Siria ha sido un tema recurrente en los medios de comunicación desde hace casi dos años. En los últimos días hemos pasado de oír hablar de una intervención abierta a una negociación en la que, curiosamente, son EE.UU. y Rusia los principales agentes.
El conflicto sectario que vive Siria en estos momentos amenaza con extenderse a toda la región, y la inestabilidad en esta zona se paga cara. Un auge muy fuerte en los precios del petróleo sería la puntilla para la economía mundial, tremendamente debilitada.
Los intereses en juego son el control de una zona estratégica del mundo por sus recursos energéticos. El imperialismo occidental y sus aliados regionales (Qatar, Arabia Saudí, Israel y Turquía) buscan afianzar su posición en esa zona eliminando uno de los últimos aliados de Rusia en la región. El imperialismo ruso, por su parte, está decidido a no perder más terreno del que ha perdido estos últimos años, y junto a él están Irán (defendiendo al único aliado que tiene en la zona) y Hezbollá (si Siria cae se quedarían completamente aislados).
Los recursos energéticos de Siria en este caso serían una cuestión que, aunque importante, es secundaria. Siria tiene enormes reservas de gas que podrían alimentar a Europa pasando por Turquía y acabar con el monopolio que tiene Rusia sobre el suministro de gas en Europa Central y Oriental.
¿Cómo empezó todo?
El inicio de la revuelta en Siria se enmarca en los acontecimientos de la primavera árabe. Las luchas que en esos momentos estaban desarrollando sus vecinos en Túnez y Egipto animaron a muchos sirios a salir a la calle a protestar contra la caída del nivel de vida de los últimos años y por algunas demandas democráticas. Cuando las masas se movilizan es porque ven la necesidad y tienen motivos. Nadie puede crear un movimiento de masas de la nada, nadie puede hacer un fuego sin combustible, ni siquiera la CIA.
Pero ante la falta de un partido revolucionario que se pusiera al frente de las movilizaciones con un programa socialista, la situación ha sido aprovechada por el imperialismo y sus lacayos locales. Han armado y financiado a los opositores que respondían a sus intereses, nombrado un gobierno alternativo que ellos mismos han reconocido (Consejo Nacional Sirio), y eliminado todo el contenido social inicial de la rebelión.
¿Guerra?
El imperialismo occidental se juega mucho en Siria. Una zona de exclusión aérea como la de Libia en principio estaba descartada, pues los sistemas antiaéreos de Siria son mucho más modernos y poderosos y sería muy costoso para ellos llevarlo a cabo. Han hablado de armar directamente a los rebeldes, cosa que supondría un paso adelante en la ayuda directa y abierta que les brindan. El gobierno de Arabia Saudí planteó incluso enviar misiles antiaéreos. Si las negociaciones fracasan no podemos descartar una intervención mayor en el futuro, más bien al contrario.
La cuestión de fondo son los intereses económicos en juego. Después de la victoria militar del gobierno sirio en Qusair los rebeldes han quedado muy tocados, estando cada vez más aislados dentro del país. Es por eso que las noticias sobre el uso del gas sarín y las hipócritas declaraciones de los gobernantes de EE.UU. aparecen en este momento y no antes, aparecen ahora como una excusa para intervenir pues sus rebeldes están perdiendo la guerra. Se trataría de intentar equilibrar fuerzas de cara a una negociación. O de, al menos, poner esa cuestión encima de la mesa como amenaza.
El anti imperialismo de Rusia
Hay gente bienintencionada que ha visto en Rusia el freno al imperialismo occidental, por ejemplo:
“Demandamos que el gobierno de la Federación Rusa provea el fuerte apoyo político y financiero necesarios para rechaza la agresión extranjera a Siria” (Resolución aprobada en el último congreso del PCFR, principios de 2013)
Siria ha sido un aliado tradicional de Rusia. De hecho, la única base militar rusa fuera del territorio de la ex URSS está en este país. Pero todo lo que tiene el imperialismo occidental por ganar lo tiene el imperialismo ruso por perder, incluyendo su única base militar en el mediterráneo.
Lo que se esconde tras los ofrecimientos rusos de enviar cascos azules a la frontera siria-israelí, de los envíos de armas al gobierno sirio, su defensa y el veto a la intervención en el consejo de seguridad de la ONU (lo que impide la intervención directa de EE.UU.) no son por su buena fe o por un compromiso en la lucha anti imperialista. Si no, ¿por qué no vetó la intervención imperialista en Libia? No buscan defender al pueblo sirio del imperialismo occidental, sino una defensa de sus propios intereses frente a esos imperialistas.
En última instancia, detrás de la guerra civil siria se esconde la lucha entre las distintas potencias imperialistas en defensa de sus intereses.
¿Y qué ha sido de la revolución?
Cuando empezaron las protestas el gobierno de Assad hizo concesiones intentando aplacar el ánimo de las masas. Levantó, entre otras cosas, el estado de emergencia vigente desde 1963 (¡40 años!). Esto demuestra que el origen del movimiento estaba en las legítimas aspiraciones del pueblo sirio, si no, ¿por qué hacer concesiones a la presión de las masas?
Pero esa ya no es hoy la situación. La revolución ha sido derrotada, y tenemos que aceptarlo por muy duro que sea. Los rebeldes, agrupados bajo el nombre del Ejército Libre Sirio defienden los intereses del imperialismo occidental. Esos rebeldes son en su mayoría islamistas, tanto sirios como de países próximos. Asistimos a una paradoja, el islamismo es el enemigo número uno de EE.UU. en el mundo pero aquí son “luchadores por la libertad”. Aunque en sus declaraciones públicas dicen que van a ayudar a los rebeldes moderados, la realidad es que esos rebeldes moderados son una minoría. Al recurrir EE.UU. a los rebeldes está fortaleciendo a los islamistas, la historia de Afganistán se repite.
La victoria de los islamistas sería lo peor que le podría pasar al pueblo sirio. Echaría por tierra los avances de los últimos 50 años que han hecho de Siria un país relativamente moderno. Siria sería un nuevo Afganistán, sólo hay que ver las matanzas étnicas y religiosas que están teniendo ya lugar. La consigna “Alauitas* a la tumba, cristianos a Beirut” da buena muestra de la situación.
¿Qué hacer?
Por un lado, los jóvenes revolucionarios que están en Siria hoy no tienen que desanimarse, la tendencia ahora es de reacción, pero cambiará. Ahora es necesario reagruparse, analizar y entender lo sucedido y prepararse para el cambio de la situación. Al igual que la rebelión comenzó inspirada por acontecimientos revolucionarios en otros países, las perspectivas nos dicen que la situación en Egipto, Turquía o Túnez en absoluto está normalizada. Grandes eventos son grandes golpes sobre la conciencia y grandes ejemplos a seguir que en el momento menos esperado pueden cambiar la situación general.
Por otro lado, nuestra tarea, la tarea de los comunistas en Europa y EE.UU. debe ser la de la luchar contra nuestros propios gobiernos, contra nuestra propia burguesía. Nuestra tarea inmediata debe ser la de denunciar y desenmascarar la propaganda que prepara a la opinión pública para una nueva carnicería. Explicando los intereses en juego en Siria y dejando clara la contradicción que suponen palabras como capitalismo y paz.
¡No a la intervención imperialista en Siria! ¡Manos fuera de Siria!
¡Abajo el imperialismo!
¡Viva la revolución árabe!
Fuente: ¡Manos fuera de Siria!
*(Nota para Alauitas: etnia del presidente sirio Al Assad)