Mohamed Brahmi, miembro de la oposición en la Asamblea Constituyente, fue asesinado frente a su casa en Túnez el pasado jueves 25 de julio. El sindicato UGTT convocó una huelga general en protesta al día siguiente, y el Frente Popular propuso la desobediencia civil masiva para derrocar al gobierno y disolver la Asamblea Constituyente. [Nota: este artículo fue redactado el pasado 26 de julio]
El asesinato de Brahmi, destacado miembro naserita del Movimiento del Pueblo, se perpetró de la misma manera que el asesinato de Chokri Belaïd el 6 de febrero. Dos hombres en una moto esperaban al miembro de la Asamblea Constituyente delante de su casa, recibió 14 impactos de bala en el cuerpo. No cabe duda de que se trata de un asesinato político, la familia y compañeros de Brahmi acusan al actual partido del gobierno (el islamista Ennahda) de ser el culpable de su asesinato. También fueron señalados con el dedo cuando asesinaron a Belaïd, sus asesinos todavía no se han sentado delante de la justicia. Antes del asesinato, estos líderes del gobierno habían declarado que lucharían por defender la «legitimidad» a toda costa. Se trata de una clara incitación a la violencia tras el derrocamiento de Morsi.
Enormes manifestaciones de rabia se desencadenaron rápidamente en todo el país. Cientos y miles de personas, principalmente jóvenes llenos de indignación, se reunieron en Bourghiba Avenue, el lugar donde se produjeron las grandes manifestaciones que acabaron con el gobierno de Ben Ali, en 2011. Increíblemente, se enfrentaron a una brutal represión y gas lacrimógeno por parte de la policía. Pero eso no impidió que los manifestantes permanecieran en las calles hasta la madrugada del viernes, algunos de ellos marcharon hasta la Asamblea Nacional Constituyente coreando eslóganes: “dégagé”, que significa “fuera” – y es el lema de la revolución tunecina.
También hubo manifestaciones y enfrentamientos con la policía en Bizerta, Gafsa (donde el ejército abrió fuego con munición), Redeyef, Siliana, Sfax, Djerba, Beja, Kasserine y muchas otras ciudades y pueblos. En Sidi Bouzid, lugar natal de Brahmi y cuna de la revolución que comenzó en diciembre de 2010, las masas incendiaron varias sedes de Ennahda y prendieron fuego a la Gobernación regional. Hay informes de que las autoridades han sido reemplazadas por un “Comité de ciudadanos”.
Algunos de los jóvenes que participaban en las protestas en la capital tunecina anunciaron que grupos de la juventud revolucionaria de Gafsa, Sidi Bouzid y Sfax ya estaban avanzando hacia la capital. “No nos moveremos de aquí hasta que Ghannouchi se vaya para para siempre”, dijo Mohamed Maaroufi, uno de los principales activistas de la juventud, refiriéndose al líder de Ennahda. El estado de ánimo que se respira es claramente insurreccional. Los recientes acontecimientos revolucionarios en Egipto, que han provocado el derrocamiento de Morsi, han inspirado a las masas tunecinas que enfrentan condiciones similares. Se ha creado un movimiento, llamado “Tamarrod-Túnez” (“Rebelión”), y se dice que ha conseguido obtener 850.000 firmas en tan sólo unos días para pedir el derrocamiento del gobierno y la Asamblea Nacional.
Las raíces de todo esto se encuentran en la acumulación de rabia debido a que ninguna de las demandas de la revolución (“pan, trabajo, justicia”) se han cumplido, de hecho, la situación en realidad ha empeorado. El desempleo juvenil ha aumentado, ha habido un deterioro general de la situación económica, con un aumento de la inflación. No ha habido ninguna justicia para los mártires de la revolución y, tras casi dos años, la Asamblea Constituyente aún no ha emitido una constitución, cuando originalmente se suponía que se redactaría en el plazo de un año.
El gobierno de la troika, una alianza entre el partido islamista Ennahda, la burguesía liberal del CPR y el partido “socialdemócrata” Ettakol, ha sido completamente incapaz de resolver la profunda crisis de la economía, que está estancada.
Es este descontento el que salió a la superficie en una serie de intervalos en los últimos 2 años. Una ola de huelgas generales regionales, levantamientos en noviembre y diciembre. No fueron simples huelgas. En muchos casos, adquirieron proporciones insurreccionales, con trabajadores y jóvenes bloqueando las carreteras principales y, básicamente, tomando el poder durante un tiempo en diferentes regiones. La cólera de las masas no sólo ha estado provocada por las demandas sociales y económicas, sino también por las constantes provocaciones de bandas fascistas islámicas contra la izquierda y el movimiento de los trabajadores, incluyendo un ataque contra la sede de la UGTT. Estos ataques fueron realizados por las supuestas “Ligas de Protección de la Revolución” (LPR), vinculadas al partido Ennahda.
Al final, la UGTT se vio presionada por todo este movimiento a convocar una huelga general nacional. Pero los líderes nacionales de la UGTT temían que una huelga nacional plantearía la cuestión de “¿quién manda en el país?”. Por lo que llegaron a un acuerdo con el gobierno y anularon la huelga general en el último minuto. El acuerdo debía incluir una investigación completa sobre las actividades de estas bandas mafiosas de las LPR. Pero esto nunca sucedió.
Después llegó el asesinato de Chokri Belaïd, líder del Movimiento de los Patriotas Demócratas, el 6 de febrero, que provocó una nueva explosión revolucionaria. Se declaró una huelga general y el país vivió una serie de manifestaciones y enfrentamientos con la policía por todas partes. El día de su funeral, una multitud de más de 1 millón de personas rindió homenaje al líder izquierdista y se corearon consignas contra el gobierno y, particularmente, contra el partido islamista Ennahda. En algunas ciudades, las masas actuaron directamente para desmantelar a las bandas de las LPR y cerrar sus sedes, así como quemar las sedes de Ennahda. El ambiente era claramente insurreccional.
Sin embargo, una vez más, nadie le dio a este movimiento una perspectiva clara. Los dirigentes del Frente Popular hablaron de la necesidad de eliminar el gobierno de la troika, pero no se dio ninguna indicación clara a los trabajadores de cómo iba a lograrse. Las masas, sin ninguna dirección clara, ni perspectiva, volvieron a sus casas a medida que el movimiento fue decayendo. Era el momento para la convocatoria de una huelga general indefinida en todo el país y la formación de comités revolucionarios a todos los niveles para hacer frente al gobierno. Estos comités deberían haberse unido después en una Asamblea Nacional revolucionaria para tomar el poder.
Debido a la falta de dirección, la troika, que entró en crisis como resultado del movimiento, logró mantenerse en el poder, por defecto. Se adelantó y formó un nuevo gobierno, que era básicamente el mismo que el anterior. Nada cambió.
Los líderes de la UGTT se han visto obligados a convocar una huelga general (al día después del asesinato de Bhrami). Sin embargo, el problema es que los principales dirigentes de la UGTT no tienen ninguna perspectiva para tomar el poder y para la formación de un gobierno revolucionario de los trabajadores. Se pusieron a la cabeza de la huelga general, que habría ocurrido de todos modos, con el fin de minimizar su impacto y mantener en jaque a las masas. En la mañana del viernes, las masas se habían reunido delante de la sede de la UGTT; el secretario general, Abbasi, salió a pronunciar un discurso en el que condenaba el asesinato de Brahmi, pero fracasó al no dar ninguna dirección clara a la gente, ni siquiera dio el lugar y la hora para la manifestación. Un activista allí presente comentaba cómo “las masas sienten la traición”.
El Frente Popular emitió un comunicado que iba más allá del que pronunció en febrero, al señalar un camino a seguir para el movimiento. Además de convocar la huelga general, invitaba a la desobediencia civil masiva para imponer “la disolución de la Asamblea Nacional Constituyente”. Incitaba a hacer sentadas en la sede de todas las autoridades municipales, regionales y nacionales. Esto es correcto y sentaría las bases para la sustitución de las instituciones del Estado capitalista – que son básicamente las mismas que las instituciones del régimen de Ben Ali – por cuerpos revolucionarios a todos los niveles.
Una huelga general de dos días es también una consigna correcta, pero deja abierta la pregunta de qué pasará después, si el gobierno no es derrocado. Lo que debe plantearse ahora es una huelga general completa, para acompañar y reforzar las sentadas, con el fin de derrocar al régimen.
Cabe agregar que en las actuales circunstancias los comités revolucionarios deben organizar la autodefensa armada y desmantelar las bandas fascistas de las LPR, así como hacer un llamamiento a las filas del ejército, los soldados ordinarios, para formar también comités revolucionarios y unirlos a los obreros revolucionarios y la juventud.
Sin embargo, ¿cuál es la alternativa ofrecida por los dirigentes del Frente Popular? ¿Qué sugerencias hacen a las masas? Aquí es donde empiezan los problemas. Citando su declaración piden
“La formación de una Comisión Nacional Suprema para la Salvación Nacional, por representantes de partidos políticos y componentes de la sociedad civil, para, con la ayuda de expertos en derecho constitucional, completar la redacción de la Constitución”
Así como:
“La formación de un gobierno de Salvación Nacional (…) encabezado por una figura independiente nacional [que puede] tomar medidas de emergencia económicas, sociales, políticas y de seguridad, y prepararse para elecciones democráticas, justas y transparentes».
Esto revela dos cosas. Una, que los líderes de las organizaciones del Frente Popular están imbuidos de ilusiones profundas en constitucionalidad burguesa. Exigen una Constitución redactada por “representantes de partidos políticos y componentes de la sociedad civil”. Pero ¿quién elige a estos representantes? Diferentes fuerzas en la sociedad, partidos políticos, sindicatos, organizaciones patronales, representan intereses contradictorios en base a las diferentes clases sociales en la sociedad. ¿Cómo pueden ponerse de acuerdo sobre una Constitución que satisface las demandas de todos ellos? Esto siembra ilusiones muy peligrosas en la constitucionalidad y democracia burguesas.
Cuando se trata de que los trabajadores revolucionarios y jóvenes tomen el poder – político y económico, los dirigentes del Frente Popular están exigiendo un gobierno tecnocrático encabezado “por una figura nacional independiente”! ¿Independiente de quién? Túnez es un país capitalista en crisis. Un país dividido en clases. Los intereses de los trabajadores, los pobres, la juventud revolucionaria, los campesinos, claramente, no son los mismos que los intereses de los capitalistas, los compinches de Ben Ali, los capitalistas de Ennahda y los burgueses liberales. Los intereses de estos grupos se oponen directamente entre sí. ¿Cómo se puede encontrar una figura “independiente” que satisfaga los intereses de los trabajadores y los capitalistas por igual?
La otra cosa que revela esta declaración es que los dirigentes del Frente Popular todavía están anclados en una estrategia de dos etapas de la revolución. Creen que la tarea inmediata de la revolución tunecina es establecer “la democracia” y que sólo más tarde la cuestión del socialismo se planteará. El problema es que no pueden satisfacerse las necesidades urgentes de las masas revolucionarias tunecinas dentro de los límites de la “democracia”, que, en realidad, es la democracia burguesa. ¿Cuáles han sido los problemas de los dos últimos años y medio, que han creado un poso de oposición entre las masas tan grande? ¿Fue el hecho de que el gobierno de la troika fuera “incompetente”? La verdad es que, a pesar de las deficiencias del propio gobierno y del comportamiento absurdo de la Asamblea Constituyente, el principal factor ha sido la profunda crisis del capitalismo en Túnez, que se ve agravada por la crisis del capitalismo en Europa y a nivel internacional.
Las masas no lucharon por la democracia en abstracto. Lucharon contra el régimen de Ben Ali para poder conseguir pan y trabajo. Desde el punto de vista de los trabajadores y los pobres, la democracia sólo significa algo si puede entregar pan y trabajo. La “democracia” capitalista es totalmente incapaz de hacerlo en las actuales condiciones en Túnez.
La estrategia revolucionaria que se necesita hoy en Túnez es una que combine demandas democráticas, sociales y económicas y asocie el logro de éstas a la toma del poder por los trabajadores y el poder a través de los comités revolucionarios democráticos.
Ésta sería la mejor manera de honrar la memoria de los mártires Brahmi y Belaïd, así como la memoria de los cientos de trabajadores y jóvenes que murieron durante la revolución.
• Abajo con la troika. Abajo con la Asamblea Constituyente.
• Expropiar todas las empresas multinacionales. Expropiar la riqueza de la familia de Ben Ali y sus compinches! Expropiar los medios de producción.
• Comités revolucionarios en todas partes! Todo el poder a una Asamblea revolucionaria elegida por los trabajadores, campesinos y delegados de los soldados!
• Huelga general indefinida para derrocar el régimen.
¡Honor a los mártires – hay que completar la revolución!