La declaración de Obama de que los EE.UU. van a intensificar su apoyo a los rebeldes en Siria representa un cambio en la situación. El anuncio de la Casa Blanca significa que los EE.UU. van a suministrar ayuda militar directa a la oposición siria por primera vez. El portavoz Ben Rhodes no dio detalles sobre la ayuda militar, aparte de decir que sería «diferente en alcance y escala a lo que hemos proporcionado antes.»
¿Qué actitud deben tener lo marxistas y el movimiento obrero ante esto?
La razón de este cambio es la supuesta utilización del régimen de Assad de armas químicas contra su propio pueblo. Los EE.UU. habían advertido previamente que cualquier uso de armas químicas sería cruzar una «línea roja».
El que crea que las acciones del imperialismo EE.UU. están dictadas por consideraciones humanitarias en el destino del pueblo de Siria debería pensarlo de nuevo. La denuncia sobre las armas químicas trae a la mente de inmediato la acusación de las armas de destrucción masiva que sirvieron de excusa para la invasión de Irak por EE.UU. hace diez años. Mintieron entonces y están mintiendo ahora.
La naturaleza cínica de esta afirmación se puede ver por la forma en que ha sido presentada. Rhodes, viceasesor de seguridad nacional de Obama, dijo que la comunidad de inteligencia de EE.UU. creía que el «régimen de Assad ha utilizado armas químicas, incluido el agente nervioso sarín, a pequeña escala contra la oposición varias veces durante el año pasado» (Las cursivas son nuestras).
Dijo que los funcionarios de inteligencia tenían una «alta confianza» en su evaluación, y también estimaban que entre 100 y 150 personas habían muerto a causa de ataques con armas químicas, «sin embargo, los datos sobre bajas probablemente estén incompletos». «Hemos dicho siempre que el uso de armas químicas viola las normas internacionales y cruza las líneas rojas que han existido en la comunidad internacional desde hace décadas.» Dijo Rhodes.
El anuncio de la Casa Blanca se produjo el mismo día en que las Naciones Unidas dijeron que el número de muertos en el conflicto sirio se había elevado a más de 93.000 personas. Todo el mundo sabe que esta cifra esconde una realidad aún más monstruosa. Nadie sabe realmente cuántas personas han perdido la vida en este baño de sangre, pero la cifra real podría ser de hasta 150.000. El informe encontró que al menos 5.000 personas han muerto en Siria cada mes desde julio del año pasado, con 30.000 muertos desde noviembre. Más del 80% de los fallecidos eran hombres, pero la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (OACDH) dice que también ha documentado la muerte de más de 1.700 niños menores de 10.
¿Cómo murieron estas personas? No por las armas químicas, sino por balas, bombas, metralla o simples cuchillos. Miles han sido asesinados, muchos han sido degollados. Hay niños que han sido asesinados en presencia de sus padres. Sin embargo, nada de esto fue considerado como una «línea roja» por las damas y caballeros de Washington.
La cobertura occidental de la guerra siria es hipócrita en extremo. Los medios de comunicación sólo ven las atrocidades cometidas por las fuerzas gubernamentales. No ven que un niño sea empleado por los rebeldes para cortar la cabeza de un soldado sirio, o que Abu Sakkar, comandante de la Brigada independiente Omar al-Faruk, le extrajera el corazón y el hígado a un soldado y se pusiera el corazón en su boca con el exultante grito: «¡Oh, mis héroes de Baba Amr, masacradores de alauitas que les arrancáis sus corazones para comerlos!»
El 27 de mayo los rebeldes masacraron la aldea cristiana de al-Duvair en las afueras de Homs. Esta fue sólo la última de una persecución genocida de métodos variados: en Jalidiya, los cristianos y alauitas fueron encarcelados en un edificio que luego fue dinamitado. Los cristianos son el 10 por ciento de la población, los alauitas 13 por ciento: los rebeldes sunitas se han comprometido a eliminar al 23 por ciento de la población siria. Hasta 400.000 cristianos ya han huido del país. ¿Quién lo menciona? Sus sufrimientos no existen para nuestra «prensa libre».
Cuando a veces se ven obligados a reconocer tales atrocidades, lo hacen sólo para reprenderlos y excusarlos. La semana pasada, el senador John McCain comentó: «Cosas horribles están sucediendo en ambos lados, pero para las fuerzas de Bashar al-Assad es una táctica que utilizan para intimidar y acobardar a la población.» Entonces, ¿cuál es el propósito de las atrocidades cometidas por los yihadistas? ¿Tal vez son simplemente espíritus juveniles elevados? Cuando un niño es fusilado delante de sus padres por un comentario casual sobre el Profeta, ¿fue tal vez una manifestación de fervor religioso? El senador McCain no ve adecuado iluminarnos.
Estos hipócritas asquerosos estaban dispuestos a sentarse con los brazos cruzados, aprovechando estas atrocidades para ganar puntos de propaganda contra un gobierno que no le conviene a sus intereses y que esperaban que cayera sin tener que arriesgar la vida de los soldados estadounidenses.
Habiendo observado impasiblemente la masacre de más de 100.000 hombres, mujeres y niños por medios convencionales, ahora tratan de argumentar con el cinismo más descarado, que la muerte de un centenar (no están seguros de cuántos) con gas sarín (piensan) les da la luz verde para intervenir.
Téngase en cuenta que el uso de gas sarín (en una «pequeña escala») supuestamente tuvo lugar «varias veces durante el año pasado.» Si este fuera el caso, ¿por qué no decidieron intervenir antes? ¿Por qué esperar hasta ahora?
Observamos también que la afirmación de que el régimen ha utilizado gas sarín no ha sido confirmada por las Naciones Unidas, que ha dicho en repetidas ocasiones que no está segura de quién era responsable de ello. Bien podría ser que algunos grupos yihadistas hayan utilizado pequeñas cantidades de gas sarín, suministrado por los saudíes o los qataríes, como medio para provocar una intervención de EE.UU.
El hecho es que los rebeldes tenían un gran interés en proveer a los EE.UU. con la excusa para intervenir, mientras que Assad no tenía ningún interés en absoluto en esto. No es ningún secreto que la oposición siria ha estado presionando y rezando por este resultado durante meses. Ahora han conseguido lo que querían.
La hipocresía del imperialismo en relación con las armas químicas se agrava por el hecho de que en el pasado apoyaron al régimen iraquí cuando los usó contra su propia población. El pequeño detalle es que, en ese momento, Saddam Hussein era su fiel aliado.
Equilibrio de fuerzas
La verdadera razón para el cambio en la política de EE.UU. es que el equilibrio militar de fuerzas ha cambiado a favor de las fuerzas del régimen de Assad. El giro decisivo fue la toma de la ciudad estratégicamente importante de Qusayr, cerca de la frontera con el Líbano. Los medios de comunicación occidentales han hecho un gran escándalo por la presencia de combatientes «extranjeros» en Siria (principalmente Hezbollah), pero se han mantenido en silencio sobre la presencia de mercenarios extranjeros y de grupos yihadistas aliados de Al Qaeda, los 10.000 hombres de Jabhat al-Nusra, Ahrar al-Sham y de otros yihadistas financiados por los aliados de EE.UU. Qatar y Arabia Saudita. Tampoco mencionan la política intervencionista del dictador de Turquía, Recep Tayyip Erdogan (de un país miembro de la OTAN).
Es cierto que el gobierno de Assad ha girado hacia Moscú y Teherán en busca de ayuda. Combatientes de Hezbollah también han participado en la contraofensiva del gobierno y pueden haber inclinado la balanza a su favor. Ahora Occidente está tratando desesperadamente de ayudar a los rebeldes con el fin de restablecer el equilibrio. Pero incluso si tienen éxito, se necesitarán muchos meses, causando más derramamiento de sangre y destrucción. La pérdida de vidas, sin embargo, es lo que menos les interesa a nuestros líderes «democráticos».
La intención de los líderes británicos y franceses era convencer al presidente Bashar al-Assad de que no podía conseguir una victoria militar decisiva contra sus oponentes y obligarlo a sentarse a negociar. Pero ahora que el tablero militar se ha invertido, Assad no está inclinado en absoluto a negociar nada. Él desea aplastar a los rebeldes y no compartir el poder con ellos.
Durante meses, la guerra civil en Siria estuvo en punto muerto, siendo incapaces el gobierno y las fuerzas rebeldes de dar golpes decisivos para obtener una victoria. Mientras que ninguno de los dos podía ganar la mano, los imperialistas tenían margen para maniobrar con Rusia para llevar a cabo algún tipo de solución diplomática, posiblemente un gobierno de coalición que incluyera elementos del antiguo régimen junto con políticos burgueses lacayos imperialistas e islamistas «moderados».
Los gobernantes de Rusia son igualmente cínicos en su actitud hacia Siria. Durante décadas ésta ha sido su principal aliada en el Medio Oriente. Por lo tanto, tienen un gran interés en apoyarla. Pero al igual que los estadounidenses, pensaban que Assad podría ser derrocado. Por ello, decidieron cubrir sus apuestas, y entrar en contacto con la oposición.
La BBC señaló: «Gran Bretaña y Francia han argumentado, que no se puede permitir que el campo de batalla se incline claramente a favor del régimen, como está sucediendo actualmente». La palabra clave aquí es «claramente». El estancamiento militar se adecuaba a los imperialistas muy bien. Ellos desean el derrocamiento del gobierno anti-occidental de Assad, pero temían el surgimiento de las fuerzas jihadistas y salafistas que convertirían a Siria en un nuevo Afganistán.
Está claro que los hombres del Kremlin habrían estado bastante dispuestos a deshacerse de Assad y llegar a un acuerdo con la oposición y el imperialismo con el fin de salvaguardar sus intereses en Siria. Para este fin, estaban dispuestos a participar en una conferencia internacional en Ginebra. Pero la situación ha cambiado, sobre todo con la caída de Qusayr, que alteró el equilibrio de fuerzas en el campo de batalla y dio un nuevo impulso a Assad.
¿Un acuerdo negociado?
Como de costumbre, las supuestas Naciones Unidas han sido impotentes para solucionar nada. Ban Ki Moon hace súplicas llorosas por la paz, mientras que el conflicto armado continúa haciendo estragos y se hace más intenso cada día. Él le pide a las potencias extranjeras que no envíen armas a los beligerantes, y la CIA intensificará la entrega de equipos militares y entrenará a los soldados rebeldes sobre cómo usarlas. Se habla de la creación de bases de entrenamiento en Jordania. Pero es muy dudoso que estas medidas vayan a alterar el equilibrio en el campo de batalla.
Se dice que, hasta ahora, los EE.UU. han limitado su ayuda a las fuerzas rebeldes, proporcionando raciones y suministros médicos. Sin embargo, algunas fuentes dicen que la CIA ha estado apoyando activamente a los rebeldes, incluyendo a los grupos vinculados a Al Qaeda. El presidente Putin señaló recientemente que era paradójico que los gobiernos occidentales estuvieran armando a los mismos grupos terroristas en Siria que estaban luchando en Afganistán y Malí.
Los EE.UU., Gran Bretaña y Francia, sin duda, irán a la ONU y tratarán de argumentar que Siria ha «violado la ley internacional» sobre el uso de armas químicas. Sin embargo, Rusia ya ha dicho que las reclamaciones norteamericanas por la utilización de armas químicas por el gobierno de Assad fueron fabricadas, lo que sin duda es verdad. Comparándolo a cuando los EE.UU. equivocadamente afirmaron que Saddam Hussein mantenía armas químicas en Irak, Alexei Pushkov, jefe de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja del Parlamento ruso, twitteó: «Obama está tomando el mismo camino que George Bush». Por lo tanto, las posibilidades de conseguir una resolución aprobada en el Consejo de Seguridad de la ONU son nulas.
Los éxitos militares del ejército sirio han hundido cualquier posibilidad de una conferencia de paz, que en todo caso era una posibilidad remota. The Washington Post (12 de mayo) escribe:
«Si las cosas siguen como están, el gobierno [sirio] será sin duda el partido que tiene la gran ventaja» en las conversaciones, dijo Charles Lister del Instituto de Altos Estudios de Terrorismo y Centro de Insurgencia de Jane. «Si pulsamos pausa en donde estamos hoy, está claro que la insurgencia no plantea una amenaza existencial para el régimen.»
Este hecho explica la reticencia de la oposición, incluso a asistir a las conversaciones. Occidente ha reaccionado al revés militar enviando más armas a los rebeldes, y, sin duda, Rusia va a reaccionar a esto con la intensificación del suministro de armas sofisticadas a Assad. La conferencia de Ginebra -nunca fue una posibilidad muy segura de todos modos- está muerta antes de empezar. Las Naciones Unidas son una irrelevancia. La diplomacia ha sido dejada de lado por los acontecimientos en el campo de batalla. Ahora la guerra lo decidirá todo.
Lo que quiere Obama
La decisión de EE.UU. marca una escalada significativa en la guerra de poder que ha estado cobrando impulso en Siria. La razón por la que Washington no ha tomado medidas serias antes para armar a los rebeldes no es ningún secreto. Temen que cualquier suministro de armas que envíen a la oposición termine en manos de Al Qaeda, que está detrás de las fuerzas yihadistas en Siria. Incluso ahora, éste es un factor que limita las opciones de los estadounidenses en Siria.
El Wall Street Journal (16 de abril) escribe:
«Altos funcionarios del gobierno de Obama han tomado a algunos legisladores y aliados por sorpresa en las últimas semanas con un enfoque modificado hacia Siria: No quieren una victoria militar rebelde absoluta en este momento porque creen, en palabras de un alto funcionario, que puede que los ‘chicos buenos’ no lleguen a la cima.
«Los funcionarios del gobierno temen que con los islamistas vinculados a Al Qaeda dominando cada vez más la oposición al presidente sirio, Bashar al-Assad, una victoria rebelde demasiado rápida podría socavar las esperanzas de encontrar una solución diplomática, según funcionarios y ex funcionarios.»
Obama quiere fortalecer la posición de los elementos «moderados» de la oposición, representada por el Consejo Militar Supremo (CMS) y la Coalición de la Oposición Siria. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. Todo el mundo sabe que las fuerzas de combate más eficaces del lado rebelde son, precisamente, Al-Nusra y otros grupos yihadistas. El CMS ha sido completamente dejado de lado por ellos en los últimos meses.
La Casa Blanca espera que el aumento de la ayuda «reforzará la eficacia y la legitimidad de ambos brazos políticos y militares de los rebeldes de Siria», dijo Rhodes, quien agregó que los EE.UU. estaban «cómodos» trabajando con el jefe del CMS, Gen Salim Idris. «Ha sido importante trabajar con ellos, mientras que se intenta aislar a algunos de los elementos más extremistas de la oposición, como al-Nusra», dijo.
A los estadounidenses les gusta apoyar al CMS, pero es una pregunta que queda sin responder si puede tener éxito. Ellos mismos no parecen tener un exceso de confianza sobre esta cuestión. Esto se demuestra por una omisión significativa: la lista de armas que tienen la intención de enviar a la oposición siria.
Rhodes no dio detalles de la ayuda, pero funcionarios de la administración han sido citados por los medios de EE.UU. diciendo que muy probablemente incluirá el envío de armas pequeñas y municiones. El New York Times citó a funcionarios estadounidenses diciendo que Washington podría proporcionar armas antitanque. Pero los rebeldes han pedido tanto armamento antitanque como antiaéreo.
¿Por qué hasta al día de hoy faltan en la lista los misiles antiaéreos? Es evidente que los estadounidenses temen que si tienen que cambiar de táctica y utilizar la fuerza aérea en Siria, sus aviones podrían ser derribados por sus antiguos «amigos», utilizando misiles «made in USA».
Cuando se le preguntó si el Sr. Obama apoyaría una zona de exclusión aérea sobre Siria, Rhodes dijo que no haría una «gran diferencia» en los combates terrestres, pero sería costoso. Esto es totalmente cínico. Si la fuerza aérea siria pudiera ser eliminada de la ecuación militar claramente haría una diferencia decisiva en la guerra terrestre.
La razón por la que Washington no propone una zona de exclusión aérea en Siria, no es que no haga una diferencia, sino que no se atreven a hacerlo. Washington tendría que hacerla cumplir, y el ejército sirio y su fuerza aérea están equipados con un sofisticado armamento de Rusia. Sería realmente una empresa «costosa», ¡y muy arriesgada!
Este último paso ya es lo suficientemente arriesgado. La experiencia de Vietnam es una advertencia de lo fácil que es dejarse atrapar por una aventura en el exterior. No hay garantía de que el suministro de más armas a los rebeldes sea suficiente. Rhodes ya ha dicho que «nuevas medidas» se tomarán «según nuestro cronograma.»
¿Esto significa que los estadounidenses están contemplando una intervención militar directa en Siria? Una parte del Establishment de EE.UU. está a favor de la intensificación de sus acciones. Los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham, que han sido particularmente estridentes en sus llamamientos de ayuda militar, dijeron que los hallazgos recientes deben cambiar la política de EE.UU. en Siria.
«La decisión de prestar asistencia letal, sobre todo municiones y armas pesadas, a las fuerzas de la oposición en Siria se ha retrasado demasiado tiempo, y esperamos que el presidente tomará esta medida de urgencia», dijeron en un comunicado conjunto. Sin embargo, esto parece insuficiente para ellos. Ellos dejan claro que sólo ven esto como un primer paso:
«Pero el suministro de armas por sí solo no es suficiente. El presidente debe reunir una coalición internacional para tomar acciones militares para degradar la capacidad de Assad de utilizar su poder aéreo y sus misiles balísticos, y para mover y reabastecer sus fuerzas en todo el campo de batalla por el aire».
McCain y otros han estado presionando por una mayor participación militar de EE.UU. durante al menos 12 meses. Sin embargo, es bien sabido que los republicanos, que representan el ala más reaccionaria y agresiva del imperialismo de EE.UU., son de dudosa estabilidad mental. Obama representa una visión menos desequlibrada de la clase dominante de EE.UU. El estado de ánimo en el Congreso es de endurecimiento, con los halcones republicanos, como siempre, en busca de sangre. Sin embargo, diez años después de la invasión de Irak, el estado de ánimo en la sociedad estadounidense se opone a cualquier nueva aventura militar extranjera.
¿Revolución o contrarrevolución?
El movimiento en Siria comenzó como una revolución popular con apoyo de masas. Si ese movimiento hubiera estado armado con un programa genuinamente revolucionario, podría haber tenido éxito en conquistar a los sectores de la sociedad que apoyaban a Assad por falta de alternativa. Sin embargo, a falta de una dirección clara, el movimiento fue secuestrado por elementos reaccionarios y lo empujó en una dirección sectaria.
Aliados regionales de Estados Unidos, los baluartes de la reacción, Qatar y Arabia Saudita, han estado vertiendo dinero, armas y mercenarios a Siria desde el primer día. Su objetivo no era en absoluto ayudar a los rebeldes que luchaban por el cambio en Siria, sino por el contrario, aplastar a los elementos revolucionarios y transformar lo que comenzó como un levantamiento popular en una guerra civil con connotaciones sectarias.
En la medida en que toda la situación se militarizó, la lucha fue privada de todo contenido revolucionario. Quienes controlaban el dinero y las armas fueron capaces de imponer condiciones. Los salafistas y yihadistas contrarrevolucionarios, generosamente apoyados por el dinero y las armas de sus mecenas multimillonarios de Riad y Doha, tomaron el control. Eso determina la naturaleza de la llamada oposición.
Se puede argumentar que todavía hay elementos revolucionarios en el campo de la oposición que aún no han sido sofocados. Eso puede ser cierto, pero estos elementos no deciden nada. Ellos tratan de resistir el deslizamiento hacia la reacción salafista, pero dado que los reaccionarios controlan el dinero y las armas, sus esfuerzos están condenados de antemano.
El otro elemento en la oposición son los elementos burgueses «moderados» de la Coalición de la Oposición Siria. Pero estos están completamente subordinados a los intereses del imperialismo de EE.UU. Las últimas declaraciones de Obama sólo servirán para profundizar esa dependencia. Como dice el refrán, «el que paga, manda».
Es esencial que la juventud revolucionaria de Siria se esfuerce por mantener una posición de clase independiente y no subordinarse ni a los yihadistas contrarrevolucionarios ni a la burguesía pro-estadounidense reaccionaria. Eso es muy difícil en la situación actual, pero hay que pensar en el mañana, así como en la situación presente. La verdadera cuestión no es si Assad o los rebeldes pueden ganar, sino ¿qué significa ganar?
La victoria de los yihadistas representaría la reacción en su forma más negra y más cruel. Esto significaría la liquidación de todas las conquistas de los últimos 50 años, empujando lo que era un país civilizado con condiciones de vida aceptables, a la barbarie. Significaría un baño de sangre salvaje de limpieza étnica contra los alauitas, cristianos y laicos. El lema «¡alauitas a la tumba, cristianos a Beirut!» nos da una advertencia razonable en cuanto al carácter y a las intenciones de los yihadistas. Su objetivo es provocar una guerra de exterminio Sunnita / Chiíta.
Por otra parte, hay informes de masacres de campesinos por parte de milicias alauitas en zonas rurales sunnitas. Esto indica el comienzo de una política de limpieza sectaria en áreas mixtas del país. Al final, esto llevaría a la desintegración y la destrucción de Siria como país. Sería una pesadilla de reacción a todos los niveles. El caos desatado por esto no se detendría en las fronteras de Siria. La locura sectaria que se ha desatado deliberadamente por los agentes de la reacción, inspirados y dirigidos por los criminales de Arabia Saudita y Qatar, ya se está extendiendo al Líbano, que está al borde de una nueva y sangrienta guerra civil. Los fuegos del sectarismo están ardiendo en Irak y amenazan a toda la región.
Por otra parte, es necesario mirar más allá de las fronteras de Siria. La victoria de la reacción islámica en Siria sería un duro golpe a la revolución árabe en todas partes. Fortalecería la posición de los sectores más reaccionarios en Egipto y Túnez y debilitaría a las fuerzas revolucionarias. Esto puede afectar negativamente al desarrollo de la revolución en Turquía. Alentaría a la camarilla dominante israelí para lanzar un ataque contra Irán. Es algo que debe evitarse a toda costa.
¿Estaría el pueblo de Siria en mejor situación si su país estuviera bajo el control del imperialismo? Para responder a la segunda pregunta no se necesita mirar más allá de Irak, Afganistán o Libia. El pueblo de Siria no puede entregar el destino de su país a los supuestos demócratas de Washington, Londres y París, que están motivados exclusivamente por la codicia y la defensa de sus propios intereses egoístas.
¿Qué hay que hacer?
Lo primero que hay que decir es lo que no se debe hacer. En cada coyuntura decisiva siempre oímos las mismas palabras: «¡Tenemos que hacer algo!» Esto generalmente significa abandonar todos los principios y tomar lo que se supone que es el camino de menor resistencia. Pero eso es siempre un error. El camino fácil siempre resulta ser el más difícil y peligroso.
Recordemos lo que sucedió en Libia. Los imperialistas prepararon a la opinión pública para una intervención contra Gadafi mediante la organización de una protesta en los medios sobre el supuesto peligro de una masacre en Bengazhi. Esa excusa se utilizó para justificar la imposición de una supuesta zona de exclusión aérea y el uso de aviones de la OTAN para bombardear al ejército libio y facilitar la victoria de las fuerzas rebeldes sobre el terreno.
Al igual que en Siria, el movimiento en Libia comenzó como un movimiento revolucionario, tomando su inspiración de las revoluciones de Túnez y Egipto. Pero los dirigentes burgueses de Bengazhi, haciendo un llamamiento a los imperialistas para que intervinieran de inmediato, empujaron el movimiento en una dirección equivocada. La revolución fue descarrilada, con resultados desastrosos. Pedimos al pueblo de Siria que eche un buen vistazo a Libia hoy y diga si es eso lo que desea.
La verdad es que la Revolución Siria ha sufrido una derrota. No es la primera vez que una revolución ha sido derrotada y terminó en reacción. La primera revolución rusa de 1905 terminó en derrota y en una orgía de reacción, matanzas y pogromos. Ese no fue el final de la historia, sin embargo. Doce años más tarde, la Revolución nació de nuevo y esta vez, bajo la dirección del Partido Bolchevique, fue victoriosa.
Entendemos que es muy amargo para un revolucionario sirio aceptar la idea de la derrota. Pero hay que decir la verdad, sea desagradable o no. La búsqueda de atajos, ya sea en la forma de acomodamiento a los yihadistas o a los imperialistas es una receta segura para el desastre. Sólo las personas irremediablemente ingenuas pueden imaginar que la guerra en Siria tiene que ver con una lucha entre democracia y dictadura. Sea cual sea el bando que gane en el presente conflicto, el resultado no será agradable para la clase obrera de Siria.
En condiciones difíciles -y las condiciones en Siria son ahora inexpresivamente difíciles- es necesario reagruparse y prepararse para un cambio en la situación. Ese cambio puede llegar antes de lo que cabría esperar, pero vendrá de fuera de Siria. Tenemos el comienzo de una revolución en Turquía. En Irán, a pesar de todas las medidas represivas del régimen, las masas están despertando una vez más. En Egipto y Túnez, los trabajadores y la juventud revolucionaria han demostrado su voluntad de luchar contra los islamistas reaccionarios de la Hermandad Musulmana y de Ennahda. La maravillosa revolución árabe ha comenzado, pero aún no está terminada.
Todas nuestras esperanzas se basan en esta perspectiva, en la que ponemos absoluta confianza.
El imperialismo de EE.UU. es la fuerza más contrarrevolucionaria del planeta. Nada bueno puede venir de su constante intromisión en las vidas de otras naciones. Gran Bretaña y Francia son potencias imperialistas menores. Sus gobernantes tienen la esperanza de desviar la atención de la gente de la grave crisis que está minando su nivel de vida, mediante la creación de un estado de ánimo belicoso. Pero los pueblos de los EE.UU., Gran Bretaña y Francia no quieren la guerra. Ellos recuerdan cómo fueron engañados por la propaganda mentirosa antes de la invasión de Irak y no se dejarán engañar fácilmente por segunda vez.
Los marxistas de Europa y Estados Unidos deben cumplir con su deber revolucionario. Hay que oponerse por todos los medios a nuestra disposición a los planes de una nueva intervención imperialista en el Medio Oriente. Nuestro deber es claro: debemos luchar contra nuestra propia burguesía. Nuestra tarea inmediata es denunciar, exponer y desenmascarar la propaganda mentirosa que busca preparar a la opinión pública para nuevas guerras y carnicerías.
- ¡No a la injerencia imperialista en Siria!
- ¡Abajo el imperialismo!
- ¡Viva la revolución árabe!
Londres, 14 de junio de 2013