«(…) una situación revolucionaria, por su propia naturaleza, no puede durar por mucho tiempo.»
Alan Woods. Bolchevismo, el camino a la revolución.
El presente artículo está consagrado a la cuestión de la tarea fundamental a cumplir por los revolucionarios marxistas en Venezuela, de acuerdo con la actual coyuntura política que afecta a la Revolución Bolivariana. Tarea que permitirá interpretar y, por consiguiente encontrar la solución más eficaz al problema sobre la recomposición de la correlación de fuerzas a favor de los factores reaccionarios nacionales e internacionales enemigos del socialismo.
Los resultados obtenidos en las elecciones del 14A del presente año 2013, en las que, Nicolás Maduro candidato por la Revolución Bolivariana ganó por un estrecho margen es una clara evidencia de la desmovilización de las bases populares que apoyan la Revolución Bolivariana, y al mismo tiempo, dan cuenta de la recomposición de la correlación de fuerzas a favor de la reacción.
¿Cuáles son las causas objetivas y subjetivas de la desmovilización de las bases que apoyan la Revolución Bolivariana? Dentro de las causas objetivas podemos mencionar los problemas estructurales de la economía venezolana -desabastecimiento, insuficiente desarrollo agroalimentario, especulación, endeudamiento interno y externo, corrupción en las esferas del gobierno, inflación desmedida, desempleo, pobreza. Otra causa objetiva, trata de las operaciones psicológicas llevadas a cabo por los medios de comunicación de la derecha. Operaciones que tienen como objetivo inicial, quebrar el movimiento revolucionario y fortalecer el rechazo al socialismo. Y como objetivo final derrocar el gobierno bolivariano. En cuanto a las causas subjetivas, tenemos desesperanza, desencanto –que se expresa en agotamiento de la moral revolucionaria-, malestar social –ante carencia de los alimentos fundamentales, la corrupción, la inseguridad.-
¿Cómo ha intentado solucionar el gobierno estos problemas? Abriendo las puertas a la política de la conciliación. En ese sentido, comenzaron una serie de acercamientos, por parte de dirigencia oficial hacia la burguesía nacional y al Estado imperial, terrorista y depredador que administra Obama. Esta política económica consiste en dar todas las facilidades a la burguesía industrial y agropecuaria para que obtengan más beneficios.
Ante este nuevo escenario político, crítico para el pueblo trabajador y revolucionario venezolano, creemos que debemos asumir otras formas de lucha, y dentro de ellas, la tarea de convertir la teoría revolucionaria marxista en acción política, en práctica política revolucionaria. Huelga decir que la revolución socialista es un proceso histórico, es decir, no se agota ni en unos de sus momentos, ni en unas de sus etapas en un determinado país. La revolución socialista es permanente.
Por consiguiente, la revolución socialista, no sólo debe ser concebida como una resultante natural de fuerzas económicas y sociales, que por el hecho de existir impulsarán la historia en tal o cual sentido, sino también por la combinación de determinaciones estructurales, de oportunidades coyunturales y de decisiones de los sujetos políticos y sociales que actúan, haciendo o dejando de hacer determinadas cosas.
En ese sentido, el pensamiento de Lenin y su práctica como dirigente del Partido Bolchevique es un legado de gran utilidad para aquellos, que casi después de un siglo de la Revolución Rusa, luchamos por la aniquilación del modo de producción capitalista. Su importancia consiste en la capacidad que tenía para analizar los elementos del momento político y su flexibilidad, su pragmatismo, para encontrar la solución más eficaz a cada problema sin perder de vista su objetivo último el socialismo.
¿Qué debemos conocer en la lucha política por el poder? Lenin expresa en su obra “El Estado y la Revolución” que “En vida de los grandes hombres revolucionarios, las clases opresoras (…) atacan sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos (…) rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para consolar ‘consolar’ y engañar, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola”. En este discurso Lenin se refiere al marxismo, y a su creador Carlos Marx. Como vemos es una constante histórica que la teoría marxista y a los revolucionarios estén sometidos a ataques y a persecuciones para disminuir la moral socialista. Por ello, como revolucionarios marxistas, en situaciones críticas, en las que nos parece que no hay salidas, siempre debemos acudir a la teoría para convertirla en acción política.
Debemos entender y estar atentos, por ejemplo, que en torno a este aspecto vital del Estado como resultado de la esencia antagónica e irreconciliable de las contradicciones de clase, radica el punto de partida de las correcciones del marxismo, correcciones que siguen dos direcciones esenciales: la primera, y en palabras de Lenin “(…) los ideólogos burgueses y especialmente los pequeñoburgueses, obligados por la presión de hechos históricos indiscutibles a reconocer que el Estado sólo existe allí donde existen las contradicciones de clase y la lucha de clases “corrigen” a Marx de manera que el Estado resulta ser el órgano de la conciliación de clases”.
En Marx encontramos la respuesta o la forma de refutar esta desviación del marxismo, realizada por la ideología reaccionaria cuando dice que si fuese posible la conciliación política no podría ni surgir ni mantenerse el Estado. Más adelante, Lenin en su obra El Estado y la Revolución, nos dice que para Marx, el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del “orden” que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases. Para los ideólogos pequeñoburgueses y su expresión política los reformistas amortiguar los choques significa “conciliar y no privar las oprimidas de ciertos medios y procedimientos de lucha para el derrocamiento de los opresores”.
Sostenemos que ni el PSUV, ni el Polo Patriótico, ni el gobierno bolivariano, se han planteado la cuestión de la significación y el papel del Estado, tanto en el terreno práctico como en el terreno teórico. El PSUV y el Polo Patriótico no han considerado una acción inmediata y masiva del pueblo chavista contra el Estado Burgués. Es así que en esta visión, los partidos de la revolución y la base revolucionaria, han circunscrito las tareas políticas mayormente a actividades electorales. Por consiguiente, el único camino que transitan, negando los principios del marxismo, es el de la conciliación que tanto daño puede causar al proceso revolucionario en cuanto y tanto el mismo se ha estancado y ha ido desmoralizando y por consiguiente desmovilizando al pueblo chavista.
La segunda corrección del marxismo por la que optan lo ideólogos pequeñoburgueses de acuerdo a Lenin es más sutil. Veamos en que consiste esta otra corrección del marxismo. “Teóricamente”, no se niega ni que el Estado sea el órgano de dominación de clase, ni que las contradicciones de clase sean irreconciliables. Pero olvidan estos correctores del marxismo (como KautsKy), según Lenin, lo siguiente: “si el Estado es un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, si es una fuerza que está por encima de la sociedad y que ‘se divorcia cada vez más de la sociedad’ es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato de Poder estatal que ha sido creado por la clase dominante y en el que toma cuerpo aquel divorcio”.
Esta dirección correctiva del marxismo intenta desconocer que el Estado nació de la necesidad de mantener bajo control los antagonismos de clase. El Estado lo es, por regla general, de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante. La clase burguesa apoyándose en el Estado, también es la clase políticamente dominante, adquiriendo así los medios para la represión y la explotación de los trabajadores y de las trabajadoras.
La tarea fundamental de los revolucionarios es armarse de la teoría marxista. Y dicha arma es el marxismo histórico y el dialéctico. Marx y Engels, plantean que el materialismo histórico es una guía para la acción política de los trabajadores y de las trabajadoras, y a su vez, el partido revolucionario es la expresión orgánica del materialismo histórico aplicado a la lucha de clase; pero cuando las masas se desmovilizan, y el partido se aletarga, entonces, debemos acudir a las ideas marxistas, y en especial al materialismo dialéctico.
Para Iñaki Gil de San Vicente, el materialismo dialéctico es “un instrumento polivalente imprescindible para la emancipación humana”. San Vicente dice, asimismo, que el grado de desarrollo actual del conocimiento delimita cuatro funciones de la dialéctica: arma intelectual revolucionaria; método del pensamiento racional adecuado para conocer y transformar el mundo; concepción atea y materialista más acorde con las inquietudes humanas; y componente insustituible para que la existencia humana sea un arte. En la práctica social estas cuatro funciones actúan simultáneamente.
La dialéctica como arma revolucionaria
La necesidad vital de la autocrítica y de la crítica se confirma una y otra vez en los procesos históricos revolucionarios por el peligro de la permanencia de tradiciones indeseables como el servilismo, la obediencia, la adulación, el respeto irracional a la autoridad, etc.
La crítica es dialéctica en acción. También podemos definir la dialéctica como un arma revolucionaria. Cómo debemos entender esta definición de la dialéctica: tanto como un instrumento práctico como teórico. Nos enseñan las historias de las luchas revolucionarias una constante, la cual es la vuelta a la dialéctica en los momentos de crisis y de derrotas, cuando es imprescindible la autocrítica sincera, radical, objetiva y sin concesiones.
¿Por qué la dialéctica materialista?
Gene Ray*, quien dá respuesta esta pregunta: “Las relaciones capitalistas imponen una división fundamental del trabajo en la actividad y en los procesos productivos, entre aquellos que controlan y dirigen la producción y entre quienes la realizan mediante el trabajo asalariado. Haciendo posible para aquellos que controlan la producción extraer plusvalía de quienes tienen que realizarla, esta división se convierte en una herida que separa la realidad social en dos campos enfrentados. Mediada, institucionalizada y reforzada por el poder estatal y la violencia, se extiende a todos los ámbitos de lo que es hoy una sociedad de clases mundial, saturando la vida cotidiana de alienación. La dialéctica es el modo de pensamiento que extrae y rastrea los efectos de esta división social. No es simplemente una herramienta intelectual de la caja de herramientas que se utiliza cuando a uno le viene en gana. La dialéctica, como método de exposición, se impone como una urgencia necesaria (…)”.
A la luz de lo expuesto, podemos asegurar que empleando la dialéctica como arma de lucha, sencillamente nos empoderaremos para ver las causas principales de nuestra miseria colectiva. Sólo con el arma de la dialéctica resolveremos las contradicciones de la práctica revolucionaria en el ámbito de la lucha de clases. En fin la tarea de asumir como arma de lucha, la interpretación dialéctica e histórica de la sociedad capitalista, nos permite ver que la revolución socialista no es igual a la revolución burguesa, por ejemplo. Veamos esto. En las anteriores revoluciones una minoría sustituía a otra minoría: los feudales a los esclavistas y los burgueses a los feudales. En otras palabras, las revoluciones históricamente se han reducido a la sustitución de una clase por otra. Y todas estas clases han sido minoritarias. Así sucedió en la revolución burguesa, una clase minoritaria sustituyó una clase minoritaria. Pero en la revolución socialista no es la sustitución de una clase mayoritaria por una minoritaria es la transformación de una sociedad clasista a una sin clases sociales. ¿Cómo sucederá está transformación, este cambio? ¿Cómo construiremos esta sociedad sin clases sociales desde el capitalismo?
*Gene Ray es un académico establecido en Berlín, miembro de Radical Culture Research Collective (RCRC). Cita Tomada de “Apuntes sobre Brecht y dialéctica”.