El frente bicentenario viene a responder a una necesidad historia, de los trabajadores de las empresas que se encuentran bajo control obrero o tomadas por ellos, y servirá como un instrumento para defendernos de los capitalistas, burócratas y saboteadores. A continuación se explica mucho mejor quienes lo componen, su organización, sus causas y objetivos.
¿Por qué surge el Frente?
A comienzos del año 2005, con la expropiación por parte del gobierno bolivariano del presidente Chávez de la empresa Venepal y su posterior puesta en funcionamiento bajo la figura de la cogestión entre el Estado y los trabajadores, se abrió un nuevo frente de lucha para la clase trabajadora venezolana. Luego vendría la fábrica de válvulas CNV (Constructora Nacional de Válvulas), hoy INVEVAL (industria Nacional Endógena de Válvulas), expropiada en abril de 2005, a esta última la seguiría INVETEX, en la cual se implantó el régimen de cogestión obrera.
Es bueno recordar que todas estas empresas habían sido cerradas, y en su gran mayoría descapitalizadas por sus propietarios originales, por diversas razones que iban desde utilizarlas como arma política en contra del presidente Chávez y de la revolución bolivariana, hasta manejos fraudulentos, pasando por la propia ineptitud de los capitalistas. En el caso de INVEVAL, la empresa fue cerrada durante el paro petrolero por su dueño, el capitalista Sosa Pietri (ex presidente de PDVSA), como medida para atacar a la revolución y desestabilizar al país. En respuesta a esta acción, los trabajadores y trabajadoras de la empresa decidieron ocupar sus instalaciones, en primera instancia, para luchar contra el cierre de la misma y en defensa de los puestos de trabajo de los compañeros y compañeras que allí laboraban, y en segunda instancia, como medida para luchar por la nacionalización de la misma bajo control obrero. Por lo tanto, es necesario y muy importante destacar que la expropiación de la antigua CNV (hoy INVEVAL) fue el fruto de una ardua y heroica lucha que llevaron a cabo sus trabajadoras y trabajadores desde el momento en que deciden tomar la fábrica.
Es importante resaltar, que desde los inicios de la revolución, la burguesía venezolana ha llevado a cabo una guerra económica con el fin de derrotar a la revolución. Desde el año 1998 hasta el día de hoy, el empresariado venezolano ha hecho todo lo posible por sabotear, frenar y atacar la producción de bienes y servicios para el pueblo. Si hacemos una medición del porcentaje de la ganancia capitalista que los burgueses invierten en sus empresas para crear fuentes de empleo, aumentar la capacidad productiva de las empresas, elevar el nivel tecnológico y de seguridad industrial de la maquinaria, entre otras mejoras, tenemos que durante esta última década ha sido el período en que los capitalistas han invertido menos en los últimos sesenta años. La burguesía venezolana está determinada a desmantelar el aparato productivo venezolano, y esto no tiene otro propósito distinto al de provocar la derrota de la revolución y acabar con ella definitivamente (aunque sea lentamente). Los datos que confirman y constatan estos son hechos que los propios capitalistas reconocen. Una encuesta de Conindustria, dice que menos del 15% de los capitalistas incrementó su nomina el año pasado, además, sólo un 60% de las inversiones de capital al sector manufacturero fueron inversiones operativas (es decir, con fines de aumentar la producción).
Es en este marco que el Estado, empujado por la lucha incansable de las y los trabajadores que se encontraban en la calle como consecuencia de estos cierres, decide intervenir directamente, ya sea a través de la expropiación por causa de utilidad pública (casos Invepal e Inveval) o aportando capital para la reapertura de las empresas con la condición de la participación obrera, junto a los empresarios en la dirección de la misma, o, en el caso más nefasto, realizando una cogestión sui generis entre Estado y empresarios, dejando de lado a los trabajadores (caso Invetex).
Es entonces en el año 2005, cuando se ve el inicio de ese movimiento de la clase obrera para dejar su sello en la revolución. Todo ello culminó con las expropiaciones de empresas, la formación de Invepal e Inveval, y el inicio del proceso de “cogestión”. Este proceso de expropiaciones continuó a lo largo de ese año y del siguiente, y se extendió a un puñado de industrias: Central Pío Tamayo, Sideroca, Tomatera Caigua (hoy Tomatera CAISA), Central Cumanacoa, el establecimiento de la cogestión en Alcasa, etc.
La creación de estas empresas fueron sin duda un paso adelante. Sin embargo fueron dirigidas por funcionarios del Estado que en muchas ocasiones no entienden lo que están haciendo y se continúan manejando con los viejos paradigmas capitalistas establecidos en el Código de Comercio, o que, peor aún, sí saben lo que quieren y, producto de su desconfianza en los trabajadores, no desean una efectiva participación obrera en el control y dirección de estas empresas. El talón de Aquiles de la cogestión, radica en el hecho de hacer accionistas a los trabajadores y por ende, mantener las relaciones capitalistas de producción en las empresas. Bajo el régimen capitalista, las decisiones se toman dependiendo de quienes poseen el mayor número de acciones, allí no existe democracia alguna.
Las principales decisiones en materia de la planificación de la producción se deciden por “votación” en las asambleas de accionistas, pero, cada accionista puede votar proporcionalmente a las acciones que posea, es decir, que el poder para tomar decisiones está ligado al capital; quien posea mayor una parte mayor del capital accionario de la empresa posee mayor poder de decisión, y, cuando en el proceso de cogestión a las cooperativas de trabajadores y trabajadoras se les otorga acciones para participar en las asambleas directivas de la empresa bajo el esquema que acabamos de esbozar, las relaciones capitalistas de producción se terminan reproduciendo al seno de las cooperativas, donde luego unos compañeros trabajadores terminan explotando a otros, con las terribles consecuencias que eso acarrea, como ha sucedido en las experiencias de cogestión que conocemos.
Esto llevó a que el propio Presidente Chávez afirmara que el modelo de darle acciones de las empresas cogestionarias a los trabajadores organizados en cooperativas no había sido el más indicado. El tema de la cogestión fue enfriándose junto con el de las cooperativas que solo venia sirviendo para la tercerización en los sectores públicos y privados.
En el 2006, se dieron tomas importantes, entre ellas destacan Sanitarios Maracay e INAF (Industria Nacional de Artículos de Ferretería). Ambas en el Estado Aragua. Lo que hace particular estos casos fue que los trabajadores: 1- Tomaron la fábrica; 2- La pusieron a producir; 3- Comercializaron los productos. Y todo esto sin la intervención del Estado, totalmente bajo control obrero.
En el 2007, el camarada Presidente Chávez ordena la nacionalización de la CANTV, de las empresas del sector eléctrico y de las empresas de la faja petrolífera del Orinoco, entre otras, y ante el evidente fracaso de la cogestión “obrero patronal de conciliación de clases” se abre entonces el debate sobre las Empresas de Producción Social. En este debate participó el Presidente Chávez directamente y estableció una serie de reuniones del sector productivo del Estado, en estas reuniones el Presidente fijo su atención sobre el desarrollo del modelo de INVEVAL, sobre todo en lo que respecta al desarrollo y crecimiento del nivel político de sus trabajadores y trabajadoras. Se interesó por saber cómo manejaban la escala de salarios en la empresa, ya que en todas las otras empresas se hacía hincapié en dicha escala de salarios de acuerdo a las posiciones que cada uno ocupa en ellas. En este sentido, cuando los camaradas le respondieron que en INVEVAL todos, desde el presidente hasta el que limpia los baños, ganan lo mismo, Chávez pidió un aplauso para ellos diciendo: «Ustedes han comprendido el objeto de este proceso». También los felicitó por la forma en que están dirigiendo la empresa a través del consejo de fábrica, y nuevamente recalcó que son los únicos que han entendido cómo hay que hacer las cosas y que deben ser un ejemplo para las demás empresas, que hay que difundir su experiencia porque así deben funcionar las empresas socialistas. Luego agregó que Inveval iba a pasar a ser una empresa 100% estatal pero manteniéndose el control obrero sobre la misma a través del Consejo de Fábrica, tal como ha venido funcionando hasta ahora. Dijo que los trabajadores deben ser la vanguardia de la revolución y que las empresas deben ser un espacio de dirección y comando para la búsqueda de soluciones a los problemas del entorno y particularmente de las comunidades; asimismo, planteó que debían constituirse en el centro de comando de su entorno comunitario (Consejos Comunales, Consejos de Estudiantes, etc.). Finalmente les dio algunas orientaciones: a) de la producción de nuestras empresas debe quedar en libertad un porcentaje para llevarla a las zonas más necesitadas, mediante decreto u otro mecanismo; b) cuando la burocracia entorpezca, tomen decisiones en asambleas, déjenlas por escritos y actúen; c) se deben realizar talleres y métodos de gerencias, evaluaciones y reportes a los gerentes; d) creación de los batallones productivos para el control de la tierra y su producción; e) debates políticos, conciencia, salarios igualitarios, fondo de seguridad social, todo esto en una ley habilitante; f) creación de las milicias obreras en cada fábrica; g) además de producir productos hay que producir hombres nuevos.
A finales de 2007 y durante todo el 2008, los debates habían concluido en una ecuación básica que define la situación en el régimen de propiedad capitalista. Marx nos explicaba, que la producción de bienes y servicios se hace social, o se va socializando, en la medida en que el proceso productivo de dichos bienes y servicios abarca conjuntos cada vez más grandes de hombres y mujeres dentro de la sociedad, es así, como en el sistema capitalista la producción se hace social, ya que, a diferencia de otras formas históricas de organización del trabajo (por ejemplo, la forma de organización esclavista para trabajar la tierra en la antigüedad, o la forma en que los artesanos de la edad media se organizaban en sus talleres para producir distintos bienes de consumo), es en el capitalismo cuando por primera vez en la historia, se da el hecho de que grandes colectividades, de cientos o miles de hombres y mujeres trabajan juntos en un mismo centro de trabajo, por ende, de acuerdo a la definición de Marx, la producción bajo el capitalismo es social (lo que no es social, o socializado, es la distribución del excedente o plusvalía de esa producción), y por ende, toda empresa capitalista cumple con ser de producción social, pero, ¿Son empresas capitalistas las que queremos crear? Nuestro objetivo debe ser transformar el carácter de propiedad de las empresas, para que sean empresas de propiedad social, donde no sólo el trabajo sea social, sino que también, el fruto y el producto de dicho trabajo sea social, es decir, para toda la sociedad. Es así como, con base en el proyecto de reforma constitucional presentado por el Presidente Chávez se empieza a trabajar la conformación de las empresas de Propiedad Social. Los consejos de trabajadores estaban incluidos en la propuesta y la idea del control obrero se propaga por todos lados.
El 21 de mayo de 2009, el Camarada Chávez lanza el proyecto Guayana Socialista y afirma “…no puede ser que Uds. Estén trabajando en una empresa, y no tengan claridad de cómo marcha la empresa… ¿Cuáles son los planes? ¿Cuál es la administración? ¿En qué se van a gastar los recursos? ¿A quién se le compra la materia prima y a como se le paga? ¿A quién se le vende el producto y como se le vende? Todo eso deben saberlo… Miren desde allá del manantial más pequeño de aguas arriba, todo el proceso productivo, y la comercialización ¡debe estar bajo control obrero!
Actualmente, la Revolución Bolivariana ha entrado a un punto crítico en el cual la burguesía ha perdido el control sobre los explotados. Los trabajadores han venido adquiriendo un nivel de conciencia política cada vez mayor, y están organizándose para responder a los ataques de los capitalistas. Ahora es común que ante cualquier ataque, los trabajadores y trabajadoras respondan con huelgas y ocupaciones de fábricas y empresas, y exijan al gobierno la estatización y aplicación del Control Obrero en dichas fábricas y empresas.
Control Obrero y Consejos de Trabajadores y Trabajadoras. Estos, son conceptos que suponen la existencia de una lucha de poderes en nuestra sociedad. El poder de la burguesía o el poder de los trabajadores y las trabajadoras. La sociedad socialista o la miseria capitalista.
Estamos viviendo momentos que nunca antes se habían visto en nuestra historia. Fabricas que llevan cinco años en manos de sus trabajadores y trabajadoras, ocupadas y operadas por ellos y ellas. No hay referentes en la historia en los cuales esta situación se haya podido sostener por tanto tiempo sin que una de las partes sea derrotada. En otros momentos la burguesía hubiera usado todo el poder del Estado para reprimir al movimiento obrero y popular.
La tecno burocracia reformista.
Las y los trabajadores han dado día tras día la lucha por el poder político, han salvado la revolución en los momentos más críticos (el golpe de estado de abril del 2002, el paro sabotaje patronal de 2002-2003) y han dado la cara en las luchas dentro de las fábricas. Los avances que se han tenido no han sido gracias a la burocracia, sino a pesar de ella. Los ministerios están plagados de tecnócratas que constantemente frenan la marcha, obstaculizan los procesos, ignoran a los trabajadores y trabajadoras que están en lucha y sabotean conscientemente el avance de las empresas que ya han sido nacionalizadas o están en proceso de nacionalización. Estos funcionarios muchas veces se comportan peor que los patrones capitalistas que fueron sustituidos por ellos.
Dentro del movimiento bolivariano, existen sectores que afirman que en Venezuela no hay una clase trabajadora, por ser una economía rentista petrolera, y que el proceso de transición consiste en crear una burguesía nacionalista, que desarrolle los medios de producción. Entonces, ¡no ahora!, sino en algún momento, las generaciones futuras verán el socialismo. Ante esta postura (reaccionaria desde el punto de vista político e ideológico, y por lo tanto no revolucionaria), los trabajadores y trabajadoras revolucionarias debemos aclarar que la importancia fundamental y esencial de la clase obrera en la transformación socialista de la sociedad radica en el papel que ésta juega en el modo producción capitalista, y no en su número.
Para el año 1917, cuando la clase obrera rusa tomó el poder e inició la transformación socialista de la sociedad, ésta no superaba los diez millones de personas, mientras que el campesinado ruso superaba los 150 millones de personas, pero el papel clave de la clase obrera radica en su posición dentro del proceso productivo capitalista. Es la clase obrera la que conoce y entiende a partir de su experiencia práctica en las fábricas lo que significa el trabajo social y colectivo, y que entiende por lo tanto, a partir su propia experiencia, la necesidad de la socialización del fruto de ese trabajo, es decir, de la plusvalía, que en el sistema capitalista es acaparada y disfrutada por unos pocos. Es la clase trabajadora la que con su trabajo y esfuerzo mueve al mundo y hace posible la existencia de la sociedad, y es por lo tanto esta clase la que es capaz de transformarla y construir el socialismo, digan lo que digan los reformistas.
Pese a todos los intentos de estos distintos sectores reformistas por conciliar con la “burguesía nacional”, el Camarada Presidente Chávez ha dado pasos importantes, nacionalizando distintas industrias estratégicas y empresas cuyos patronos se han dedicado al saboteo de la economía. Sin embargo, el debate sobre el régimen interno y la división social del trabajo dentro de la fábrica, continua abierto y los sectores reformistas de nuevo se agrupan para intervenir contra la clase trabajadora en esta batalla política e ideológica, esta vez, lo harán para demostrar que los trabajadores y trabajadoras no podrán administrar las empresas y menos la sociedad. Los sectores burocráticos que aún persisten en el viejo aparato estadal burgués, se empeñan en demostrar que el Control Obrero no es la vía, y se oponen a cualquier iniciativa de los trabajadores, apoyándose en la legalidad burguesa, creando y defendiendo un modelo de empresas socialistas S.A. o C.A., y despidiendo a trabajadores y trabajadoras que están dando la batalla por el control obrero en las fábricas, instituciones públicas, empresas del estado y ministerios. Es en este punto de la lucha, en el que los intereses de la burguesía y los de los reformistas y burócratas son más semejantes. He ahí una de las grandes amenazas que afronta la revolución.
Mientras el Camarada Presidente Chávez llama constantemente a implementar el control obrero, los representantes del Estado en las empresas luchan por evitar la concreción del mismo, intentan secuestrar las experiencias y hasta toman represalias contra los trabajadores y trabajadoras revolucionarios que impulsan el movimiento. Cuando un lugar ya es conquistado por las y los trabajadores, buscan aislarlos, jugar a su fracaso o dejarlos a la deriva para acabar con la lucha, de ser necesario, por hambre.
Como si fuera poco, las empresas capitalistas hacen lo suyo negando suministros, materias primas, herramientas, mantenimiento y de más a las empresas en manos de los trabajadores y trabajadoras, y además, la pequeña burguesía (técnicos, ingenieros, profesionales) generalmente abandonan las empresas junto con los patronos causando dificultades a la hora de ponerlas en marcha.
No podemos esperar nada que no venga de nosotros mismos
Los trabajadores y trabajadoras de las empresas del Estado, en proceso de nacionalización, ocupadas o bajo control obrero, así como las y los trabajadores públicos en las distintas ramas de la administración del Estado, debemos unificar criterios en torno a un frente que nos permita brindar apoyo logístico, político y técnico productivo a las distintas luchas, formar cuadros capaces de hacer el trabajo político dentro de las empresas, afrontar en lo político y práctico los ataques a los que puedan estar sometidos los y las trabajadoras que intentan organizarse en consejos, crear un mapa que permita conocer a fondo cuantas empresas somos, donde estamos, que fabricamos o qué tipo de servicio prestamos, bajo qué régimen interno se trabaja, qué falta para la puesta en marcha del proceso productivo y cuál es el ámbito político correspondiente al área donde se encuentra localizada la empresa, es por ello, que el día 15 de Mayo de 2010 se creó el Frente Bicentenario de Empresas Bajo Control Obrero y Consejos de Trabajadores, con los fines siguientes:
1- Desarrollar políticas generales y particulares desde las y los trabajadores para la formación política y la defensa de la clase obrera, donde se encuentre. En instituciones públicas, privadas, empresas mixtas, nacionalizadas, ocupadas, etc.
2- Luchar por el control obrero en las fábricas, empresas e instituciones del Estado y ministerios, así como también en empresas expropiadas y en las que estén en conflicto, e inclusive, dentro de empresas privadas, sobre todo en aquellas donde permanentemente los patronos sabotean el proceso productivo. Una tarea esencial en este sentido es organizar y planificar la toma y ocupación de las empresas que se encuentran cerradas o infrautilizadas, y la conformación de los consejos de trabajadores en todas ellas.
3- Desarrollar políticas únicas en torno a la relación con el Estado burgués y procurando la creación de un Estado Obrero y campesino.
4- Unificar líneas de acción conjuntas con otros frentes y organizaciones sociales, en la procura de estos objetivos.
5- Llamar a las trabajadoras y trabajadores a unirse voluntariamente a este frente y luchar por la construcción y defensa del control obrero.
En este sentido hemos decidido convocar y realizar a este congreso de empresas bajo control obrero y consejos de trabajadores, con el fin de discutir cinco puntos fundamentales:
1- Definiciones: El control Obrero ¿Qué es y cómo se organiza?
2- Un modelo de gestión Socialista para las empresas del Estado.
3- Organizar el mapa de las empresas del Estado, las que se encuentran bajo control obrero, las ocupadas, empresas nacionalizadas, empresas privadas en conflicto y empresas privadas cerradas por los patronos o infrautilizadas, etc.
4- Activación de la web: www.controlobrero.org como órgano de comunicación e información por y para los trabajadores.
Modelo de gestión socialista
La empresa socialista
Como ya explicamos, en un primer momento el proceso de creación jurídica y organizativa de estas empresas quedó en manos de funcionarios burocráticos que, al no tener muy claros los conceptos de socialismo, terminaron creando unos híbridos tres cuartas partes capitalistas y una cuarta parte socialistas. Como era de esperarse, en la práctica estos inventos no funcionaron y la parte capitalista terminó pervirtiendo a la parte socialista. Debemos plantearnos, desde nuestra posición de trabajadores y trabajadoras, y en base a la experiencia que hemos adquirido participando en la dirección o dirigiendo directamente estas empresas, la forma organizativa, el carácter y los objetivos que las mismas deberían tener en el marco de una revolución que se define socialista como es el caso de nuestra Revolución Bolivariana. En ese sentido, hay tres elementos que consideramos como fundamentales:
1- La propiedad de la misma
2- Su dirección y administración
3- El fin esencial de la producción.
1.- LA PROPIEDAD DE LAS EMPRESAS SOCIALISTAS DEBE SER 100% ESTATAL Y EL CONTROL DEBE ESTAR EN MANOS DE LOS TRABAJADORES Y TRABAJADORAS
El modelo que se diseñó en un primer momento desde el Gobierno planteaba una propiedad mixta:
1. 51 % del Estado, 49% privada: En algunos casos ese 49% privado correspondía a asociaciones cooperativas, en donde se había agrupado a los trabajadores, pero que por la forma mercantilista en que se habían planteado los objetivos de la empresas, terminaban reproduciendo las relaciones de producción capitalistas. En otros casos, el 49 % era propiedad de uno o más empresarios, con lo cual las relaciones de producción capitalistas se mantenían intactas: un individuo continuaba apropiándose de la plusvalía generada por el trabajo de los obreros de la empresa.
2. Más del 50 % el empresario, menos del 50 % los trabajadores: este sería el modelo clásico de cogestión que se desarrolló en Europa como producto de las crisis que han venido sufriendo las empresas capitalistas. De esta forma también involucra a los trabajadores en la necesidad de hacer sacrificios por “la empresa que también es de ellos”. Las relaciones de producción capitalistas tampoco se han alterado aquí: un individuo se sigue llevando la tajada más grande del pastel mientras la mayoría debe repartirse las sobras.
Como decíamos antes: si hablamos de socialismo entonces estamos hablando de la propiedad social de los medios de producción, en este caso, de la propiedad de las empresas. En ese sentido, si hablamos de una empresa socialista, entonces estamos diciendo que esa empresa debe ser propiedad de toda la sociedad, no de un individuo o de un grupo de individuos, así éstos sean dueños de sólo una parte de la misma, por lo tanto, la propiedad de una empresa socialista debe ser 100% del Estado, es decir de todos nosotros, sin exclusiones. En el socialismo, a diferencia del sistema capitalista, los medios de producción no son una mercancía, para ello, el conjunto de las acciones que en su conjunto conforman el capital de cada empresa, no pueden estar en manos de particulares, sino que deben estar en manos del estado. Es la única forma de destruir la relación capitalista-proletario, que es una relación de explotación de un hombre por otro, y construir unas relaciones de producción socialistas donde no existan explotados ni explotadores.
2.- La dirección y la administración de la empresa
Muy poco avanzaríamos en la construcción de una empresa socialista, aunque la propiedad de la misma sea 100 % del Estado, si al frente de ella y en su administración colocamos funcionarios provenientes de la burocracia del Estado Burgués y dejamos a un lado de estas tareas a los trabajadores y trabajadoras.
¿Quién conoce la empresa y su funcionamiento mejor que sus propios trabajadores y trabajadoras? ¿Quién más que la clase trabajadora está arraigada a ella y sería capaz de defenderla hasta las últimas consecuencias? Por ello planteamos el control obrero sobre la producción y la administración de las empresas nacionalizadas y sobre todas las empresas del estado a través del Consejo de Trabajadores y Trabajadoras.
A través del control obrero los y las trabajadoras pueden acceder a los secretos empresariales, que son utilizados por los capitalistas para justificar sus ataques contra la clase obrera, y que también, son utilizados en este momento para atacar al gobierno bolivariano del presidente Chávez. Los primeros objetivos del control obrero consisten en aclarar cuáles son las ganancias y gastos de la sociedad, empezando por la empresa aislada, determinar la verdadera parte del capitalista aislado y de los capitalistas en conjunto en la renta nacional, desenmascarar las combinaciones de pasillo y las estafas de los bancos; en fin, revelar ante la sociedad el derroche espantoso de trabajo humano que resulta de la anarquía del capitalismo y de la exclusiva persecución de la ganancia (L. Trotsky, “El Programa de Transición”).
Está claro que para esta tarea los trabajadores debemos contar con “la ayuda de profesionales y técnicos honestos y comprometidos con el pueblo en calidad de consejeros y no como tecnócratas”. El control obrero de la empresa sólo es el primer paso hacia la construcción de la empresa socialista, pero es un paso indispensable e ineludible.
También creemos necesario, en esta etapa de transición que está viviendo la sociedad venezolana, donde se ha planteado la transformación de la estructura del Estado capitalista a través de los Consejos Comunales, que haya presencia y participación de delegados y delegadas de los Consejos Comunales aledaños a las empresas, en la dirección y administración de las mismas. Igualmente planteamos la presencia de delegados obreros de los Consejos de Trabajadores y Trabajadoras de las empresas socialistas en los Consejos Comunales y Comunas, de tal forma de establecer un vínculo y forjar la unión entre la empresa socialista y la comunidad. Asimismo, para poder construir el socialismo y defender los logros que la clase trabajadora ha obtenido hasta ahora, de los ataques contrarrevolucionarios de la burocracia del estado burgués, es necesario e imprescindible, avanzar y consolidar el proceso de desmantelamiento de este estado que hemos heredado de la cuarta república, construyendo a la vez el estado comunal socialista, sobre la base de los consejos de trabajadores y trabajadoras, los consejos comunales y las comunas.
Este es el programa de transición hacia la empresa socialista que propone el Frente Bicentenario y que debería recogerse en los estatutos de estas empresas:
1. Ejercerán el control obrero todos los trabajadores de la empresa, por medio de un Consejo de Fábrica formado por delegados y/o delegadas elegidas en asamblea general de trabajadores. La Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras es el máximo órgano de toma de decisiones de la empresa. El Consejo de Trabajadores y Trabajadoras estará supeditado a las decisiones de la misma.
2. Todos los libros de contabilidad, licitaciones, contrataciones, correspondencia y documentos en general, sin excepción, así como todos los almacenes y depósitos de materiales, herramientas y productos, sin excepción alguna, deben estar a disposición del Consejo de Fábrica.
3. Los delegados de los trabajadores del Consejo de Fábrica serán electos democráticamente en Asamblea General de trabajadores y podrán ser revocados en cualquier momento por sus electores.
4. Estos delegados y/o delegadas elegidas por la asamblea de Trabajadores y Trabajadoras no dejarán de trabajar pero tendrán todas las facilidades de tiempo y disponibilidad necesarias, para desempeñarse en las funciones para las cuales fueron elegidos.
5. Deben levantarse actas de la elección y serán comunicados los nombres de los delegados y delegadas elegidas al gobierno, quien llevará un registro de los mismos.
6. En el caso de todas las empresas de producción y distribución de bienes y servicios, se formará una Comisión de Enlace entre el gobierno y las y los trabajadores de todas las empresas en transición hacia la empresa socialista para coordinar con el Estado todos los asuntos relacionados con la producción, venta, suministro de materia prima, préstamos y en general, para tratar todo lo relacionado con la planificación de la producción en todas las empresas. En esta Comisión de Enlace encargada de la planificación de la producción habrá una representación de los Consejos Comunales, de la Unión Nacional de Trabajadores, del Estado y de los Consejos de (o Consejos de Fábrica en el caso de que las empresas sean específicamente de producción) de todas las empresas bajo control obrero. Los representantes de los trabajadores y trabajadoras en el Comité de Enlace serán miembros del Consejo de Trabajadores y Trabajadoras, elegidos dentro del mismo Consejo y revocables por el mismo o por la Asamblea General de trabajadores y trabajadoras. En caso de diferencia, los Consejos de Trabajadores y Trabajadoras (o los Consejos de Fábrica según sea el caso) tendrán derecho a veto con respecto a cualquier decisión del Comité de Enlace. El Comité de Enlace tendrá derecho a apelar ante la Asamblea de Trabajadores para resolver cualquier diferencia de criterio con el Consejo de Trabajadores y trabajadoras (o Comité de Fábrica). En este caso la Asamblea de Trabajadores tendrá la última palabra.
7. Los sindicatos afiliados a la UNT se mantendrán dentro de las empresas bajo control de los trabajadores y trabajadoras. Su tarea será garantizar el mantenimiento de los derechos de las y los trabajadores y la coordinación con el resto de la clase trabajadora.
8. El Consejo de Trabajadores y Trabajadoras (o Consejo de Fábrica) y el Comité de Enlace deben informar periódicamente, por escrito y en Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras sobre la gestión que están realizando. Se levantarán actas públicas de todas sus reuniones.
9. Las decisiones del Consejo de Trabajadores y Trabajadoras (o del Consejo de Fábrica) son obligatorias para todas y todos los Trabajadores y empleados de la empresa y no pueden ser anuladas más que por la misma Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras.
10. Los Congresos de Trabajadores y Trabajadoras de empresas bajo control obrero en transición hacia el socialismo decidirán reglas más detalladas al respecto del Control Obrero.
3 – El fin esencial de la producción:
Lo que hace mover a la sociedad capitalista es la competencia ya que ella es el móvil económico para la acumulación de capital que en definitiva es el fin último y supremo del capitalismo. Obviamente éste no puede ser el parámetro para medir el éxito de una empresa socialista, tal como erróneamente se planteó en un principio. El fin esencial de la producción en una empresa en transición hacia el socialismo no puede estar fundamentado ni en la competencia ni en la obtención de mayor beneficio económico, sino en satisfacer las necesidades de la sociedad participando como un eslabón más de la economía planificada y cumpliendo con las metas que la propia sociedad le impuso a través de dicha planificación. Esto significa, que una empresa que según el criterio capitalista es deficitaria porque no da beneficios económicos, desde la óptica socialista es beneficiosa porque satisface unas determinadas necesidades de la sociedad.
En el socialismo, la producción de las empresas se organizará a través de la planificación central de la economía en función de las necesidades reales de la sociedad, por medio de la elaboración de un plan estatal, que sea debatido y aprobado democráticamente (y si fuera el caso corregido o rechazado) por las Asambleas de Trabajadores y Trabajadoras de estas empresas, Consejos Comunales, Comunas, Sindicatos y Comités de Enlace.
En el Capitalismo, la producción de bienes y servicios no posee ninguna planificación, más allá de la planificación realizada a lo interno de cada una de las empresas, pero, a nivel de toda la sociedad es “la mano invisible del mercado capitalista” la que regula la producción de los bienes de consumo fundamentales, lo que implica una total anarquía en lo que respecta a la distribución de estos bienes entre el conjunto de la sociedad, lo que trae como consecuencia, el desempleo, la inflación, el alto costo de la vida, y la miseria en general. A esto se le suma el derroche y desperdicio de bienes y servicios a lo largo de la cadena productiva y de comercialización. Sólo la planificación de la economía bajo control obrero, permite revertir esta situación y aprovechar al máximo las fuerzas productivas de la sociedad para lograr la verdadera dignificación de las condiciones de vida de nuestro pueblo, y la superación definitiva y permanente de la miseria y la pobreza generadas por el capitalismo.
El gobierno de la empresa de transición hasta al socialismo
El Consejo de Fábrica: instancia de administración y Control Obrero
El Consejo de Fábrica ha sido la forma de organización natural que los trabajadores se han dado para gobernar las fábricas que se hallan bajo su control directo, independientemente del país donde se encuentren. Hubieron Consejos de Fábrica en la Rusia revolucionaria, en Alemania, y varios países europeos más, aunque probablemente los más famosos hayan sido los de Turín en Italia en 1919. Al respecto, Antonio Gramsci les daba una gran importancia pues los consideraba las células del Estado Obrero, la expresión más genuina de la democracia obrera, “… la palabra nueva es, desde este punto de vista, investigar la organización de la fábrica como instrumento de producción para encontrar en ella, en el obrero como productor, como creador y no como simple asalariado, el germen del futuro estado, de la democracia nueva”. A través del estudio hecho por el propio Gramsci a los diversos Consejos Obreros que surgieron en aquella época, determinamos una serie de características comunes a todos ellos:
1ª. La práctica de la democracia directa entre los trabajadores, concretada en la elección directa de los delegados o representantes obreros en asambleas de taller y de fábrica;
2ª. La afirmación del principio de revocabilidad constante de los mandatos o delegaciones como forma de oposición a la burocratización y el caciquismo;
3ª. El intento de superación de la división existente entre obreros organizados sindicalmente y obreros no organizados, así como entre los diferentes niveles y categorías de la producción;
4ª. El intento de demostrar la posibilidad de la gestión obrera de la producción en la fábrica prescindiendo de los capitalistas propietarios de los medios de producción.