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arab_rev_cover-th1En el prólogo a nuestro nuevo libro, «Revolución hasta la victoria – La revolución árabe: un análisis marxista», Alan Woods destaca el método de análisis marxista que nos permitió predecir la revolución egipcia con varios años de antelación, así como la creciente inestabilidad de los despóticos regímenes del norte de África y Oriente Medio. Compárese esto con la completa falta de comprensión de lo que estaba a punto de suceder por parte de muchos de los «expertos» burgueses.

 El volumen actual es una selección de los principales artículos, publicados entre enero y marzo de 2011, sobre las revoluciones de Túnez y Egipto en la web “En Defensa del Marxismo” (www.marxist.com). La lectura de estos artículos proporcionará una narración punto por punto de estos históricos acontecimientos.

En la preparación de este libro, en un primer momento, se consideró la posibilidad de reelaborar como una única historia el material en los artículos. Pero pronto se hizo evidente que era impracticable. Cualquier ventaja en términos estilísticos hubiese sido anulada por la pérdida de la inmediatez.

Los artículos se publicaron diariamente, en particular los escritos sobre la Revolución en Egipto, y se han reagrupado como si fueran los capítulos de un libro. Por otra parte, estos artículos no constituyen simplemente un relato descriptivo de los hechos. Proporcionan un análisis científico marxista y un comentario político de cada etapa de la Revolución.

En el prefacio a la Historia de la Revolución Rusa, Trotsky escribe: “La historia de la revolución, como toda historia, debe, ante todo, relatar los hechos y su desarrollo. Mas esto no basta. Es menester que del relato se desprenda con claridad por qué las cosas sucedieron de ese modo y no de otro. Los sucesos históricos no pueden considerarse como una cadena de aventuras ocurridas al azar ni engarzarse en el hilo de una moral preconcebida, sino que deben someterse al criterio de las leyes que los gobiernan. El descubrimiento de estas leyes es la tarea del autor”.

Creo que el presente volumen sigue este consejo al pie de la letra. No constituye una lista de hechos aislados, al estilo del empirismo inglés. Más bien es un todo coherente que busca determinar los procesos más profundos y la lucha de clases que subyacen bajo la superficie. Cada artículo no sólo describe los hechos según se desarrollan, sino que trata de poner al descubierto el papel de las diferentes clases, los partidos y los individuos protagonistas del drama de la Revolución.

Con este análisis debería ser posible no sólo explicar de dónde venimos y dónde estamos, sino también llegar a una hipótesis científica en cuanto a la dirección a la que la situación se dirige. Creo que en general nuestro análisis es correcto y predijo con exactitud el curso que luego tomó la Revolución. Siguiendo los artículos tal como fueron escritos, el lector puede juzgar hasta qué punto acertamos o nos equivocamos.

Por supuesto la Revolución no ha terminado y todavía debe pasar por toda una serie de etapas cuyo curso exacto es imposible de predecir. Existen demasiados factores variables a nivel nacional e internacional. Lo que es posible es predecir la línea general de desarrollo e indicar las diferentes posibilidades inherentes en la situación. Quien quiera saber más debe consultar a un astrólogo profesional, no a un marxista.

El marxismo es una ciencia, pero no es una ciencia exacta. Tiene más en común con la medicina, la meteorología o la geología que con la física. Es imposible predecir un terremoto, aunque se sabe con precisión dónde están las líneas de fallas entre dos placas tectónicas. La reciente tragedia en Japón es un testimonio elocuente de este hecho. Es imposible llevar a cabo un experimento controlado con terremoto, pero nadie niega que la geología sea una ciencia porque no predijo el terremoto en Japón.

Muchas personas consideran que la meteorología es una ciencia. En las últimas décadas se han desarrollado nuevas y poderosas herramientas para predecir el tiempo: ordenadores con capacidad de memoria impresionante y satélites que pueden trazar el más mínimo movimiento de los sistemas meteorológicos desde el espacio. Sin embargo, a pesar de esta amplia gama de datos, la meteorología moderna es incapaz de predecir con precisión el tiempo con más de tres días de antelación.

Este hecho no condena el método de la meteorología o nos impide tratar de predecir el tiempo. No es más que una expresión del hecho de que el clima es un sistema caótico. Es difícil de predecir con exactitud debido a que pequeñas variaciones pueden causar cambios repentinos e inesperados en el clima. La sociedad también es un sistema caótico en el que una serie de micro cambios pueden provocar transformaciones dramáticas cuando se llega al punto crítico donde la cantidad se transforma en calidad.

El método de la dialéctica es un libro cerrado para los economistas y sociólogos burgueses, a quienes les gusta pensar que siguen un método científico ya que supuestamente se limitan a «los hechos». Pero, en primer lugar, como señala Hegel, los hechos no se seleccionan por sí mismos. Un analista político se acerca a los hechos con unas determinadas presuposiciones. Ciertos hechos son seleccionados porque se consideran importantes mientras que otros se ignoran. Es irrelevante el que esta selección sea consciente o inconsciente. Pero la forma en que se plantea la pregunta por lo general determina la respuesta.

En segundo lugar, la tarea de la ciencia no consiste sólo en enumerar una lista de hechos aislados, sino mostrar los procesos y las tendencias generales que se encuentran detrás de los hechos y se manifiestan a través de ellos. Antes de llegar a su teoría de la selección natural, Charles Darwin examinó cuidadosamente y enumeró una gran cantidad de observaciones del mundo natural, llevó a cabo la catalogación de las diferencias más diminutas en la forma del pico de las aves, su tamaño, color y otras características físicas. Sin embargo, la teoría de la evolución por medio de la selección natural no es solo un catálogo de hechos observados, sino una generalización teórica brillante. Lo que nos interesa no es el catálogo, sino la teoría; no los hechos aislados, sino la ley que sólo los puede explicar.

La previsión y la sorpresa

No es una casualidad que ni uno solo de los “expertos” burgueses fueran capaces de predecir la Revolución en Túnez o en Egipto. Por el contrario, la negaron incluso cuando ya había comenzado. Un culto servil a la realidad establecida es el sello distintivo del empirismo. Los analistas burgueses sólo ven la superficie [la apariencia] y no se dan cuenta de los procesos que tienen lugar en las profundidades de la sociedad.

Pero la dialéctica nos enseña que las cosas se transforman en su contrario. Ahora todos los estrategas de la burguesía, economistas, académicos y “expertos” muestran públicamente su perplejidad. Es una ilustración perfecta de la definición de Trotsky de la teoría como la superioridad de la previsión sobre la sorpresa.

El 28 de septiembre de 2009 escribí lo siguiente sobre la guerra en Gaza:

“El Oriente Medio muestra la estupidez de la política de Bush. Lo único que consiguió fue la desestabilización de todo el Oriente Medio. Todos los regímenes pro-occidentales penden de un hilo. Arabia Saudita pende de un hilo. Egipto pende de un hilo. Líbano Jordania y Marruecos penden de un hilo. Las manifestaciones que tuvieron lugar durante la guerra de Gaza dejaron aterrorizadas a las élites gobernantes.”

Esta no era la primera vez que había dicho esto. Específicamente mencioné Egipto, Arabia Saudita, Jordania y Marruecos, regímenes inestables, que podían ser derrocados en cualquier momento. El ataque israelí contra Gaza podría haber provocado este desenlace, por lo que los imperialistas ejercieron presión sobre los israelíes para que se retirasen. De hecho, la guerra de Gaza provocó manifestaciones de masas en todos estos países, lo que indicaba la existencia de un fermento profundo en la sociedad.

No incluí Túnez en la lista porque no había estado siguiendo los acontecimientos allí. Pero exactamente las mismas ideas se pueden aplicar allí. De especial interés son los artículos publicados en nuestra web en idioma árabe, Marxy.com, que ha seguido el movimiento en Túnez desde sus comienzos. Nos alertaron sobre las implicaciones revolucionarias de la situación tras la inmolación de Mohamed Bouazizi en diciembre. Estos artículos son tanto más importantes porque están escritos por participantes activos en el movimiento revolucionario en el norte de África.

Siguiendo con atención el movimiento huelguístico en Egipto, que fue largamente ignorado por los comentaristas burgueses, fuimos capaces de predecir la inminencia de una explosión revolucionaria. Mientras que algunos llamados marxistas trataban de cortejar a los Hermanos Musulmanes, la Corriente Marxista Internacional (CMI) subrayaba el papel del proletariado egipcio. Todo lo que está sucediendo es una prueba contundente de las perspectivas de la CMI. Es suficiente con referirnos a los artículos de nuestra web In defence of marxism, que han cubierto el movimiento huelguístico en Egipto durante los últimos años, para demostrar esta afirmación.

El Jueves 28 Octubre de 2010 publicamos un artículo escrito por Hamid Alizadeh y Frederik Ohsten con el título «Egipto, la tormenta que viene». Se abre con las siguientes palabras:

“Las tensiones en Egipto están llegando al punto de ebullición. La crisis del régimen se refleja en una serie de divisiones y de creciente oposición. La aparición de Mohamed El Baradei en la escena política significa un cambio importante en la lucha contra el régimen. Hasta ahora, las masas han carecido de un centro nacional de referencia para conectar las diferentes luchas, pero esto está cambiando ahora. Una revolución se está desarrollando bajo la superficie.

“En el Oriente Medio, Egipto es un país clave. No sólo es el país árabe más poblado y uno de los pilares estratégicos de apoyo para el imperialismo, sino que también tiene una clase obrera con tradiciones de lucha. En los últimos años, la dictadura de Mubarak se ha visto sacudida por huelgas y protestas, pero está cada vez más claro que todos los factores apuntan en la dirección de la revolución.”

Esto fue escrito dos meses antes de la intensificación de la lucha en Túnez y tres meses antes del comienzo de la revolución egipcia. Aunque sus autores quizá atribuyeron una importancia excesiva a El Baradei como un factor en la ecuación, el análisis general de la situación en Egipto era cien por cien correcto. En cualquier caso, es infinitamente superior a cualquier cosa que los «expertos» burgueses han escrito antes o después.

Lo que la burguesía escribió

El citado artículo concluye con la siguiente predicción:

“Los acontecimientos que se avecina en Egipto harán temblar a toda la región. Tendrán un gran impacto en todo el Oriente Medio, donde la dinámica revolucionaria ya ha comenzado. El período previo a las elecciones presidenciales será uno de preparación para los acontecimientos revolucionarios que están por venir. La revolución egipcia cambiará drásticamente el curso de los acontecimientos en el Medio Oriente, África del Norte y a escala mundial.”

Eso es lo que se escribió en octubre de 2010. Ahora vamos a comparar esto con las declaraciones que los principales analistas de la burguesía han escrito varios meses después, es decir, una vez que la Revolución había comenzado. Tan recientemente como el 6 de enero 2011, The Economist indicaba: «Es poco probable que los problemas en Túnez puedan quitar de su puesto al presidente de 74 años, o incluso afectar a su modelo de autarquía.” Unas semanas más tarde, Ben Ali había sido derrocado y su régimen estaba en ruinas.

El 25 de enero 2011, Hillary Clinton declaró: “Nuestra evaluación es que el Gobierno egipcio es estable y está buscando la manera de responder a las necesidades y legítimos intereses de los egipcios.” Esto lo dijo cuando las masas ya habían salido a las calles de El Cairo.

Otros comentaristas burgueses demostraron la misma falta de contacto con la realidad, como el corresponsal de la BBC en El Cairo, que escribió el 17 de enero que no habría revuelta en Egipto porque la gente era apática: “A diferencia de Túnez, la población tiene un nivel mucho más bajo de la educación. El analfabetismo es alto, la penetración de Internet es baja.”

El artículo, firmado por Jon Leyne en El Cairo, se titulaba: “No existen indicaciones de que Egipto tomará el mismo camino que Túnez”. Para empeorar las cosas, estas mismas líneas también se incluyeron en su informe de los hechos del 25 de enero, la manifestación de masas que marcó el inicio de la Revolución.

El viejo Heráclito dijo una vez: “Malos testigos son ojos y oídos para los hombres cuando no entienden su lenguaje”. Los mismos hechos a disposición de los marxistas estaban a disposición de estas damas y caballeros. Sin embargo, los mismos hechos pueden dar resultados muy diferentes según el método que se utilice para su interpretación. Un curso acelerado de dialéctica sería de gran beneficio para la burguesía. Pero no muestran ningún interés en querer entender por la misma razón por la que a un hombre al borde de un acantilado se le hace difícil pensar con claridad.

Crisis del capitalismo

El fracaso principal de todos estos personajes es que no ven el papel de la clase obrera como un agente de cambio. Ellos sólo ven la historia como una serie de combinaciones en la parte superior, de las fortalezas y debilidades de los gobernantes como individuos. Ellos piensan que las crisis son el resultado de errores o de conspiraciones. No pueden aceptar que las crisis son un producto inevitable de un sistema socio-económico que ha dejado de tener utilidad y se ha convertido en un obstáculo monstruoso para el progreso humano.

Los acontecimientos que están sacudiendo el mundo árabe hasta los cimientos son tan sólo una manifestación de la crisis general del capitalismo mundial. Ninguno de los problemas a los que se enfrentan los pueblos se pueden resolver bajo los estrechos límites del sistema capitalista. Esta es la causa de las explosiones revolucionarias en el norte de África y Oriente Medio. Es por esto que la Revolución árabe no puede parar hasta que se haya abordado el problema de raíz, que es la propiedad privada de los medios de producción y el Estado-nación, que son demasiado estrechos para contener el colosal potencial de las fuerzas productivas.

Este libro no está escrito para académicos burgueses, sino como una contribución a la lucha de clases. Está dedicado a los valientes luchadores de clase que desafiaron las balas y los bastones de las fuerzas represivas para cambiar sus vidas. No somos sólo observadores sino participantes activos en la lucha mundial contra la opresión y la explotación. Creemos firmemente que esta lucha sólo puede terminar con la expropiación de los banqueros, los terratenientes y los capitalistas y la creación de un nuevo orden mundial, el socialismo.

Por esta razón, en lugar de la introducción de costumbre, hemos decidido publicar el Manifiesto de la Corriente Marxista Internacional sobre la revolución árabe. Éste constituye la síntesis de la experiencia de los sucesos en Túnez y Egipto, y extrae todas las conclusiones necesarias de esta experiencia, que se presentan en forma de exigencias programáticas.

Recomendamos calurosamente  este libro a todos los militantes con conciencia de clase, no sólo en el mundo árabe sino a los trabajadores y jóvenes que están luchando por un futuro mejor en todos los países y continentes.

Alan Woods, Londres, 12 de marzo 2011