Respuesta detallada de Alan Woods a los ataques de la derecha:
En enero de este año apareció un artículo en el principal diario de la burguesía brasileña que se refiere a mí como «asesor de Chávez». Unas semanas más tarde la misma historia apareció en la portada del periódico de la oposición venezolana Tal Cual, editado por Teodoro Petkoff, quien escribió el artículo. La historia acerca de un siniestro «consejero» extranjero ha estado quitando el sueño a ancianitas en Caracas. Según se repite la historia en diferentes variantes, adquiere un carácter cada vez más grotesco, por no decir ridículo.
La leyenda de Alan Woods como asesor de Chávez ha adquirido alas y ha cruzado el océano para aterrizar en el escritorio del editor de la revista británica The Economist. Más tarde apareció en el Latin American Herald Tribune.
Ya respondí a estas mentiras en febrero, cuando contesté a Petkoff. Sin embargo, los medios de comunicación de la derecha han seguido repitiéndolas. En las últimas semanas esta campaña ha ido in crescendo. Mis críticos, obviamente, no tienen ninguna intención de permitir dormir plácidamente a las ancianitas en sus camas. Como un periodista cínico dijo una vez: ¿por qué dejar que los hechos estropeen una buena historia?
Voy a decir una vez más lo que he dicho muchas veces: yo no soy, y nunca he sido, un asesor, ya sea formal o informal, del Presidente de Venezuela. Soy un firme partidario de la Revolución Bolivariana, pero soy totalmente independiente del gobierno de la República Bolivariana, o de cualquier otro gobierno. Pero vamos a dejar de jugar. Es hora de que expliquemos las verdaderas razones de estos ataques y pongamos al descubierto su contenido político.
El discurso de Muchacho
Todos los artículos recientes en la prensa venezolana de derecha se basaron en una rueda de prensa el 4 de noviembre de Ramón Muchacho, el líder nacional del principal partido de la oposición Primero Justicia (PJ), en la que criticaba mi artículo ¿Adónde va la revolución venezolana? Una contribución al debate sobre la propiedad y las tareas de la revolución. El discurso completo se puede encontrar en YouTube (Parte 1 y Parte 2).
El líder de la oposición está ansioso por ascenderme hasta las alturas más vertiginosas. Ahora soy no sólo el principal asesor de Chávez, sino también el principal ideólogo del partido gobernante. Esto debe ser tan sorprendente para los dirigentes del PSUV como lo es para mí. Sólo queda que se me nombre asesor del Papa de Roma y el principal ideólogo del Dalai Lama, y el cuadro se completa.
¿En qué basan estas afirmaciones? En fotografías donde aparezco con el Presidente. Ahora bien, si todos los que tengan su fotografía tomada con el Presidente pueden ser considerados como sus asesores, Chávez tiene que tener más asesores que cualquier otro líder en la historia del mundo. Si al final fracasara, ¡desde luego no sería por falta de consejos!
Siempre he defendido de forma consistente a Chávez y a la Revolución Bolivariana contra el imperialismo y la oposición contrarrevolucionaria. Nunca he tenido miedo de expresar mis opiniones, que pueden coincidir o no con las suyas. Si esto se considera como un consejo, no lo sé. Cualquiera que lea mis artículos es libre de estar de acuerdo o en desacuerdo, según lo desee.
Ahora bien, que yo sepa, no es un delito expresar una opinión sobre cualquier asunto. El Universal ha estado expresando sus opiniones sobre la Revolución Bolivariana durante años, y nadie ve nada malo en ello. Tal vez la objeción sea que yo no soy ciudadano venezolano. Sin embargo, The Economist, The Wall Street Journal y CNN también han estado expresando opiniones sobre Chávez durante años. Sin embargo, el Sr. Muchacho no ve nada siniestro en ello.
Así pues, el problema no es tanto el hecho de dar consejos, sino la naturaleza de esos consejos. La prensa de derecha aconseja a Venezuela apoyar el capitalismo, y yo escribo artículos defendiendo la expropiación de la oligarquía y el establecimiento de una economía planificada socialista y democrática.
Estoy de acuerdo con las expropiaciones llevadas a cabo por el gobierno bolivariano. Pero la aprobación de algo no significa necesariamente que yo sea responsable de ello. Estoy de acuerdo con la teoría de la evolución de Darwin, pero no soy responsable de la redacción de El Origen de las Especies. Aquí, como en todas partes, la lógica de mis críticos no sólo es defectuosa sino sumamente infantil.
Las mentiras de la oposición
Según Muchacho, mi artículo «recomienda acelerar y profundizar la revolución y la nacionalización de toda la economía». Esto, dijo, viola el derecho a la propiedad privada consagrado en la Constitución.
Vamos a tratar más tarde de la actitud del señor Muchacho hacia la Constitución. Por el momento, baste decir que en ninguna parte de este artículo (o en cualquier otro lugar) yo abogo por nacionalizar la totalidad de la economía.
Lo que yo defiendo no es la nacionalización de las pequeñas empresas, sino la expropiación de los latifundios de los grandes terratenientes, los bancos y los monopolios. Pero Muchacho quiere ir a la procesión y repicar las campanas. Él dice que esto es una trampa, una mentira, que oculta la verdadera intención de los marxistas, que es la de «nacionalizar todo».
No estamos del todo convencidos acerca de los atributos intelectuales del Sr. Muchacho, pero suponemos que al menos sabe leer. Y cualquiera que sepa leer verá inmediatamente que yo digo específicamente que lo único que debe ser expropiado es la propiedad de la oligarquía. Bajo ninguna circunstancia debería tocarse la propiedad de la clase media. No estamos interesados en el campesino que tenga una pequeña parcela de tierra y mantenga unos cuantos pollos, ni en pequeñas tiendas y pequeños negocios. Estos es mejor dejarlo en manos privadas.
Mi posición es perfectamente clara, pero nuestro amigo escribe: «De igual forma en el documento de Woods se dice cómo en Cuba fueron nacionalizadas hasta las peluquerías y las zapaterías, todos fueron confiscados, no se salvó nadie».
Antes de que esto cause una estampida de los peluqueros y los chicos limpiabotas hacia el aeropuerto, leamos lo que realmente escribí:
«Es muy cierto que una economía planificada no necesita nacionalizar todo, hasta la última peluquería. Esto fue siempre una caricatura estalinista. En Cuba, la nacionalización de todas las empresas pequeñas y medianas se llevó a cabo como parte de la ‘Ofensiva Revolucionaria’ en 1968, cuando 58.000 pequeñas empresas, principalmente en las ciudades, fueron expropiadas. Los vendedores de helados, peluquerías, tiendas de reparación de calzado, etc., todos fueron nacionalizados».
«Este fue un paso completamente innecesario, que sólo dio lugar a la creación de una capa adicional de burocracia para supervisar y administrar estas unidades productivas muy pequeñas. En la transición hacia el socialismo, es inevitable que los elementos del capitalismo sigan coexistiendo con los elementos de una economía socialista planificada. Eso incluye un cierto número de pequeñas empresas, comercios y pequeñas parcelas campesinas, etc.» (El énfasis es mío)
Ahora vamos a pedir al Sr. Muchacho que haga, si puede, un esfuerzo grande para ser serio por un momento. O bien el artículo en cuestión representa correctamente los puntos de vista de Alan Woods (y, por implicación, de Hugo Chávez) o no. Si la frase mencionada más arriba no significa lo que dice, ¿por qué deberíamos de suponer que el resto sí es así? Esto es realmente para niños pequeños. Pero el pueblo de Venezuela no se comporta como niños pequeños y puede reconocer las distorsiones y las mentiras cuando las ve.
Cualquier persona que diga que yo defiendo la «nacionalización de todo» no está más que torciendo lo que he escrito. O no han entendido lo que está escrito, en cuyo caso son tontos, o lo han entendido y tratan de hacerme decir lo contrario, en cuyo caso son unos sinvergüenzas. En el caso del señor Muchacho, podríamos ser caritativos y aceptar que es el primer caso. Pero como dicen los abogados: la ignorancia no es atenuante.
Las pequeñas empresas y las grandes empresas
Muchacho dice que mi artículo «propone sustituir gradualmente a los agricultores grandes y pequeños como productores de alimentos» y que el gobierno «quiere eliminar las pocas cadenas alimentarias que quedan en manos privadas, incluyendo a los pequeños proveedores y a los almacenes».
Nadie puede negar que hay problemas graves en relación con la producción y la distribución de alimentos. ¿Quién se atrevería a decir que la agricultura venezolana y la distribución de alimentos han estado bien atendidas por los grandes terratenientes y los grandes monopolios de alimentos? Lo que mi artículo propuso fue la expropiación de la empresa Polar. ¿Acaso el líder de PJ piensa que Polar es un «pequeño proveedor»? Se compone de 40 empresas diferentes con 19.000 trabajadores directos y 150.000 indirectos. Sus ventas anuales son de 3 billones de dólares. Polar es, de hecho, la mayor empresa privada de Venezuela, que representan el 2,4 por ciento del PIB no petrolero.
Muchacho continúa con su diatriba: «Aquí está la concha de mango, la trampa del oficialismo, ellos dicen que no es necesario expropiar a los más humildes, que las peluquerías y pequeños negocios no deben ser tocados. Esto es lo que se le quiere hacer pensar al pueblo venezolano, pero hemos visto que las expropiaciones nos afectan a todos por igual, porque nos empobrecen y nos quitan a los venezolanos las posibilidades en el futuro de crecer y ser dueños de nuestras casas, trabajos y pequeños negocios». (El énfasis es mío.)
Aquí la estafa se ha revelado con toda su crudeza descarada. El truco es que los representantes políticos de las grandes empresas se presentan como los defensores de la propiedad privada en general, a fin de proteger la propiedad de los grandes terratenientes, los bancos y los monopolios. Para poder hacer esto, tratan de engañar a la clase media para que ésta piense que el socialismo significa «la nacionalización de todo».
Ya hemos visto que el líder de PJ es un tipo muy crédulo que cree en los cuentos de hadas, sobre todo en el tipo utilizado para asustar a niños pequeños. Aquí tenemos otro cuento de hadas: que cualquier venezolano de a pie, mediante el trabajo duro, puede aspirar a ser tan rico como el propietario de la empresa Polar, Lorenzo Mendoza. Él es uno de los hombres más ricos de Venezuela, y ha ocupado el puesto 258° de todo el mundo en 2010 con una fortuna calculada en 3.500 millones de dólares (en 2009 ocupaba el puesto 337° con 2.000 millones de dólares).
La dominación de las grandes empresas hace que sea materialmente imposible para los pequeños empresarios avanzar y convertirse en capitalistas a gran escala, como lo hicieron en el pasado. En realidad, los intereses de la clase media y de la pequeña empresa están en contradicción con los de las grandes empresas. El pequeño comerciante está siempre en deuda con los grandes bancos. Es desplazado de su negocio por los grandes supermercados. El pequeño campesino también está en deuda con los grandes bancos y está siendo constantemente robado por las grandes empresas de fertilizantes y los grandes supermercados que le pagan muy poco por sus productos al tiempo que estos últimos obtienen crasos beneficios.
Muchacho sigue: «De igual forma se echan por tierra las aspiraciones de muchos venezolanos que aspiran ser dueños de sus viviendas y sus terrenos y ser dueños de su trabajo, prosperidad y futuro».
En realidad, bajo el sistema capitalista es imposible para la gran mayoría poseer sus viviendas, o incluso obtener un techo sobre sus cabezas. Incluso la clase media que lucha para ahorrar el dinero suficiente para comprar una casa a menudo se vuelve víctima de los especuladores y constructores sin escrúpulos. En el mejor de los casos, termina cargada de enormes deudas con los bancos y pasa el resto de su vida pagándolas.
Recientemente, el Presidente Chávez anunció la expropiación de las empresas de construcción que han estado aumentando ilegalmente los precios de las casas después de que su venta ya se había acordado, y que, no habiéndolas terminado a tiempo, obligaban a los compradores a seguir pagando más allá de los plazos establecidos. ¿Estuvo esta acción en contra de la mafia de la construcción, justificada o no? Creo que estuvo completamente justificada y sirve a los intereses de la gente de clase media que es víctima de la mafia de la construcción.
La nacionalización de los grandes bancos y monopolios es, por tanto, una medida que sirve a los intereses de los pequeños empresarios. El Estado puede garantizar los préstamos baratos en condiciones mucho mejores que los banqueros privados, cuyo único interés es enriquecerse a costa de las pequeñas empresas y el público en general. Al nacionalizar el sistema bancario, el gobierno puede comenzar a planificar la economía, utilizando los vastos recursos de los bancos para promover la inversión productiva y prestar asistencia a quienes la necesitan.
Socialismo y democracia
La oposición contrarrevolucionaria está tratando de desacreditar a la Corriente Marxista Internacional, asociándola con el totalitarismo estalinista. No lo conseguirán. La mentira más grande es que yo defiendo para venezuela el tipo de sistema totalitario burocrático que existía en la URSS, lo que Muchacho llama «comunismo», aunque no tenía nada que ver con el comunismo o el socialismo.
De hecho, yo no abogo porque la revolución venezolana siga ningún «modelo» extranjero, y menos aún el de la Rusia estalinista. La revolución venezolana procederá de acuerdo a su propia dinámica y leyes, que deben reflejar las condiciones concretas del país, su historia y tradiciones peculiares. No hay posibilidad alguna de imponer un régimen externo que sea ajeno a estas tradiciones.
Sin embargo, cuando señalé que «la superioridad de una economía nacionalizada y planificada se demostró por el gran éxito de la Unión Soviética en el pasado», yo simplemente estaba constatando un hecho. Los éxitos económicos de la economía planificada en Rusia no se pueden negar. Las ventajas de una economía planificada permitieron a la Rusia atrasada transformarse rápidamente en una economía moderna y avanzada. Esto demostró que era posible dirigir la sociedad sin capitalistas, sin terratenientes feudales y sin prestamistas de dinero, y obtener excelentes resultados.
Citemos algunos hechos pertinentes. En los 50 años desde 1913 (la cima de la producción antes de la revolución) hasta 1963, la producción total industrial de la URSS aumentó en más de 52 veces. La cifra correspondiente para los EE.UU. es menos de seis veces. En unas pocas décadas, una economía agrícola atrasada se transformó rápidamente en el segundo país más poderoso del mundo. Desarrolló una base industrial poderosa, un alto nivel cultural y más científicos que los EE.UU. y Japón juntos. La esperanza de vida aumentó más del doble y la mortalidad infantil se redujo en nueve veces. Tal progreso económico, en tan poco tiempo, no tiene paralelos en el mundo.
Es cierto que el aislamiento de la revolución en condiciones espantosas de atraso económico, social y cultural dio lugar a un proceso de degeneración donde el régimen de democracia obrera establecido por Lenin y Trotsky fue sustituido por una caricatura monstruosamente deformada por Stalin. Los apologistas del capitalismo no han escatimado esfuerzos para identificar el socialismo con el régimen burocrático totalitario que surgió del aislamiento de la revolución en un país atrasado.
Sin embargo, en los primeros días, el régimen establecido por la revolución no era ni burocrático ni totalitario, sino el régimen más democrático visto hasta ahora en la Tierra. La burocracia no es un resultado inherente de una economía planificada. Es un producto del atraso, como vemos en muchos países capitalistas subdesarrollados. Pakistán y Nigeria son países que claramente no tienen nada que ver con el socialismo, sin embargo, están plagados de burocracia y corrupción a todos los niveles. Se podría añadir, lamentablemente, que este es también el caso de Venezuela.
La lucha por el socialismo en Venezuela es inseparable de la lucha contra estos males. Una economía nacionalizada y planificada necesita la democracia como el cuerpo humano necesita el oxígeno. Debe ir acompañada del control democrático y de la administración de la clase obrera a todos los niveles, tanto en la elaboración del plan como en su puesta en práctica. No hablo aquí de la democracia burguesa fraudulenta que es sólo una hoja de parra que cubre la dictadura de los grandes bancos y monopolios, sino de una democracia obrera genuina.
Al final, la URSS se vio socavada por la burocracia, y terminó con la restauración del capitalismo. Pero, lejos de representar un avance, la sustitución de la economía planificada por «la economía de mercado» llevó al mayor colapso económico de la historia, con una caída correspondiente en el nivel de vida, la salud, la educación y la cultura. Pero el señor Muchacho, el defensor de la «economía de libre mercado», prefiere no mencionar nada de esto.
Como marxistas, rechazamos la burocracia y el totalitarismo, pero defendemos lo que era progresista en la revolución rusa: una economía nacionalizada y planificada. Pero como toda mención de la URSS provoca un ataque de apoplejía en el líder de PJ, vamos a proporcionarle un ejemplo completamente diferente que demuestra la superioridad de la planificación central. En 1940, cuando Gran Bretaña se enfrentó a una situación crítica, el Sr. Churchill no se basó en la «economía de libre mercado», sino que recurrió a la nacionalización, la centralización y la planificación dirigidas por el Estado. ¿Por qué? Porque dan mejores resultados.
Por qué es necesaria la nacionalización
El líder de PJ nos dice que el pueblo de Venezuela no está dispuesto a aceptar el socialismo. Naturalmente, si a la gente se le pregunta: «¿Está usted a favor de que el Estado nacionalice todo, incluyendo su casa, su coche, su jardín y su esposa?», hay una posibilidad razonable de que la respuesta será en sentido negativo. Pero si la pregunta es: «¿Está usted a favor de la abolición de la dictadura de la oligarquía mediante la expropiación de los grandes terratenientes, banqueros y capitalistas? «, es muy probable que la respuesta será diferente.
No abogamos por la nacionalización de los sectores clave de la economía por razones dogmáticas o por el deseo de venganza. Se trata de una cuestión de necesidad económica. No se puede planificar lo que no controlamos. Y no se puede controlar lo que no se posee. Tomemos un ejemplo clave: la inversión productiva. Todo el mundo está de acuerdo en que el principal problema de la economía venezolana es la falta de inversión privada. ¿Cuál es la razón de esto? En parte, se debe a consideraciones de orden político: un intento de sabotear el gobierno bolivariano. Pero esta no es la única, y, ni siquiera, la razón principal.
El Estado sólo puede planificar la parte de la economía que ha sido nacionalizada. Dado que, para empezar, muchas de las empresas que fueron adquiridas estaban en bancarrota, no eran rentables y estaban mal administradas, estas requieren una gran inversión para volverlas viables. Esto impone una pesada carga sobre el Estado y las finanzas públicas, mientras que los sectores más rentables permanecen en manos privadas. Aquí se trata de nacionalización de las pérdidas y privatización de las ganancias. En última instancia, esto será inviable.
La falta de nacionalización de las palancas fundamentales de la economía crea contradicciones a todos los niveles, lo que inevitablemente terminará en una situación caótica. Combinará todos los peores males de la anarquía capitalista (caída de la inversión, fuga de capitales, cierre de fábricas, inflación y desempleo) con todas las características más negativas de la burocracia (derroche, mala gestión, ineficacia y corrupción). Durante un tiempo, la vasta riqueza petrolera de Venezuela puede tolerar esta situación, pero no indefinidamente.
El sector privado no está invirtiendo en Venezuela. En palabras de Reporte Diario de la Economía:
«El debilitamiento del bolívar venezolano vuelve los productos relativamente más baratos, pero los empresarios están dudando en invertir durante la recesión. Además, han atravesado años de intimidaciones por parte del presidente, que ha nacionalizado amplios sectores de la industria». Fuente: Editorial de Reporte Diario de la Economía, 13 de Enero, 2010, pág. 11 (Citado en Venezuela: Expropiaciones de bancos, Congreso del PSUV y la reactivación del movimiento obrero.)
En cambio, hay una fuga de capitales, o, para darle su verdadero nombre, una huelga de capital. El Banco Central de Venezuela (BCV) pone la cifra de fuga de capitales en el primer semestre de 2009 en 8.121 millones de dólares americanos. En 2007 la cifra fue el doble: 16.495 millones de dólares.
Durante los últimos diez años la burguesía ha cerrado más de 4.000 empresas de tamaño mediano y grande, según Conindustria. La misma encuesta dice que espera que menos del 15% de los capitalistas aumente su nómina de trabajadores este año, y sólo el 60% de las inversiones de capital en el sector manufacturero será para inversiones operativas.
Estas cifras muestran que los capitalistas no pueden desarrollar la economía venezolana. Por el contrario, la están destruyendo. La continuación de la situación actual significará más cierres de fábricas, más desempleo, más inflación y más caos.
El problema con el reformismo es que hace imposible el funcionamiento normal del capitalismo, pero no pone nada coherente en su lugar. La nacionalización parcial no resuelve nada fundamental. Por el contrario, se distorsiona el mecanismo del mercado y provoca el caos. Sigue siendo imposible tener un plan racional de la producción porque las piezas clave de la economía permanecen en manos privadas. Sólo cuando los puntos clave de la economía sean nacionalizados será posible movilizar el colosal potencial productivo de Venezuela para servir a los intereses del pueblo.
El control obrero
¿Llevará la nacionalización a un régimen burocrático totalitario como el de Rusia? Nosotros decimos que los sectores clave de la economía (pero no las pequeñas empresas) deben estar en manos del Estado. Pero también decimos que la industria y el Estado deben estar en manos del pueblo trabajador.
Contrariamente a las afirmaciones de Muchacho, dondequiera que se han nacionalizado empresas, ha habido una respuesta entusiasta por parte de los trabajadores. La historia de la última década es suficiente para demostrar el enorme poder creador de las masas. Se ha manifestado en todas las etapas críticas de la Revolución. Durante el paro patronal, los trabajadores ocuparon las instalaciones petroleras, expulsaron a los antiguos gerentes contrarrevolucionarios y pusieron a funcionar las instalaciones bajo control obrero. No sólo salvaron la Revolución, sino también demostraron que eran capaces de dirigir la industria y obtener mejores resultados que antes.
Lo que es cierto para los trabajadores petroleros lo es también para cualquier otra rama de la industria. Hemos visto muchos otros ejemplos que muestran que los trabajadores son capaces de dirigir la industria y aumentar la productividad, si se les permite hacerlo. Pero la burocracia ha llevado a cabo una campaña sistemática para desacreditar la idea del control y la gestión obrera, saboteando cada movimiento en esta dirección.
En manos de los burócratas, la nacionalización se transforma en letra muerta. Las viejas malas costumbres de la gestión burocrática, estafa y corrupción vuelven a aparecer. Los trabajadores se sienten alejados, el descontento crece y se refleja en baja productividad. De este modo, la burocracia desacredita la idea de la nacionalización.
En palabras de Fernando Buen Abad: «En una de sus expresiones más odiosas [de la burocracia], en plenos procesos revolucionarios como el de Venezuela, las burocracias se reagrupan, como fuerza contrarrevolucionaria, entre las capas dirigentes para gozar de todos los bienes posibles, mientras los pueblos viven en la miseria y ven postergados sus urgencias».
Recientemente, Chávez dijo que la Revolución Bolivariana no pretende abolir el Estado, sino construir un nuevo Estado. Para todos, excepto para los anarquistas, es evidente que la Revolución Bolivariana no puede abolir el Estado. La Revolución necesita el poder del Estado para derrotar a sus enemigos y organizar la producción en líneas socialistas. La pregunta es ¿quién controla el Estado? ¿Quién tiene el poder?
Una cosa está clara: es imposible defender la Revolución sobre la base de una burocracia que se opone a la Revolución. ¿Es posible avanzar en la dirección del socialismo mientras los antiguos funcionarios que todavía quedan de la IV República mantienen el control del Estado? Es suficiente plantear la pregunta para que ésta se responda sola. ¿Necesitamos un Estado? Sí, por supuesto. Pero necesitamos un Estado que sea completamente diferente del viejo Estado corrupto y opresivo que fue perfeccionado por la oligarquía desde hace décadas para defender sus intereses.
Chávez ha señalado el peligro que representa la burocracia contrarrevolucionaria: «La burocracia y la corrupción son la fórmula venenosa que está dentro de nosotros»… «Se trata de la IV República y tiene que dar una batalla a muerte porque eso puede matar el mejor de los sueños revolucionarios». ¿Cuál es la solución? Fue proporcionada hace mucho tiempo por Lenin, quien en su libro El Estado y la revolución explicó las condiciones para una democracia obrera genuina:
1. Elecciones libres y democráticas con el derecho de revocación de todos los funcionarios por los soviets.
2. Ningún funcionario debe recibir un salario más alto que el de un trabajador calificado.
3. No al ejército permanente, sino el pueblo armado.
4. Poco a poco, todas las tareas de dirigir el Estado deberían ser realizadas por todos a turnos.
No hay nada remotamente totalitario en este programa. Es el programa más democrático de cualquier Estado en la historia. Para que el socialismo sea una realidad, y no sólo palabras, los trabajadores deben tener la administración de la industria, de la sociedad y del Estado en sus propias manos. Esa es la esencia de una revolución socialista.
Después de 20 años de la caída del Muro de Berlín no queda piedra sobre piedra de la afirmación de la superioridad de la economía de mercado. En todas partes el capitalismo se encuentra en una profunda crisis, millones de personas han perdido sus puestos de trabajo y el mundo está en un estado de agitación. La restauración del capitalismo en Rusia y Europa del Este ha creado una pesadilla para la clase obrera. Sin embargo, nuestro amigo Muchacho sigue cantando las alabanzas de la «economía de mercado». Uno se pregunta en qué planeta viven estos caballeros.
Muchacho y la democracia
El dirigente de Primero Justicia concluye: «Se cierra con este camino marxista comunista la posibilidad de que los venezolanos surjamos, que podamos disfrutar el fruto de nuestro trabajo y nuestra iniciativa. Se burla de la voluntad expresada el 26 de septiembre, contradice la Constitución».
La ironía de esto no escapará a nadie que conozca la historia reciente de Venezuela. Ramón Muchacho, sin siquiera ruborizarse, nos ofrece conferencias sobre la santidad de la Constitución y nos acusa de ¡»violar la voluntad popular» expresada a través de las elecciones! Recordemos que el primer acto de la contrarrevolución en 2002 fue anunciar la abolición de la Constitución y el despido de todos los representantes electos del pueblo.
Tomando frases aisladas de mi artículo, Muchacho intenta torcer su significado. Yo escribí que al final uno de los lados tiene que ganar y el otro perder, no hay tercera vía. Esto es perfectamente cierto, como Muchacho sabe muy bien. En abril de 2002, él y los otros líderes de Primero Justicia estaban decididos a aplastar la Revolución Bolivariana por la fuerza. No se hablaba entonces de conciliación y unidad nacional.
El presidente de PJ, Julio Borges, uno de los líderes más agresivos de la contrarrevolución, fue uno de los principales personajes del golpe de 2002, aunque nunca ha sido encarcelado por nada de esto. Después del colapso del golpe de Estado, PJ pasó a apoyar el paro patronal de diciembre 2002-enero 2003, que casi puso al país de rodillas.
¿Dónde estaba Muchacho en ese momento? Entre mayo de 2001 y noviembre de 2004 trabajó como secretario y portavoz de Alfredo Peña, el conocido golpista y ex alcalde de Caracas, que ahora está escondido en Miami porque Venezuela pidió su extradición. Este archirreaccionario fue responsable del uso deliberado de la Policía Metropolitana para golpear, detener y disparar a la gente que se resistió al golpe.
Muchacho ahora canta una canción diferente. Nos dice que «la única manera de tener una Venezuela con oportunidades para todos por igual, donde podamos prosperar, es cuando el gobierno, la empresa privada y los trabajadores rememos todos juntos en la misma dirección y dejemos de estar peleando unos con otros».
La oposición contrarrevolucionaria, que durante más de una década no ha cesado sus ataques beligerantes contra el gobierno democráticamente elegido, ahora nos dice que debemos dejar de luchar y nos da lecciones sobre la necesidad de la unidad nacional y del amor fraternal entre los trabajadores y capitalistas, entre ricos y pobres. Si las consecuencias no fueran tan graves resultaría divertido. No puede haber ninguna posibilidad de unidad entre intereses antagónicos.
La Biblia nos dice que el lobo y el cordero vivirán juntos, el leopardo se echará con el cabrito. Es una imagen hermosa, pero en la vida real un cordero que intentara confraternizar con el lobo llegaría pronto a un mal final.
Sólo cuando los repetidos intentos de derrocar al gobierno fueron derrotados por la acción de las masas, los dirigentes de la oposición descubrieron las alegrías de la democracia parlamentaria, la paz y la armonía. Los trabajadores de Venezuela no pueden depositar ninguna confianza en absoluto en estas frases sobre la unidad nacional. La unidad entre trabajadores y capitalistas es la unidad entre el caballo y su jinete.
La oposición contrarrevolucionaria ha aprendido que la mejor forma de defensa es el ataque. Mediante la creación de un tremendo alboroto sobre el supuesto peligro del «extremismo comunista», desean ocultar su propio extremismo de derecha. Gritando acerca de la supuesta amenaza a la Constitución, desean ocultar el hecho de que lo primero que harían es abolir la Constitución Bolivariana. Acusándonos de «palabras violentas» quieren que nos olvidemos de los hechos violentos de los que fueron responsables en el pasado y que repetirán en el futuro, si se les permitiera. Al inventar la leyenda de los asesores extranjeros de Chávez, quieren desviar la atención de los asesores extranjeros en Washington que dictan todo lo que dicen y hacen.
¿Qué significa esto?
Al mismo tiempo que los capitalistas están saboteando la economía, sus representantes políticos están tratando de crear una atmósfera de miedo con el fin de desestabilizar al gobierno democráticamente electo. La campaña contra los supuestos «asesores extranjeros» es sólo una parte de esta estrategia.
Es evidente que la Revolución Bolivariana ha llegado a un punto crítico en el que se verá obligada a tomar decisiones serias. O bien acelera el proceso revolucionario, lo que significa liquidar el poder económico de la oligarquía de una vez por todas, o se enfrentará a graves peligros.
La oposición está tratando de sembrar alarma y pánico. Al mismo tiempo se está esforzando por desviar de rumbo a la revolución, para obligarla a retroceder.
La razón por la que la oposición ha levantado el fantasma del «comunismo» y calumniado a los partidarios más consecuentes de la Revolución es porque está tratando de dividir el Movimiento. Saben que si pueden aislar y destruir al ala izquierda, privarán a la Revolución de su sector más decidido y militante.
El objetivo de estas intrigas es dividir el Movimiento, para que abandone sus aspiraciones socialistas y entre en pactos con la burguesía contrarrevolucionaria.
Si tienen éxito, la balanza de la Revolución Bolivariana se inclinará de forma pronunciada a la derecha, dejando el camino libre para los reformistas, que nunca han estado a favor del socialismo y que sueñan con tomar control de un «chavismo sin Chávez». El verdadero objetivo de estos ataques no es Alan Woods ni la Corriente Marxista Internacional, sino Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana.
Esto debilitaría fatalmente la Revolución y desmoralizaría a su base real: los obreros y los campesinos. Esto garantizaría la victoria de la oposición en 2012 y prepararía el terreno para la contrarrevolución.
Señores, sus maniobras son transparentes. ¡Ustedes no tendrán éxito! Como el Presidente ha dicho: «Esta Revolución no tiene marcha atrás; aquí no hay pacto con la burguesía más nunca». «No debe haber cabida en nuestras vidas civiles o militares para las medias tintas. Una sola línea: radicalizar la Revolución».
Esta es la manera de proceder.
Londres, 30 de noviembre 2010.