Pronunciamiento de la Corriente Marxista Internacional en Bolivia a la clase trabajadora movilizada, al pueblo y a la militancia revolucionaria del “proceso” sobre la lucha por un mejor salario y las tareas en la revolución.
1. La movilización de la COB es la expresión de un ambiente de descontento genuino y real entre los trabajadores, determinado por la crisis económica y política que atraviesa el país. Ésta a su vez es consecuencia de la pérdida de credibilidad de Ministros y asesores del gobierno y de un paro productivo y de inversiones de la oligarquía nacional y las multinacionales, combinado con altas ganancias de los sectores empresariales obtenidos a través de la especulación y la intensificación de la explotación laboral. Sin estas bases sería imposible explicarse la radicalidad manifestada por los trabajadores, que ha ido ganando un apoyo mayoritario también en otras organizaciones populares.
2. Frente a la espiral inflacionaria, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y la acentuación de la explotación laboral, el tema salarial es sumamente importante y el reclamo de los trabajadores cuenta con nuestro apoyo y el apoyo de cada revolucionario sincero. Tras años de tranquilizadoras declaraciones del Ministro Arce ahora sabemos que “El TGN enfrenta 880 millones de dólares de déficit” que harían imposible un aumento superior al 10%, mientras desde el mismo Banco Central y el Ministerio de Hacienda se siguen favoreciendo a los sectores especulativos de los bancos privados incrementando la deuda interna en desmedro de la clase trabajadora y las futuras generaciones .
3. Sin embargo esta base genuina de descontento se combina con una lucha interna en la COB entre una burocracia que busca lavar su imagen con mira al Congreso del ente matriz de los trabajadores y otros sectores que quisieran empujar el conflicto hacia la consecuencia última de provocar la caída del gobierno. Esta pugna interna está perjudicando la claridad programática de los trabajadores, su capacidad de representar un malestar más amplio en la población. Los trabajadores exigen un dialogo con el propio Evo Morales, con lo cual quieren dejar claro que su objetivo no es dañar el proceso ni el gobierno sino plantearle en la única forma que conocen y la única efectiva – la lucha – sus prioridades y las prioridades del cambio.
4. Como la experiencia enseña las reivindicaciones de los trabajadores solo pueden conseguirse si ganan el apoyo de los demás oprimidos. Para ello es necesario dotarse de un programa que represente también las necesidades y los intereses de estos últimos. Nuestro enemigo común es el capitalismo y el imperialismo que siguen saqueando nuestros recursos y saboteando la economía. La alternativa no puede ser la confrontación interna al pueblo por repartirse recursos limitados, sino – como planteamos en la Agenda de Octubre – tomar el control de la economía nacional de una vez por todas.
5. Frente a los argumentos de los economistas del gobierno debemos exigir que se complete la nacionalización de los hidrocarburos avanzando en la expropiación sin indemnización y bajo el control de los trabajadores y los campesinos de todas las principales palancas de la economía empezando por aquella Empresa Minera San Cristóbal de la cual una resolución de la FSTMB del 21 de abril de 2010 exigía la nacionalización afirmando: “deben revertir al Estado las concesiones de Minera San Cristóbal”. Solo así podrán preservarse las exigencias de mejoras salariales, de inversiones y reactivación del aparato productivo: por la soberanía alimentaria, la generación de fuente de empleo, el desarrollo comunitario etc. Lo contrario es enfrentar al pueblo en beneficio del imperialismo, las multinacionales y la burguesía nacional.
6. Como en pasado el debate que se abre en la COB será sin duda condicionado por un lado por los intentos de una burocracia interesada a desactivar y desarticular el conflicto ganando espacio político y sindical a través del mismo y por el otro por el ultimatismo de quienes buscarán llevar la lucha hasta las últimas consecuencia dirigiendo sus sectores contra la burocracia sindical y el gobierno aun si esto perjudique la unidad del proletariado boliviano y su capacidad de arrastrar en la lucha a los sectores populares. Desde las bases hay que parar todo aquello. El preacuerdo ofrecido por el gobierno debe ser discutido en todas las instancias de base de la COB buscando afirmar un programa más avanzado de lucha, que unifique a todo el pueblo. Delegados elegidos en todos los sindicatos de base deben ser los que dirijan la movilización y las negociaciones.
7. Los últimos sondeos de opinión y el ambiente que se respira en el país demuestran una increíble caída de la popularidad y credibilidad de todos los ministros, del partido e inclusive del propio Presidente. Frente a todo aquello no se trata – como afirma el Ministro Delgadillo – ni de “ceder ante la presión de los trabajadores” ni de buscar convencerlos de la bondad de un proyecto político de desarrollo productivo incentivando a través de la inversión pública a la inversión privada, proyecto del cual, como era inevitable, a partir del gasolinazo se advierten solo los limites no compensados por beneficios. De lo que se trata es de rediscutir y reimpulsar con un profundo giro a izquierda este proyecto, rompiendo con cualquier ilusión de alianza interclasista, apoyando y apoyándose en las movilizaciones para construir el socialismo. Lo contrario, tratar de oponer el pueblo y sectores campesinos a la movilización de los trabajadores, mina la base del proceso revolucionario y prepara nuevos conflictos en futuro, más encarnizados e insolubles.
8. Desde la CMI hemos siempre defendido la idea que este proceso representa una oportunidad histórica para el movimiento obrero, campesino, indígena y el pueblo boliviano y que una derrota suya abriría el campo a la derecha y no – en las actuales condiciones – a hipótesis más “progresistas”. Los sondeos antes mencionados demuestran que a la caída en la aceptación del MAS corresponde un posible crecimiento electoral de la derecha. Si nuestro gobierno lleva a cabo una política que trata de complacer a una supuesta “burguesía nacional” y a los trabajadores y el pueblo pobre al mismo tiempo, acaba por no satisfacer ni a unos ni a otros. Los hechos demuestran que la única defensa real del proceso es la expropiación de las principales palancas de la economía bajo control de los trabajadores y campesinos para cumplir con las revolucionarias aspiraciones del pueblo. Por lo tanto combatimos y seguiremos combatiendo en un debate político abierto las hipótesis gradualistas, nacionalistas etc. que en nuestro criterio son las verdaderas responsables del caos actual porque inculcan confusión, decepción y desamor en el pueblo hacia el proceso.
9. La militancia del MAS no puede ahora sentirse llamada a pelear contra el movimiento obrero que representa un pilar de nuestra revolución, quien proponga y propicie aquello es el verdadero enemigo del proceso. Debemos más bien abrir las puertas del partido a las críticas constructivas, recuperando los vínculos directos con amplias capas del movimiento obrero a partir de una labor paciente de explicación y lucha, basándonos en lo que por ejemplo planteaba el compañero Presidente sobre la necesidad de nacionalizar todas las minas y construyendo junto a los sectores laborales más avanzados el programa por la profundización del proceso. Solo vinculándose a las reivindicaciones del movimiento obrero y vinculándolas a la lucha por el socialismo el partido podrá recuperar apoyo y confianza superando la crisis actual.