Transpote PublicoEn días recientes en la ciudad de Caracas, así como en muchos otros municipios del país – en algunos incluso sin la autorización previa de las alcaldías –, se aumentó el pasaje del transporte “público” intraurbano, producto de las presiones que la burguesía del transporte venía ejerciendo desde hace meses. Sin embargo, en este artículo analizaremos como se manifiesta esta anarquía capitalista en la que está sumergida el sistema transportista, y cual es la solución correcta y concreta para esta problemática.

Índice:

*Primera Parte: El fraude de las cooperativas

*Segunda Parte: La raiz del problema

*Tercera Parte: Estatizacion y Centralizacion

*Cuarta Parte: Sobre el Control Obrero


Las cooperativas de transporte “público”

En Venezuela, las principales rutas de transporte público son manejadas por cooperativas, especialmente en las rutas intraurbanas y/o rutas cortas. Pero como hemos explicado los marxistas en reiteradas oportunidades, las cooperativas – si bien, pudieran verse a simple vista como una forma de socialización del capital privado que se queda en pocas manos a través de la Compañía Anónima tradicional, al distribuir esta propiedad privada entre más personas –, en el fondo son incapaces de resolver las limitaciones de la anarquía del capitalismo, al no tocar la raíz real del problema: Las relaciones de producción.

Una cooperativa según nuestra legalidad, debe ser iniciada por un grupo de accionistas que poseen los mismos derechos y deberes sobre la empresa. Sin embargo, estos accionistas se convierten en los nuevos patronos de la empresa, ya que al requerir la fuerza de trabajo de más individuos, no hay ninguna limitación para que estas nuevas incorporaciones entren a formar parte de la empresa como meros empleados y no como accionistas. En tal sentido se mantiene la explotación asalariada, así como las relaciones de producción de las empresas capitalistas, o en otras palabras, se mantiene la relación de explotación patrono-empleado.

En el transporte público esto no es nada diferente. Estas cooperativas poseen un número limitado de acciones, correspondientes a cada uno de los vehículos que cubren la ruta para cual fue conformada la empresa. En tal sentido todo el que posee una acción o “Cupo” puede venderla o transferirla, e incluso puede contratar a otro chofer que maneje por él. Es por esto que muchos ex-conductores – y otros que nunca lo fueron – que forman parte de la actual burguesía del transporte público, poseen infinidades de Cupos, y en cada uno de estos tienen a otra persona que trabaja para ellos por un salario, por un porcentaje de lo que produzca el vehículo, o simplemente pagan una mensualidad para “alquilar” el vehículo del patrono, dueño del cupo. De cualquier forma, el accionista se convierte en un burgués parasitario que vive de la fuerza de trabajo de otros.

Adicional a esto, los directivos de las cooperativas reciben un aporte mensual de cada accionista, para “los gastos administrativos” de la empresa, y otros gasto como la compra de partes y repuestos a través de convenios, créditos, etc. Sin embargo, la mayor parte de este aporte, se queda en los bolsillos de éstas mafias del transporte público. Los que de igual manera viven de la fuerza de trabajo de los otros choferes que si trabajan, conduciendo los vehículos en el día a día.

Este sistema de cooperativas simplemente favorecieron la aparición de una nueva oligarquía, una burguesía parasitaria, que de igual forma que todas las burguesías defiende sus intereses de clase en contra de los de la clase trabajadora, incluso en contra de los mismos conductores que generan la riqueza que llega hasta sus bolsillos. Las relaciones de producción capitalistas se mantienen intactas.

Si queremos acabar con el sistema capitalista, debemos obligatoriamente acabar con las relaciones de producción capitalistas.

La anarquía capitalista y la no planificación del transporte

Transporte PublicoAsí como ocurrió con las ciudades en general, las rutas de transporte público tampoco fueron planificadas. El surgimiento de estas rutas, no responde a los intereses del pueblo, ni siquiera del estado. Sino, única y exclusivamente del interés en conseguir más y más ganancias. Como explicamos ya, estas cooperativas solo responden a los intereses de la burguesía que las controla, los intereses del capital.

La “mano invisible” – o más bien mano negra – del libre mercado es el único elemento “regulador” del transporte. Cuando surge una nueva cooperativa, para una misma ruta, o para otra alterna, no ocurre en respuesta a las necesidades de la población, sino porque los accionistas de la cooperativa estiman que de ésta forma obtendrán mejores ganancias.

Esta libre competencia manifiesta, podemos verla a diario no sólo entre conductores de diferentes líneas-cooperativas, sino incluso entre aquellos que pertenecen a la misma empresa. Vemos cuando dos o más conductores compiten entre ellos para tratar de recoger la mayor cantidad de pasajeros – y así cobrar más pasajes que sus colegas –, esto significa a veces superar velocidades por encima de lo legalmente establecido, en carreras que recuerdan a las películas de “rápidos y furiosos”. O por el contrario el conductor se tarda más de lo que debe en cada parada, para dejar que se amplié la brecha de distancia entre él y el vehículo de la misma ruta que está por delante.

Esta anarquía bajo la lógica del capital hace que el chofer decida, en vista de maximizar sus ganancias, no recojer pasajeros de la tercera edad, ya que por ley no deben pagar pasaje alguno, o a los estudiantes que pagan un monto menor, o pagan con “tickets estudiantiles”, ya que no les interesa hacer el tramite para reclamar ante el organismo estatal competente el monto completo del pasaje que se les cancela por cada ticket estudiantil recibido.

Ya que el conductor no debe cumplir un horario fijo de servicio, decide por él mismo, – o por su patrono – cuando y como trabajar la ruta, lo que ocasiona que en fechas vacacionales no hayan suficientes vehículos de transporte, o que en las horas pico haya mucho más que en otras horas, congestionando las principales vías.

La no regulación y/o control estatal sobre las cooperativas, permite que éstas, al poseer la propiedad “privada sobre el transporte público”, en las rutas que cubren, sean las que decidan por ellas mismas, unilateral y abitrariamente, y solo bajo la lógica del capital, como, cuando, donde y bajo cuales condiciones prestan el “servicio”. Esto incluye cosas como, establecer el costo del pasaje que la burguesía considere justo para sí misma, utilizar vehículos viejos y que contaminan, etc. Todo esto en detrimento total de los pasajeros y de la población en general.