Se salta las fronteras, desafiando todas las barreras, se ríe de las amenazas y maldiciones de la clase dominante y aparta a un lado las fuerzas del Estado. No se puede detener. Las protestas masivas que se están extendiendo de un país a otro han tomado por sorpresa a todas las fuerzas de la vieja sociedad. No saben cómo reaccionar. Si no hacen nada, el movimiento crece, pero si intentan aplastarlo, crecerá mucho más rápidamente.
En España decenas de miles de personas han salido a las calles durante la última semana. En unas manifestaciones que parecían venir de la nada, los manifestantes llenaron las plazas de las ciudades por toda Estado español en una ola de indignación por las políticas de austeridad del Gobierno y las altas tasas de desempleo. Los «expertos» fueron pillados desprevenidos ¿De dónde salió este movimiento? La juventud es apolítica, decían; la juventud es apática.
Durante años la gente ha sido paciente, sufriendo en silencio las imposiciones de los diferentes Gobiernos. Esto creó la ilusión óptica de que la gente, especialmente los jóvenes, eran «apáticos» e indiferentes a la política. Pero esta supuesta indiferencia era sólo en relación con los partidos existentes, no a la política per se.
Hizo falta una crisis económica grave para que este ambiente de ira saliera a la superficie. Pero la ira ya estaba ahí, debajo de la superficie. Comentaristas burgueses superficiales no vieron esto, porque se limitan a la observación superficial. Sólo ven la superficie y, por tanto, están ciegos ante las contradicciones y los procesos que se desarrollan bajo la superficie.
De la noche a la mañana, esta supuesta indiferencia se ha transformado en su opuesto. Ha nacido un nuevo tipo de política: la política de la calle. Esto es visto con horror por las damas y caballeros sentados en las Cortes, que se consideran como los supremos –de hecho, los únicos– representantes de la Nación. Pero la auténtica Nación no son las Cortes: es la clase obrera y la juventud del estado español.
¿Un conflicto generacional?
Las protestas han surgido en más de 150 ciudades. Es un grito por el cambio, un torrente de indignación de la gente que siente que nadie la representa y nadie la escucha. Las multitudes que acamparon en Madrid y en el Estado español no se manifiestan en contra de este Gobierno, sino en contra del sistema y toda la clase política que lo sostiene.
Los revolucionarios jóvenes quieren mantener el orden en la Puerta del Sol, para evitar las acusaciones de «anarquía» y «vandalismo». Hay una guardería, un área de cocina, e incluso, según parece, un pequeño huerto. Los organizadores de la protesta han instado a los participantes a no enfrentarse a la policía, y han tratado de disuadirles contra la distribución de alcohol. «Revolución, no botellón», decía un cartel. Escobas donadas por simpatizantes se están utilizando para mantener la plaza limpia. Pero una escoba mucho más grande será necesaria para limpiar los Establos de Augías del régimen político burgués.
El movimiento en el estado español se inició con la juventud ¡Naturalmente! La juventud es la que lleva sobre sus hombros la carga principal de la crisis del capitalismo. Es la juventud cuyo futuro está siendo robado por un sistema decrépito y paralítico. Es la juventud que no tiene nada que perder y un mundo que ganar con la lucha. Y es la juventud la que está dispuesta a luchar.
Pero esto es mucho más que un movimiento de la juventud. Esto no es, como algunos cínicos han tratado de describirlo, un «conflicto generacional». No es una lucha de los jóvenes contra los viejos. Es un reflejo de un estado de ánimo general de descontento en la sociedad, que sienten los jóvenes y viejos por igual. Se sienten frustrados por el desempleo masivo, enojados con los mercados financieros que controlan la política del Gobierno e indignados por la corrupción a gran escala:
«Estoy contenta de que finalmente estemos protestando. Ya era hora», María, una anciana visitando a su nieto en la Puerta del Sol, dijo a la BBC. «Nos quieren dejar sin salud pública y sin educación pública», dice otra. «La mitad de nuestros jóvenes están desempleados y nos han subido la edad de jubilación», añade otra persona. Y todos dicen: «Estamos pagando por una crisis económica que no hemos causado, sino que ha sido provocada por los bancos».
«España no es un negocio. No somos esclavos», decía uno de los cientos de carteles de protesta pegados en las paredes de la estación de metro de la Puerta del Sol. Esa es la verdadera voz del pueblo español. Este es un movimiento que contiene en sí todo lo que está vivo, todo lo que está sano, todo lo que representa una esperanza para el futuro. Es una lucha de las fuerzas vivas de la sociedad contra las fuerzas muertas y en descomposición del viejo orden. Es la aparición de un Nuevo Mundo que está luchando por nacer.
La revuelta se extiende
El movimiento no se limita al Estado español. The Guardian advierte que «una rebelión liderada por jóvenes se está extendiendo por todo el sur de Europa con una nueva generación de manifestantes tomando posesión de las plazas y los parques en las ciudades de toda España, unidos por el rechazo de los políticos convencionales y la furia por los recortes de gastos«.
Una gran cantidad de jóvenes se han visto obligados a salir del Estado español, precisamente por la situación. Y ellos también quieren protestar. Se han convocado manifestaciones delante de la embajada española en Londres y en otras ciudades europeas. El ejemplo español se está extendiendo a Italia, donde se han programado protestas en Florencia y otras ciudades italianas, como Roma y Milán.
Italia hasta el momento no se ha visto obligada a introducir el tipo de medidas de austeridad impuestas en el Estado español, Portugal, Grecia e Irlanda. Pero su economía apenas ha crecido en los últimos 10 años y hay una creciente evidencia de exasperación con su primer ministro multimillonario, Silvio Berlusconi. La etiqueta #italianrevolution ya ha aparecido en Twitter.
Tampoco el fermento está limitado a los países del sur de Europa. En los últimos días indicios de descontento popular y de ira están surgiendo en un país tras otro. En Georgia, miles de partidarios de la oposición se han volcado a las calles de Tblisi para exigir la dimisión del presidente, Mijail Saakashvili. Los manifestantes se reunieron en frente del Parlamento, antes de marchar hacia el palacio presidencial, donde planean realizar una protesta permanente.
Los corresponsales dicen que la participación está cayendo y la oposición parece cada vez más insegura de cómo continuar su campaña. Tras una breve pausa el domingo, más de 20.000 partidarios de la oposición volvieron a la sede del Parlamento georgiano por quinto día consecutivo, coreando «¡Misha, Go!» Volvieron a bloquear la calle principal de la capital, animaron a los líderes de la oposición y comenzaron a marchar hacia el palacio presidencial.
El movimiento se ha extendido a la República Checa, donde los sindicatos han llevado a cabo una gran manifestación en la plaza Wenceslao de Praga. Según los organizadores y la policía, más de 40.000 personas salieron a protestar contra los planes de reforma del Gobierno. Los manifestantes protestaban contra las reformas de gran alcance del Gobierno en el terreno de la salud, impuestos, seguridad social y el sistema de pensiones que golpeará a los trabajadores, los pensionistas y los discapacitados checos.
El viernes, 20 de mayo de 2011, el Irak ocupado vio una nueva ronda de protestas en la plaza Tahrir de Bagdad. La gente está exigiendo puestos de trabajo y servicios, pero ahora están centrando su ira en el gobierno de Nouri al-Maliki. En una bandera se leía: «Título de la obra: Gobierno corrupto». Otra pedía terminar con las detenciones arbitrarias por las fuerzas de seguridad. En junio se esperan protestas todavía más grandes.
Por último, pero no por ello menos importante, hace dos semanas miles de maestros, asistentes sociales, sindicalistas y otra gente salieron a las calles de Nueva York en una marcha contra los amplios planes de recortes del presupuesto del alcalde, Michael Bloomberg, y en contra de los banqueros de Wall Street, a los que culpan por el déficit presupuestario de la ciudad.
Los activistas informaron que la policía de Nueva York había detenido a varios manifestantes, pero la manifestación se mantuvo alegre, con coloridos carteles y cantos estridentes. La manifestación, convocada por la Coalición 12 de mayo, reunió al menos a 10.000 manifestantes. Miles vinieron de la Federación Unida de Maestros (UFT), que se enfrenta a más de 4.000 despidos si el presupuesto de Bloomberg se promulga.
Michael Mulgrew, presidente de la UFT echó enteramente la culpa de los recortes presupuestarios a Bloomberg y a Wall Street: «Wall Street se recuperó, los fondos de cobertura se han estimulado, y ahora quieren despedir a los maestros y cerrar los centros de día», dijo Mulgrew. «Vamos adonde enviaron el dinero», dijo refiriéndose a la marcha.
Los organizadores afirman que la ciudad podría evitar recortes en el presupuesto mediante el restablecimiento del «Impuesto del Millonario», y poniendo fin a los subsidios para las grandes empresas que no cumplieron con la creación de empleo. Este evento fue una manifestación no sólo contra el plan presupuestario de Bloomberg, sino también como un esfuerzo para «hacer pagar a los bancos».
Esta manifestación ha venido a continuación del movimiento militante de los trabajadores de Wisconsin, que se inspiró directamente de la Revolución egipcia. Randi Weingarten, presidente de la organización matriz de la UFT, la Federación Americana de Maestros, señaló que ella ha viajado por el país en los últimos meses luchando contra los recortes de profesorado en los Estados de todo el país. «Nunca esperé volver a casa para ver a Nueva York actuando como Wisconsin», dijo a la multitud.
Prohibición desafiada
Al menos 30.000 personas llenaron la plaza Puerta del Sol, en el corazón de Madrid, el viernes por la noche. Esta fue su respuesta al intento del Gobierno de prohibir las manifestaciones, recurriendo a una ley contra los «actos políticos» en la víspera de las elecciones. La ley entró en vigor en la medianoche del viernes, pero los manifestantes se mantuvieron desafiantes y las autoridades no pudieron hacer nada. La legislación española prohíbe mítines políticos el día anterior a las elecciones para permitir una «jornada de reflexión». Pero el pueblo español está reflexionando como nunca antes sobre el estado de la sociedad. No sólo están reflexionando, están actuando para cambiar una situación intolerable.
Pero según entró en vigor la prohibición, la multitud permaneció y la policía no trató de dispersarlos. La comisión electoral les había ordenado marcharse a la vista de las elecciones locales del domingo. Pero aunque la legislación fue confirmada por el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, la policía no pudo reprimir las manifestaciones. Se posicionaron en los márgenes como simples observadores de los acontecimientos que se desencadenaban ante sus ojos. Por sus acciones, los manifestantes han demostrado que ninguna ley escrita en papel puede resistir el poder de las masas, una vez que se ponen en acción.
A principios de la semana, las autoridades electorales en la Comunidad de Madrid negaron una solicitud oficial de los organizadores para celebrar un mitin en la Puerta del Sol desde las 8:00 horas del pasado miércoles. La autoridad electoral rechazó la solicitud, escondiéndose detrás de la excusa de que no se presentó con un preaviso de 24 horas como exige la ley y con el argumento de que la manifestación «podría afectar la campaña electoral y la libertad de los ciudadanos con derecho a voto». El hecho de que esta decisión niega el derecho de los ciudadanos a manifestarse fue convenientemente ignorado.
Parecía como que el Gobierno fuera a ordenar a la policía disolver a las multitudes en las plazas de las ciudades en todo el país después de fijar un plazo para que la gente se dispersara antes de la medianoche del viernes. Pero a medida que se acercaba la hora límite, el vicepresidente, Alfredo Pérez Rubalcaba, pareció exteriorizar una creciente indecisión acerca de cómo el Gobierno debería hacer frente a los manifestantes. Inicialmente dijo que el Gobierno «haría cumplir la ley», pero luego bajó el tono a esta postura, diciendo: «La policía no va a resolver un problema creando otro».
¿Cuál era el «otro problema» que hizo dudar a Rubalcaba? Fue el temor de que cualquier intento de disolver la protesta por la fuerza pudiera provocar una explosión social. Al toque de la medianoche, los oficiales mantuvieron una presencia discreta en los alrededores de las protestas en Madrid. Cerca de 15 vehículos de la policía tomaron posiciones en los alrededores de la plaza en la tarde del miércoles, pero la policía no tomó ninguna acción y más tarde su presencia disminuyó. Los manifestantes guardaron silencio según los relojes de la ciudad comenzaron a anunciar un nuevo día, muchos de ellos con cinta adhesiva sobre su boca en un gesto en que decían al mundo que tenían cosas que decir, pero estaban siendo amordazados por el Estado.
¿Un giro a la derecha?
Las elecciones resultaron en una debacle completa para el PSOE. El voto socialista experimentó una fuerte caída en sus dos bases más fuertes: Andalucía, donde perdió en todas las capitales, y Cataluña, donde el PSC (Partido Socialista de Cataluña) perdió en Barcelona, donde ha gobernado desde 1979. El PSOE también perdió Castilla-La Mancha, en la que ha gobernado desde 1983. Incluso pueden perder Asturias si el partido Foro Asturias (FAC) llega a un pacto con el PP.
Los pesimistas dirán que los resultados de las elecciones españolas indican un «giro a la derecha». Se quejarán del «bajo nivel de conciencia de las masas». Esta gente siempre está dispuesta a culpar a la clase obrera por su propia impotencia. No entienden nada de los procesos reales de la sociedad.
La verdad es que los resultados de las elecciones eran totalmente previsibles. La política del reformismo no puede sobrevivir a la crisis del capitalismo. La burguesía restallar el látigo, y los socialdemócratas de inmediato se ponen firmes. En su prisa por salvar el sistema, olvidan todo acerca de las reformas y pasan directamente a las contra-reformas.
El reformismo con reformas tiene sentido para los trabajadores, pero el reformismo sin reformas –reformismo con contrarreformas, recortes y austeridad–, no tiene sentido en absoluto. Esto causa decepción y desilusión entre los trabajadores, que castigan al Gobierno negándose a votar. Esto tiene la ventaja adicional de desacreditar la idea del «socialismo» a los ojos de la clase media.
Hemos señalado muchas veces que la situación actual se caracterizará por cambios violentos de la opinión pública: a la izquierda y también a la derecha. Cuando los socialdemócratas están en el poder, la oposición de derechas culpa a los «socialistas» de la caída del nivel de vida, del aumento de los precios e impuestos y el desempleo. La derecha argumenta demagógicamente: «¿Ves lo que los Rojos te han traído? Ellos han puesto al país de rodillas».
Los trabajadores españoles han emitido un voto aplastante de no confianza en un Gobierno que ha acatado la disciplina de los banqueros y los capitalistas. Sin embargo, esto no puede ser presentado como una victoria para la derecha. Aunque el conservador PP obtuvo una victoria en las elecciones regionales y municipales de ayer, apenas aumentó sus votos –sólo dos puntos más que en 2007–. Estas elecciones no fueron ganadas por el PP, sino que fueron perdidas por el PSOE, cuyo voto se derrumbó en 4,5 millones.
La derecha puede utilizar el descontento de la clase media para suscitar un ambiente reaccionario en materia de inmigración, el terrorismo y otras cuestiones. Esto explica el aumento de votos para el PP. La sorpresa no es que su voto subiera. La única sorpresa es que subiese tan poco. En la capital de Madrid, donde el PP ha estado en el poder durante años, su voto de hecho disminuyó.
El resultado fue decidido por los millones que no votaron o votaron en blanco: los trabajadores y la juventud se sintieron traicionados por el gobierno de Zapatero y se quedaron en casa… o en la Puerta del Sol. Los «indecisos e indignados» (los indecisos e indignado) reflejaron un estado de ánimo general de repugnancia con los partidos y las instituciones existentes. En Euskadi, Bildu, el frente electoral de la izquierda radical vasca, consiguió un buen resultado y desplazó al PSOE al segundo lugar, logrando el primer lugar en Guipúzcoa, y también obtuvo un resultado notable en Navarra. Los abertzales son vistos por muchos como una alternativa más radical y a la izquierda a las políticas reformistas del PSOE.
¿Qué salida para la izquierda?
El mismo fenómeno se está produciendo en toda la UE. Desde el comienzo de la crisis, todos los Gobiernos existentes han sido castigados en las urnas, pero la izquierda no ha ganado en la misma proporción. Debemos preguntarnos por qué ¿Cómo es que los partidos comunistas, que en el pasado han sido los beneficiarios naturales de un colapso del voto socialdemócrata, no lo han sido ahora?
Hay que darle crédito al líder de Izquierda Unida, Cayo Lara, por haberse unido a las manifestaciones y haberlas apoyado. Es también un hecho que Izquierda Unida aumentó su voto en 200.000 en estas elecciones. Esto demuestra que existe un potencial para la recuperación de los votos de la izquierda. Pero la pregunta que debe responderse es: ¿Por qué la izquierda no ganó más escaños?
En estas elecciones el PSOE ha visto hundirse sus votos hasta el nivel de 1979. En ese momento, el Partido Comunista Español (PCE) todavía se disputaba la hegemonía de la izquierda con el PSOE y representó una gran parte de los votos. Pero después de décadas de política oportunista, el PCE ha perdido su masa de seguidores. La coalición electoral a la que pertenece, Izquierda Unida (IU) sólo fue capaz de registrar un ligero aumento –un solo punto– a pesar de la debacle socialista, y perdió su bastión en Córdoba.
En una situación en la que el «voto en blanco» y los votos nulos combinados ascendieron a casi un millón, ¿Por qué los candidatos de IU no lograron atraer esos votos? Los líderes de los partidos comunistas han tratado de ser «respetables». Han desechado toda mención al socialismo, la lucha de clases y la revolución. En muchos casos hasta han abandonado el nombre de comunismo. Han hecho todo lo que estaba a su alcance para imitar a los socialdemócratas y ser lo más similar posible a ellos.
Se han vuelto tan inmersos en la «política institucional» que en la mente de muchos trabajadores y jóvenes son casi indistinguibles de los demás. Vemos esto muy claramente en aquellas áreas en las que Izquierda Unida fue socia minoritaria en coalición con el PSOE. En estas áreas, IU fue severamente penalizada por los votantes.
Este es el castigo por décadas de oportunismo y reformismo. Los trabajadores y la juventud entenderían a un pequeño Partido Comunista que se presentara en las elecciones, luchando por una política comunista clara. Pero los trabajadores son gente práctica. Si hay dos partidos de «izquierda», uno más grande, el otro más pequeño, y no hay diferencias fundamentales en sus programa y política, votarán por el mayor de los dos (el «voto útil»), y los más pequeños tenderán a desaparecer.
Hemos visto esto suceder en un país tras otro: en Italia, en Francia y en el Estado español. Es una ironía suprema de la historia que precisamente en un momento histórico en que el capitalismo está en una profunda crisis, cuando la socialdemocracia está perdiendo apoyo por su política pro-capitalista, y cuando un gran número de jóvenes está saliendo a las calles para luchar contra el capitalismo, los partidos comunistas no son vistos como una alternativa revolucionaria, sino sólo como la quinta rueda en el carro del reformismo.
Tenemos que decir la verdad. La izquierda ha demostrado no estar preparada en absoluto para estos acontecimientos. Demasiados líderes se han dejado infectar por un estado de ánimo de escepticismo. Han perdido toda la fe en la capacidad de la clase trabajadora para cambiar la sociedad. Han abandonado cualquier perspectiva del socialismo y se han reconciliado con la mezquina política de «cambio gradual», «realismo» y «pragmatismo», es decir, se han reconciliado con el mantenimiento del orden existente.
Demasiados miembros de la llamada vanguardia se han convencido de que la revolución socialista es imposible. Tratan de convencer a los jóvenes de que el comunismo es una utopía imposible; que debemos ser cautos y no ir demasiado lejos, y así sucesivamente. Se imaginan que ellos saben más que la juventud porque han perdido la antigua energía. ¿Cómo puede gente así inspirar ninguna confianza o entusiasmo en los jóvenes que buscan una salida revolucionaria?
La única manera de ofrecer un camino a las nuevas capas militantes que buscan el camino de la revolución es presentándoles una perspectiva real de la revolución social. Es necesario volver a las genuinas ideas del comunismo, las ideas de Marx y Lenin. Sobre esa base, y sólo sobre esa base, los comunistas pueden encontrar un terreno común y un lenguaje común con las nuevas generaciones que están dispuestas a luchar contra el capitalismo, pero necesitan un programa claro de política y estrategia.
¿Y ahora qué?
Los resultados de las elecciones españolas serán una sorpresa para mucha gente, incluidos aquellos de la Puerta del Sol. El movimiento de rebelión en las calles es casi seguro que disminuya por un tiempo. Lo que los organizadores consideran su punto fuerte –su carácter espontáneo– es también su punto más débil. Con el fin de ir más lejos tiene que ser organizado y armado con un programa revolucionario y una perspectiva científica. Sobre todo, debe estar vinculado firmemente al movimiento obrero, el cual puede por sí solo producir un cambio fundamental en la sociedad.
Las elecciones expresaron un rechazo masivo de las políticas económicas implementadas por el Gobierno socialista. José Luís Rodríguez Zapatero explicó que él ha «pagado un precio muy alto» por dichas políticas. Pero un precio mucho más alto ha sido pagado por los millones de españoles que se encuentran sin trabajo. Anoche descartó elecciones anticipadas y dijo que «trabajará para fortalecer la recuperación». Esto significa más de lo mismo.
Esta es una receta segura para la derrota en las elecciones generales de 2012. El titular del periódico Público de hoy es: «El PSOE se desploma en las elecciones por su giro a la derecha». Y el subtítulo de El País es: «El PSOE allana el camino de Rajoy hacia la Moncloa con una derrota sin precedentes». Esta apreciación es correcta. Parece probable que el PP formará el próximo Gobierno, pero lo harán en condiciones de profunda crisis social y económica.
La perspectiva para el conjunto de Europa es incierta, y después de Grecia, Irlanda y Portugal, el estado español se ha revelado como el siguiente eslabón débil de la cadena. El Fondo Monetario Internacional ha advertido que la crisis de la deuda de la zona euro podría propagarse en toda la región a menos que los países europeos intensifiquen sus esfuerzos para «arreglar sus bancos». En sus últimas perspectivas económicas para Europa, el FMI dijo que la crisis de la deuda en Grecia, Portugal e Irlanda podría afectar a toda la zona euro, minando los préstamos bancarios y desatando un golpe a la confianza, a pesar de los «paquetes de rescate» que ya están en marcha:
«Los vínculos financieros entre los países con problemas de deuda soberana y el resto de Europa podría plantear potencialmente un mayor riesgo para las perspectivas», dijo el FMI el jueves. «Restaurar la salud fiscal, enfrentarse de lleno a los bancos débiles, e implementar reformas estructurales para restablecer la competitividad son la clave».
Esto significa, en lenguaje sencillo: hay que invertir más miles de millones en los bancos y financiar esto reduciendo drásticamente el «despilfarro del gasto público» en cosas como hospitales, escuelas y pensiones. El PSOE trató de evitar esto, pero finalmente se vio obligado a llevar a cabo los dictados de los grandes negocios. Sin embargo, un Gobierno del PP va a llevar a cabo estas políticas con gusto desde el primer momento.
La demagogia del PP pronto será desenmascarada cuando la crisis económica en el Estado español vaya de mal en peor. La clase media pronto descubrirá que está aún peor con el PP que con los socialistas. La agitación de la juventud se intensificará. Y los trabajadores que se mostraron reticentes a buscar una confrontación con el Gobierno del PSOE no tendrán escrúpulos de conciencia sobre la lucha contra el PP.
Los representantes más clarividentes del Capital miran al futuro con aprensión. En el Estado español, la clase dominante está presionando para que Zapatero se mantenga en el poder. Se dan cuenta de que un Gobierno del PP dará lugar a un enfrentamiento abierto entre las clases, que están ansiosas de posponer, mientras que estrujan a Zapatero como un limón. Sin embargo, los dirigentes del PP están ávidos de poder y presionando para elecciones anticipadas. Cinco Días, el periódico financiero español, ha advertido al PP de no aprovecharse de su victoria en las elecciones locales para revelar las deudas de los ayuntamientos, por temor a causar pánico en los mercados financieros.
La perspectiva es de una intensificación de la lucha de clases. Hans Jörg Sinn, uno de los principales analistas económicos de la burguesía en Alemania está advirtiendo de una guerra civil en Grecia. Lo mismo puede ser cierto en el Estado español y otros países del sur de Europa. A través de la amarga experiencia, los trabajadores redescubrirán las tradiciones revolucionarias del pasado. El movimiento en las calles del Estado español durante la última semana es sólo un ensayo general para acontecimientos aún más dramáticos que van a transformar toda la situación.
Londres, 23 de mayo 2011