La opinión pública de Gran Bretaña y de todo el mundo quedó horrorizada por el asesinato de un soldado en las calles de Woolwich en el sur de Londres. Las imágenes terribles de un hombre joven con las manos ensangrentadas, blandiendo un cuchillo de cocina y arengando a los transeúntes sacudieron a toda la nación hasta sus cimientos.
El soldado Lee Rigby fue golpeado primero por un coche y luego arrastrado hasta el medio de la calle y asesinado a machetazos con un cuchillo de carnicero. Más que un asesinato, fue como un acto de carnicería. Un testigo dijo: «lo cortaron como un pedazo de carne». Esto ocurrió a plena luz del día, en presencia de gente común durante sus quehaceres diarios.
Los asaltantes, Michael Adebolajo, de 28 años, y Michael Adebowale, de 22, fueron heridos por disparos de la policía en Woolwich el miércoles después de la matanza. Lo más sorprendente fue, que los atacantes no hicieron ningún intento de huir de la escena del crimen. Tuvieron tiempo de sobra para hacerlo, ya que la respuesta de la policía fue lastimosamente lenta. Podrían haber escapado fácilmente, incluso en el transporte público, pero no hicieron ningún intento de hacerlo. Por el contrario, se quedaron rondando, arengando a los transeúntes, a los que incluso pidieron que los filmaran. Nadie más fue atacado.
Esto es como la vieja idea de «propaganda por los hechos». Estaban haciendo una declaración aunque asquerosamente sangrienta. Probablemente, esperaban ser muertos a tiros por la policía, convirtiéndose en mártires de la Jihad. Pero incluso este patético plan fracasó. Cuando los tiradores de la policía finalmente aparecieron, los dos aspirantes a mártires realizaron una carga suicida y fueron efectivamente abatidos.. Pero sobrevivieron y vivirán lo suficiente para contarlo.
El soldado asesinado, Lee Rigby, tenía 25 años, hijo de una familia obrera de Manchester con un hijo de dos años de edad. Debía ver a su familia en situación de excedencia aquel fin de semana. En cambio, su angustiada esposa, padres e hijo fueron exhibidos en la televisión, donde sus expresiones de pesar aumentaron aún más en el público el sentido de la repulsión.
Los dos hombres baleados por la policía en Woolwich permanecen bajo fuerte custodia en el hospital. Scotland Yard dijo que también habían detenido a un hombre y una mujer, ambos de 29 años por conspiración para asesinar. Pero estos ya han sido puestos en libertad bajo fianza. Este detalle indica que podría no haber habido ninguna evidencia firme en contra de ellos, lo que confirma la impresión de que Adebolajo y Adebowale habían actuado solos.
¿Fue un ataque de Al Qaeda?
Tan pronto como las noticias de esta atrocidad se hicieron públicas, los medios comenzaron a especular sobre la participación de Al Qaeda, aunque también expresaron su preocupación por un «terrorismo de cosecha propia». Llamó la atención sobre el hecho de que uno de los asesinos hablaba claramente con un acento del sur de Londres. Posteriormente se supo que los dos hombres eran británicos, pero de extracción nigeriana. Esta noticia ha causado sensación en Nigeria, donde muchas personas se esforzaron para desvincular a su país de este acto.
El uso de la frase de Al Qaeda en relación con todos y cada uno de los actos terroristas dan la impresión de una conspiración islámica mundial muy bien organizada, algo que deja a la antigua conspiración judeo-masónico-comunista bastante en la sombra.
Tras el final de la guerra fría el imperialismo necesitaba encontrar una nueva «amenaza externa» para su propaganda y los fundamentalistas islámicos encajaron en ese perfil bastante bien. En realidad, aunque, Al Qaeda no existe como un centro coordinado internacional, es retratado así en los medios de comunicación. Se trata de una frase general que pretende explicar toda una serie de brotes explosivos en diferentes partes del mundo que son un reflejo convulsivo de las profundas contradicciones sociales. Es una explicación que no explica nada.
De hecho, existe una creciente insurgencia yihadista en el norte de Nigeria, donde el ejército está enfrascado en una guerra a muerte con el movimiento islámico Boko Haram. Esta sangrienta guerra es un reflejo de los problemas económicos, sociales y políticos profundamente arraigados en Nigeria. No necesita ser explicado por ninguna conspiración externa y extranjera. En cualquier caso, nadie ha tratado de establecer ninguna relación entre los autores de la atrocidad de Woolwich y Nigeria, que no sea un accidente de origen. Pero la imagen de un hombre negro agitando un cuchillo con las manos ensangrentadas en las calles de Londres es un espectáculo de lo más bienvenido para los racistas que quieren difundir el odio contra todos los ciudadanos no blancos del Reino Unido.
Si había algún tipo de vínculo con los yihadistas, no fue con Nigeria, pero sí con Somalia. Se ha comprobado que ambos ya eran conocidos por los servicios de seguridad. Parece que Michael Adebolajo fue arrestado en Kenia por tratar de cruzar la frontera con Somalia para unirse a los rebeldes yihadistas de Al-Shabaab. Afirmó haber sido torturado por la policía keniana antes de que lo entregaran a los agentes de inteligencia británicos. El Ministerio de Asuntos Exteriores ha confirmado que Michael Adebolajo fue arrestado en Kenia en 2010.
Según un amigo de Michael Adebolajo, los servicios británicos de seguridad MI5 habían intentado reclutarlo. Abu Nusaibah dijo al noticiero de la BBC que Adebolajo le había informado hace seis meses que el servicio de seguridad había estado «llamando a su puerta». Dijo que Adebolajo le había dicho que había rechazado una oferta para trabajar para ellos. Nusaibah dijo que su amigo estaba «básicamente siendo acosado por el MI5». En la entrevista, dijo: «Su frase fue: ‘Me están molestando – no me dejan en paz.’
«Mencionó que inicialmente querían preguntarle si conocía a ciertas personas. Pero después de que él dijo que él no sabía sobre estos individuos, lo que dijo fue que le preguntaron si estaría interesado en trabajar para ellos. Fue explícito en que rechazó trabajar para ellos pero no me confirmó que conociera a esas personas». Es interesante que, poco después del programa de TV, Abu Nusaibah fue arrestado. ¿La razón de que el MI5 no se movió contra Adebolajo es porque estaban tratando de reclutarlo? Si es así, la maniobra fracasó mal.
La cruda naturaleza del ataque y el carácter primitivo de las armas utilizadas (cuchillos de cocina, cuchillas de carnicero) no apuntan al tipo de operación sofisticada para el que se adiestran equipos jihadistas profesionales que poseen las habilidades necesarias. Más bien parecería indicar un asalto improvisado puesto en escena por jóvenes fanáticos desesperados, motivados por un profundo sentido de enajenación social y entusiasmados por la demagogia yihadista en Internet.
¿Qué hay detrás del asesinato?
¿Cuál fue la intención de los que perpetraron este acto de barbarie? ¿Fue para despertar la simpatía de la opinión pública británica por los sufrimientos del pueblo de Irak y Afganistán, para quien este tipo de asesinatos y el caos no son nada inusual sino más bien su pan de cada día? Este punto fue explicitado por uno de los asesinos en un clip filmado por un transeúnte. Si esa era la intención, se ha errado gravemente.
Una de las principales razones de la radicalización de los jóvenes musulmanes, sin duda, ha sido las intervenciones imperialistas brutales en lugares como Irak y Afganistán, que ha provocado la muerte de miles de inocentes, hombres, mujeres y niños durante la última década. Este parece haber sido el mensaje que estos hombres querían transmitir al pueblo de Gran Bretaña. Pero en ese caso, han logrado precisamente el resultado contrario al deseado.
El efecto de la atrocidad de Woolwich ha sido provocar una ola de apoyo al ejército británico y sus muchachos que están en Afganistán, que son vistos como combatientes contra las fuerzas bárbaras que están decididos a matar a todos. Lejos de introducir una cuña entre el público británico y las fuerzas armadas, ha tenido el efecto contrario.
Tal vez fue para ganar el apoyo de los yihadistas entre la población musulmana, para mostrar que el Islam es capaz de «luchar contra los «Cruzados». Pero el efecto de esta atrocidad ha sido provocar una oleada de repulsión y miedo entre los musulmanes que no están a favor de los ataques terroristas y menos aún a favor de la carnicería. Incluso más que antes los musulmanes ahora deben vivir con el temor de ser vistos como sospechosos por parte de sus vecinos no musulmanes, y que sus hogares y mezquitas sean atacados por matones racistas, al ser considerados como «el enemigo interno».
Sólo se beneficia la reacción
Las personas que pueden beneficiarse más de este tipo de acciones son los racistas y los matones fascistas de la llamada Liga de Defensa Inglesa. Ya han intentado organizar algunas manifestaciones provocadoras y manifestaciones dirigidas contra el «extremismo islámico», pero en realidad dirigidas contra todos los musulmanes e inmigrantes en general. Se ha producido un fuerte aumento de los ataques verbales y físicos contra los musulmanes en todo el país desde el asesinato de Lee Rigby.
Cuestión de Fe, una organización que trabaja para reducir el extremismo, dijo que había sido informada de cerca de 150 incidentes en los últimos días, en comparación con los entre cuatro y ocho casos que ocurrían antes del miércoles. Fiyaz Mughal, el director de Cuestión de Fe, dijo que estaban ocurriendo incidentes en las calles y en internet. «Lo que realmente preocupa es la diseminación de estos incidentes. Vienen de todo el país», dijo a la BBC. «En segundo lugar, algunos de ellos son bastante agresivos, muy centrados, ataques muy agresivos y en tercer lugar, también parece que la actividad en internet es importante … lo que sugiere la coordinación de incidentes y ataques contra instituciones o lugares donde los musulmanes se congregan».
El asesinato de Woolwich también está siendo utilizado para agitar a la opinión pública británica para apoyar la introducción de leyes más duras contra la «incitación al terrorismo». Una encuesta publicada en el diario The Mail on Sunday encontró que el 64% cree que «aún queda mucho por hacer para evitar que las personas vulnerables se radicalicen». Sesenta y tres por ciento ahora creen que la pena de muerte debe ser reintroducida nuevamente para los terroristas. No sólo se reducirán los derechos de los terroristas, sino también los de los sindicalistas y miembros del movimiento obrero.
Este fue un regalo de proporciones incalculables a las mismas personas e instituciones contra los que los terroristas dicen estar luchando. Sirve para fortalecer al imperialismo y al Estado, proporcionando una excusa muy conveniente para la introducción de una nueva legislación represiva, que en el futuro pueda ser utilizada en contra de la clase obrera.
Este hecho quedó claro inmediatamente por la prisa indecente con la que los conservadores se apresuraron a proponer la introducción de una legislación anti-democrática. La Secretaria del Interior, Theresa May, ha afirmado que «miles de personas están potencialmente en riesgo de radicalizarse» en el Reino Unido. Ella sostuvo en el programa de Andrew Marr en la BBC que las personas expuestas se encontraban en «diferentes puntos de lo que podría ser un camino hacia el extremismo violento». La Sra. May dijo que un nuevo grupo de trabajo analizará si se necesitan nuevas competencias para combatir la radicalización. Este es un desarrollo muy peligroso para el movimiento obrero.
¿Cómo pudo ocurrir?
Era de esperar que las circunstancias del asesinato de Woolwich producirían una reacción de repulsión y furia. «¡No son más que animales!» Esa sería la reacción más común. Pero a pesar del carácter monstruoso del crimen, tal reacción no se ajusta a los hechos. Después de haber matado a su víctima, los dos hombres no atacaron a ninguna otra persona. Hubiera sido muy fácil matar y herir a un gran número de personas en la calle, pero no hicieron ningún intento de hacerlo. En cambio, intentaron hablar con los testigos conmocionado y convencerlos de la justicia de su causa.
El material que aparece en internet mostró a un hombre, hablando a la cámara y diciendo:
«Debemos luchar contra ellos, como ellos lo hacen contra nosotros. Ojo por ojo, diente por diente». Y agregó: «Pido disculpas a las mujeres hayan tenido que presenciar esto hoy, pero en nuestro país nuestras mujeres tienen que ver lo mismo. Ustedes nunca estarán seguros. Echen a su gobierno, que no se preocupa por ustedes».
No hace falta decir que nadie acepta que un crimen tan horrible pueda estar justificado por argumento alguno. Pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué convierte a un joven común y corriente en un asesino fanático? ¿Por qué miles de jóvenes pueden ser atraídos por ir por este camino? Muchas personas que conocían a la familia han declarado que previamente Michael Adebolajo había sido un joven normal, inteligente, amable y humano, pero que algo le había ocurrido para que cambiara.
¿Qué fue ese algo? Algunos apuntan a su conversión al Islam. Sin embargo, muchos miles de personas que se convierten al Islam no se convierten en terroristas y asesinos. La razón de esta transformación debe buscarse, no en las páginas del Corán, sino en las condiciones sociales de los jóvenes en el Reino Unido hoy en día.
Las noticias de la televisión mostraron a la policía irrumpiendo en un monoblock antiguo de Woolwich. Este tipo de inmuebles se ha convertido en una especie de vertedero para los excluidos de la sociedad capitalista. Hoy en día uno tiene suerte, incluso para obtener ese tipo de alojamiento. Hay una gran escasez de viviendas, sobre todo en Londres, donde las personas no pueden pagar los altos alquileres. La retirada de las ayudas para el alquiler ha obligado a muchas familias pobres a abandonar sus hogares e incluso dejar Londres por completo. Incluso el conservador alcalde de Londres, Boris Johnson ha descrito esto como la «limpieza social, al estilo de Kosovo, de los pobres de Londres.»
A pesar de las condiciones de pobreza, muchas familias pobres se esfuerzan por crear un entorno de vida decente, sobre todo para permitir que sus hijos «sigan adelante», ir a la escuela, para salir del abismo de la privación social. Pero los dados están amañados para que pierdan siempre. Al menos uno de los responsables del asesinato había ido a la universidad. Pero en la actual crisis del capitalismo, incluso un título universitario no es garantía de futuro. La presencia de un número importante y creciente de graduados universitarios desempleados proporcionará una gran reserva para el reclutamiento de grupos terroristas de un tipo u otro, a menos que el movimiento obrero tome las medidas necesarias para ganarlos.
En este ambiente tóxico, sentimientos de resentimiento y enajenación se pueden expresar en todo tipo de comportamiento antisocial: violencia sin sentido, pandillas, drogadicción, y todos los otros males que son constantemente generados por una sociedad injusta e inhumana. Si el movimiento obrero fuera fiel a sus tradiciones, debería organizar a estos jóvenes y proporcionarles una causa por la cual valga la pena luchar: la transformación de la sociedad. Pero los dirigentes del movimiento obrero no tienen nada que ofrecer a la juventud. Por el contrario, parecen no ser diferentes a los políticos burgueses que se sientan frente a ellos en la Cámara de los Comunes.
Buscando una posible solución a sus problemas, una pequeña capa abraza el Islam radical. La demagogia de los yihadistas da una expresión torcida a su sentido de injusticia y al deseo de luchar contra el sistema existente. En lugar de una conciencia de clase, absorben un sentido de «otredad» religioso que a la vez les da una sensación de bienvenida identitaria y la convicción de la necesidad de luchar contra un enemigo común. Llevado al extremo, esto puede dar lugar al tipo de manifestación criminal que fue vista en las calles de Woolwich la semana pasada.
¡Luchar contra el racismo! Luchar contra el capitalismo!
Los liberales y los reformistas reclaman la «solidaridad entre las comunidades», pero este tipo de consignas vacías serán impotentes para combatir el veneno racista de grupos como la Liga de Defensa Inglesa. Mientras nuestra sociedad trasiega por el cáncer del desempleo, la pobreza y la falta de vivienda, no hay manera de que el veneno del racismo pueda ser expurgado.
La única respuesta de la clase dominante es intensificar la represión estatal. May y Cameron están utilizando las secuelas de este asesinato brutal para imponer prohibiciones asfixiantes a la libertad de expresión, supuestamente dirigidas contra los clérigos extremistas. Seamos claros. Esta legislación no se dirige contra el terrorismo o actos de violencia. Puede y será usada contra la libertad de expresión, para evitar que alguien exprese, no sólo puntos de vista islámicos extremos, sino cualquier opinión que sean contrarias al Establishment.
Están considerando prohibir a ciertas personas hablar en las escuelas, colegios, prisiones, mezquitas y otras áreas públicas. También buscan un umbral más bajo para la prohibición de las organizaciones extremistas por completo. Pero el número dos de los Liberales-Demócratas (socios de los Conservadores en el gobierno de Cameron), Simon Hughes, ha señalado que «no hay evidencia alguna de que el proyecto de ley pudiera haber evitado el asesinato de Woolwich.» La clase obrera no puede poner un arma tan peligrosa en manos de la clase dominante. Estos movimientos para restringir la libertad de expresión deben ser resistidos por todos los medios.
Hay una atmósfera de miedo en la comunidad musulmana, que se siente ansiosa y vulnerable. El movimiento obrero debe movilizarse para defender a los musulmanes contra los ataques fascistas y racistas. Discursos piadosos que piden «unidad» no son suficientes. El movimiento obrero debe demostrar en la acción que está dispuesto a defender a una minoría que se ve amenazada por matones racistas. ¡Revivamos el espíritu de lucha de la década de 1930, que culminó en la Batalla de Cable Street! ¡Barramos a la chusma fascista de las calles! Esa será la mejor manera de cortar de raíz a los demagogos yihadistas y ganar a la población musulmana para la causa obrera.
Privación y alienación social se solapan una sobre otra en una espiral descendente sin fin. Muchas de las víctimas son jóvenes negros, asiáticos y personas de Oriente Medio, para quienes los problemas de la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades se ven agravados por el racismo y el acoso policial. Es el capitalismo el que engendra este tipo de barbarie que vimos la semana pasada. Sólo el derrocamiento de este sistema podrido pondrá fin a la pesadilla y creará las condiciones materiales para una sociedad verdaderamente humana basada en la solidaridad y la fraternidad, no en la división y el odio.
Londres, 27 de mayo