El Imperialismo moderno
Es un hecho conocido por todos nosotros, el que la burguesía a través de sus medios de comunicación y de todo su aparato cultural, ridiculicen al marxismo y cualquier argumento que desenmascare la dominación que ejerce la clase burguesa, acusándolas de meras teorías conspirativas, producto de la paranoia colectiva de grupos sociales excluidos y cargados de resentimiento hacia los ricos. Haciéndonos pensar que el imperialismo hace varios siglos que dejó de existir, con el derrocamiento del sistema feudal y del colonialismo en la América toda.
Se refieren al imperialismo como simplemente un sinónimo de la colonización de los territorios oprimidos, a través de un sistema político de dominación impuesto directamente por las potencias sobre las colonias, adhiriendo de esta manera a los países de la periferia como extensiones a sus territorios, y que al carecer de esta forma de colonización, pues no es entonces imperialismo.
Sin embargo, el imperialismo moderno – o como lo explica el líder bolchevique Vladimir Lenin, el imperialismo como fase superior del capitalismo –, no se refiere necesariamente a la colonización de los territorios bajo el dominio de tal o cual potencia. Veremos por qué.
En los modos de producción anteriores – tanto el esclavismo, como el feudalismo –, la producción estaba asociada estrechamente a la tenencia de la tierra, ya que estas sociedades y en especial las clases dominantes, que se sustentaban a través de tales sistemas económicos, dependían principalmente de lo que se producía a traves de la tierra. En este sentido el imperialismo de las potencias de esa época dependía necesariamente de la colonización de las tierras de los países de la periferia.
Mientras que el feudalismo estaba basado en la tenencia y acumulación de la tierra o de feudos; el capitalismo por su parte se basa en la tenencia y acumulación del capital – de ahí el nombre –. Es cierto que todo modo de producción que promueva la división de la sociedad en clases, se sustenta en que las clases dominantes expropian el trabajo de otros, y se hacen propietarios de este, así como de las mercancías que esta fuerza de trabajo produce – sea a través del esclavismo, la servidumbre o el trabajo asalariado, etc. –, o en otras palabras la sociedad de clases es irremediablemente la explotación del hombre por el hombre.
Sin embargo, en el capitalismo el trabajo alienado se emplea para producir y reproducir el capital. Es por esto que para el imperialismo moderno, no es necesario la colonización de los países de la periferia para apropiarse de las tierras de estos. Este tipo de dominación carece de sentido, ya que las potencias en esta era capitalista, no se interesan ya en las tierras fértiles, sino en el capital que puedan extraer.
El imperialismo existe, aunque de una forma mas sutil y camuflajeada. Se trata de la extracción del capital socialmente producido en los países de la periferia, hacia las potencias del mundo. Esta es la finalidad real de los tratados de comercio desiguales impuestos por EE.UU. en los famosos TLCs. Mientras las potencias tengan acceso a controlar los mercados de los países del mal llamado “tercer mundo”, y de esta manera poder colocar todas sus mercancías en dichos mercados, poco o nada importa entonces el régimen político que controle o gobierne en estos países.
Veámoslo de forma mas clara, cuando una empresa trasnacional vende sus mercancías en un país, todo el capital que se acumula producto de estos intercambios, es claramente extraído y llevado hacia las potencias del mundo, donde están domiciliadas dichas trasnacionales. Es por esto el interés del “primer mundo” y especialmente de EE.UU. de facilitar las relaciones comerciales con los países con gobiernos peones (Colombia, Chile, México, Paraguay, etc.), a través de los TLCs, ya que esto le facilita la colocación de sus mercancías y con esto de la extracción del capital.
Ahora bien, pudiéramos pensar entonces que una forma para combatir este constante desplazamiento del capital de la periferia hacia las potencias que describimos en el imperialismo, es a través del impulso de una “burguesía nacionalista”, que en vez de llevarse el capital fuera del país, lo mantenga dentro, permitiendo que se reinvierta en dicha nación, fortaleciendo la economía nacional. Sin embargo, nada mas alejado de la realidad.
Y esto es porque ahora entra en juego el principal motor del imperialismo, el capital financiero, representados en los bancos, las aseguradoras y las financiadoras. Podemos notar que en los países de la periferia los principales bancos y aseguradoras son de capital trasnacional, esto significa, que todo el dinero que se guarda o invierte en estos, es extraído también y llevado a las potencias. En otras palabras, todo el capital que no es extraído por las trasnacionales a través de la venta de mercancías, y que es guardado en los bancos privados, también es extraído. Vemos entonces que una “burguesía nacionalista”, es incapaz de resolver los problemas del imperialismo. Sin mencionar que las “burguesías autóctonas” de la periferia, no guardan sus riquezas en sus propios países, sino en sus cuentas en el extranjero.
La única forma real y objetiva de poder combatir el imperialismo, como fase superior del capitalismo, es construyendo el socialismo, o en otras palabras socializando los medios de producción, pero como ya explicamos esto no basta, de igual forma hace falta nacionalizar toda la banca privada y unificarla en un banco estatizado bajo el control de los trabajadores, solo así podemos garantizar que todo el capital que se guarda en esta nueva banca pública, se quede en el país, para ser reinvertido en el desarrollo de la sociedad y en el beneficio de la clase trabajadora.