En los momentos revolucionarios por los que estamos atravesando, está a la orden del día la cuestión de la convocatoria a las elecciones de los representantes municipales. Observamos tres tendencias políticas en cuanto al asunto de las elecciones municipales. La primera, admite la necesidad de obtener el control de la mayoría de las Alcaldías con el objeto de fortalecer el gobierno de calle que propugna el presidente Maduro, y así, mantenerse en el poder. Otra tendencia la de la contrarrevolución que apuesta al derrocamiento del gobierno chavista y acabar con la revolución. La tercera tendencia agrupa a la masa revolucionaria del pueblo entiende que la revolución democrática que vivimos es una fase de transición.
Asimismo, comprende que el régimen social y económico actual, no debilitará, sino que fortalecerá la dominación de la burguesía, la cual intentará inevitablemente, en todo momento, sin detenerse ante nada, arrebatar al pueblo las conquistas del período revolucionario democrático. Por eso lucha por el paso completo al Poder Popular y a la construcción del Estado comunal, sin perder de vista la destrucción de la burguesía, del capitalismo. Tal es la situación política en el momento actual. Tales son las tres tendencias políticas principales, correspondientes a las tres fuerzas sociales principales de Venezuela: la burocracia reformista, la contrarrevolución y la revolucionaria.
La revolución venezolana es permanente, y no escapa del contexto histórico actual –crisis del capitalismo y agudización de la lucha de clases a nivel mundial. En este momento, la revolución bolivariana se encuentra ante un nuevo acontecimiento político al confrontar una nueva batalla el 8D, como es el de sufragar, conquista del proletariado, que ya en el siglo XIX era un método de la lucha de clases. Sufragio según las normas del Estado moderno capitalista heredado de la Revolución francesa (1789), que corresponde a la elección de representantes a cargos municipales.
Sin embargo, la táctica fundamental de los revolucionarios en este acontecimiento político no es sólo tomar posiciones en escenarios eleccionarios, sino profundizar la lucha de clases permanente. Tomar posiciones –supone intensificar las contradicciones burguesas- sin olvidar la estrategia fundamental que es el derrocamiento del capitalismo, e instaurar el socialismo.
Es una necesidad histórica de la revolución venezolana la lucha permanente en todos los escenarios porque el propio capitalismo no resolverá su contradicción fundamental -la producción social de la riqueza y apropiación individual de la misma. El capitalismo viene arrastrando un fardo muy pesado desde 1973, una larga y profunda crisis, la cual se agudizó en la década pasada, enterrando al moribundo y mal llamado “estado de bienestar” e impulsando las luchas de las masas, a raíz de la aplicación de los planes de ajustes que tuvieron un impacto en la conciencia de los trabajadores europeos, que protagonizaron movilizaciones que, en el caso de Francia y Grecia, alcanzaron el grado de verdaderas rebeliones populares. En fin, la crisis económica y sus efectos sociales han supuesto un recrudecimiento de la lucha de clases a nivel mundial. En este escenario global, nuestras luchas de liberación deben concatenarse con las luchas de los hermanos de clase de Europa, de África, de Asia, de América y de Oceanía.
En nuestro país los enemigos de la clase trabajadora -capitalistas, imperialistas, burócratas, reformistas y los corruptos- emprendieron una ofensiva de orden económica contra las masas populares a fin desmoralizar los chavistas y así ganar las elecciones del 8D; más allá, los enemigos de clase intentaban provocar una confrontación social. Ante la ofensiva permanente de la burguesía nacional y del imperialismo la contraofensiva/ofensiva de las masas ha de ser la organización, capacidad de lucha y radicalización política en pos de la profundización de la revolución, que es lo único que puede garantizar el control real de la economía, planificándola en función de las necesidades sociales.
Votar y ganar las elecciones en forma contundente el 8D sería un triunfo de la lucha de clases a favor de la clase trabajadora, y significaría por otra parte, una derrota más de la burguesía. Pero no se debe olvidar la estrategia fundamental: expropiar la burguesía. Esta burguesía controla el 75% de la economía no petrolera del país y usa su poder para atacar la revolución, vinculándose con la burocracia que la apoya en los atropellos contra los trabajadores, apostando a la desmoralización y a la desmovilización de las masas populares.