Los marxistas no tenemos ninguna simpatía con el hombre que gobernó Iraq con puño de hierro, que asesinó a comunistas y a sindicalistas, que bombardeó con gases a iraníes y kurdos, que masacró a chiítas y asesinó presos políticos con penosísimas tort Saddam Hussein ha sido capturado. El sábado 13 de diciembre, tropas estadounidenses finalmente atraparon al hombre que los había eludido por meses. Su último escondite era un miserable agujero de 8 pies en el fango de una granja de Tigris cercano a la aldea de Ad-Dawr. Cansado y desorientado, el antiguo dictador Iraquí fue encontrado con armas y $750.000 en efectivo.
Como un prisionero de la Antigua Roma arrastrado en cadenas a través de las calles como parte del triunfo, Saddam fue mostrado ante las cámaras de televisión, desgreñado y con una barba desordenada. En una tentativa de humillar a su enemigo caído, los nuevos Romanos mostraron imágenes de él mientras era examinado por un doctor. En Bagdad, las autoridades de la ocupación mostraron, una y otra vez, estas imágenes.
Los norteamericanos no podían disimular su euforia. Paul Bremer, el procónsul imperial a cargo del Iraq ocupado, abrió la largamente esperada rueda de prensa con las palabras: “Damas y caballeros, lo tenemos.”
“Éste es un gran día en la historia de Iraq. Por décadas, cientos de miles de ustedes mismos sufrieron en las manos de este cruel hombre. Por décadas, este hombre cruel los dividió en contra de ustedes mismos. Por décadas, amenazó con atacar a sus vecinos. Esos días se han ido para siempre… el tirano es un prisionero”, cacareó Bremer.
Tony Blair se unió apresuradamente al coro: “Saddam ha salido del poder, él no volverá. Lo que la gente iraquí ahora sabe, y es que serán ellos quienes decidan su destino.”
Los marxistas no tenemos ninguna simpatía con el hombre que gobernó Iraq con puño de hierro, que asesinó a comunistas y a sindicalistas, que bombardeó con gases a iraníes y kurdos, que masacró a chiítas y asesinó presos políticos con penosísimas torturas. Pero las palabras de los imperialistas británicos y norteamericanos apestan de tanta hipocresía.
Por años este mismo hombre era uno de los mejores amigos de Occidente en el Medio Oriente. Los sucesivos gobiernos británicos y estadounidenses lo financiaron y armaron. Los gases tóxicos que utilizó contra los kurdos se los vendieron compañías estadounidenses en un momento en que sus crímenes contra la gente kurda eran bien conocidos. Entre la larga lista de líderes occidentales que visitaron Bagdad para adular a Saddam había un tal Donald Rumsfeld, enviado a Bagdad por presidente Ronald Reagan, gran admirador suyo.
Robert Fisk recordó las excelentes relaciones que habían existido en el pasado entre Saddam Hussein y Occidente: “Éste era el hombre que era huésped de honor de la ciudad de París cuando el Sr. Chirac era alcalde y cuando los franceses podían ver los Jacobinos en su régimen sanguinario. Éste era el hombre que negoció con los Secretarios Generales de la ONU Perez de Cuellar y Kofi Annan, que había charlado tomando café a ningún otro que el ahora Secretario de Defensa de los EEUU, Donald Rumsfeld, que se había reunido con Ted Heath y Tony Benn y un anfitrión de hombres de gobierno europeos.” ¡No se hablaba entonces de los malvados crímenes de este dictador sanguinario!
Los norteamericanos están ahora cantando, pero lo sorprendente no es el hecho de que hayan capturado a Saddam, sino el hecho de que tardaron tanto para lograrlo. Nuestras memorias no son tan pobres como para que no podamos recordar las numerosas ocasiones en CNN se nos aseguró solemnemente que la fuerza aérea de los EEUU había matado a Saddam con su enorme la tecnología de punta y bombardeos de precisión. Éstas resultaron ser puras mentiras y propaganda – al igual que todo el resto de lo que nos dicen la maquinaria de mentiras de Washington y Londres sobre Iraq.
En respuesta al impacto de la guerrilla, los invasores han intensificado su actividad militar, bombardeos y ataques indiscriminadamente.
Al final, no fue la alta tecnología sino el viejo método de soborno y corrupción el responsable de la detención de Saddam. Le tomó a todo el ejército norteamericano con todos sus recursos ocho meses para capturar al hombre que tan desesperadamente estaban cazando. Parece abrumadoramente probable que éste sea el resultado de las sumas grandes de dinero que Washington ha estado ofreciendo a cualquier persona que estuviese dispuesta a traicionarlo.
Dada la naturaleza putrefacta y corrupta del régimen y de su élite dirigente, esto no era tan difícil después de todo. Más de uno de los hombres que antes eran partidarios incondicionales de Saddam mientras él tenía el poder absoluto, ahora ofrecerán sus servicios a los Messrs, Bremer y Bush. Esta gente no tiene ningún principio sino el poder y un agudo sentido para las oportunidades de carrera.
Si los norteamericanos piensan lo que dicen, Saddam será sometido a juicio por crímenes de guerra en Iraq. Están preparando un juicio espectacular en la escala de Nüremberg. El propósito previsto es dar sacudir y aterrorizar a la opinión mundial y a la gente de Iraq para que consientan la ocupación criminal estadounidense de Iraq. ¿Tendrán éxito?
Su objetivo será desacreditar Saddam y proporcionar por lo tanto una cierta excusa para su violación de Iraq. Está claro que él no ofreció ninguna resistencia, aunque estaba armado. Pudo haber sido tomado por sorpresa y no tener tiempo para reaccionar, o pudo simplemente haber estado tan desmoralizado que había perdido simplemente la voluntad para luchar. Había una clase de alivio en su rostro. Es el alivio de un criminal que finalmente es capturado por la policía. Pero Saddam es un hombre muy impredecible y puede hacerle mucho daño a los norteamericanos, incluso estando en cadenas.
Hay un número de problemas en realizarle un juicio de espectáculo, principalmente el hecho de que probablemente se le permitirá al prisionero hablar. Los norteamericanos asumían obviamente que, una vez en su poder, Saddam simplemente se desmoronaría y diría cualquier cosa que le dictaran. “Hablador y cooperativo,” lo denominaron los norteamericanos después de su captura. Pero al día siguiente cambiaron la cantaleta y dijeron que no estaba cooperando.
El efecto de un juicio público en Iraq – si es que se lleva a cabo – puede resultar ser una sorpresa desagradable para los norteamericanos, pues ello podría significar que el papel de los imperialistas podría quedar expuesto ante el mundo entero. Saddam Hussein podría utilizar tal juicio para “sacar los trapitos al sol” en todas sus últimas negociaciones con los imperialistas. Depende de Saddam Hussein, pero si decide ir por este camino con un juicio público podría salirles el tiro por la culata a los imperialistas. Blair y Straw han agregado rápidamente que desean que el juicio se lleve a cabo en Iraq “por los iraquíes”. Todo esto es totalmente vacío porque si el juicio se lleva a cabo en Iraq no será el pueblo iraquí el que decida. No tienen ningún poder para elegir su propio gobierno. No tienen ningún derecho de opinión sobre qué sucede a la economía, así que cómo podemos creer que tendrán la última palabra sobre el destino de Saddam Hussein. Los ocupantes estadounidenses tienen agarrado por el cuello a la fuerza policial, al sistema de justicia, etc. Los jueces iraquíes simplemente obedecerán las demandas de los imperialistas estadounidenses.
Lo que está implicado aquí no es justicia sino es simple venganza del tipo más primitivo. Desean un juicio en Iraq, y con esto intentan engañar a la opinión mundial. Si el juicio fuese llevado a cabo en alguna “corte internacional” los EEUU tendrían menos inherencia sobre el resultado final. Si se lleva a cabo dentro de Iraq podrán controlar el resultado. Más aún, en Iraq se puede aplicar la pena de muerte, algo que sería más difícil de justificar fuera de Iraq. Por lo tanto es una cuestión de venganza. Lo desean ejecutar pero no quisieran que el odio cayera sobre ellos mismos. Desean lavarse sus manos de esta decisión, como Poncio Pilato, quien dejó a las “masas” decidir. La hipocresía de esta gente se revela en la declaración del Ministro de Asuntos Exteriores británico Straw. ¡Él dice que se opone éticamente pena de muerte pero que, sin embargo, si las cortes iraquíes deciden llevar a cabo tal sentencia entonces él la aceptara! Por lo tanto, pretenderán que una sentencia de este tipo sería el “deseo” del “pueblo iraquí”. Así, todo es una farsa.
El sentimiento de las masas es contradictorio. Mientras muchas personas sienten cierto alivio de que el viejo dictador se ha ido por siempre, esto será mezclado con un hondo resentimiento por la arrogancia de los invasores. Robert Fisk reportó lo que se veía en las calles de Bagdad cuando fue anunciada la noticia de la detención de Saddam:
“Estaba en medio de los tugurios de Ciudad Sadr – antes Ciudad Saddam – cuando una cascada de disparos de rifle barrió las calles. Estaba sentado en el piso de concreto de un clérigo Chiíta que había sido arrollado y matado por un tanque norteamericano, en medio de iraquíes que no tenían ningún amor para con los norteamericanos, y los disparos se volvieron más ruidosos. Un muchacho caminó al cuarto y corrió de regreso con noticias de la radio iraquí que anunciaba la captura de Saddam. Y rostros que habían estado oscurecidas por el luto – que no habían sonreído por una semana – brillaron con placer.
“Los disparos se volvieron más ruidosos, hasta que racimos de balas pululaban en el aire en medio de explosiones de granada. En la calle principal, los carros se estrellaron unos con otros a en medio del caos. Pero ésta era alegría momentánea, no júbilo. No había muchedumbres masivas en los bulevares de Bagdad, ningunas fiestas de calle, ningunas expresiones de alegría de la gente normal de la ciudad capital.” (The Independent, 15 de diciembre)
El Teniente General Ricardo Sánchez, el comandante militar estadounidense principal en Iraq, describió a Saddam como hablador y cooperativo. Otros funcionarios, sin embargo, se han mostrado cautelosos de sugerir que Saddam haya proporcionado datos útiles de inteligencia inmediatamente después de su captura. Durante la detención de Saddam, tropas estadounidenses descubrieron “material escrito descriptivo de valor significativo,” dijo un comandante estadounidense en Iraq a The Associated Press. Pero la naturaleza de estos descubrimientos “significativos” no se ha hecho público.
Lo que es muy significativo, sin embargo, es lo que no está siendo dicho – por ejemplo sobre las armas de destrucción masiva (ADM). Los funcionarios estadounidenses admitieron que la cuestión de la existencia de las ADM, que – recordémonos nosotros mismos – era la razón central dada por Bush y Blair para justificar la invasión de Iraq – era una “preocupación secundaria”.
La razón de tal inesperada reticencia es absolutamente clara. Después de meses de búsqueda no han encontrado ningún rastro de tales armas, y dudan que Saddam conteste a las muchas preguntas sin resolver sobre los supuestos esfuerzos de Iraq de desarrollar armas químicas, biológicas y nucleares o los lazos de su gobierno con el terrorismo. Estas cuestiones serán tratadas luego, quizás cuando los interrogadores hayan establecido una simpatía con Saddam, según los funcionarios, que hablaron bajo la condición del anonimato.
Los interrogadores de Saddam inicialmente se estaban centrando en los lazos del anterior presidente con la guerra de guerrillas, presionándolo para que de datos de inteligencia sobre los ataques y para localizar a los líderes de la resistencia. La esperanza inmediata de los interrogadores es que Saddam les dará información valiosa sobre la insurgencia contra la fuerza de ocupación estadounidenses y sus aliados iraquíes. Pero esta línea de interrogación sólo demuestra la estupidez de los agentes de inteligencia, generales y políticos estadounidenses. Intentan culpar a Saddam porque no están dispuestos a aceptar que la resistencia que están encontrando es una resistencia popular contra un odiado invasor extranjero.
Suponer que la captura de Saddam Hussein resolverá todos los problemas es una estupidez. Para empezar, este desastroso y patético hombre, viviendo en un agujero en el suelo con tres armas y un montón de dólares no estaba dirigiendo la insurgencia iraquí contra los estadounidenses. A lo largo de todo este episodio, la diplomacia y el servicio de inteligencia estadounidenses han sido expuestos como totalmente incompetentes.
Al final un funcionario estadounidense tuvo que admitir que la forma y circunstancias en las que se ha arrestado a Saddam Hussein hacen poco probable que él esté dirigiendo a las fuerzas de resistencia en Iraq. El ejército estadounidense no encontró equipos de comunicaciones, mapas u otra evidencia de un centro de mando guerrillero el el escondite de Saddam.
“Dado el lugar y las circunstancias de su captura, está claro que Saddam no estaba dirigiendo la insurgencia, y que tenía poco control o influencia. Esto es significativo y preocupante, ya que significa que los insurgentes no están luchando por Saddam, están luchando contra los EEUU”, dijo el senador Jay Rockefeller, vicepresidente del Comité de Inteligencia del Senado. Los funcionarios de inteligencia estadounidenses habían dijo previamente que creían que Saddam estaba demasiado preocupado con su supervivencia y permanecer oculto como para proporcionar algo más que un liderazgo simbólico.
Lejos de facilitarle la vida a las fuerzas ocupantes, los recientes acontecimientos pueden empeorar bastante la situación. Antes de la captura de Saddam, muchos iraquíes decían que una de las razones por las que no se unían a la resistencia contra la ocupación estadounidense era el temor a que si los estadounidenses se retiraban Saddam regresaría al poder. Ahora este temor no está justificado, la resistencia armada con casi total certeza crecerá, en lugar de disminuir. El día después de la captura se produjeron tres nuevos atentados con bomba contra las fuerzas de la coalición. No hay razón alguna para éstos que éstos se acabaran.
A pesar de la captura de Saddam Hussein, la guerra de guerrillas en Iraq continuará, con nuevas bombas, muertes y asesinatos. Las fuerzas de ocupación están impotentes para manejar esta situación precisamente porque no existe un único centro operativo, que puedan eliminar asesinando o capturando a sus dirigentes. Se enfrentan con un enemigo con tantas cabezas como una hidra. Tan pronto como hayan cortado una de las cabezas, dos o tres crecen en su lugar.
La captura de Saddam Hussein puede dar a Bush y Blair un respiro temporal. Podría darle a Bush el impulso que necesita para ganar las elecciones presidenciales, aunque esto no está del todo claro. Muchas cosas pueden ocurrir antes de las elecciones que pueden desbaratar todos los cálculos de Bush. Nada fundamental ha cambiado y ninguno de los problemas básicos ha sido resuelto. La lucha continuará como antes, o incluso arreciará. Habrá un fluir continuo de bolsas de cadáveres hacia EEUU y Gran Bretaña. La amargura del conflicto provocará atrocidades y todo tipo de horrores que le proveerán un terreno fértil para nuevos actos de terrorismo tanto dentro como fuera de Iraq.
Dejemos que los imperialistas disfruten su momento de triunfo. No durará mucho. Una nueva pesadilla está por comenzar, no sólo para los iraquíes sino también para el pueblo de Gran Bretaña, EEUU y de los otros países que se han quedado atrapados en este sangriento cenagal. El imperialismo ha sembrado vientos y recogerá tempestades.
Traducción de "The capture of Saddam Hussein", declaración de In Defence of Marxism