Decenas de miles de manifestantes protestaron en Portugal el pasado sábado 19 de octubre contra el proyecto presupuestario para 2014, que incluye un conjunto de medidas severas para que los trabajadores, pensionistas, funcionarios y el pueblo en general, paguen la crisis del capitalismo.
En Lisboa, el gobierno prohibió el paso de la manifestación por el Puente 25 de Abril, alegando «problemas de seguridad». La protesta había sido convocada por la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP) y respaldada por la campaña anti austeridad Que se lixe a Troica (literalmente, «que se joda la Troika») y otros grupos. Finalmente, los manifestantes contrataron 400 autobuses para llevar a parte de los manifestantes en una lenta marcha desde el cinturón rojo de Lisboa hasta el lugar de la concentración final, por la carretera que cruza el disputado puente. Otros 50.000 se reunieron en Oporto en una gran demostración de fuerza.
El plan presupuestario del gobierno de derechas de Passos Coelho incluye recortes de unos 3.200 millones de euros. Se mantendrán las subidas de impuestos aplicadas en los dos últimos planes de austeridad, mientras que los impuestos a las empresas se reducirán al 23% (antes eran del 25%). Los salarios de los trabajadores del sector público se recortarán entre el 2,5 y el 12%, con lo que el gobierno pretende ahorrarse unos 2.800 millones de euros, y las pensiones sufrirán unos recortes de 728 millones de euros, pasando la edad de jubilación de los 65 a los 66 años. Se prevé que alrededor del 3% de los trabajadores de las empresas del sector público serán despedidos, y muchas empresas estatales privatizadas.
Este plan de recortes en las pensiones, servicios públicos y recortes salariales se suma a los ya aplicados en los últimos años, que han agravado la crisis económica y sumido al país en una profunda crisis social.
Para colmo de males, estos recortes masivos ni siquiera han logrado su objetivo de reducir el total de la deuda del Estado, que se ha disparado pasando del 94% del PIB en 2010 al 124,1% en 2012, el mayor aumento porcentual de los países de la Unión Europea, según los últimos datos de la oficina estadística europea Eurostat.
El país está todavía en recesión, con unas previsiones de caída del PIB para el 2013, que varían entre el -1,6% y el -2,7% y, tal vez, con un crecimiento muy leve en 2014. El desempleo ha alcanzado un nivel récord de más del 16%, y a pesar de los masivos recortes del gasto público el gobierno no cumplirá sus objetivos de reducción del déficit para este año (el objetivo es del 5,5%, y la cifra real será más bien del 6%), pese a años de recortes brutales por las políticas de austeridad impuestas tras el rescate de 2010 que ascendió a 78 mil millones de euros.
El gobierno de Passos Coelho, que se jactaba, cuando fue elegido en junio de 2011, de ser un hombre fuerte y buen alumno de la Troika, ahora es extremadamente impopular y débil, y su coalición se encuentra dividida. A punto estuvo de colapsar en julio, después de la Huelga General del 27 de junio, la última de una serie de movilizaciones masivas contra el gobierno de coalición de la derecha. Ya antes, 1 millón de manifestantes salieron a las calles en septiembre de 2012; y un millón y medio lo hicieron en marzo de 2013.
El Partido Socialista, oficialmente en la “oposición”, sigue estando desacreditado (firmó las condiciones del rescate antes de perder las elecciones), y sólo aumenta su porcentaje en las encuestas debido al creciente índice de abstención. En las recientes elecciones municipales del 29 de septiembre, hubo un aumento de la abstención de 550.000 personas, lo que significa que el 10% de quienes votaron en las elecciones municipales de 2009 no se molestaron en votar esta vez. Los votos en blanco y los nulos también aumentaron, de 170.000 a más de 330.000. La coalición derechista en el gobierno perdió unos 600.000 votos; y la “oposición” socialdemócrata (el Partido Socialista) perdió unos 270.000. El único partido que aumentó en votos, en este contexto, fue el Partido Comunista Portugués (PCP), que ganó 13.000 votos; mientras que el Bloco de Esquerda perdió 45.000 votos.
El PCP, que aún tiene raíces profundas entre la clase obrera industrial y dirige la principal organización sindical (la CGTP), es el principal beneficiario de esta ola de descontento, sin precedentes, en la que reviven de nuevo las tradiciones de la Revolución de 1974-75. Aún así, los resultados de las elecciones y las encuestas de opinión no alcanzan para reflejar la amplitud y profundidad del descontento y de la rabia que se han acumulado en la sociedad portuguesa.
Las manifestaciones del sábado 19 de octubre no son el final sino sólo el comienzo de una serie de movilizaciones masivas previstas para las próximas semanas contra el plan presupuestario para 2014 y contra el gobierno de Passos Coelho en general. El movimiento «Que se lixe a Troika», ya ha hecho un llamamiento a manifestarse por todo el país el 26 de octubre, bajo el lema «No hay callejones sin salida». Las protestas se llevarán a cabo en unas 40 ciudades diferentes y persiguen un mismo objetivo: derribar el gobierno y su presupuesto de recortes y encontrar una salida a las imposiciones de la Troika.
La CGTP, por su parte, ha convocado otra manifestación masiva el 1 de noviembre a las puertas del Congreso. Diferentes grupos de trabajadores ya han anunciado huelgas sectoriales: los trabajadores del transporte, entre el 25 de octubre y el 8 de noviembre; los trabajadores de Correos anuncian huelga el 25 de octubre contra la privatización y ya se ha convocado huelga general de trabajadores del sector público el 8 de noviembre. Es muy probable que con las presiones que se acumulan se convoque otra huelga general en noviembre.
Además del descontento de las calles, el gobierno también tendrá que lidiar con el Tribunal Constitucional, que en los últimos dos años ha declarado inconstitucionales algunas de las medidas de austeridad y recortes presupuestarios. Resulta que las necesidades del capitalismo en crisis en Portugal entran en conflicto incluso con la propia Constitución (promulgada durante la Revolución de 1974-75). Tanto el FMI, como la Comisión Europea, y el gobierno de Passos Coelho han estado ejerciendo una presión enorme sobre la corte suprema para permitir que se apruebe el presupuesto de 2014 .
Portugal se prepara para otra ola de descontento masivo y grandes huelgas. ¿Serán suficientes esta vez para derrocar al gobierno de la derecha? No está descartado. Pero entonces, la pregunta es, ¿cuál es la alternativa? El Partido Socialista Portugués está comprometido a aplicar on las condiciones del rescate, y la Troika no está dispuesta a dar ningún margen al gobierno. La única conclusión que podemos extraer es que si el PSP llegara al poder, terminaría llevando a cabo las mismas políticas (tal vez con algún cambio “cosmético”) que la coalición de derecha que gobierna ahora.
Los dos partidos a la izquierda del PSP sufren de una falta de alternativa seria a la crisis. La dirección del Bloco de Esquerda propugna una «Europa social» (reformista keynesiana) y una “auditoría de la deuda”, mientras que los líderes del PCP defienden una economía ‘patriótica y democrática’ fuera del euro. La ventaja del PCP es que, además de tener fuertes raíces entre la clase obrera, ha sido muy contundente en la exigencia del tumbar el gobierno y sus políticas. Sin embargo, es necesario combinar la oposición al gobierno y a los planes de austeridad con una clara explicación de que éstos son la consecuencia de la crisis del capitalismo, y por lo tanto, la única solución es una ruptura decisiva con el sistema, a través de la nacionalización de las palancas fundamentales de la economía, bajo el control democrático de los trabajadores, acompañado de un llamamiento internacionalista a los trabajadores de Europa a seguir el mismo camino.