Segunda y última parte de la «Crónica de un golpe anunciado … o aún estamos a tiempo», donde analizaremos algunas de las posibles consecuencias de las medidas econmicas tomadas por el gobierno revolucionario y presentadas por el presidente Nicolás Maduro, y luego proponemos medidas radicales que pueden resolver los problemas económicos actuales de raíz y de una vez por todas, consolidando la revolución socialista.

La posible respuesta de la burguesía y el imperialismo

¿Cómo podemos obligar a la burguesía a invertir su capital cuando la tasa de inversión no es la que ellos consideran suficientemente buena? Si, es cierto que las medidas pueden derrotar la inflación creada artificialmente por la burguesía y a un cortisimo plazo, sin embargo, como hemos visto desde que hemos regulado los precios de los principales rubros de la cesta básica, desde hace varios años, cuando la burguesía no considera que su ganancia es “suficientemente buena”, no invierte, o desvía la inversión a otros rubros donde si las puede obtener.

No hay ninguna forma bajo la legalidad burguesa (la legalidad que aún rige en Venezuela) que nos permita obligar a la burguesía a invertir cuando simplemente no lo desea. Ponerle límites a las tasas de ganancia – como nos lo ha demostrado Cisneros en la producción de harina precosida en la Polar –, no hacen que la burguesía respete de forma voluntaria las regulaciones, por el contrario sólo les obliga a encontrar una nueva forma para seguir ganando lo que considera suficiente.

A corto plazo la burguesía, junto con su brazo político, conformado por los partidos de derecha, seguirá radicalizando su discurso y accionar, con la finalidad de generar desestabilización, que justifiquen la intervención imperialista en el país. Y ya hemos visto en marcha tal proyecto, cuando justo después de aprobada la ley habilitante y anunciadas las primeras medidas, Capriles Radonsky, como vocero del imperialismo, amenaza al presidente con una cambio de gobierno luego de las elecciones municipales del 8D. A lo que se suman un par de marchas “autoconvodas” por la derecha a través de las redes sociales, supuestamente saboteadas por oficialistas. Y el reciente apagón nacional – que viene siendo denunciado por los dirigentes del gobierno revolucionario, semanas antes – que afectó la región del centro y el occidente del país.

Parecido a la novela de García Márquez, esto es una “Crónica de un golpe anunciado”, ya que mientras todos sabemos de las acciones que vienen llevando a cabo los peones del imperialismo en Venezuela, la dirigencia del gobierno pareciera ignorarlos, o subestimarlos. Incluso, los sectores reformistas – siempre facilitándole el trabajo a la reacción; a propósito o no – aseguran desde hace 14 años, así como lo hicieron los reformistas Chilenos, que no podemos tomar acciones radicales, como prevención ante los posibles ataques de la burguesía, ya que esto ocasionaría una respuesta inmediata del imperialismo y que por el contrario debemos tomar medidas mas conservadoras, para evitar derramamientos de sangre, entre otras cosas. Pero ¿acaso hemos logrado con esto calmarlos?, ¿acaso no mueren campesinos y sindicalistas en manos de sicarios contratados por la misma burguesía?. Ante todo esto, ya sabemos que ocurrió en Chile, y que ocurriría también en Venezuela.

Analicemos esos casos donde teniendo las oportunidades para radicalizar la revolución, pero hemos tomado medidas mas conservadoras, ¿acaso el imperialismo ha frenado sus ataques? Todo lo contrario, como vemos en la actualidad, hay una guerra económica permanente durante estos 14 años.

Incluso si la movilización del pueblo en la calle, lograra derrotar las acciones que lleve a cabo la derecha, según lo que vienen amenazando últimamente – como ocurrió luego de las pasadas elecciones del 14A –. Aún queda el hecho de que la burguesía no va a invertir mientras considere que no obtendrá las tasas de ganancias que ellos consideran suficientes, en otras palabras este 35% máximo que hemos establecido, se queda en exceso muy pequeño en relación a el 1000% y mas al que están acostumbrados, y que ha quedado comprobado luego de las recientes inspecciones llevadas a cabo por INDEPABIS.

Esto significa entonces que veríamos una nueva réplica del paro llevado a cabo por la burguesía en los primeros años de la revolución. Si la burguesía no encuentra la ganancia que desea, no invierte, y en aquellos casos en que no pueda desviar sus capitales hacia lineas de producción tan rentables como desean – como hace la Polar con las harinas precosidas de maíz con harina de arroz, o harinas para empanadas, por ejemplo –, entonces sencillamente se declara en quiebra. Lo cual se traduce sectores de la economía cerrados a mediano o largo plazo. Sin embargo, en esta oportunidad los medios de comunicación de la burguesía harán creer a las masas, que la responsabilidad de estos cierres ya no es de la burguesía (como en el paro), sino del gobierno, producto de las medidas aplicadas.

Lo cual nuevamente traería un grave efecto desmolizador ante los sectores populares que apoyan al gobierno. Producto de una enorme cantidad de desempleados, un nivel de desabastecimiento sin precedentes hasta ahora, una mucho mayor huelga de inversión, etc. Generando las condiciones perfectas para una respuesta popular en las calles que le permita a la burguesía, hacer ver a la luz publica internacional, que en Venezuela hay un grave descontento en contra del gobierno actual, justificando una intervención imperialista en el país.

¿Cuales son las medidas radicales a tomar?

Una revolución que ha declarado su rumbo hacia la construcción del socialismo no puede contar con la burguesía para desarrollar las fuerzas productivas y facilitar la transición al socialismo. Y más aún, no hay forma legal de obligar a la burguesía a que invierta en beneficio del pueblo en general y bajo condiciones en las que no desea invertir. Entonces debemos descartar de lleno la posibilidad de una colaboración entre las clases, ya que son antagónicas y adversas.

Mientras el socialismo significa el poder de la clase trabajadora, el capitalismo representa el poder de la burguesía, es por esto que regular precios y aumentar salarios logra beneficiar al pueblo, pero desmejora (por poco que sea) a la burguesía. Por el contrario si aplicamos las medidas que viene pidiendo la burguesía desde hace años, – liberar precios y ganancias, flexibilizar las relaciones laborales (para facilitar la explotación de la clase trabajadora, valga la pena resaltar) –, estaríamos beneficiando a la burguesía, sin embargo a la vez desmejoramos la calidad de vida del pueblo, y destruimos las conquistas de la revolución.

Es importante hacer un paréntesis acá, para analizar algo que nos enseña la historia revolucionaria del siglo pasado, es precisamente que todas las revoluciones que intentaron convivir con la clase dominante, sin derrocarla de lleno a través de las expropiaciones, fueron aplastadas por la contrarrevolución (España, Chile, Nicaragua, por sólo nombrar tres), por el contrario, aquellas revoluciones que si dieron la estocada final a la burguesía, se mantienen actualmente o se mantuvieron por varias décadas (Rusia, China, Cuba, etc.). Es cierto que las expropiaciones no significan la meta final de la transición socialista, sino sólo el inicio, per nos permiten un holgado periodo de suficientes años (incluso décadas), para enfocarnos en resolver las tareas pendientes de la revolución, sin la amenaza interna de los lacayos del imperialismo.

Para resolver los problemas, que se intentan atender a través de las medidas tomadas por el gobierno, proponemos otras medidas radicales que si pueden acabar con los problemas desde su raíz y de forma definitiva. Ya que sólo acabando con el poder económico en manos de los capitalistas, podemos frenar de lleno sus ataques.

Para el problema de las importaciones: con regular fuertemente a las burguesías no lograríamos acabar con el problema de raíz, ya que junto con esto sólo aparecerá un nuevo mercado paralelo de mercancías importadas, que no pasen por los canales regulares de importación. Más aún, una corporación de importaciones que solo pretenda competir con la burguesía, importando y/o exportando solo una parte de las mercancías que entran o salen del país, no puede acabar con el problema, ya que la burguesía que importa por su propia cuenta, puede seguir decidiendo cuánto, y cómo importa; a qué precios vender, y donde colocar sus mercancías. Como hemos dicho antes, porque posee la propiedad privada sobre los medios de producción. En tal sentido, la corporación creada para las importaciones, debe importar todas y cada unas de las mercancías que se traen al país desde el exterior. Pagándolas con los dolares que se recibe de las exportaciones del crudo, etc. y vendiéndolas luego en bolívares. Esto significa, ni un dólar más para la burguesía. No tiene sentido darle dolares a la burguesía si sólo el estado puede importar.

Para el problema del desabastecimiento: Nacionalización de todas las palancas de la economía, específicamente los monopolios, los grandes latifundios y toda la banca privada. Como hemos repetido una y otra vez durante este artículo, solo quien posee la propiedad privada sobre los medios de producción, puede decidir cómo y cuánto se produce, y a qué precios se vende. Pasando a manos del estado los principales medios de producción, podemos controlar realmente el poder económico, para luego planificar esta nueva economía en favor del pueblo y no del capital. Como lo expresa Alan Woods “No se puede planificar lo que no se controla y no se puede controlar lo que no se posee”. De esta forma podemos encadenar los diferentes sectores de la economía en uno solo, materias primas, industria y comercio, etc., ademas de planificar incluso la generación de empleos para todos y cada uno de los venezolanos con salarios y beneficios dignos (pleno empleo).

Para el problema del acaparamiento: nacionalización de todos los medios de distribución de alimentos, y otros ramos estratégicos, y que estos pasen a manos de las mismas empresas ya nacionalizadas, de tal manera que se acabe de raíz con el desvío de estos bienes, y los trasportes que inflan los precios a través del proceso de distribución (por ejemplo, el costo del envío entre el productor del campo y el distribuidor, y luego entre el distribuidor y el minorista, que actualmente se realiza por medio de terceros). De esta forma abaratamos los costos de las mercancías, pero ademas podemos controlar de donde salen y hacia donde van, con lo que acabaríamos de raíz con los galpones y depósitos clandestinos donde son escondidos los productos, al quitarles la capacidad de trasladar los bienes en grandes cantidades.

Para el problema de la corrupción: transformación del viejo estado burgués en un estado socialista, a través de la implementación de los Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras en todas las instituciones del estado así como en las empresas nacionalizadas, de tal manera que las decisiones no se sigan tomando en manos de unos pocos, sino de los mismos trabajadores, de forma democrática a través de las decisiones que tomen las asambleas de trabajadores y trabajadoras, en conjunto con los consejos comunales y comunas. Sólo de esta forma acabamos con la corrupción, como diría Lenin “cuando todos somos burócratas, nadie es burócrata”, porque en la medida en que todos y cada uno de los trabajadores ocupen los diferentes comités de gestión, de forma rotativa y subordinada a la permanente supervisión de la asamblea, es casi imposible que algún individuo pueda beneficiarse de forma fraudulenta u obtener privilegios por encima de otros.

Con la burguesía ni pacto ni conciliación, sino expropiación

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