En las recientes elecciones de mitad de mandato, los republicanos hicieron un regreso espectacular después de la derrota electoral hace dos años. Ganaron varias gobernaciones y escaños en el Senado, y tomaron el control pleno de la Cámara de Representantes de EEUU. ¿Cómo fue esto posible?
La razón básica es bastante simple: no hay trabajo. Los estadounidenses no están satisfechos con que Obama y los demócratas no hayan ofrecido ninguna solución real a la calamidad económica que golpea a muchos trabajadores, a la juventud y a la clase media. Dos años después de la elección de Obama, el desempleo sigue siendo elevado, sin final a la vista, a pesar de un retorno a la rentabilidad y de los megabonos para Wall Street. ¡No es de extrañar que los votantes no estén contentos con estos datos!
Además de esto, millones de dólares fueron desembolsados por grupos externos para influir en las elecciones. Es un hecho bien conocido que las grandes empresas invierten mucho en los dos principales partidos -saben de qué lado del pan tiene mantequilla. En 2008, más dinero fluyó a los demócratas, ya que entendieron que después de 8 años de Bush y Cheney, los estadounidenses estaban desesperados por cambiar, y que querían estar en la bonanza de nuevo. Esta vez, más dinero se envió a los republicanos, ya que las corporaciones detectaron la insatisfacción con el status quo. Una vez más, el ambiente era «¡echemos a los vagos!» .Todo esto tan sólo dos años después del mensaje de Obama de que «podemos creer en el cambio», con el que parecía prometer una nueva era de prosperidad y esperanza.
Lamentablemente, los dirigentes del movimiento obrero no ofrecieron ninguna alternativa al voto por los partidos de los ricos. En su lugar, pidieron a los trabajadores votar «en contra» del Tea Party republicano o por candidatos ¨amigables¨ con los trabajadores o ¨aprobados¨ por los sindicatos Estas fueron todas sus palabras, o sea votar por los demócratas. Pero comprendiendo la desilusión de los trabajadores con la situación de empleo y la impotencia de los demócratas en ese frente, no podían llamar directamente a votar por ese partido. Este es un cambio importante en el enfoque, ya que muestra que los dirigentes sindicales temen perder el control de las bases.
Hay un candidato obrero independiente, Brett Bursey, en Carolina del Sur, que se postuló para la Cámara de Representantes estatal y recibió el 3,1% de los votos. Bursey fue el primer candidato por el recientemente relanzado Partido Laborista de Carolina del Sur (PLCS). Hubiera tenido seguramentre más votos si la Comisión Especial del Partido Laborista hubiera lanzado más candidatos y pedido el apoyo del movimiento obrero nacional. Pero parece claro que estaban recibiendo la presión de los dirigentes sindicales para no desarrollar una campaña más agresiva, ya que éstos están íntimamente vinculados con los demócratas en Washington DC. Esperamos que el PLCS se lance (y otros en el futuro), y veremos estas elecciones como un primer paso y un ejemplo para el resto del país.
Además, Hugo Giordano, organizador obrero de un área de Filadelfia que lanzó el Partido Verde, perdió ante el candidato demócrata, pero quedó en segundo lugar, por delante del republicano, con más de 20% de los votos. Filadelfia tiene un movimiento sindical más grande y más fuerte que el de Carolina del Sur, esto en parte explica su más alta votación.
Como hemos explicado en artículos anteriores, la mayoría de los trabajadores no van a votar por un candidato a menos que tenga alguna posibilidad realista de ganar. Ambos candidatos tenían poco dinero y fueron ignorados por los medios de comunicación capitalistas, que da poca cobertura a los pequeños partidos de izquierda. Y como hemos visto, los dirigentes obreros se inclinaban para salir a votar por los demócratas. Sin embargo, hubo un aumento importante en las votaciones de varios partidos de izquierda en esta elección.
En 2006, en California, el Partido Paz y Libertad recibió 3.849 votos y el Partido Verde recibió 33.545 votos para gobernador. En esta elección, el Partido Paz y Libertad ha recibido más de 65.000 votos, mientras que los Verdes recibieron 91.029 votos. En Ohio, en 2006, no había candidatos independientes de izquierda para el Senado de los EEUU. En esta elección, el candidato del Partido Socialista Dan LaBotz ha recibido más de 25.000 votos. En Nueva York, los partidos independientes y a la izquierda de los dos partidos empresariales principales recibieron cerca de 120.000 votos para gobernador. En 2006, estos partidos sólo recibieron 55.000 votos. Estos resultados son modestos pero significativos, ya que muestran que decenas de miles de estadounidenses ya han abandonado su apoyo al Partido Demócrata, y están buscando una alternativa electoral. Sigue siendo aún un resultado muy pequeño, pero tiene grandes implicaciones para el futuro.
El contexto actual
Las elecciones son una instantánea de la sociedad en un momento dado, y estas elecciones tuvieron lugar en un contexto muy específico. El sistema capitalista mundial está en su peor crisis desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El sistema capitalista de los EE.UU., en particular, está en un estado de decadencia prolongada. El capitalismo tiene una tendencia a producir más bienes de los que puede vender con beneficios, debido a la explotación de la clase obrera. En otras palabras, con los salarios que reciben por su trabajo, los trabajadores no pueden volver a comprar todos los bienes que producen, ya que una gran parte de la riqueza que generan va directa o indirectamente a los capitalistas en forma de beneficios. Esto significa que el sistema periódicamente se obstruye, ya que ha producido «demasiados» coches, casas, hospitales, etc. Aunque no suficientes para satisfacer las necesidades humanas, pero sí demasiados como para vender en el mercado con un beneficio.
Cuando el capitalismo enfrenta la crisis, destruye el «exceso» de producción y la capacidad de producción para que pueda volver a ser rentable. Pero esto sólo puede hacerse a expensas de la clase obrera, a través de la baja de los salarios y beneficios, del desempleo masivo, y del cierre de fábricas en perfecto estado. La desaceleración de la economía también significa una reducción de los ingresos tributarios para el gobierno, y esto tiende a obligar al gobierno a aumentar los impuestos y el endeudamiento, junto con los recortes en los gastos, comenzando con los gastos sociales. En otras palabras, la clase obrera es obligada a pagar la crisis.
A pesar de que el auge de la post-Guerra Mundial II terminó en la década de 1970, la clase capitalista trató de hacer frente a la crisis a través de una enorme expansión del crédito. Por eso, en la década de 1990 y 2000, todos tenían varias tarjetas de crédito y muchas personas tenían segunda o tercera hipotecas y líneas de crédito sobre la casa. Sin embargo, Marx explicó que a pesar que la extensión del crédito puede permitir continuar y ampliar artificialmente por un periodo el ciclo de crecimiento, con el tiempo aumentará la severidad de la crisis, cuando la factura se cobre. Lo hemos visto con la crisis económica de finales de 2008.
El capitalismo mundial está pasando por lo que los economistas capitalistas llaman «el desapalancamiento.» Desde el periódico Socialist Appeal explicamos esto incluso antes de las elecciones de 2008. Dijimos que Obama y los demócratas, que se basan en la defensa y la continuación del enfermo capitalismo estadounidense, no serían capaces de resolver la crisis económica y harían que los trabajadores paguen por ello.
Muchos trabajadores y jóvenes tenían ilusiones sinceras en Obama. Estas ilusiones fueron infladas por los medios de comunicación, que son propiedad, y están controlados, por las grandes empresas. Sin embargo, estas ilusiones también fueron apoyadas por la dirección del movimiento obrero. La AFL-CIO y los principales sindicatos como SEIU y la AEN condujeron a los trabajadores que creer que si los demócratas ganaban en el Congreso y en la Casa Blanca, la economía volvería a ser saludable en cualquier momento, habría trabajo para todos, asistencia sanitaria universal, y cambios en la legislación laboral para ayudar a la organización sindical. En confirmación de lo que predijo Socialist Appeal, ni una sola de estas promesas se logró. Hay que decir la verdad: la política de los dirigentes sindicales ha terminado en un fracaso total.
En las elecciones de medio término de este año, muchos trabajadores y jóvenes que ya estaban disgustados con los demócratas, y no viendo otra alternativa, no votaron. Los republicanos, sintiendo la victoria y aprovechando la indignación pública, fueron capaces de conseguir más seguidores. Millones de estadounidenses están desesperados por el cambio –cualquier cambio. Muchos de los que votaron por los demócratas en 2008 para protestar contra Bush, ahora votaron por los republicanos para protestar contra el partido en el poder. En un sistema de dos partidos, el «otro tipo» es el principal beneficiario del descontento de los votantes. Pero los trabajadores salen perdiendo en ambos casos.
El Tea Party
El llamado movimiento «Tea Party» se organizó para canalizar la ira y la frustración que algunos sectores de la clase media tienen sobre la crisis económica. El objetivo era absorber esta capa de la sociedad en el Partido Republicano, mientras que al mismo tiempo, empuja a los republicanos, de conjunto, aún más a la derecha. Pero como hemos explicado antes, el Tea Party no es un verdadero movimiento de base. Es en gran parte financiado por los hermanos Koch, algunos de los hombres más ricos del país, y por la Corporación de Noticias de Rupert Murdoch, propietario de Fox News y numerosas estaciones de televisión y periódicos. Entre sus líderes también se encuentra el ex líder de la mayoría republicana, Dick Armey, un político convencional.
La mayoría de los activistas del Tea Party son mayores, personas blancas y de clase media. Su mensaje es: «queremos que nos devuelvan nuestro país.» Este lema significa que quieren que Estados Unidos sea como lo fue en los años del boom de la posguerra. El problema es que el auge económico de la post-guerra fue una aberración, no era la norma para el capitalismo. El boom de la posguerra fue posible gracias a la enorme destrucción de la Segunda Guerra Mundial, en donde unos 60 millones de personas murieron en todo el mundo. En las secuelas de la guerra, las grandes empresas de América eran la que mandaban, ya que sus rivales en el escenario mundial habían sido destruidas. Después de la Segunda Guerra Mundial, los EEUU fueron el mayor acreedor del mundo y la súper potencia imperialista; ahora es el mayor deudor del mundo y su poderío mundial está disminuyendo. La simple realidad es que el capitalismo norteamericano no puede volver a ese período, y pensar que se puede es verdaderamente utópico.
El programa básico del Tea Party y del Partido Republicano es reducir el gasto público y los impuestos. Pero esto no va a resolver nada. No dará lugar a la creación masiva de empleos que es la esperanza de los desempleados y supondrá ataques violentos contra la clase obrera. Para empezar, las reducciones de impuestos no estimulará la inversión del sector privado. La tasa de la capacidad de utilización de la industria está por debajo del 80%, cualquier repunte temporal no conducirá a los capitalistas a construir nuevas fábricas. Ellos sólo incrementarán la producción en sus fábricas actuales y exprimirán aún más a los trabajadores existentes antes de contratar otros nuevos.
¿Qué podemos esperar de Obama y los republicanos?
Los recortes en el gasto público, las licencias pendientes de pago, despidos y recortes salariales de los empleados públicos darán lugar a una disminución de la demanda y del gasto de los consumidores. Nuevos aumentos en el desempleo significarán aún más recortes en los salarios de los que aún trabajan, ya que los trabajadores se ven obligados a competir unos con otros por la escasez de empleo. Se abre paso a un círculo vicioso a la baja. El Congreso republicano se convertirá en impopular con la misma rapidez que el Congreso demócrata antes. Más pronto que tarde, el público se volverá contra ellos también. Y en un futuro no muy lejano, una masa crítica de trabajadores se dará cuenta de que no hay solución posible a través de cualquiera de los dos partidos de las grandes empresas.
Incluso si los demócratas hubieran ganado, su programa sería básicamente el mismo. Teniendo en cuenta la realidad de la situación económica, también hubieran tenido que tomar «decisiones difíciles» y recortar programas esenciales y servicios públicos. Obama, en el próximo Panel bipartidista sobre reducción de la deuda, presentará un informe el 1 de diciembre de 2010 a más tardar, y se espera que inste a recortar en Seguridad Social, Medicare y Medicaid. Por lo tanto, podemos esperar que, aunque Obama se pelee con los republicanos como lo hizo Bill Clinton, con el tiempo llegará a un «compromiso», y serán los trabajadores los obligados a pagar y sufrir.
La diferencia es entre alguien que quiere cortar la pierna de arriba de la rodilla y alguien que quiere cortarla por debajo de la rodilla. Socialist Appeal dice: «¡No dejemos que nos corten las piernas en absoluto!»
Oportunidades perdidas y cómo luchar ahora
Ya hemos explicado que el movimiento obrero debería haber tenido candidatos independientes en estas elecciones. Estos candidatos hubieran podido explicar la causa de la crisis y luchar por soluciones socialistas. Habríamos aprovechado el descontento existente, e incluso si estos candidatos no ganaban, hubieran empezado a construir un movimiento para el futuro. Lamentablemente, esa oportunidad se perdió nuevamente en el ciclo electoral pasado.
Después de las elecciones, el presidente Richard Trumka de la AFL-CIO, señaló acertadamente que la ira «se dirige contra todo el mundo en Washington. Nuestra encuesta en la noche de las elecciones mostró que, francamente, los votantes no hacen una distinción entre demócratas y republicanos, sobre tener un plan para fortalecer la economía.», Y añadió que el resultado «no era un mandato para las políticas por las que la mayoría de los republicanos hicieron campaña… La elección no fue un respaldo a los recortes de impuestos para los ricos -ni para socavar la seguridad social ni el salario mínimo».
De hecho, es todo lo contrario. Una encuesta de la AFL-CIO en la noche electoral en 100 distritos encontró que mientras que los votantes no están satisfechos con la dirección en que el país va, en la mayoría de los casos no se debe a que Obama haya hecho mucho, incluso entre los votantes republicanos. 77% de todos los votantes, y el 63% de los republicanos, están a favor de creación de empleo mediante la reconstrucción de la infraestructura del país: carreteras, puentes, escuelas y sistemas de energía. 65% de todos los votantes, y 47% de los republicanos, están a favor de que los beneficios del seguro de desempleo federal sea ampliado para aquellos que han perdido sus puestos de trabajo y no pueden encontrar otros nuevos. En otras palabras, los trabajadores quieren empleos. Y sólo una minoría de los encuestados quiere elevar la edad de jubilación, privatizar el Seguro Social, o eliminar el Departamento de Educación.
Pero las palabras fuertes y los resultados electorales no son suficientes. Los líderes obreros necesitan organizar de nuevo una lucha contra el programa de austeridad que viene. El movimiento sindical tiene un poder potencial tremendo, pero sólo si se movilizan.
En primer lugar, los trabajadores deben enfrentarse a las mentiras de los dos partidos de las grandes empresas. Cuando dicen que tienen que elevar la edad de jubilación porque la gente ahora vive más, debemos señalarles que la productividad del trabajador estadounidense aumentó 94% desde 1973 hasta 2007 y ha aumentado aún más desde entonces. Eso significa que ¡en realidad debería bajarse la edad de jubilación! Cuando ellos dicen que no hay dinero para empleos, educación, salud y programas sociales, debemos explicar que hay más que suficiente dinero. Basta con mirar los presupuestos de los organismos militares y de espionaje y el hecho de que los 400 estadounidenses más ricos han ganado ¡$ 3.300 millones de dólares, ajustados por inflación, desde 1982 hasta 2008!
Con los colosales recursos de los trabajadores organizados, los sindicatos podrían lanzar un periódico de circulación nacional, radio e incluso estaciones de televisión, para dar la perspectiva obrera sobre los acontecimientos actuales y la economía, y separar a los estadounidenses de las mentiras y golpes bajos de los medios corporativos.
En segundo lugar, la dirigencia obrera necesita movilizar su red de delegados y activistas sindicales, en algunos casos reconstruir estas redes, y organizar reuniones, protestas y acciones para evitar recortes a los trabajadores en el sector privado y público. Aunque modesta en su tamaño, la movilización del 2 de octubre por puestos de trabajo en Washington fue la primera de su tipo desde la presidencia de Reagan. Fue la primera flexión de los músculos de los trabajadores estadounidenses en las últimas décadas. Este tipo de demostraciones de fuerza de los trabajadores debe ser continuado e intensificado a nivel nacional, regional y local.
Además, los trabajadores deben trabajar duro para conectar y movilizar a aliados como los estudiantes que se enfrentan a aumentos de matrículas y recortes en la educación. Deben vincularse con los desempleados, quienes, si no están unidos con aquellos que tienen trabajo, son utilizados para dividir a los trabajadores y rebajar los salarios. Esto también debe vincularse con una estrategia para organizar nuevos miembros en los sindicatos, como la lucha en Jimmy John’s en Minneapolis ha demostrado.
Por último, los dirigentes sindicales deben romper por completo con los demócratas y los republicanos y construir un partido obrero en todo el país, para que los trabajadores en cualquier lugar puedan votar por sus propios candidatos en futuras elecciones.
El movimiento obrero tiene enormes recursos a su alcance para hacer de esto realidad. En el ciclo electoral de 2010, la AFL-CIO proveyó a los demócratas con 200.000 voluntarios, entregó 19,4 millones de folletos, hizo millones de llamadas telefónicas, y llamó a las puertas de 8,5 millones. Imagínense si todo ese esfuerzo hubiera ido hacia candidatos obreros independientes y construyeran un partido obrero, en vez de librar una desesperada acción de retaguardia ¡para apoyar candidatos que representen los intereses de otra clase!
Los miembros y simpatizantes de la Corriente Marxista Internacional luchamos por estas políticas en nuestros sindicatos, escuelas y lugares de trabajo. Como parte de este esfuerzo, hemos lanzado la Campaña por un partido obrero de masas, e invitamos a aquellos que están de acuerdo con este objetivo a unirse a la campaña y ayudar a hacer este partido una realidad. Esto puede ser una lucha larga y dura, pero la única alternativa es resistir. Una cosa es segura: si no hay resistencia, habrá más sufrimiento por delante, porque el enfermo sistema capitalista estadounidense lo demanda.
Las elecciones de medio término de 2010 son otro punto de inflexión en la contradictoria transformación de la conciencia de la clase obrera de EEUU. A pesar de los obstáculos que tenemos ante nosotros, podemos mirar con confianza al futuro. Después de todo, la historia está de nuestro lado, los números están de nuestro lado, y podemos estar seguros de que una vez que los trabajadores estadounidenses tengan una idea concreta en la cabeza (como la necesidad de un partido obrero), moverán montañas para que suceda. Únete a Socialist Appeal y la CMI en la lucha por un mundo mejor!