Pionero del movimiento trotskista y fundador de la Corriente Marxista Internacional
Compañeros, camaradas, amigos y lectores: Este año se cumple el centenario del nacimiento de Ted Grant, fallecido en 2006 a los 93 años de edad. El mismo fue fundador de la Corriente Marxista Internacional, que hoy se encuentra construyendo una herramienta política para la liberación de los trabajadores y el pueblo pobre en más de 30 países de todo el mundo.
Queremos en esta fecha tan especial recordar a uno de los pioneros del movimiento trotskista internacional y lo haremos publicando sus escritos e ideas más relevantes que son de suma utilidad y engrosan con calidad el arsenal teórico del Marxismo.
La presente nota es un artículo de Alan Woods, redactado en ocasión del cumpleaños 90 de Ted Grant, que destaca los datos más sobresalientes de su biografía y de su rica historia política.
La misma puede leerse también en el número 7 de la revista América Socialista.
Los invitamos entonces a conocer o profundizar el pensamiento político de Ted en un momento donde la crisis orgánica del capitalismo señala la necesidad urgente de poner las ideas del Socialismo Científico en la primera línea de fuego.
La contribución de Ted Grant al marxismo
Escrito por Alan Woods
Este año Ted Grant celebrará su noventa cumpleaños. Durante toda su vida consciente ha defendido firmemente las ideas del marxismo. Ha mantenido un rumbo firme y nunca, en ningún momento, se ha desviado de esta batalla, ni siquiera ha dudado de la inevitabilidad de la victoria final. Es la personificación del hilo intacto que une a la generación actual con la rica tradición que se remonta a la Oposición de Izquierda de Trotsky. Siempre ha jugado un papel muy activo y de dirección en el movimiento, donde no sólo ha defendido las ideas del marxismo, también las ha desarrollado y enriquecido de una forma profunda y creativa. Sus escritos son un rico tesoro de ideas y arrojan luz sobre las cuestiones candentes de nuestra época.
Cuando era joven, en Sudáfrica, Ted se convirtió en marxista y se unió al Partido Comunista. Eran los años en que la burocracia estalinista estaba consolidando su poder en la URSS. Un grupo de militantes del Partido Comunista Sudafricano se opusieron al estalinismo y giraron hacia al trotskismo (bolchevismo-leninismo). Siguiendo el camino de otro hombre extraordinario, Ralph Lee, Ted se unió a la Oposición Internacional de Izquierdas dirigida por el gran revolucionario ruso León Trotsky. Abandonó Sudáfrica para trabajar en el movimiento revolucionario internacional y llegó a Gran Bretaña en los años treinta donde ha vivido desde entonces.
Durante su vida, Ted ha jugado muchos papeles, como ha descrito en su libro Historia del trotskismo británico. Es la personificación del hilo intacto que une a la generación actual con la rica tradición que se remonta a la Oposición de Izquierda, al Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky y, mucho antes, a Marx y Engels.
Pero Ted Grant no es sólo un símbolo. Siempre ha jugado un papel muy activo y de dirección en el movimiento, donde no sólo ha defendido las ideas del marxismo, también las ha desarrollado y enriquecido de una forma profunda y creativa. Sus escritos son un rico tesoro de ideas y arrojan luz sobre las cuestiones candentes de nuestra época.
Los escritos de Ted abarcan una enorme variedad de materias, desde el fascismo a la revolución colonial, desde la historia de la Internacional Comunista a la revolución española. La variedad de temas refleja su conocimiento casi enciclopédico de los asuntos mundiales y que ha asombrado a muchos de los que hemos tenido ocasión de discutir con él.
Ted siempre se ha considerado un discípulo fiel de Marx, Engels, Lenin y, por supuesto, de ese gran revolucionario y mártir, León Trotsky, a quien habitualmente hacía referencia como «el viejo». Siempre ha insistido en que los compañeros jóvenes deben estudiar cuidadosamente las obras de los grandes maestros del marxismo, antes de hacer un nuevo análisis de los acontecimientos actuales siempre releía las obras básicas. Sobra decir que de ninguna manera es secundario su detallado conocimiento de todos los aspectos del marxismo.
La importancia de la teoría
Esta actitud rigurosa hacia la teoría siempre ha sido una de las características más destacadas de Ted. A veces resultaba frustrante para los compañeros jóvenes presentar sus artículos a la exigente atención de Ted porque éste siempre fue un perfeccionista y no escatimaba ninguna crítica. Pero así es como él nos entrenaba en la lucha por la teoría marxista y a desarrollar una actitud implacable hacia los principios.
Fue esta actitud implacable hacia la teoría lo que permitió a Ted mantener el rumbo en el difícil período de auge capitalista que siguió a la Segunda Guerra Mundial, cuando las fuerzas del verdadero bolchevismo-leninismo quedaron aisladas durante todo un período histórico.
Cuando Trotsky fue asesinado en 1940 por un agente estalinista, las fuerzas débiles de la IV Internacional se quedaron sin dirección. Los dirigentes de la Internacional no estaban probados y demostraron una capacidad desigual ante las tareas que les había deparado la historia. Sucumbieron a las presiones y abandonaron las ideas y métodos del Viejo. Pero Ted y sus compañeros de la dirección del PCR británico se mantuvieron firmes.
Los documentos programáticos del PCR en los años cuarenta, prácticamente todos escritos por Ted, demuestran un conocimiento profundo de la nueva situación mundial surgida después de 1945. Estos documentos han pasado la prueba del tiempo y hoy en día los marxistas los pueden leer.
Sin ninguna sombra de duda, se puede decir que de todos los seguidores de Trotsky, sólo Ted comprendió y siguió realmente el método del Viejo. Eso explica por qué la tarea de preservar las ideas, los métodos y las tradiciones del verdadero marxismo recayó sobre Ted. Si no hubiera hecho nada más, sólo esto habría sido suficiente razón para que la generación actual de marxistas lo recuerde.
Sin embargo, Ted no sólo preservó las ideas y el método, también los aplicó brillantemente a los acontecimientos que se estaban desarrollando en el mundo. Mientras que otros llamados trotskistas pronosticaban una tercera guerra mundial a la vuelta de la esquina o teorizaban con la imposibilidad de una nueva crisis capitalista, Ted estaba analizando y explicando los nuevos acontecimientos. Resulta asombroso, por ejemplo, que Ted no sólo pronosticara la victoria de Mao Zedong, también explicó qué programa llevaría a cabo Mao, antes de que el propio Mao lo planteara.
Cuando Mao todavía estaba escribiendo sobre el largo período del capitalismo en China, Ted explicó que se vería obligado a nacionalizar los medios de producción y crear un estado a la imagen y semejanza de la Rusia de Stalin. Incluso más asombroso fue cuando Ted predijo que la China de Mao inevitablemente entraría en conflicto con la Rusia estalinista. Hizo esta predicción a finales de los años cuarenta en un documento titulado Respuesta a David James, cuando no había la más mínima señal de conflicto entre Moscú y Pekín.
Para que esta predicción se hiciera realidad en el conflicto chino-soviético tuvo que pasar más de una década. ¿Cómo era posible que Ted anticipara este acontecimiento incluso antes de que Mao llegara al poder? Se basó en lo que había escrito Trotsky en 1928 en las discusiones sobre el Borrador del programa de la Internacional Comunista, cuando Stalin y su (entonces) aliado Bujarin, plantearon por primera vez la teoría antileninista del socialismo en un solo país.
Trotsky, con una asombrosa capacidad de previsión, advirtió a los dirigentes del movimiento comunista internacional que si la Comintern aceptaba esta teoría equivocada, sería el principio de un proceso que inevitablemente llevaría a una degeneración nacional-reformista de todos los partidos comunistas del mundo, estuvieran o no en el poder.
En ese momento los dirigentes de los partidos comunistas ignoraron los avisos de Trotsky. Se consideraban internacionalistas revolucionarios y leninistas. Todos defendían la revolución mundial. ¿Cómo podía degenerar la Internacional Comunista en líneas nacionales-reformistas? ¡La idea simplemente resultaba ridícula!
Un error en la teoría tarde o temprano se manifestará en la práctica en un desastre. Lenin y Trotsky siempre comprendieron eso y Ted siempre ha repetido incansablemente la misma idea. Aquellos dirigentes orgullosos de los partidos comunistas que desdeñaron el buen consejo de Trotsky en 1928, pronto descubrieron que él tenía razón. Con Stalin los partidos comunistas quedaron subordinados a Moscú y tuvieron que poner en práctica la política que interesaba a su política exterior, es decir, la que interesaba a la burocracia soviética.
La degeneración nacional-reformista
Después de seguir cada uno de los giros y los cambios dictados por la burocracia moscovita, la Internacional Comunista fue disuelta por Stalin en 1943, sin convocar un congreso. La historia de la Comintern fue trazada y analizada por Ted en Ascenso y caída de la Internacional Comunista.
Después de la muerte de Stalin, los partidos comunistas de Europa occidental, gradualmente, se separaron de Moscú y cada vez se hicieron más independientes. Pero esto no significó un regreso a la antigua posición del internacionalismo leninista. Cuanto más independientes eran los partidos comunistas de Moscú, más dependientes eran de las presiones de su «propia» burguesía nacional y del reformismo. Con la máscara del eurocomunismo llegaron a una posición que prácticamente era indistinguible del reformismo socialdemócrata. En su totalidad adoptaron la posición del reformismo nacional.
Una situación peor es la que existía en aquellos países donde los estalinistas habían llegado al poder. Cada una de las burocracias nacionales, empezando por la yugoslava, afirmaron su derecho a seguir su propio «camino al socialismo». Realmente, cada una de las burocracias estaba defendiendo sus propios y estrechos intereses nacionales frente a los intereses de la burocracia de Moscú.
Un caso extremo fue el conflicto de intereses entre Moscú y Pekín. Este enfrentamiento no tenía nada que ver con diferencias políticas de principios, como imaginaban algunas personas. Simplemente estaba dictado por el conflicto de intereses de las burocracias rivales de Rusia y China. El enfrentamiento no servía a los intereses de la clase obrera de sus respectivos estados.
Sin duda, Lenin habría defendido la formación de una federación socialista de la URSS y China, uniendo el inmenso potencial productivo de ambos países. Este paso sí habría servido a los intereses de los pueblos de la Unión Soviética y China. En su lugar, tuvimos el espectáculo repulsivo de los compañeros chinos y soviéticos «discutiendo» sus diferencias en el lenguaje fraternal de los cohetes y la artillería. Fue un crimen contra el internacionalismo proletario y fue el resultado directo de la teoría estalinista del socialismo en un solo país.
La teoría marxista del estado
Quizás la contribución más importante de Ted a la teoría marxista ha sido en la cuestión del estado y sus escritos sobre el estalinismo en Rusia, Europa del Este y China después de la Segunda Guerra Mundial. En su extraordinario libro La teoría marxista del Estado (Respuesta a Cliff), rebate de una forma comprensible la teoría revisionista del «capitalismo de estado» y demostró que era correcto el análisis de Trotsky de la URSS como un estado obrero burocráticamente deformado.
Los acontecimientos posteriores en Europa del Este, China y también las formas peculiares adoptadas por la revolución colonial debido al retraso de la revolución socialista en occidente, todo esto fue explicado por Ted en sus análisis sobre el fenómeno del bonapartismo proletario.
Hoy, cuando la caída del estalinismo en la URSS ha provocado una gran perplejidad en el movimiento obrero internacional, los escritos de Ted sobre esta cuestión mantienen toda su fuerza y validez. En contraste, habría que buscar en vano en todos los periódicos y libros de los antiguos partidos comunistas del mundo un análisis marxista serio. Prefieren ignorar la cuestión o se limitan a generalizaciones vacías que no explican nada.
Deberíamos señalar que Ted Grant en 1972 realmente pronosticó el colapso del régimen estalinista en Rusia y explicó por qué era inevitable este proceso. Hasta 1965 la burocracia rusa todavía era capaz de jugar un papel relativamente progresista en el desarrollo de las fuerzas productivas bajo la economía nacionalizada y planificada de la URSS, aunque con un costo muy elevado en términos de mala gestión burocrática, corrupción, estafas y caos.
Pero el totalitarismo burocrático, en última instancia, es incompatible con la economía nacionalizada y planificada. Finalmente, la burocracia minó y destruyó las conquistas que quedaban de la Revolución de Octubre. En su libro: Rusia, de la revolución a la contrarrevolución, Ted analiza todo el proceso desde 1917 hasta la caída de la Unión Soviética y explica exactamente lo que ocurrió.
Filosofía marxista y ciencia
El conocimiento del marxismo de Ted Grant es tremendamente amplio, desde la economía a la historia, desde la filosofía a la ciencia. Tiene una mente ágil e inquisitiva y ha puesto su atención en todo tipo de cosas que van más allá de la esfera inmediata de la política. Recuerdo que hace cuarenta años dio unas conferencias sobre el materialismo dialéctico y la ciencia, donde desafió las dos teorías del universo rivales de la época: el big bang y la teoría del estado estacionario.
Posteriormente, la última teoría demostró estar equivocada. Fred Hoyle, el científico británico que primero planteó la teoría del estado estacionario, la repudió públicamente. Entonces se aceptó la teoría del big bang como «la única que se mantiene en pie», pero hay muchas dudas y preguntas sin responder. Ted sigue convencido de que esta teoría finalmente será sustituida por otra. Creo que tiene razón.
Durante muchos años Ted siguió los giros y cambios de las relaciones mundiales y dio muchas conferencias sobre la cuestión. Gracias a la rigurosa formación que recibimos de él, la tendencia marxista internacional ha podido encontrar su camino a través del intrincado laberinto de la política mundial y explicar cada nuevo cambio, desde las guerras de los Balcanes a la guerra en Afganistán, y la última aventura criminal del imperialismo estadounidense en Iraq.
Pero la obra de Ted no sólo se ocupa de la política mundial y de la teoría en general. Escribió mucho sobre las tácticas del movimiento de la clase obrera y sobre la construcción de una tendencia revolucionaria. Su comprensión de las cuestiones tácticas nunca fue una cuestión secundaria. Sólo él defendió que en la época actual el marxismo podría convertirse en una fuerza de masas a través del trabajo serio en las organizaciones de masas de la clase obrera.
La idea básica ya la explicaron hace mucho tiempo Lenin y Trotsky, incluso Marx y Engels, pero Ted explicó cómo se podía aplicar concretamente esta idea en el período actual. Esta cuestión permanece como un libro cerrado con siete llaves para lo que Ted llama «cincuenta y siete variedades de sectas» que, por razones que ellos sólo conocen, hablan en nombre del marxismo. Peor para ellos.
El auge de la posguerra y la lucha de clases
El período más difícil de la vida de Ted fue el largo auge capitalista que siguió a la Segunda Guerra Mundial, cuando las pequeñas fuerzas del verdadero marxismo revolucionarios quedaron reducidas a un puñado, aisladas de las masas. La razón de este aislamiento se encuentra principalmente en las condiciones objetivas: el largo auge económico en EEUU, Europa Occidental y Japón.
Existen ciertos paralelismos entre este período y el largo auge del capitalismo antes de la Primera Guerra Mundial. Condiciones similares suelen producir resultados similares. El reformismo se vio reforzado en un período en que el desempleo parecía ser algo del pasado. En el auge general, las recesiones eran tan fugaces y superficiales que apenas eran perceptibles. En estas condiciones los capitalistas pudieron hacer grandes concesiones.
Todos los representantes ideológicos de la burguesía estaban convencidos de que el capitalismo había solucionado sus problemas y que las recesiones eran algo del pasado. Los dirigentes reformistas del Partido Laborista en Gran Bretaña y de la socialdemocracia europea abrazaron el keynesianismo. Los estalinistas siguieron pronto el mismo camino. Y los llamados trotskistas como Ernest Mandel y Tony Cliff se hicieron eco de las mismas ideas.
Ted Grant adoptó una posición firme frente a esta tendencia. En un ensayo breve pero magistral, escrito en 1958:¿Habrá una recesión?, Ted responde a los argumentos de los keynesianos desde el punto de vista de la economía marxista clásica y en él afirma que el ciclo boom-recesión no ha desaparecido. En el artículo señalaba que la financiación keynesiana del déficit era intrínsicamente inflacionaria y que, inevitablemente, alcanzaría sus límites y se convertiría en su contrario.
En ese momento, casi todos rechazaron las ideas de Ted, desde los economistas burgueses pasando por los reformistas de derechas e izquierdas, hasta las sectas revisionistas que ridiculizaron su postura calificándola de «recesionismo primitivo». Los seguidores de Cliff en Gran Bretaña (ahora el SWP) decían que Gran Bretaña y EEUU habían conseguido establecer una «economía de armas permanente» donde el gasto en armamento había conseguido eliminar las recesiones, que la clase obrera se rebelaría contra el capitalismo, no debido a las crisis económicas, sino por la alienación.
La aceptación implícita de los argumentos de la burguesía y el reformismo llevó al cuestionamiento del papel central del proletariado en la lucha de clases. Casi todas las sectas en la práctica abandonaron a la clase obrera y al movimiento obrero en favor de «otras fuerzas» estudiantes, campesinos, lumpemproletariado…. Desecharon al proletariado de los países capitalistas desarrollados porque estaba «aburguesado», «americanizado» y otras cosas por el estilo.
Los acontecimientos revolucionarios de mayo de 1968 en Francia fueron algo completamente inesperado para estas damas y caballeros. Habían desechado a la clase obrera francesa y concentrado toda su atención en los estudiantes. Sólo había cuatro millones de trabajadores afiliados a los sindicatos franceses, pero diez millones de trabajadores ocuparon las fábricas en un movimiento magnífico. En realidad, el poder estaba en manos de la clase obrera. El presidente De Gaulle comprendía muy bien la situación y le dijo al embajador estadounidense: «Todo ha terminado, todo está perdido. En pocos días los comunistas estarán en el poder».
Y era perfectamente posible, pero los dirigentes del Partido Comunista Francés no tenía ningún interés en tomar el poder. Se negaron a tomar el poder y se perdió la oportunidad. Pero los acontecimientos en Francia demostraron la total equivocación de las sectas. En ese momento yo estaba en París y pude ver la universidad de la Sorbona ocupada por estudiantes y a todos los grupos de izquierda que tenían mesas en el patio central.
Todas tenían periódicos mensuales editados antes del comienzo de la huelga general. Examiné las portadas de estas publicaciones y su actitud hacia la clase obrera rápidamente fue evidente. Las primeras páginas estaban llenas de artículos sobre Vietnam, Mao Zedong, Che Guevara, de todo excepto de la clase obrera francesa. La única excepción era el periódico de Lutte Ouvriere que entonces se llamaba Voix Ouvriere. Durante todo este período Ted insistió en la perspectiva de la revolución socialista y el papel dirigente de la clase obrera. Polemizó contra los críticos burgueses y reformistas de Marx y las ideas revisionistas de gente como Mandel y Cliff. Sus predicciones se vieron brillantemente confirmadas por la recesión de 1973-74, la huelga general revolucionaria en Francia y los movimientos revolucionarios de Portugal, España, Grecia e Italia de los años setenta.
Por último, pero no menos importante, las perspectivas de Ted para Gran Bretaña fueron confirmadas con el gran giro a la izquierda de los años setenta, con una oleada huelguística y manifestaciones de masas contra las leyes antisindicales del gobierno de Heath, y con un giro profundo a la izquierda en el Partido Laborista y los sindicatos. Aquellos ultraizquierdistas que habían desechado al Partido Laborista se quedaron con la boca abierta. No habían comprendido nada y no habían sido capaces de prever nada. En pocos años, la tendencia marxista del Partido Laborista, dirigida por Ted Grant, pasó de ser un pequeño grupo a la tendencia trotskista más grande del mundo.
Esto demuestra la relación vital que existe entre teoría y práctica. Una teoría correcta permitirá un progreso serio siempre que vaya acompañada de tácticas y métodos correctos y la voluntad de triunfar. Ted poseía todas estas cualidades y una capacidad maravillosa para transmitirlo a los demás, especialmente a la juventud. Su entusiasmo y su optimismo inquebrantable siempre eran contagiosos. Nunca estuvo abatido ni siquiera en las situaciones más difíciles. Esto forma parte de su carácter alegre y fuerte, pero sólo en parte. El verdadero secreto de Ted Grant es que estaba completamente inmerso en la teoría marxista y esto le daba la fortaleza y la inspiración necesarias para superar todas las dificultades.
El marxismo y el movimiento obrero
Ted siempre ha sido una persona muy accesible. Siempre ha tenido el don de conectar inmediatamente con los trabajadores y sindicalistas, de escuchar pacientemente sus problemas y opiniones, y después darles sugerencias concretas de cómo actuar. Conoce el movimiento obrero y sindical como si fuera la palma de su mano y este conocimiento siempre le ha permitido dar consejos correctos sobre los problemas prácticos del trabajo cotidiano. Pero para Ted lo principal siempre eran las perspectivas generales. Siempre hay que tener en mente los objetivos generales del movimiento.
Jimmy Dean, un maravilloso trabajador trotskista, un veterano de nuestro movimiento, amigo íntimo de Ted hasta su muerte el año pasado, solía decir: «No puedes gritar más alto de lo que te permite la garganta; si lo intentas sólo conseguirás perder la voz». La vieja generación comprendía muy bien la necesidad de tener un sentido de la proporción y la necesidad que tenían las pequeñas fuerzas del marxismo revolucionario de establecer vínculos firmes con la clase obrera y echar raíces en el movimiento obrero.
Desafortunadamente, para algunos elementos estas ideas son un libro sellado con siete llaves. Muchos de los que se autodenominan trotskistas han cometido muchos errores por pensar que para construir un partido revolucionario es suficiente con proclamarlo. Si sólo hiciera falta eso, entonces cualquier pequeño sectario en la historia habría sido más grande que Marx, Engels, Lenin y Trotsky juntos. En realidad, la relación entre la clase, el partido y la dirección es mucho más compleja.
Durante un período histórico prolongado, la clase obrera ha construido sus organizaciones de masas. No las abandonará fácilmente. Antes de hacerlo intentarán muchas veces transformar las organizaciones tradicionales. Sólo, en última instancia, este proceso llevará a la formación de nuevos partidos de masas, que normalmente surgen de escisiones de las viejas organizaciones. Este hecho es evidente para todo aquel que se tome la molestia de estudiar la forma en que se crearon los partidos de masas de la Internacional Comunista después de 1917, a partir de escisiones de los viejos partidos socialdemócratas
Los grupos sectarios en los márgenes del movimiento obrero hacen mucho ruido, pero no tienen la más mínima concepción de cómo llegar a la clase obrera o construir un partido revolucionario de masas. Para esto se necesita un trabajo sistemático y paciente en las organizaciones de masas de la clase obrera, como Lenin explicó muy bien en El izquierdismo, la enfermedad infantil del comunismo y Trotsky lo repitió mil veces en sus escritos de los años treinta.
Las sectas ultraizquierdistas sólo saben repetir como papagayos esto o esa frase de Lenin y Trotsky, sacándolas de contexto y sin comprenderlas. Pero no conocen en absoluto el método dialéctico utilizado por Lenin y Trotsky. Como resultado de esto permanentemente están sentenciadas a la esterilidad. Con sus payasadas han desacreditado el nombre del trotskismo. Como dice Ted, están construyendo «partidos revolucionarios de masas en las nubles, con tres hombres y un perro».
Ted siempre ha tenido un gran sentido del humor. Tiene la capacidad de reírse de casi todo. Se ríe a carcajadas de la estupidez de Bush y Blair, de Reagan y Teacher, y la locura de las payasadas de las sectas que arman bulla en los márgenes del movimiento obrero. Desde que lo conozco no recuerdo un solo momento en que estuviera deprimido o pesimista. Alguien que lo conoció en los años cuarenta me dijo una vez: «Mírale: Ted Grant sería optimista aunque estuviera cayéndose por un acantilado». El comentario es un poco cruel pero confieso que es verdad. Ted siempre ha sido completamente incontenible.
Hace muchos años, cuando yo era un joven estudiante, Ted me preguntó cuáles eran las cualidades más importantes que se necesitaban para ser un revolucionario. Pensé en mi mismo: ¿quizá coraje y nivel político alto? Ted sonrió y me dijo: sentido de la proporción y sentido del humor. Esta respuesta expresa en pocas palabras el carácter de Ted.
Con el paso de los años he comprendido el verdadero significado de estas palabras. Un revolucionario necesita comprender qué es posible o imposible en un momento determinado. Necesita comprender cómo se mueve la clase obrera y adaptarse a ella, sin perder en ningún momento de vista las perspectivas generales y los principios. Es necesario aprender el ritmo de la historia e intentar seguir sus pasos. Esto es un arte y no se puede aprender en los libros de texto. Implica, por un lado, un conocimiento profundo del método dialéctico y, por el otro, la experiencia necesaria que te da palpar el movimiento obrero.
Durante su larga y activa vida, Ted Grant a menudo se encontró aislado y en una situación aparentemente imposible. Por ejemplo cuando el antiguo PCR fue destruido por Healy en 1949. Ocurrió lo mismo durante los años yermos de la década de los cincuenta y principios de los sesenta. También en 1991 cuando fue destruida la tendencia Militant por una desviación ultraizquierdista de una parte de la dirección. Eso tuvo lugar en una situación objetivamente muy difícil, pero a Ted y a aquellos que lo seguimos no nos preocupó en absoluto. Sabíamos que con ideas, métodos y perspectivas correctas finalmente triunfaríamos. Y esto se ha podido ver en la marcha de los acontecimientos.
Fe en el futuro socialista de la humanidad
La caída de la Unión Soviética provocó la extensión del pesimismo y la desorientación del movimiento obrero. Pero Ted no sacó conclusiones pesimistas. Su fe en el futuro socialista ha seguido tan firme como siempre. Dijo que el capitalismo no ofrecería un futuro para el pueblo ruso e hizo el siguiente y extraordinario pronóstico: la caída del estalinismo sólo sería el primer acto de un drama mundial que sería seguido por un segundo acto aún más dramático: la crisis global del capitalismo.
Cuando Ted hizo esta audaz predicción hace más de una década muchos eran escépticos. En medio del auge económico de EEUU de los años noventa, cuando estaba de moda decir que el capitalismo había solucionado sus problemas y que nunca habría otra recesión (el «nuevo paradigma económico»), Ted pronosticó una nueva recesión que desembocaría en el período más convulsivo y turbulento de la historia mundial. Ahora somos nosotros los que deberíamos preguntarles a los defensores del capitalismo ¿quién tenía razón y quién estaba equivocado?
Últimamente está de moda en los periódicos burgueses citar a Marx de nuevo. Se preguntan nerviosamente si el viejo Carlos después de todo no tendría razón. Nosotros respondimos a esta pregunta hace ya mucho tiempo.
En el momento actual, la autoridad moral y política de la tendencia marxista internacional fundada por Ted Grant nunca ha sido tan alta. Nuestra página web www.marxist.com ha conseguido un éxito asombroso en un corto espacio de tiempo. Con casi dos millones de visitas al mes, nos hemos convertido en un punto de referencia para muchos socialistas y comunistas, trabajadores y sindicalistas, de todo el mundo. Libros como Razón y Revolución, y Rusia: de la revolución a la contrarrevolución, han recibido una gran acogida y son consideradas contribuciones originales e importantes a la teoría marxista.
Ted ahora ya no está activo, aunque le gustaría, por motivos de salud, pero su mente todavía está clara y alerta, y su convicción en la victoria final del socialismo no se ha obscurecido. En este aniversario queremos rendir homenaje a este gran hombre del marxismo leninismo internacional y le deseamos muchos más años de lucha exitosa por la causa más grande de la humanidad: la lucha por el socialismo mundial a la que ha contribuido durante tanto tiempo.
Fuente: 1913-2013: En el centenario del nacimiento de Ted Grant