Un saldo de al menos 1 muertos de cada bando deja esta nueva oleada de violencia convocada por la derecha venezolana. Con esto se pretende incendiar las calles del país, para generar las condiciones necesarias para un golpe de estado, o una intervención internacional en los asuntos políticos internos a fin de derrocar por la fuerza al gobierno elegido democráticamente del presidente Nicolás Maduro.
Mientras la oposición llama a “descargar la arrechera” en las calles, e insisten que su llamado es pacífico, las acciones que llevan a cabo los afectos a la oposición son todo lo contrario (auspiciados por la misma dirigencia opositora). Se mantiene este doble discurso donde la derecha habla en los medios de comunicación burgueses de una búsqueda de paz, y protesta pacífica, pero que a la vez, llama al derrocamiento del gobierno y a un supuesto mecanismo de cambio prometido por ellos, y establecido en la constitución de Venezuela.
Si algo nos demostró la rancia derecha Venezolana en el golpe de estado del 2002 y los posteriores sabotajes, paros, guarimbas, es que carecen de escrúpulos para llevar a cabo su fin último, el aplastamiento definitivo de la Revolución Bolivariana. Como fue comprobado por el periodista de derecha, y extrabajador de CNN, Otto Neustald, quien explicó como la dirigencia opositora (hoy agrupada en la MUD) grabaron una declaración donde se afirmaba la ocurrencia de asesinatos antes de que ocurrieran los primeros muertos. A menos de que estos políticos derechistas pudieran ver el futuro, esto demuestra la premeditación de los hechos, y de cómo fueron y son capaces de usar a sus propios seguidores como carne de cañón con tal de justificar las condiciones para un golpe de estado e incluso de una intervención imperialista.
Algo que no debe pasarse por alto, es que en la manifestación opositora de este 12 de Febrero, los afectos a la derecha estaban bien preparados para causar los destrozos, estos supuestos estudiantes se tapaban el rostro con mascaras y pasamontañas, mientras lanzaban bombas molotov preparadas con antelación, al tiempo que se comunicaban por radios de frecuencia corta para coordinar sus acciones. Esto demuestra claramente que no fue algo espontaneo sino que tuvo una planificación previa.
La derecha venezolana deja claro lo que los marxistas hemos reiterado tantas veces, no hay conciliación posible con la derecha, ni mucho menos con la burguesía. Mientras el gobierno del Presidente Maduro llama a la dirigencia opositora a trabajar en conjunto en beneficio del país, la derecha responde con un llamamiento de violencia en las calles, pateando cualquier mesa de negociación con el gobierno, tomando acciones que se parecen a las del 2002.
Una muestra del debilitamiento de la oposición
Algo ha quedado claro en los pasados meses para la opinión pública, es que el liderazgo opositor del excandidato presidencial y gobernador en funciones del estado Miranda, Enrique Capriles, ha mermado luego de las dos derrotas presidenciales, y de su posterior doble discurso en torno a las elecciones y el CNE. La oposición más crítica se ha dado cuenta de que este dirigente de la burguesía adapta su discurso a las condiciones del momento, aceptando o no la democracia venezolana según le conviene.
Este vacio en la dirección opositora ha causado una pugna interna en la derecha, entre los que esperan que producto del desgaste de las masas, gracias a la guerra económica, lleve a una derrota electoral de la revolución Bolivariana, y por el otro lado los sectores fascistas (encabezados por Leopoldo López y María Corina), quienes no están dispuestos a esperar un par de años a un posible revocatorio presidencial, para tomar el poder de forma democrática, y quieren derrocar al gobierno sea como sea.
Contrario a lo que pudiera parecer, debido al aparente liderazgo y control sobre los sectores más radicales afectos a la derecha en estas últimas convocatorias, esto sólo significa un debilitamiento en la dirigencia opositora. Algo que interpretaron en el gobierno, prácticamente haciendo claudicar a Capriles invitándolo a las conversaciones sobre la paz, donde el gobernador de Miranda terminó aceptando (a regañadientes) a Maduro como presidente legítimo (algo que la oposición a optado por omitir últimamente).
Todo esto obligó a la burguesía y su brazo político, los partidos de derecha, a tomar acciones mas radicales para desestabilizar el gobierno de Maduro y a la fuerza del chavismo, que en estos momentos sigue consolidando a la izquierda como el espectro político más fuerte del país. Sin estas manifestaciones en los últimos días, la actitud aparentemente “derrotista” de Capriles hubiera llevado a los sectores afectos a la oposición a una desmovilización. Lo cual fuera catastrófico para la burguesía nacional y el imperialismo.
¿Quién promueve la violencia?
Si algo ha quedado claro de parte del gobierno nacional, es que (al menos hasta ahora) no han tenido intenciones de tomar medidas legales o represalias en contra los sectores de oposición, sea porque no los consideran una amenaza política, porque no quieren convertirlos en mártires o por la razón que sea. Aun a expensas de mostrar debilidad ante la burguesía, y de las constantes presiones populares y espontaneas a favor del encarcelamiento de la “trilogía del mal”, Capriles, Leopoldo y María Corina.
Por otro lado, si el gobierno tuviera la intención de reprimir a la oposición en Venezuela, no lo haría encarcelando o reprimiendo unos pocos estudiantes seguidores de la derecha. Algo que la IV Republica nos dejó bien claro, es que ellos si conocen bien los métodos y mecanismos de represión estudiantil, donde no sólo se encarcelaban a los estudiantes por lotes, sino que además asesinaron cientos de líderes estudiantiles, dirigentes políticos e incluso diputados electos, violando cualquier inmunidad parlamentaria.
Detrás de todas estas acciones están los mismos que en el 2002 apostaron francotiradores para asesinar a los mismos opositores, con el fin de justificar el derrocamiento del gobierno del comandante Chávez. No es casualidad que las grupos fascistas enviados por la derecha causen destrozos en contra vehículos de la policía, edificios de gobierno, de las propiedades gubernamentales, en las principales ciudades del país. Todo esto con la finalidad de obligar al gobierno a reprimir estas acciones, para que los medios de derecha, nacionales e internacionales, puedan hacerlos pasar por víctimas.
A quién le conviene la violencia si no es a la misma derecha, una derecha que se encuentra débil, en una etapa en que sus seguidores ya no confían en el liderazgo de Capriles y no tienen una cara pública que agrupe las diferentes tendencias de la derecha, y que están necesitados de mártires para radicalizar a sus seguidores, antes de que caigan en un letargo producto de las reiteradas derrotas propinadas por la revolución Bolivariana.
La única forma definitiva de acabar con todos estos sabotajes, sociales, políticos y económicos, es quitándole el poder económico de la burguesía. Y esto sólo es posible expropiando las palancas de la economía, los monopolios, los latifundios y la banca privada.