El presente es la primera entrega de un análisis de la situación política que vive nuestro país de cara a las elecciones presidenciales del 7 de octubre, el desarrollo de la campaña electoral de la derecha y el PSUV frente a las expectativas reales de los trabajadores y los militantes de base. Un análisis marxista
La burguesía, como ya nos tiene acostumbrados, luego de 12 años de difundir mentiras y más mentiras a través de sus medios de comunicación, nuevamente se lanza a la campaña electoral difundiendo cifras irreales a sus electores y al país. Al igual que en todas las anteriores contiendas electorales, los medios de comunicación de la oligarquía nos hablan de una victoria segura de su candidato, de disminución considerable del apoyo popular al presidente, de enorme apoyo a su candidato entre las masas populares del país, etc., y todo ello lo intentan argumentar mediante cifras muy poco creíbles provenientes de encuestas y consultoras que bailan al son que les toquen las clases dominantes. Veamos
La burguesía, sus encuestas y el real apoyo popular a la Revolución.
La consultora Varianzas, dio a conocer que “el presidente Hugo Chávez goza de un 50,7% de intenciones de voto, mientras que las preferencias del aspirante por la Mesa de Unidad Democrática, Henrique Capriles, alcanzan el 45,5%”, y todo ello con un supuesto “nivel de confianza de 95% y error muestral de+/- 2,3%”. Es decir, de antemano, faltando una semana para el inicio de la campaña, la encuestadora Varianzas da un empate técnico entre el presidente Chávez y Henrique Capriles Radonski. Todo ello porque sin duda alguna el nivel de apoyo popular de Capriles superará al de Chávez durante los próximos meses y éste último será derrotado en las urnas. Fantasías burguesas, nada más. No es la primera vez, y quizás tampoco sea la última.
De manera más descarada, según la encuestadora JDP, Henrique Capriles goza del 46,13% de popularidad y Hugo Chávez tan sólo alcanza un 44,87%. Ello, argumentado entre otras cosas sobre la base de que “el candidato de la Unidad, Henrique Capriles Radonski, está ganando en 9 estados, más el Distrito Capital y el actual Presidente de la República, en 14 entidades”, “las entidades en las cuales lidera Capriles cuentan con mayor cantidad de población”, y obviamente según JDP “esos resultados son favorables cuando hacemos el análisis global del país”. Por el contrario, los estados “donde el presidente Chávez resulta favorecido son entidades más pequeñas”. Todo esto fue explicado por Miguel González vocero de FDP Consultores, en una entrevista realizada por medios de comunicación privados. Nada más alejado de la realidad.
Por el contrario, las principales encuestadoras del país, alejándose de cualquier utopía burguesa, le dan una clara ventaja al camarada presidente frente al candidato de la derecha. Veamos algunos ejemplos.
En primer lugar, la consultora IVAD (Instituto Venezolano de Análisis de Datos) anunció el pasado 04 de Junio que la “intención de voto a favor de Hugo Chávez se ubicó en 54,8% en mayo pasado, mientras que el candidato opositor Henrique Capriles alcanza 26,3%”. Asimismo, según esta consultora “57,9% de la población encuestada mostró su acuerdo con la frase quiero que Venezuela vaya en la dirección en la que la está llevando el Presidente Chávez.”
Por otro lado, según la encuestadora 30.11 “el presidente Hugo Chávez goza de una intención de voto de 56,8% frente a 27,1% del candidato de la MUD, Henrique Capriles. Esto le da una ventaja de 29,7 puntos al jefe del Estado sobre su principal contendor.”
Esta misma consultora realizó otra serie de preguntas, como por ejemplo “¿Cuál de los dos candidatos cree usted que se preocupa más por los pobres?”, 67,3% respondió que Hugo Chávez, mientras 22,4% dijo que Henrique Capriles. De la misma manera, ante la pregunta “¿Cuál de los dos candidatos, Chávez y Capriles, dice lo que piensa de verdad? 67,3% favoreció a Chávez frente a Capriles con 24,7%.” Todo ello muestra que al cumplirse 12 años desde el inicio de la Revolución, todavía existe un fuerte y estrecho lazo entre las masas trabajadoras y el presidente Chávez, lazo que constata a su vez una correlación de fuerzas que todavía es ampliamente favorable a la Revolución Socialista en la sociedad venezolana.
Por último, de acuerdo con la última encuesta realizada por la consultora International Consulting Services (ICS), “el presidente de la República, Hugo Chávez, cuenta con 62,9% del respaldo de los venezolanos, de cara a los comicios presidenciales del 7 de octubre, en tanto que el abanderado de la derecha, Henrique Capriles Radonski, registra 25,6% de apoyo, lo que evidencia una diferencia de 37,3% a favor del mandatario nacional.”
Sin embargo, también hay razones para preocuparnos
A pesar de todos estos datos estadísticos, sería un terrible crimen caer en triunfalismos y difundir la idea entre las masas trabajadoras de que simplemente ya ganamos las elecciones de antemano, eso podría aplacar y debilitar la movilización de las masas de cara a las elecciones del día 07 de Octubre.
Además, como marxistas debemos plantear con firmeza que no todo es alegría y celebración, también hay serias razones para preocuparse.
Para ningún militante de base honesto, es un secreto el hecho de que existe un fuerte descontento entre capas cada vez más amplias de las masas revolucionarias hacia la burocracia dirigente del partido, burocracia que también dirige en casi su totalidad a las instituciones del estado burgués, y que además ha sido completamente absorbida por la dinámica de las relaciones de poder características del propio estado, donde dichos dirigentes han terminado por convertirse en burócratas que han olvidado los problemas materiales reales de la clase trabajadora y el pueblo, y ahora sólo se ocupan de su propio bienestar, de sus privilegios y de su propio confort.
Cada vez es mayor la cantidad de militantes revolucionarios que en las calles dicen “Yo voto por mi presidente, pero no voto por el gobernador ni por el alcalde”.Esto refleja un descontento creciente hacia los sectores burocráticos y reformistas de la dirigencia del PSUV, descontento que ha tenido sus repercusiones claras en las derrotas obtenidas en las elecciones regionales de 2008 en estados como Miranda y Táchira, pero que también influyó de manera importante en los resultados no tan positivos de las elecciones parlamentarias de 2010, donde perdimos la mayoría calificada.
Sin embargo, esta no es la única razón del descontento existente entre capas cada vez más amplias de militantes revolucionarios. La razón de fondo que ha generado una desmovilización y apatía entre sectores de las masas bolivarianas, radica en que los males sociales que son consecuencia del sistema capitalista no han sido totalmente erradicados todavía, y ello como consecuencia de que en la Revolución Bolivariana, todavía no hemos dado el golpe definitivo para acabar con el sistema capitalista.
A pesar de que la Revolución se acerca a sus 13 años de existencia, todavía unas pocas familias en Venezuela son dueñas absolutas de las principales fuentes de riqueza del país. Todavía, los principales bancos, las principales industrias y las mejores y más grandes extensiones de tierra siguen en manos de unos pocos, lo que les permite enriquecerse por medio de la explotación de las masas trabajadoras del país. Mientras las palancas fundamentales de la economía no estén totalmente en manos del pueblo, no podremos resolver los problemas fundamentales y más acuciantes de nuestra sociedad. He allí la cuestión fundamental del problema.
Ahora bien, esta situación sin resolver no puede sostenerse eternamente. Si no resolvemos de manera definitiva los problemas más acuciantes del pueblo, a la larga esto generará apatía y desmovilización entre los sectores más oprimidos y pauperizados de las masas trabajadoras, con las graves consecuencias que ello significa para la revolución en el ámbito electoral.
La Revolución Sandinista nos muestra uno de los ejemplos más trágicos en la historia de las revoluciones latinoamericanas a éste respecto. Recordemos las elecciones presidenciales del 25 de Febrero de 1990, donde la revolución fue derrotada en las urnas (la candidata de la burguesía Violeta Chamorro, obtuvo el 54% de los votos contra 40% de los votos obtenidos por Daniel Ortega, candidato del FSLN), después de 10 años de un proceso revolucionario que tampoco fue llevado hasta al final, lo que acarreó que las masas continuaran sufriendo las penurias y miserias del sistema capitalista, unidas a los terribles sufrimientos generados por la sangrienta guerra de los Contras, que fue promovida por el imperialismo norteamericano y la burguesía nicaragüense.
Los revolucionarios y revolucionarias venezolanas debemos por lo tanto extraer las lecciones necesarias de esta trágica derrota, a fin de que en la Revolución Venezolana no se repita lo ocurrido en Nicaragua.
La campaña electoral y el papel de las luchas reivindicativas. Un aporte desde el marxismo.
Desde un punto de vista científico, es decir, desde un punto de vista marxista, la mejor campaña política posible que puede hacer el PSUV en favor del proceso revolucionario, consiste en la participación activa del partido en las luchas del movimiento obrero y popular, con el fin de conducir a la victoria a cada una de esas luchas.
La comprensión de la relación existente entre la lucha por las reivindicaciones materiales del pueblo, y la lucha política por abolir el capitalismo y construir el socialismo, es de vital importancia para que un partido político revolucionario pueda desarrollar una intervención correcta y exitosa en la lucha de clases.
Como hemos explicado más arriba, para el pueblo la Revolución Bolivariana significa la dignificación material de sus vidas, su emancipación del yugo que han constituido a lo largo del siglo XX la pobreza y la miseria causadas por el capitalismo. Si la Revolución no contribuye a elevar las condiciones materiales de vida del pueblo, de manera significativa y sobre todo, definitiva, ésta no tendrá futuro alguno en el mediano y corto plazo. Sin embargo, el problema central de ésta cuestión radica en que precisamente bajo el capitalismo, no es posible resolver de manera definitiva los problemas más acuciantes de las masas trabajadoras, como lo son la carencia de vivienda, el acceso a la salud, la delincuencia y el empleo, entre otros.
Sólo la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción y el establecimiento de una economía planificada bajo control de la clase trabajadora, que permita satisfacer por igual todas las necesidades de nuestra sociedad por una parte, y, la abolición del estado burgués y la construcción de un estado socialista sobre la base de las comunas y los consejos de trabajadores y trabajadoras por otra, nos permitirá acabar con la miseria social generada por el sistema capitalista y asimismo, nos permitirá de manera definitiva dar al pueblo la mayor suma de felicidad posible, garantizando además la irreversibilidad de la Revolución Bolivariana.
En ése sentido, la mejor campaña que puede hacer el PSUV es, por un lado, participar en las luchas concretas más importantes del movimiento obrero y popular que están siendo llevadas adelante en la actualidad. Como hemos dicho, el PSUV debe acompañar estas luchas, debe apoyarlas y debe a su vez trabajar tenazmente para conducirlas a la victoria. Por otro lado, el PSUV debe hacer un diagnóstico serio y real de los problemas sociales que todavía aquejan a nuestro pueblo, y a su vez debe elaborar, mediante un gran debate en su seno donde la militancia de base participe activamente, un programa de acciones revolucionarias concretas, que permitan solucionar estos problemas, aunque sea de manera parcial pero avanzando a la vez en la lucha para abolir el capitalismo y construir el socialismo.
Pensemos por ejemplo en el caso de la cuestión concreta del desempleo: A pesar de que ciertamente el desempleo ha ido descendiendo progresivamente durante los últimos 12 años hasta llegar en la actualidad a su punto más bajo desde el inicio de la Revolución, este descenso se debe en buen medida a la inversión estatal en materia productiva y de obras de infraestructura llevadas a cabo por el gobierno bolivariano, pero también, se debe al fuerte engrosamiento de la nómina de trabajadores y trabajadoras en las instituciones públicas y ministerios durante la Revolución.
Sin embargo, la mayoría de estos empleos en el sector público no son de carácter productivo, sino que por el contrario engrosan las filas de las comúnmente denominadas “burocracias ministeriales”, es decir, una buena parte de ellos son trabajadores de oficina. Por otra parte, es muy importante destacar que el empleo informal en Venezuela todavía se haya en un elevado 41 %, y nada más ha descendido 6 puntos porcentuales si lo comparamos con la cifra en la que se encontraba al momento de llegar el Presidente Chávez al poder en 1999, que era de 47%, entendiendo además que la población ha continuado creciendo durante la última década.
Ahora bien, en el área privada de la economía existe una fuerte problemática, ya que, como consecuencia de las distintas regulaciones que ha aplicado el gobierno bolivariano sobre el sector privado, como por ejemplo regulaciones sobre los precios de productos elaborados y de insumos (lo que significa que se le ha puesto un límite a la ganancia obtenida por la burguesía), la clase capitalista ha respondido con un sabotaje feroz sobre la economía venezolana, cerrando empresas y fábricas, echando a los trabajadores a la calle, o despidiendo trabajadores para mantener los márgenes de ganancia, disminuyendo de manera considerable los niveles de inversión productiva en las empresas, y aplicando una huelga de capital, sacando fuera del país gran parte de sus inversiones y capitales, llevándolas al extranjero. Todo esto ha generado a su vez el cierre de alrededor de 6.000 empresas durante los últimos 12 años, lo cual es reconocido por la propia burguesía, quien permanentemente acusa y culpa de ello a la Revolución y sobre todo al gobierno bolivariano.
Muchas de estas fábricas abandonadas y cerradas pueden observarse en distintas zonas industriales a lo largo y ancho del país. En el interior de una buena parte de ellas todavía se encuentran las maquinarias industriales con las cuales se elaboraban los productos que allí se fabricaban antes de ser cerradas. Si se ocuparan estas fábricas y se les hiciera el debido mantenimiento técnico a dichas máquinas, podrían ponerse en funcionamiento nuevamente en corto tiempo, generando miles de nuevos empleos en todo el país, y ayudando de manera significativa a levantar el aparato productivo nacional, golpeado de manera considerable por el sabotaje económico impulsado por la burguesía venezolana para atacar a la revolución.
El impacto político y económico de una acción como ésta se pierde de vista. En primer lugar, en lo económico se daría un duro golpe a la burguesía, ya que se fortalecería el porcentaje de la propiedad estatal en el país, en comparación con el porcentaje de propiedad industrial privada nacional, asimismo, como hemos dicho se abrirían miles de puestos de empleo, y esto en segundo lugar tendría un impacto político enorme, ya que contingentes importantes de sectores desempleados y de trabajadores informales, se verían atraídos hacia esta medida, lo que a su vez estimularía a muchos de estos compañeros a sumarse a esta lucha, reforzando por lo tanto el apoyo popular hacia la Revolución entre sectores descontentos, despolitizados o que han caído en la apatía.