«Tan pronto como una de las capas sociales superiores (…) experimenta cierta efervescencia revolucionaria, el proletariado se enlaza a ella y así va compartiendo todas las derrotas (…)» Carlos Marx
En general, la historia de las sociedades humanas es ante todo la historia de la lucha de clases, entre explotados y explotadores; clases opuestas por sus intereses y tendencias. Y, en particular, la historia económica del sistema de producción capitalista –desde su surgimiento, desarrollo y decadencia- es una historia caracterizada por crisis económicas, crisis políticas, catástrofes sociales y destrucción de la naturaleza, por una parte. Y, por otra, es la historia del desarrollo de la ciencia y de la tecnología, manifestándose en el enorme desarrollo de los medios de producción, y en el fabuloso desarrollo del conocimiento, nada comparable con las formaciones económicas que antecedieron al capitalismo -comunidad primitiva, esclavismo y feudalismo-, caracterizadas por el limitado dominio de la naturaleza, y el bajo desarrollo de la sociedad y del conocimiento.
Al estudiar el capitalismo observamos rasgos constantes en su desarrollo: a una fase de auge sucede una de crisis, a ésta sucede otra de auge. Asimismo vemos que en cada ciclo de auge, la lucha de clases se encuentra encubierta. Caso contrario, en el ciclo de crisis la consecuencia inmediata en la lucha de clases es la aparición o la irrupción de las masas en el campo de los eventos políticos.
A fin de comprender la crisis actual del capitalismo, acudimos a revisar las crisis que por su profundidad han producido saltos –en lo político y social- en el desarrollo de la sociedad. Comenzaremos con la crisis de 1848, luego examinaremos la crisis de 1929, y por último la crisis de 2008 hasta nuestros días. Hacemos este recorrido histórico como una forma de tratar de entender la realidad actual.
Crisis de 1848
Para 1848, Inglaterra es el país económicamente más desarrollado. A él corresponde la mitad de la vías férreas de toda Europa; es allí donde tienen lugar los cambios técnicos esenciales que acabaran por imponerse, lentamente, en todo el continente europeo: el uso generalizado del carbón y de la máquina de vapor, la mecanización del tejido, la fundición a gran escala, la producción de acero y de gran maquinaria, la instalación de líneas telegráficas, el uso de alumbrado de gas en las ciudades, etc.
La crisis económica de 1848, determinó en buena medida la crisis política europea, de tal manera que el movimiento insurreccional se extendió por toda Europa. Inglaterra fue el punto focal de las fuertes sacudidas, que por medio de crecientes oleadas, afectaron el continente europeo. La situación se presentó en forma de crisis agrícolas casi aisladas en 1845. En 1846 la crisis se agudizó hasta tal punto que se produjo una drástica reducción de las cosechas –fundamentalmente, los productos básicos-, que no se podía compensar mediante la importación de granos debido a un alto arancel de importación y a una difícil situación de las finanzas públicas y el crédito. Los desórdenes, asaltos y motines se reprodujeron por todo el territorio inglés; se acentuaron la pobreza, el desempleo y la mendicidad, mientras que contrariamente, se multiplicaban las maniobras especulativas en diversas ciudades y poblaciones.
En Inglaterra, la crisis económica se inició en el campo, impactando todas las ramas de la economía –sobre todo, la industria textil y la construcción-, y a la fuerza de trabajo. Parecía una crisis similar a la de 1837 o la de 1842, que ya había afectado al joven capitalismo. Pero la crisis de 1847 era más profunda que las anteriores. Esto hace pensar que la crisis de 1847, no parece haber sido una crisis agrícola, sino más bien comercial que contemplaba ya los síntomas de una crisis industrial y financiera, rasgos que se encontrarán cada vez más en los ciclos de crisis posteriores.
En cuanto a Francia, el 25 de febrero de 1848, la insurrección popular había otorgado a Francia, la República; el 25 de junio le impuso la revolución. Y después de junio, significaba la transformación de la sociedad burguesa, mientras que, antes de febrero había significado la transformación de la forma de gobierno.
En cuanto a la situación política del siglo XIX, los regímenes habían tenido cambios. En Francia, por ejemplo, el liberalismo, el constitucionalismo, las libertades públicas, la promulgación de igualdad de derechos ante la ley, se conquistaron, en efecto, en este país gracias a la Revolución Francesa. En palabras de Lenin: fue una revolución en la que “la masa del pueblo en su mayoría, sus capas sociales más bajas y más profundas, marcadas por el yugo y la explotación, se levantaron espontáneamente y pusieron sobre el curso de la revolución el sello de sus demandas, sus esfuerzos por construir a su propio modo una nueva sociedad en lugar nueva que construían”. En este sentido, fue una revolución popular. Pero, en el sentido, de abolir el sistema de producción feudal; las relaciones de propiedad que obstaculizaban el crecimiento de la industria capitalista; el comercio y la economía que se habían desarrollado dentro de la sociedad feudal, la Revolución Francesa fue una revolución burguesa. Para Marx, la Revolución Francesa, concretó en lo político la hegemonía económica y social que la burguesía había alcanzado en el siglo XVIII. La revolución había derrotado al antiguo régimen –aristocracia feudal- y había despejado la implantación del capitalismo. Esta revolución de carácter burguesa fue una necesidad histórica, una fase de la historia, que posteriormente sería superada.
Cabe destacar que hemos observado rasgos sintomáticos que configuran el ciclo de crisis del siglo XIX. Dichos rasgos son: el rápido desarrollo industrial y tecnológico empujo a una desmedida especulación bursátil. Pero esta rápida expansión se detuvo; los ciclos de recuperación de capital no aseguraban la demanda de las inversiones industriales, por lo que el capital financiero se vio limitado para poder sostener el ritmo de expansión. Al mismo tiempo, las dificultades existentes en el campo, en cuanto a la crisis agrícola, restringían la capacidad de empréstitos públicos. Sobrevino la caída del mercado bursátil y bancario, la paralización industrial, el cierre de las empresas en quiebra, una nueva extensión del desempleo y la generalización de la miseria. Finalmente, apareció la crisis política directa entre el proletariado y la burguesía.
Crisis de 1929
Entre 1922 y 1925 las bases de crecimiento de los Estados Unidos parecían sólidas. Este crecimiento fue resultado de cuatro condiciones materiales: la primera, la destrucción general de las fuerzas de producción en Europa durante la Primera Guerra Mundial; la segunda, los Estados Unidos se convirtió en el centro de producción mundial; la tercera, la conquista de nuevos mercados para su manufactura (en Europa y en Suramérica); y la última, aplicación de los inventos y de la tecnología en la nueva industria. Todo ello condujo al nacimiento de nuevas industrias –plástico, aeronáutica, telecomunicaciones-, y a un aumento elevado de la actividad del trabajo.
A pesar de la prosperidad, se manifestaron a finales de 1926, los primeros síntomas de desaceleración de la actividad productiva, como resultado del estancamiento europeo y de la saturación de los mercados mundiales de cereales, de trigo y de algodón, lo que originó una caída de los precios de los productos agrícolas. A partir de ahí, surgió un fenómenos característico de los ciclos de bonanza económica, debido a la sobreabundancia de capitales, que al no tener colocación rentable en la economía productiva, eran orientados al mercado bursátil.
Como en el 2008, la especulación financiera chocó con la realidad y sobrevino la catástrofe económica con sus consecuencias sociales. El crédito masivo que era la savia de la burbuja especulativa trasladó la crisis al sector bancarios, acelerando el colapso general. Los bancos no podían recuperar los créditos exorbitantes que habían concedido para financiar la compra de títulos bursátiles y de empresas que ya no valían nada. La producción industrial tuvo un frenazo, es decir la producción industrial se contrajo. Como efecto de este fenómeno, el desempleo creció exponencialmente, de 1,5 millones de parados en 1929 se pasó 13 millones en 1933.
Y como en el 2008, la recesión se trasladó a Europa, donde el sistema financiero no pudo soportar la repatriación de los capitales estadounidenses. Pero lo que mayor efecto tuvo en la profundización de la recesión fueron las medidas generalizadas proteccionistas y devaluaciones competitivas, por parte a fin de proteger el mercado interno. Estas medidas contrajeron el comercio mundial.
En la crisis de 1929, encontramos rasgos sintomáticos que configuran la crisis: saturación de mercados de ciertos productos fundamentales, paralización de la industria, sobreabundancia de capitales orientados al mercado bursátil, créditos masivos irrecuperables, crisis financiera, crisis social y medidas proteccionistas.
Crisis de 2008…
Una ola gigante de manifestaciones recorre el mundo contra la precariedad laboral, el neocolonialismo, contra las guerras, contra los paquetes económicos neoliberales, contra la destrucción de la naturaleza, contra las guerras, contra la conciliación de clases, etc. En fin, contra el imperialismo, fase superior del capitalismo, en su etapa decadente y oprobiosa. Ola que comienza en África, pasa por América del Sur y América del Norte, pasa por Europa, por Asia y regresa a África.
En el 2008, como en el 1929, la crisis económica y social, se producen por el colapso financiero y la sobreproducción de mercancías.
Como en el 1929, en el 2008, la crisis tiene inicio en el centro del mercado mundial, los Estados Unidos. Y, como en aquel momento, la crisis financiera se traslada a Europa, no sin antes, producirse una debacle en las entidades bancarias del país del Norte, con todas las consecuencias que trajo al pueblo estadounidense. En Europa se produjo, igualmente, el estrangulamiento del sistema financiero, con consecuencias devastadoras en los pueblos del continente europeo y africano.
¡Proletarios del mundo, uníos!
¡Proletarier aller Länder, vereinigt euch!
¡Proletarians of the world unite!
Travailleurs du monde s’unissent!
¡Trabalhadores do mundo se unem!