La crisis mundial del capitalismo ha entrado en una nueva etapa. En vez de recuperarse, varios países están mostrando las características de una depresión. Esta es una situación sin precedentes y muestra el profundo malestar que afecta al sistema capitalista, todavía aturdido por la caída de 2008-9.
Los mercados bursátiles continúan hundiéndose después de que el mes de agosto fuera testigo de la mayor venta masiva de acciones desde el colapso de Lehman Brothers. Muchos se preguntan si la recuperación anémica reciente puede todavía durar algo, dada la desaceleración global masiva. Los mercados de deuda están en el caos cuando el costo del crédito en varios países de la eurozona sigue en aumento. Italia y España están siendo sometidas a una presión intolerable que ha disparado el rendimiento de sus bonos de deuda pública. Y todo esto a pesar de la intervención del Banco Central Europeo, con la compra de bonos italianos y españoles en un intento desesperado por evitar que la crisis se extienda. Además, las autoridades griegas no llegan a un acuerdo con el FMI y la Unión Europea sobre las medidas de austeridad relacionadas con el segundo plan de rescate griego, añadiendo un nuevo giro a la crisis. La agencia RBS cree ahora que Grecia entrará en cesación de pagos en diciembre, ya que el costo de la deuda se ha disparado a niveles récord. Cuando esto suceda, ya sea en diciembre o en el momento que sea, es impredecible lo que pueda ocurrir.
Esta crisis está teniendo lugar frente a los temores de que la desaceleración económica mundial se convierta en una nueva depresión. La lucha por refugios seguros, como el oro y el franco suizo, ha creado temores renovados a una guerra de divisas donde los gobiernos adopten medidas unilaterales para proteger sus economías. El Banco Central Suizo, en un anuncio de choque, manifestó su intención de mantener una paridad fija de su moneda con el euro en un intento de impedir su sobrevaluación, y para dar un respiro a sus exportadores en apuros. El banco estaba dispuesto a comprar divisas en «cantidades ilimitadas», lo que reaviva los temores a una dinámica de represalias por parte otros bancos centrales a través de una «guerra de divisas».
Sin embargo, esto es sólo la punta del iceberg. El resto del mundo se está desacelerando drásticamente en un momento en que normalmente debería estar expandiéndose. Muchos temen una «japonización» de la situación, con los Estados Unidos ya atrapados en una década perdida de bajo crecimiento.
«La desaceleración económica global está golpeando a las fábricas en todas las economías occidentales más importantes», explica el periódico de negocios CityAM.
«Los resultados de una encuesta revelan que la actividad manufacturera se redujo en todos los países del G7, excepto uno, el mes pasado; con la contracción de los sectores fabriles en el Reino Unido y en la eurozona.
«El crecimiento de la actividad manufacturera en el Reino Unido se desplomó al mínimo en 26 meses en agosto, según el último índice de compra proporcionado por los gerentes (PMI, sus siglas en inglés).
«Los nuevos pedidos de exportación sufrieron la caída más devastadora desde mayo de 2009, con compañías que informan de informes de una menor demanda de los EE.UU. y del resto de Europa. El sector británico había estado expandiéndose de forma saludable hasta principios de este año, cuando los analistas esperaban que podría tirar de la recuperación.
«Sin embargo, desde enero, el índice ha perdido 12 puntos. La única caída más pronunciada en su historia de 20 años fue a raíz de la quiebra de Lehman Brothers. (02/09/11)”
Los meses recientes han sido testigos de un deterioro pronunciado del crecimiento de los principales mercados mundiales, especialmente en Europa y EEUU. La actividad manufacturera se redujo a un puntaje de 49 del PMI, por debajo de 49,4 de julio. Un índice por debajo de 50 señala declive económico. La producción fabril también se contrajo en Francia (49,1) e Italia (47), su lectura más baja desde hace más de dos años, mientras que la contracción es aún más grave en España (45,3) y Grecia (43,3). En los EE.UU. y Alemania, la producción fabril está deteniéndose, cayendo a 50,6 y 50,9 respectivamente.
«La velocidad con la que el crecimiento se ha desacelerado desde el comienzo del año es realmente alarmante», dijo Chris Williamson, economista jefe de Markit, que recoge los datos de PMI.
Con la caída de la demanda, el exceso de producción ha vuelto a aparecer en las fábricas, donde se informó de un aumento de las existencias de productos terminados. Este fue el primer aumento en más de tres años, en el pico de la crisis anterior. «En agosto, el aumento de las existencias combinado con la caída de los pedidos sugiere que los fabricantes tendrán que reducir la producción aún más en los próximos meses», declaró al Financial Times.
Los nuevos pedidos de exportación de la zona euro se desplomaron a su tasa más baja desde enero de 2009, mientras que los nuevos pedidos en los EE.UU se han reducido durante dos meses consecutivos, presagio de la enfermedad que afecta a la mayor economía del mundo. La debilidad de la economía de EE.UU. se puso de manifiesto aún más por la caída de las ventas de Wal-Mart, la mayor cadena minorista del mundo, que registró nueve trimestres consecutivos de caída en sus ventas. En la zona euro, la confianza del consumidor se desplomó el mes pasado al ritmo más rápido desde hace 20 años, al menos el 16,6%. Esta fue una caída mensual mayor que la observada en octubre de 2008 tras el colapso de Lehman Brothers. Mientras tanto, el desempleo en la eurozona también ha aumentado y se sitúa oficialmente en 15,7 millones, el 10% de la fuerza laboral.
El crecimiento ha desaparecido prácticamente en el mundo desarrollado. Los datos anualizados de las tasas de crecimiento del producto interno bruto, en el segundo trimestre, fueron del 1,3% para los EE.UU., el 0,8% para la zona euro y Gran Bretaña, 0,5% para Alemania, 0% para Francia, y -1,2% para Japón.
«Este estancamiento se ve peor en un contexto histórico», explica el Financial Times. «A una recesión profunda debe seguir una fuerte recuperación después de que la fuerza laboral y el capital se ponen a funcionar tras permanecer inutilizados durante los años malos. Eso no está ocurriendo. Cuatro años sin crecimiento económico pueden calificarse como una especie de depresión menor. «(FT, 17/8/11)
En Gran Bretaña, agosto fue el peor mes de ventas en los comercios en más de dos años. Las ventas totales cayeron un 2,2% en comparación con el mismo mes hace un año, la peor caída interanual desde el año 2009, según la agencia BDO. Los pedidos de construcción se encuentran en los niveles más bajos desde hace 30 años. Los pedidos de vivienda pública y de otros proyectos del sector público se redujeron en un tercio entre el primero y el segundo trimestre de 2011.
Como consecuencia de la crisis, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria advierte sobre décadas de austeridad en el Reino Unido. «El problema va a llevar, creo, una serie de años antes de que encontremos el camino para salir de él», afirma, Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra.
Esto pone de manifiesto la situación real de la crisis económica que atraviesa el capitalismo. Todas las habladurías sobre los «brotes verdes» se han extinguido por completo. La confianza se ha estrellado y ha sido sustituida por el temor a una nueva depresión. Cada día parece anunciar una nueva etapa en la crisis europea, con el capitalismo europeo y americano cayendo aún más en el estancamiento.
La crisis económica ha producido una crisis política en todos los gobiernos que han tratado de lidiar con la misma. En los Estados Unidos, los desacuerdos agudos sobre el techo de la deuda han conducido a un acuerdo que requiere recortes del presupuesto cada vez más elevados. Este clima significa que nuevos aumentos del gasto para estimular la economía se están haciendo inconcebibles. Esto a su vez trae de vuelta el espectro de 1937, cuando las prisas por hacer frente al déficit presupuestario hundieron nuevamente la economía en la recesión. La historia tiende a repetirse, pero a un nivel superior.
A veces, las conclusiones de los estrategas serios del capital coinciden con los de los marxistas, pero desde el punto de vista de clase opuesto. Hemos advertido que el capitalismo ha entrado en una crisis insoluble después de la caída de 2008-9. Ahora los apologistas del capitalismo han dado cuenta de este hecho.
Recientemente, Joseph Stiglitz, ganador del Premio Nobel de Economía, afirmó que «un malestar prolongado parece ahora el escenario optimista».
Más significativos fueron los comentarios de Martin Wolf, jefe de estrategia económica en el diario Financial Times, que no se anda con rodeos sobre la crisis. En respuesta a la pregunta de si va a ser una recesión de doble caída, él responde que no «porque la primera no terminó.» Y continúa: «La pregunta es, más bien, ¿cuánto más profunda y prolongada va a ser esta recesión o ‘contracción’. El punto central es que, en el segundo trimestre de 2011, ninguna de los seis mayores economías del primer mundo habían superado los niveles de producción alcanzados antes de la crisis de 2008. Los EE.UU. y Alemania, están cerca de sus puntos de partida, con Francia un poco más atrás. El Reino Unido, Italia y Japón van retrasadas muy por detrás».
Wolf continúa explicando que, «esta recesión no es normal. Cuando las economías sufren tales colapsos fuertes, como lo hicieron durante lo peor de la crisis (cuando el pico de la caída en el producto interno bruto osciló entre el 3,9% en Francia y 9,9% en Japón), una expansión que no es capaz de volver al nivel de producción que tenía en el punto de inicio de la crisis no se sentirá como una recuperación. Esto es especialmente cierto si el desempleo sigue siendo alto, el empleo bajo y la capacidad productiva ociosa elevada. En los EE.UU., el desempleo sigue siendo el doble de su tasa pre-crisis». Él concluye que, dado que los bancos centrales han agotado sus municiones,»otra crisis ahora seguramente sería un desastre.» (FT, 31/8/11)
Unos días más tarde, concentró su análisis en la economía británica. De nuevo, no oculta la profundidad de la crisis: estamos en una depresión. Vamos a citarlo extensamente a nuestros lectores para darles una idea exacta de lo que dice este estratega de la burguesía.
«La actual depresión del Reino Unido será la más larga, al menos desde la primera guerra mundial. Sin un aumento drástico del crecimiento, también es muy probable que genere una mayor pérdida acumulada de producción que la ‘gran depresión’. Todo esto es suficientemente preocupante. Lo que es aún más preocupante es la opinión casi universal de que casi nada se puede hacer para cambiar el pronóstico.
«Una recesión es un periodo de declive económico. Una depresión puede ser definida como el período en el que la producción está por debajo de su nivel inicial. Recientemente, tres investigadores han analizado tales depresiones en el Reino Unido, utilizando un conjunto construido de estimaciones mensuales del producto interno bruto. Esto permite a los autores, entre ellos Martin Weale, ahora en el comité de política monetaria del Banco de Inglaterra, analizar el tamaño y la duración de las depresiones del Reino Unido, empezando por la de 1920-24 y terminando con la de hoy.
«Hasta ahora, la más larga de las depresiones del siglo pasado fueron las de junio de 1979 a junio de 1983 (bajo Margaret Thatcher) y desde enero de 1930 hasta diciembre de 1933 (la gran depresión). Para que la actual depresión sea más corta que su predecesora, que fue la más larga, debe terminar a más tardar en abril de 2012. Pero la producción está cerca de un 4 por ciento por debajo de su punto de partida, cunado sólo faltan ocho meses para llegar a esa fecha. Incluso si el crecimiento ahora subiera a una tasa del 4 por ciento anual, se necesitaría un año para que la depresión terminara. Si el crecimiento fuera de 1,5 por ciento anual, la depresión durará 72 meses, lo que sería un 50 por ciento más larga que su predecesora, que fue la más larga del siglo pasado.
«Se puede evaluar la profundidad de una depresión por la pendiente de la caída o por las pérdidas acumuladas, en relación con el punto de partida. La depresión de 1920-24 fue la mayor, seguida por la gran depresión, cuya mayor reducción en el PIB fue del 7,1 por ciento. Pero la actual depresión está sólo un poco más atrás, con una caída del 6,5 por ciento. La pérdida acumulada del PIB es probable que sea peor esta vez incluso que en la década de 1930. Fue del 17,7 por ciento del PIB en ese entonces, contra un 14,5 por ciento esta vez, hasta el momento. Sin embargo, esta depresión no ha terminado. Si el crecimiento fuera del 2 por ciento anual, la pérdida acumulada sería de más de 18 por ciento del PIB. Esta es, pues, una depresión enorme para los estándares del Reino Unido.»
En su conclusión, Martin Wolf afirma:
«El Reino Unido se encuentra en medio de la que está llamada a ser la más larga – y entre las más caras – de sus depresiones, en más de un siglo. La característica de esta depresión, en comparación con sus predecesoras, es la debilidad espantosa de la fase de recuperación. Es mucho más plausible que esto se deba a la debilidad de la demanda que a un colapso de la oferta potencial. Sin embargo, la visión convencional es que no se puede hacer mucho. Tenga cuidado con tales profecías de fatalidad. Pueden llegar fácilmente a cumplirse. «(FT, 02/09/11)
Esta es una situación sin precedentes para Gran Bretaña y el mundo. La crisis del capitalismo se ha profundizado en muchos aspectos y se vuelve intratable. La descripción de Wolf no es de una crisis coyuntural, sino de una crisis estructural del capitalismo. Si bien puede haber recuperaciones parciales, como en la década de 1930, hay un descenso general. Las fuerzas productivas, la clave para el desarrollo de la sociedad, estaban en un callejón sin salida en la década de 1930. Lo mismo es cierto hoy en día. Están lastradas por la propiedad privada y el Estado nacional.
Cualquier cosa que hagan los capitalistas será equivocada. Si reducen los gastos del Estado, simplemente recortan el mercado y hacer que la crisis empeore. Mientras que si aumentan los gastos del Estado harán que el déficit presupuestario sea más grande y provoque una crisis de deuda soberana más profunda. Se encuentran en una situación sin salida. Es por eso que no estamos en una recuperación normal.
Esta turbulencia incesante a escala mundial ofrece un fondo inquietante para los ataques contra la clase obrera en todos los países. El capitalismo ya no puede permitirse reformas duraderas. Esos días han quedado atrás. Por el contrario, esta es una era de contra-reformas y de austeridad feroz. Para la clase trabajadora, el capitalismo significa décadas de austeridad. Tratar de remendar el sistema no ofrece ninguna solución. Sólo con el derrocamiento del capitalismo y el establecimiento de una economía socialista planificada podemos poner fin a esta pesadilla de una vez por todas.