Recientemente, el afamado economista y premio Nóbel de 2008, Paul Krugman, afirmó: «¿Y si el mundo en el que vivimos desde hace cinco años fuese la nueva normalidad? ¿Y si las condiciones de cuasi depresión van camino de mantenerse, no uno o dos años más, sino décadas?».
Así, la inyección pública de capital a los bancos ha creado la base para nuevas burbujas especulativas, cuya fatal expresión veremos desencadenarse en el próximo periodo. Tampoco la bajada de tipos de interés del Banco Central Europeo va a concretarse en un incremento sustancial de créditos baratos que reanimen el ciclo de inversión debido a que, desde el punto de vista capitalista, sobran fábricas y producción.
El diputado de IU, Alberto Garzón, lo explicaba bien en su blog:
“… Las empresas no quieren endeudarse para invertir porque no hay mercado, no hay ni consumo ni inversión. El hundimiento de la demanda interna no anima a nadie a invertir porque no sale rentable. Los fundamentos de la economía están enquistados y estancados…”.
Como explica el marxismo, el capitalista no invierte para crear empleo, sino para producir mercancías en un mercado seguro con el que obtener beneficios. Y esa no es la situación.
¿Fin de la crisis para quién?
El gobierno del PP fía toda su estrategia a que la salvaje reducción de los salarios obreros, junto al incremento de las exportaciones, faciliten el incremento de las inversiones que ocasionen la salida definitiva de la economía española de la crisis.
Podría mantenerse un crecimiento de las exportaciones de las grandes empresas que ayude al alza del PIB, pero éste tendrá poca repercusión en el conjunto de la sociedad, pues las empresas exportadoras son una minoría. Al mismo tiempo, una gran parte del beneficio obtenido por el gran incremento de plusvalía obtenida por las empresas está yendo a tratar de liquidar las ingentes deudas contraídas por los capitalistas durante la borrachera del boom inmobiliario.
Todas las predicciones conocidas indican que el crecimiento será bastante raquítico en el 2014, incapaz de reducir sustancialmente el desempleo que, solo en el último año, se incrementó en más de 500.000 personas en el Estado español.
Algunos datos más ejemplifican la situación draconiana vivida por los trabajadores:
– Según Cáritas, la “pobreza severa” (ganar hasta 307 euros al mes) ya afecta a tres millones de españoles, y su número se ha duplicado desde 2008.
– Según la última Encuesta de Población Activa conocida, los hogares con todos sus miembros en paro son 1.807.700, 400.000 más que hace dos años. Cuatro millones de parados (dos tercios del total) no tienen prestaciones por desempleo.
– La devaluación salarial ha sido salvaje y se encamina al 20%. Según UGT, solo entre el 2012 y 2013, los salarios han perdido un 10% de poder adquisitivo.
Al mismo tiempo, durante los tres primeros trimestres de 2013, los cinco principales bancos declararon haber ganado 7.251 millones de euros. Igualmente, las 35 empresas del IBEX – las de mayor valor en la Bolsa – ganaron en el mismo periodo un 13% más (20.561 millones de euros de beneficios).
Una editorial de El País advertía sobre las consecuencias sociales de esta situación:
“…las declaraciones de aparición de brotes verdes en la economía son consideradas con algo más que escepticismo por un número amplio de españoles. Y ese escepticismo puede convertirse en irritación al observar cómo las cuentas de resultados de algunas empresas mejoran… [mientras continúa] el principal desequilibrio de la economía española: un desempleo por encima del 25%, con un componente cada día mayor de paro de larga duración…”.
Esta “irritación” es la que vemos ahora manifestarse.
La clase obrera responde ante el saqueo del Capital
Ante el parón del impulso movilizador hace un año por parte de las direcciones confederales de UGT y CCOO hubo un repliegue lógico, después del año y medio anterior de movilización sin parangón en las últimas décadas.
La nefasta conducción de las direcciones de UGT y CCOO ha propiciado un mayor envalentonamiento de los empresarios que, con la contrarreforma laboral en la mano, favorecieron en multitud de empresas la no renovación de convenios, la desaparición de la antigüedad, así como la derogación de otras importantes conquistas laborales.
Esta situación de auténtico envalentonamiento del capital ha llevado a “pasarse de rosca” a la patronal en un momento en el que la paciencia de los trabajadores estaba llegando al límite. Y esto es lo que explica la contestación que desde abajo se ha dado por parte de la clase trabajadora en diferentes conflictos desde el final del verano.
El dique lo rompió la movilización docente en Baleares: miles de profesores acumularon hasta tres semanas de huelga indefinida en un movimiento que contagió a la sociedad y que reflejaba mucho más que la defensa de la lengua catalana, consiguiéndose casi 600.000 euros para la caja de resistencia.
Un hecho extraordinario ocurrido ha sido el de la toma de las instalaciones televisivas de Canal Nou, en Valencia, por sus trabajadores, no reflejado lo suficientemente por los medios de comunicación burgueses ante el miedo a que cunda el ejemplo.
Igualmente, el encierro en la factoría de Santa Perpètua de Mogoda (Barcelona) de los trabajadores de Panrico (no generalizado por los dirigentes sindicales al resto de centros de trabajo), fue decisivo para reducir drásticamente el número de afectados por el despido y las bajadas de salario anunciados inicialmente por la empresa.
Pero, sobre todo, ha sido la victoria en la movilización de los trabajadores de limpieza de calles y jardines de Madrid, tras trece días de huelga indefinida, que impidió despidos y bajadas de sueldo, la que ha ocasionado un antes y un después en el panorama sindical del Estado español. Esta ha sido la primera victoria obrera relevante en el Estado español, en una lucha defensiva, desde el inicio de la crisis.
Todas estas luchas han aportado en mayor o menor medida. La caja de resistencia ha sido recuperada en otros conflictos posteriores que hemos visto. También se repitió, en diferentes casos, la toma de la empresa ante su anuncio de cierre y, en particular, el recurso a la huelga indefinida ante la constatación por parte de los trabajadores de que en este contexto ya no valen medias tintas.
Así, hemos tenido a los bomberos de Monforte, Chantada y Sarrià en huelga indefinida. Al alumbrado público de Madrid capital. También en Marie Brizard, en Zizurkil, junto a la toma de la empresa. En Huelva, en el sector del metal se consiguió la firma del convenio y mantener las condiciones laborales para el año próximo tras el anuncio de huelga indefinida.
También hubo el anuncio de huelga indefinida en el Instituto Tecnológico de Canarias; igualmente, a partir del 20 de diciembre, en la limpieza de Málaga; o de los trabajadores de lavanderías de 19 hospitales madrileños; los 3.500 trabajadores de los embutidos El Pozo, en Murcia; en Artes Gráficas, en Navarra; en la limpieza viaria de Barberà del Vallès; en Norten PH (de construcción de estructuras de hormigón) en Euskadi; los trabajadores de ambulancias de la comarca de Pontevedra; los trabajadores de Isofotón en Málaga, ante los impagos salariales; los trabajadores de limpieza y jardinería de Pinto; la editorial Everest; de Canalex (en El Ejido), empresa de procesamiento de fruta …
La radicalización de estas luchas es lo que está detrás del intento de endurecimiento de diferentes leyes represivas por parte del gobierno del PP, como la Ley Antihuelga que se prepara, la reforma del Código Penal, o el nuevo proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana.
Conclusión
A pesar de la débil respuesta estatal de los dirigentes de UGT y CCOO, vemos un claro cambio en el ánimo por parte de un sector cada vez más amplio de trabajadores. La salida de la economía de las cifras negativas, junto al incremento subsiguiente de la actividad en las empresas, no hará sino robustecer en la cabeza de los trabajadores la idea de que “ya basta de sacrificios”.
El que el conflicto de la limpieza en Madrid se cerrara sin un solo despido (lo cual no tiene precedentes en las luchas defensivas habidas en estos años) y sin rebajas salariales en Tablas, es un gran éxito. Para ello fue decisivo mantener la unidad sindical un día tras otro. La percepción que ha quedado sobre este conflicto entre los trabajadores y el conjunto de la sociedad, es que los vencedores fueron los trabajadores, y los perdedores las empresas concesionarias. Este tipo de victorias morales, en la situación actual, tienen una importancia mayor todavía que las victorias económicas y materiales, porque tienen un calado social y político. Da confianza a los trabajadores en sus propias fuerzas y favorece su predisposición a la lucha, representando un golpe moral para el enemigo de clase. En definitiva, ha contribuido a crear un referente para ser seguido por otros sectores de la clase obrera. Y ya está siendo seguido.