer concesiones a la oposición, llegar a acuerdos, retroceder». Este es el peor consejo posible. Por cada paso atrás de la Revolución, la oposición exigirá diez más.
Los reformistas argumentan que las elecciones significan que tenemos que adoptar una política de reconciliación entre las clases. Pero esa es justamente la política que ha minado la Revolución y alienado a su base proletaria. Esto se muestra gráficamente por el resultado en el Estado de Anzoátegui, donde el gran margen de victoria logrado por la contrarrevolución refleja el descontento con la conducta escandalosa del gobernador, Tarek William Saab, y el ala de derecha de la burocracia chavista, que apoyaron a los patrones contra las ocupaciones de fábrica en Mitsubishi, Vivex y Macusa, y así alejaron a los proletarios que antes habían votado siempre al chavismo.
La única salida para el PSUV es confiar en su base real: los obreros y campesinos revolucionarios. Ellos están mirando hacia al PSUV para que lleve a cabo sus promesas. El PSUV debe romper de una forma decisiva con la burguesía y sus agentes, la burocracia reformista que representa una Quinta Columna burguesa dentro de la Revolución.
La amenaza de la contrarrevolución
A pesar del revés electoral, la Revolución tiene todavía importantes reservas de apoyo. A lo largo del último año, las encuestas de opinión pública han mostrado consistentemente que el PSUV aún cuenta con el apoyo de un 35 por ciento de la población aproximadamente, mientras que el apoyo de los partidos de oposición es mucho más débil. Sin embargo, una gran parte de la población está indecisa, lo que refleja un creciente desencanto con la marcha de la Revolución. Con el fin de asegurar su futuro, la Revolución debe encontrar una manera de motivar y entusiasmar a estas capas. Esto sólo puede hacerse a través de una acción decisiva.
El índice de aprobación a la presidencia de Chávez sigue siendo elevada, en torno al 55% ó 60%. Esto refleja el hecho de que la Revolución aún posee enormes reservas de apoyo en la población. El problema es que Chávez está rodeado por todos lados de una gruesa capa de burócratas y arribistas que no ven la revolución como un medio para cambiar la sociedad, sino sólo como un vehículo para su progreso personal y el enriquecimiento.
El PSUV todavía tiene una mayoría en la Asamblea Nacional, y podrá controlar la aprobación de las leyes ordinarias y la mayoría de las otras funciones del cuerpo legislativo. Sin embargo, el PSUV no ganó una mayoría de dos tercios, lo que significa que la oposición tendrá el poder para bloquear las leyes orgánicas, las leyes habilitantes que dan el poder decisorio al presidente, y algunos nombramientos. La derecha, a pesar de que es una minoría en el Parlamento, ha aumentado su capacidad para interferir en el proceso revolucionario venezolano y obstaculizar las acciones del gobierno del presidente Chávez.
La oposición hará uso de su posición en la Asamblea para tratar de paralizar el gobierno y sabotear las leyes progresistas. Pero su verdadero objetivo es derrocar a la Revolución y tomar el poder. Para ello utilizará la Asamblea Nacional para movilizar en las calles a las masas de la pequeña burguesía enfurecida y crear una atmósfera de caos y desorden. Es necesario hacer frente a esta amenaza de una forma decidida.
Aporrea tenía razón cuando, el 27/09/10, escribió: «El PSUV consigue la mayoría simple en la AN, pero la burguesía recupera espacio y crecen las amenazas». El artículo dice correctamente que lo que el resultado electoral muestra es que «el grueso de la población se inclina por la lucha anti-capitalista y el rumbo socialista. Pero se implanta, de manera notable, un factor de vulnerabilidad, ya que el PSUV y sus aliados no alcanzaron los dos tercios necesarios para contar con una mayoría calificada». Y concluye: «Más que nunca requerimos… ¡limpieza y más revolución!»
Los resultados electorales muestran un avance de las fuerzas contrarrevolucionarias, pero todavía están muy lejos de alcanzar su objetivo real. Para tener éxito, la oposición tendrá que enfrentarse con el Presidente y la revolución. El choque principal se dará cuando el período presidencial llegue a su fin en 2012. Es posible que un enfrentamiento llegue incluso antes, si la oposición recurre a un referéndum revocatorio. La única manera de impedir esto es acelerando el proceso revolucionario, llevando a cabo la expropiación de la tierra, los bancos y las principales industrias.
«¡Pero no tenemos una mayoría suficiente en la Asamblea Nacional para hacer esto!» Este argumento de los reformistas es falso de principio a fin. Todo el mundo sabe que los problemas fundamentales de la sociedad no se resuelven en los parlamentos, o mediante las leyes y las constituciones, sino con la lucha de clases.
En términos electorales, las masas pequeñoburguesas pueden parecer una fuerza formidable. Pero cuando se enfrentan en las calles con el poder de los obreros, campesinos y la juventud revolucionaria, su aparente fortaleza se evaporará como una gota de agua sobre una estufa caliente. Si la Revolución es digna de su nombre, se negará a bailar el joropo parlamentario con la contrarrevolución. Movilizará a sus fuerzas allí donde realmente importa: no en el debate de las cámaras, sino en las calles, en las fábricas y en los cuarteles del ejército.
En una rueda de prensa el lunes por la noche, Chávez dijo que la próxima fase de su gobierno es «la aceleración de los programas del nuevo proyecto histórico, político, social y tecnológico». Eso va en la dirección correcta, pero debe ser traducido en acciones . El Presidente concluyó: «¡Debemos continuar fortaleciendo la revolución!» Eso, y no las recetas cobardes del reformismo, es la única manera de avanzar.
Nos vemos enfrentados con sólo dos posibilidades: o bien la más grande de las victorias o la más terrible de las derrotas. Con el fin de asegurar la victoria, debemos basarnos en la famosa consigna del gran revolucionario francés Danton: «¡De l’audace! ¡De l’audace! ¡Et encore de l’audace! «: «¡Audacia! ¡Audacia¡ ¡Y más audacia!»